No es no, yo te creo, hermana, cuéntalo, que los machos nos están cazando, como siempre, nos matan o nos atan para asado, como las ciervas que nos creen, y aún ven en nuestra muerte en vida o en nuestra vida de carne muerta un perfume natural de flor y cuero, de mar y victoria. Y yo, hombre como con la muerte de la mujer siempre entre mis piernas, como una lanza goteante, como un crimen preparado, aplazado, tensado y familiar, igual que una ballesta en la cocina, me siento culpable por designación. Entiendo que no es no, pero no puedo ver verdad en la mentira, ni justicia en el linchamiento, ni razón y legitimidad en hacer un juicio general, histórico, de un suceso particular.
http://www.elmundo.es/opinion/2018/05/05/5aec7427e2704e226d8b4667.html
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