David Jiménez no estaba preparado para dirigir El Mundo ni para bajar del camello, y debió, simplemente, irse, volver con su barquero y su mosquitera. Por absolverse de su ineptitud no ha tenido piedad con una de las redacciones más castigadas y brillantes de la profesión. Ni con la profesión en general.
https://www.elindependiente.com/opinion/2019/04/13/el-director-en-su-chocolateria/
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