Los
actores son cuñados. “A finales del siglo XIX,
una nueva forma de arte veía la luz. Se parecía a nuestros sueños…”. Así comienza The story of film: an
odyssey, de Mark Cousins. El
cine, como todo arte, lo ha sido más o menos y nos ha dejado hermosura,
grandeza, negocio, política y basura. No estoy seguro, pero creo recordar que
Cousins sólo menciona del cine español a Buñuel, Almodóvar y Víctor Erice. ¿A
quién más pondríamos? ¿Berlanga, Cuerda, Garci, Médem para los modernitos? Cada
año, en los Goya, con tanta voz de su generación, tanto Tarantín, tantos
actores patilleros, tantas actrices que parecen Arantxa Sánchez Vicario de
largo, todos ahí en una especie de Ascot zarzuelero, pienso lo mismo: qué
cantidad de gente para tan poco arte… Es decir, para lo poco que merece la pena
de nuestro cine… Yo creo que la mayoría son acomodadores. Pero es que una cosa es
el arte y otra la industria. Ya, que se consideren artistas y no encofradores
depende del ego, el tipito o la chequera. Y que se tengan por intelectuales es
algo que han asumido ellos solos, igual que los taxistas y los cuñados. Cosas
de este país. Luego, la gente del cine tiene sus opiniones como cualquiera, con
la diferencia de que a ellos les preparan un pequeño reinado para decirlas y aquí
el personal es mucho de esas supersticiones de alfombra, tiara y altarcito. En
fin, tampoco me parece para tanta polémica lo de los Premios Goya. Creo que se
les da más importancia de la que tienen (el acto, los premios y su cine en
general). Pero aquí todo se aprovecha políticamente, lo que dicen guapas con
perlas reivindicativas o la forma bíblica en que arden los cajeros automáticos.
En las noticias de Canal Sur, con el fondo de una Maribel Verdú como en el
entierro de toda España, hablaban de los Goya así: “Una gala que ha estado
marcada por las críticas a la subida del IVA al 21% y a los recortes en
cultura, pero también por la conciencia social de unos actores que condenaron
duramente el drama social de los desahucios, la corrupción o el paro” (observen
la repetición de “social”). Aquí tenemos muchos dramas. Y muchos actores, directores,
iluminadores y maquilladores para ellos. Algunos recibiendo premios. Viendo la
noticia en Canal Sur, yo pensaba que el cine se parece a nuestros sueños pero
la televisión sólo a nuestro sofá.
Solidarios en la coquetería. En los Goya estuvo, por cierto, la consejera de
Presidencia, Susana Díaz, que parecía un cruce de Lena Dunham y Paz Padilla. ¿Extraña
presencia? No lo veo así. Yo creo que es consecuencia del propio glamur del Bipartito,
esa perfecta y armónica conjunción del escaparatismo y la conciencia social que
sólo se produce en esa gala y en la Junta. Susana Díaz decía querer hacer de un
goya o medio goya más glorias para nuestra tierra, pero todos sabemos que ella
es la princesa de los pobres, algo así como la aristogata del pueblo, y tiene
que estar allí donde hay escalinatas para el progresismo y la reivindicación es
un musical acharolado. Cómo no aprovechar ese evento donde el buen corazón
tiene también buen armario, las lágrimas por los menesterosos se convierten en
brillantes, y, en fin, se puede ser solidaria en la coquetería con la
tranquilidad añadida de que nadie allí le va mencionar EREs, Mercasevillas o
Invercarias. Lo que no sé es por qué no estaba Valderas con esmoquin de James
Bond. Bueno, con coderas.
El futuro era esto. “Los pastores del siglo XXI” puede sonar a
chirigota, pero Canal Sur hablaba con toda seriedad. Resulta que ser pastor de
ovejas es un oficio “que tiene mucho futuro” y en Grazalema hay toda una
escuela para aprenderlo. Es un alivio, porque ya no vamos a tener que diseñar
aviones para sobrevivir, que era la opción favorita de la Junta. Bastará con esquilar
y ordeñar ovejas, tarea más sencilla, apacible y bucólica. Y si nos parece un
atraso, una rendición o una pena que el futuro de Andalucía sea el pastoreo,
siempre podremos hacerlo moderno llamándolo ecológico, sostenible,
medioambiental o así. La siguiente escuela nos enseñará a ser chachas del siglo
XXI.