11 de diciembre de 2006

Somos Zapping 10/12/2006

Explorando. Nuestro presidente Chaves visita mucho los cocoteros, las misiones y las cancillerías del mundo y siempre se trae algo bueno de un dictador o de una fábrica, algo que no sabemos bien qué es pero que en Canal Sur brilla como el mapa de un tesoro. De aquello de Finlandia pretendieron venir con algo así como una tecnología mentolada, de Cuba volvieron con besos de negritos y alma de sahib, de un México almanaqueado de literatura y gorroneo parece que han conseguido tinta y papel para culturizar toda Andalucía, y de Marruecos lo que se suele traer es un buen rollo de tetería entre aquel régimen corrupto y esta autonomía donde la cosa moruna les adorna mucho la multiculturalidad y los palacios. Chaves se ha ido otra vez a Marruecos, la tercera este año, a inaugurar un museo o a encender una lámpara, pero aquí somos tan catetos que enseguida nos da por criticar la mundología, la diplomacia y todos los Ferrero Roché que se comen por ahí por nuestro bien. Si Andalucía es universal, crisol de culturas y cuna de civilizaciones, todo esto es normal, saludable y elegante, y hace que esta tierra tenga presencia, caché y sepa poner los cubiertos de la política y la cultura en su sitio. Y es que el verdadero andaluz, ciudadano del planeta, humanista con canastilla, donde mejor ejerce la universalidad de su esencia, es en el extranjero. Menos mal que Chaves nos ilustra en el cosmopolitismo, igual que Isabel Pantoja cuando se va a Rusia a comerse el clavel de su corazón. O el grupo Siempre así (esos rancios macerados en vinito, dirán los malos andaluces) que salían en las noticias por Senegal, poniéndole coros africanos a su música de zambombada. Toda esta misión civilizatoria, todas estas andancias de explorador, toda esta clase del viajado que nos demuestran, ya ven, insisten en denostarlas una tropa de pueblerinos. Qué catetada sí, mientras nuestros políticos e iconos culturales nos enseñan cómo debe ser la gente de mundo, con ese perfume de jet lag y duty free salvándonos del etnocentrismo y del patinillo. Menos mal.

Medallas al cinismo. La imagen de Sandokán condecorado en Benalmádena ponía tigres de mierda y escayola en las noticias de Canal Sur. Que los corruptos son salvadores, que los mangantes son filántropos, que cierta gente no viene aquí a forrarse y a emputecer la democracia, sino a dar trabajo, es una especie de teoría siciliana del negocio que pone los pelos de punta. Así se instalan las mafias aquí, sabiendo que como mucho les dedicarán un brindis. Pero la culpa es de los políticos venales y mecedores de todo esto, sin cuyo silencio y guardarropía no sería posible esta primavera de corrupción que sufrimos. Todavía, en la semana televisiva, hemos tenido que soportar otra vez la vergüenza del hotel de El Algarrobico, defendido aún por su promotor y por un teniente de alcalde de Carboneras ante el amazonismo fiero de Mercedes Milá en su programa Diario de...Atentos a las palabras del promotor de ese mazacote obsceno en mitad del Parque del Cabo de Gata: “El hotel está orientado a servir de equipamiento para el Parque Natural, es un complemento al Parque Natural, para visitantes, congresos, convenciones (...), con amplios salones mirando al mar que son un sitio ideal para estudiar el Parque, el desarrollo, la evolución...”. La cara y el cinismo, eso es lo que se lleva las medallas por aquí. Que vayan haciendo cola los merecedores de tales honores...

Superación. Es un concurso de cubazos por la calle, de comer pelusa o de despelotarse por dinero que hace un tour por las ciudades andaluzas, que parecen siempre hambrientas de billetes o desconocedoras de sus colores, pues los miran como a exóticas rupias. No sé si resulta más triste la complacencia con que la gente se degrada y tortura o el comprobar que suele salir bastante barato que el andaluz se preste a eso. No digas no se llama la cosa que presenta Ismael Beiro y que convierte a todos en menesterosos y en bufones, que tampoco es algo muy desacostumbrado aquí. Al menos parece que el programa tiene asumido su papel, pues el otro día les pareció simpático recibirnos con este rótulo: “Si la semana pasada sentiste vergüenza, repugnancia (...), prepárate para sentir aún más...”. Loable espíritu de superación el de de la televisión pública andaluza.

Somos Zapping 3/12/2006

Que vuelvan las Mamachicho. En las tardes en que la televisión pone sus bragas sobre almohadones, veo algo así como la hospitalización o la agrimensura de los polvos, humedades y apretones de culo de varias rubias que parecen la misma. Una sevillana de algún Gran Hermano, otra con pinta de espía con ladillas… Las preguntas que les hacen siempre son si se acostaron o se calentaron con tales o cuales chulimindundis del gremio. El invento no es nuevo, pero sí la insistencia, la repetición, la insignificancia de la tropa y ese apuntar a sus bajos con precio puesto. En Antena 3 lo llaman polígrafo, en Telecinco detector, y en el simpático e imprescindible Sé lo que hicisteis la última semana, Patricia Conde propone llamarlo “pillamentiras”. Es el último gadget que está electrificando los ojetes de esta gentucilla impulsada a la fama por la ambición de las cadenas y que hace que, de repente, las Mamachicho me parezcan un tierno recuerdo, una frutería inocente. Durante esos poligráficos empompamientos concluí que la televisión había tocado fondo definitivamente, pero pronto me di cuenta de que podía ser peor. Bastó ver al campeón del periodismo de los pelos de picha, Jorge Javier Vázquez, erigirse en defensor de la libertad de expresión y en víctima de la “censura”. Y es que un juez de Jerez había prohibido cautelarmente la emisión de uno de esos reportajillos que hacen ellos rebuscando tropezones en los orinales de la gente, esta vez alrededor de El Pescaílla y de un supuesto hijo suyo (noten la trascendencia periodística del tema). Todo por una menudencia como ver indicios de vulneración del derecho a la intimidad, fíjense. “Yo no corrí delante de los grises, pero podré contar que una vez me prohibieron la emisión de un documental”, decía el tomatero, atacado de martirologio. Ver a estos rebañadores de flujos llamar documental a un remirar braguetas y apelar a la libertad de información para exhumar mierdas y rebabas pisoteando derechos fundamentales, superó toda mis escalas. Entre el grosero alineamiento con el poder político de la prensa seria y los hurones de rajas como este Jorge Javier Vázquez capitaneando la televisión basura como libertarismo, vamos hacia el último estertor de la dignidad del periodismo. Las Mamachicho se me aparecen ahora puras como madonnas con un pecho fuera. Que vuelvan. Con ellas, la televisión olía quizá todavía un poco a cereza. Ahora, sólo huele a desatascador.

Las ganancias del horror. Esos machos españoles de vino y correa, que creen que las hembras son suyas como unas botas… En la televisión parecen noticias de un lobo, pero son mujeres las que están siendo asesinadas, cada día, mientras nos cuentan que hay buenas leyes y policías atentos y políticos atareados. No cesa este horror y en el día contra la “violencia de género”, que yo llamo violencia machista sin más, otra mujer de Sevilla ocupaba en los informativos el espacio pequeño de su ataúd y de su número. La víctima 62, decían, como si contaran los goles de un delantero. Veo en La 2 una tertulia que se pregunta si las leyes son suficientes para terminar con esta lacra, y yo lo que me pregunto, estupefacto ante tanta simplicidad, es si las leyes han acabado acaso alguna vez, por sí mismas, con el asesinato, el robo o la corrupción. Por eso recuerdo con vergüenza, con asco, cómo esta tragedia se ha utilizado como propaganda, cómo desalmados han frivolizado con estas muertes siempre calientes para su saca política. Sí, recuerdo aquel día en que se glorificaba el Estatuto andaluz en el falso debate de Mejor lo hablamos y fueron capaces de sobreimpresionar esta insultante frase: “¿Acabará el nuevo Estatuto con la violencia de género?”. Acabará o no, pero lo cierto es que ya hay quien ha tenido la mala sangre de apuntarse éxitos y ganancias, mientras las mujeres siguen cayendo con los hijos en los brazos.

Autopremio. No es que el programita sea mejor ni peor, apenas unos escolares de excursión por museos y zoológicos, poco para llamarlo informativo juvenil en todo caso. No, es por esa inelegancia de los autopremios. Acerca-T ha conseguido el Premio Andalucía de periodismo en un círculo en la que la Junta se convoca y se condecora a través de su televisión. Premios a sus propios programas, igual que a sus propios periodistas. Para que el dinero público no deje de revertirles en propaganda.

Somos Zapping 26/11/2006

Diagnóstico educativo. Después de unos números que eran gusanitos y de un abecedario llevando chistera, la consejera de Educación, Cándida Martínez, aún sonreía en las noticias de Canal Sur. Era una sonrisa en la que la luz hacía arco iris igual que sobre las letras de la palabra Andalucía, grabadas en la carcasa del ordenador portátil abierto en la mesa y que parecía una sandwichera de exposición (creo que sólo Arrayán saca más ordenadores sin venir a cuento que la Junta en sus propagandas). Pobre orgullo debería representar para un gobierno supuestamente de izquierdas haber destrozado la educación pública hasta reducirla al columpio. Sin embargo ella sonreía, oronda, porque “el sistema educativo ha funcionado, ha funcionado el profesorado, han funcionado los centros, ha funcionado maravillosamente bien la inspección educativa andaluza y ha funcionado el sistema informático”. La consejera no es que hubiera estado probando fusibles, sino que se felicitaba por el resultado de eso que han llamado “pruebas de diagnóstico educativo”, que es un test como pensado por Súper Coco que han presentado a los alumnos y en el que sólo ha faltado preguntar nombres de Pokémon. En este periódico pudimos leer precisamente una carta al director del delegado de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía que denunciaba sus “claras deficiencias”: preguntas sobre “coloquialismos”, Andy & Lucas apareciendo como “modelo literario”, cuestiones que incluían la respuesta en el enunciado y hasta un recibo con la palabra “electricidad” bien visible para que el alumno demostrara la eficacia del sistema educativo andaluz señalando si se trataba de un recibo de la luz, del agua o del gas. Veo en las imágenes de la noticia a una clase de quinto curso devanarse los sesos ante dos relojes dibujados, uno con las doce y cuarto y otro con las dos y media. ¿Qué tremendo problema plantearían? Pues con esta tomadura de pelo, doña Cándida sonreía y se aplaudía. “Nuestros profesores y nuestros directores están contentos”, decía. Y eso que ni siquiera los resultados han sido buenos. “Un nivel medio que se corresponde con nuestra situación socioeconómica y sociocultural”, remataba Casto Sánchez Mellado, Director General de Ordenación Educativa. ¿Pero ésta no era la tierra de la excelencia? Ni con unas pruebas para idiotas, cocinadas por sus propios expertos, logramos escapar del bochorno. Esto es lo que le iluminaba el rostro a doña Cándida, que parecía el panadero de Barrio Sésamo.

Curtirizando”. No bastaba con el concursito del bote de cristal, en el que la Andalucía de la dentadura en el café con leche que conforma su audiencia, su target, demuestra cada día que no distingue los conceptos de mayor y menor. En La buena gente, programa que está logrando que echemos de menos a Juan y Medio, todavía pueden hacer más por glorificar esa obscenidad que representa la satisfacción ante la ignorancia, premiada como autenticidad o idiosincrasia. Por ejemplo, sacar a varias señoras de su público o de su patinillo y ponerlas a hacer reportajes por hoteles o por el extranjero, para que su sorpresa ante el mundo y su desconocimiento de todo nos haga la gracia de esas películas en las que un cavernícola descongelado visita la ciudad. La andaluza media, enguatada en su barrio, de repente se enfrenta a comidas de por ahí, a otros idiomas, a recepciones elegantes, y los consiguientes comentarios catetos hacen desternillarse al plató. Sí, qué risa. A una señora la mandan a Roma (“me habéis dado lo que nunca había esperado”, decía la pobre). A otra, a un desfile de moda andaluza en el que se queja de que no ha visto “lunares y volantes” y donde pregunta a las modelos si de aquí les gusta más “el puchero o el gazpacho”. A la tercera señora, la envían a lo que ella llama un “cótel” (sic), un evento gastronómico marroquí en Sevilla. “Qué gente tan elegante, me tendría que haber traído mis brilleríos”, se lamentaba. Se llevó todo el tiempo diciendo “chislaba” (sic) y cuando le preguntaron por la comida explicó que no se trataba de “lentejas ni habichuelas ni espaguetis ni albóndigas ni flamenquines”. Con todo esto, claro, ella se estaba “curtirizando” (sic) mucho, además de poder expresar su amor “patrónico” (sic) por algún famoso. Ésta era la gracia de la cosa, la risa que nos da ser catetos. Duele la realidad, pero duele más su exhibición. Cómo le gusta a Canal Sur que el andaluz se sienta palurdo, analfabeto y feliz...