Entre sus banderas como chocolatinas rojas y azules, dos egos de niño se pusieron de acuerdo. Ese reparto del dulce, ese atracón de cumpleaños, era lo único que podía conseguirlo. La amistad de los niños es pareja a su crueldad: pura, interesada, voluble. Trump, el niño rico vestido de cowboy de rodeo, como un John Wayne de heladería, ha conseguido un trofeo para la historia, para su pequeña historia de heladerías visitadas y colección de chapas. Y Kim Jong-un, pequeño emperador/dueño de un país como de una lavandería, que maneja Corea del Norte como una maqueta ferroviaria, como un peluche asfixiado o tuerto por el cruel amor de niño, ha conseguido legitimidad, ser habilitado internacionalmente.
https://www.elindependiente.com/opinion/2018/06/12/ego-dos-ninos/
No hay comentarios:
Publicar un comentario