Berlanga es nuestro Kafka. Y Puigdemont, Sazatornil en un laberinto. El jueves, estudiantes con camisetas de Superman y labios de limonada cantaban Els Segadors como algo de Hombres G. El viernes, se hacían acuarelas sobre aquelarres de Goya y las guitarras parecían cepos. Se inmolan con sus padrecitos, santeros y tragafuegos, arrastrando a los demás, a los cuerdos, a los tristes. También en Berlanga hay tristes.
http://www.elmundo.es/opinion/2017/10/28/59f35f0c468aebca328b4678.html
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