De
cajón. Ponen un fondo apocalíptico, Madrid como
después de ser atacado por Godzilla, por zombis o por transformers; las torres
de Bankia esperando un tsunami o un meteorito de una manera cinematográficamente
neoyorquina, una gran moneda de euro comida por ácido o por monstruos
submarinos… Muy peliculeros los de Al
rojo vivo, de La Sexta, decorando la actualidad con ese fin del mundo maya
traído por Rajoy, claro. Lo que ocurre es que ese fondo, con Griñán delante,
cobra otro significado. En el programa estuvo nuestro presidente, que ya es estrella
nacional desde que le dio por inaugurar ese juego de tronos de la decadencia
socialista, entre la fantasía y el Medievo. La verdad, resulta de lo más desconcertante
ver a Griñán dar lecciones de economía a Alemania y a la UE, y casi creerse que
inspira a Obama, siendo presidente de la región con más paro de Europa. Pero no
es culpa de 30 años de socialismo, contaba, ya que en 2007 teníamos el menor desempleo
de la historia. Menudo orgullo, porque la EPA de ese año nos daba el 13’99% de
paro. Por comparar, 8’6% era el total nacional y 4’27% el de Navarra. Para dar
lecciones. Pero fue más espectacular la manera en que liquidó las últimas
declaraciones del interventor sobre los ERE, en las que afirmaba que “la
Intervención fue excluida deliberadamente de la fiscalización previa de las
subvenciones”. La increíble respuesta, el argumento sin vergüenza de Griñán
(“de cajón”, dijo) fue: “Si hubiera estado excluida, no diría que se había
advertido o no”. ¡Pero si de lo que advertía la Intervención era precisamente
de que no podía controlar esos expedientes por el tramposo método utilizado
(las transferencias de financiación a una agencia pública)! Por eso hablaba de
“procedimiento inexistente”. Esta espantá de Griñán con desprecio a la lógica, para
mí, equivale a una confesión de culpabilidad o, al menos, de rendida complicidad.
Eso sí que es de cajón. El fondo apocalíptico, al final, puede ser para él.
E-justicia
con carraca. Es el nuevo escaparate de la
Andalucía estupendísima, mezcla de lo más eléctrico de Tecnópolis y ese ambiente progre de mimo y culturetillas del
extinto Canal 2. Igual te saca un laboratorio en ebullición que un
cuentacuentos con pandorga. Me refiero a Andalucía.es,
que evolucionó de breve inserto publicitario a programa propagandístico laqueado
y larguísimo. El último, muy variado, incluyó una instructiva lección sobre la “e-justicia”.
¿Es que nuestros juzgados corren a la velocidad de la luz o los cartapacios se
han sustituido por nanotubos? No, pero tenemos cámaras. Y televisores. Y 6.500
impresoras, anda. ¿Cuántas serán matriciales, de ésas que sonaban a carraca? No
me extrañaría que tuviéramos hasta fotocopiadoras.
El
calambre. Pido
la palabra se está convirtiendo en un programa interesante pero lejano. Sus
economistas más o menos pedagógicos o libertarios (Juan Torres ha seguido
predicando su tierna economía de los suspiros) se dejan escuchar, pero los
debates resultan demasiado internacionales, olímpicos. Hay como un calambre que
siempre impide que se hable expresa y concretamente de Andalucía. Alemania se
menciona más que nuestra región. El otro día invitaron a Anguita, aún fuerte de
palabra y de ego. Pues bien, ¿pueden creer que nadie le preguntó por el pacto
de gobierno PSOE-IU? Aún sigo esperando que el programa se enfoque en un tema
que duela al poder en Andalucía. Mientras, la cosa parece, demasiado a menudo,
hecha por o para misses.
Ozú,
lagarto… Lo presentan en La semana más larga como “catedrático del andaluz” y el hombre,
José María Pérez Orozco, que es catedrático de verdad, tiene además esa otra
sabiduría que le dan mella y gorra a cuadros. Está bien que nos hable de las
vocales abiertas y cerradas como nuestro Henry Higgins, pero luego le dio por
ilustrarnos sobre la magia de la mandrágora y cómo sus raíces se pueden convertir
en brujas guarrinas que nos menean el culo (!), y eso ya no entendí a qué
venía. Aquí, ni con los catedráticos se libra uno de lo andaluz como superstición
o hechicería cíngara. Ozú, largarto, lagarto…
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