Irene Montero atacó al muñeco indefenso y con chupete de Errejón y defendió su ortodoxia, santa como el matrimonio hasta la muerte, hasta la pira. Los barones, mientras, temblando como gorriones, sin cielos protectores privados, defendieron más su derecho a seguir latiendo, a seguir existiendo. Iglesias, por fin, desde la zarza ardiendo del teléfono de góndola de la piscina, echó la bronca de padre al errejonismo.
https://www.elindependiente.com/opinion/2019/01/30/la-ortodoxia-rey-del-rock/
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