14 de diciembre de 2010

Somos Zapping: Nuevos cauces de investigación en botijos (6/12/2010)

Alarma. Los aviones parecían corcheas en los aeropuertos parados, los pasajeros penaban entre cintas transportadoras, el Gobierno se ponía como un guardia civil (Rubalcaba tiene cierto aire de civilón) y a los controladores rebeldes los amenazaban con calabozos turcos. Pero, mientras veía los informativos monotemáticos, yo no dejaba de pensar que, pese a la gravedad de la situación y el intolerable chantaje de un colectivo capaz de paralizar un país por sus reverendos cojones, en España se había declarado por primera vez en Democracia el estado de alarma... ¡porque la gente no se podía ir de puente! Esto sólo podía pasar aquí. Fastidiarnos un puente nos lleva enseguida al motín, al linchamiento de operarios y dulces azafatas, y a que el ejército patrulle por los pasillos civiles. Pero esta política del desastre, esta economía en coma, este paro que es una peste, el verdadero estado de alarma que vivimos, todavía no hace que persigamos a nuestros gobernantes con el bolso ni nos subamos con ira a sus mostradores. En las noticias de Canal Sur, Manuel Recio, consejero de Empleo, decía esto tras la nueva subida del paro en noviembre (8.517 andaluces más sin trabajo): “Todavía no se pueden lanzar las campanas al vuelo, en el sentido de decir que nos estamos recuperando a un ritmo fuerte, pero soy profundamente optimista sobre la evolución de la economía y del mercado de empleo”. Y nada ocurrió tras esto, no oímos sirenas de emergencia ni vimos a ciudadanos mosqueados por la tomadura de pelo amenazar siquiera con el botellín de agua. A ver quién pone, en esta alarma que es la que de verdad importa, la rebeldía, la hartura, la determinación y los cojones.


El desarrollo de las cabritas. La nueva economía que nos va a salvar sigue siendo, por lo que parece, algo rodeado de moscas. Paseándonos por “lugares que tienen el sello del desarrollo sostenible”, Tecnópolis nos lleva por rutas a caballo en el Parque Natural de Sierra Nevada, nos invita a contemplar casas de piedra y barro y nos pone de remate y resumen del concepto a un viejo acariciando cabritas. Habrá que cabalgar mucho y acariciar muchas cabritas para salir de la crisis, supongo, y entonces viviremos en la tecnópolis de la Edad Media, que es adonde se dirigen, como hemos dicho ya tantas veces. Veo luego en Destino Andalucía a un “técnico de desarrollo” que, curiosamente, lo que nos muestra son sólo antiguas covachas, molinos y tinajas como morunas en San Sebastián de los Ballesteros. Es toda una hazaña que nuestro “desarrollo” haya llegado ya a contemplar pozas, aljibes, ruecas y graneros, y que un técnico en ello se maraville ante una como herrería. Cazo al vuelo, también, que en Parlamento Andaluz mencionan ciertos “nuevos cauces de investigación y experimentos en técnicas y métodos nuevos”, pero se refieren a los más recientes cursos de... ¡alfarería! Ya era hora de que llegaran tan novedosos avances para hacer botijos. Con este panorama, con este orgulloso medievalismo, con este “desarrollo sostenible” que consiste en mirarnos en postales, desevolucionar hasta la era preindustrial y volver a las matanzas de pueblo, es normal que me entre la risa floja al ver a Griñán celebrando el quinto aniversario de la Corporación Tecnológica de Andalucía, y más estando entre el público del evento Pablo Carrasco, el director de esa RTVA en la que el desarrollo de nuestra tierra huele a choto. “Andalucía avanza hacia un nuevo modelo de producción en el que el conocimiento tecnológico y la innovación son los pilares fundamentales”, decía Griñán en el informativo. Y yo me pregunto si, visto cómo nos enseñan el “desarrollo sostenible”, esa rimbombante Corporación Tecnológica se dedicará a hacer tejas o quesos o albardonería. O a acariciar cabritas, claro.


Copla cinco estrellas. He descubierto que la borrachera andaluza del otro día en el programa de María Teresa Campos no fue casualidad. La presentadora ha tomado el cetro del floclorismo macetero andaluz en la televisión nacional y tiene una sección de copla (“copla cinco estrellas”, creo que la llama) que cuela de vez en cuando para mayor gloria del jaqueteo de nuestras esencias. Lo de que ya parece Carmen Sevilla en pantuflas deja de ser broma para convertirse en verdad empírica. María Teresa Campos ha asumido ese viejo y sublime arte de aquí, el de la chochera folclórica.


Dentro y fuera. Lo ha dicho Pablo Carrasco, consejero in péctore de Atontamiento y Propaganda: “Por cada euro que entra en la RTVA, la RTVA devuelve a la sociedad una cantidad superior”. Ríanse con ganas, que la frasecita lo merece.

No hay comentarios: