Es curioso, porque algo similar ocurre a veces en las religiones. Cuando no se cumplen las profecías o los dioses abandonan a su pueblo, lejos de replantearse las creencias éstas se refuerzan y se radicalizan. Ocurrió durante el cautiverio de los israelitas y eso trajo la religión mosaica. Ocurrió al no producirse la prometida y cercana parusía de Jesús y a partir de ahí se inventó el Cristianismo como religión salvífica, espiritual y universal. La contrariedad no hace que se abandone la fe, sino al contrario, que se fortalezca y expanda para incluir esa contrariedad dentro de un destino o un plan mayor. La derrota y el sufrimiento se asumen como una prueba de fidelidad que pide el dios (o la ortodoxia ideológica), y que sólo se superará manifestando aún más fidelidad. El fracaso no les demuestra que sus creencias eran falsas, sino más bien que han sido castigados por haberse apartado de las verdaderas ideas fundacionales o nucleares de esa creencia, lo que les lleva a la involución, a buscar de nuevo la pureza en la radicalización de sus dogmas. El PSOE, tan parecido a veces a una religión, se diría que tiene previsto seguir punto por punto esta teoría.
Rubalcaba (el neofelipismo), Chacón (el neozapaterismo) y hasta (¡increíble!) Susana Díaz (el neochavismo) se nos muestran aún como candidatos a protagonizar un congreso que sería así como egipciaco. Justo los que tendrían que desaparecer del futuro del PSOE, los culpables de esta época malograda, decadente y ruinosa no sólo para el país sino para el propio partido, todavía quieren escenificar la resurrección apestosa de Lázaro. En Sevilla, con chorreras mudéjares y fantasmas chulazos que seducen a las monjas como al pueblo, será donde el PSOE fregoteará su tumba y seguirá adelante intacto, como intactos quedan los embalsamados. Si el congreso se celebra con este museo de cera en mente, el PSOE perderá una oportunidad única para levantar otra socialdemocracia sin cortijerías ni ñoñeces. Era la hora de una revolución, de un centrifugado y del exilio de toda una forma de hacer política junto con sus orondos y seniles sacerdotes. Pero harán sólo una ceremonia vudú. Así, los muertos les esperan.
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