Puigdemont tiene un inglés como de Camacho, un francés como de cocinerillo o modistillo impostor, y un español como de doña Croqueta. O sea, que uno ve muy fácil que él y sus escribas no hayan entendido las declaraciones del juez Llarena, ni su traducción. El procés da la vuelta a la justicia, a la ciudadanía, a la libertad, a las palabras, que han perdido sentido de tanto verlas en gordo y en hundido, con el ojo de pez del fanatismo.
https://www.elindependiente.com/opinion/2018/08/29/puigdemont-babel-una-tilde/
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