Uno creía que a la izquierda le bastaba la gente en la calle, tejedoras o campesinos con los palos del campo o de hervir la ropa. Pero ahora hay que hacer la mili de las rebeliones, si no, no hay nada. Sánchez, ahora, niega la rebelión, acerca limas empanadas a los presos, los considera interlocutores desde el talego, presiona al poder judicial y está pendiente de los golpistas como de sus suegros. Todo, por seguir en el solárium de La Moncloa. Eso, ¿a qué colabora o con quién colabora?
https://www.elmundo.es/opinion/2018/10/27/5bd322ba46163f8c7c8b462f.html
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