Mieditos. Esos fantasmas agropecuarios, esos misterios de pocijón, esos
espíritus sopladores de caldo… Nuestro Halloween no tiene jinetes con cabeza de
calabaza, ni zombis hamburgueseros, ni brujas animadoras; tiene difuntos de
comunión y ánimas que son como nosotros, un poco mesacamilleros y hortelanos. A
Canal Sur le pareció que había que hacer algo en Halloween y nos programó una
cosa llamada Rastreadores de misterios,
una como imitación china de Íker Jiménez. Ya saben cómo son estas chorradas magufas:
un supuesto equipo de “investigadores” (Lorenzo Fernández Bueno o Pedro Amorós,
habituales rebuscadores de sustitos de linterna) con el pelo electrizado y
equipamiento de Los cazafantasmas o
de quimicefa, auscultando las humedades, desconfiando de las grietas,
preguntando a los labriegos, echando vaho a fotos, vigilando los visillos,
acojonándose por las mecedoras y escuchando crujidos con cara de cagarse muy
científicamente. La parte de las caras de Bélmez fue tronchante. Intenten
ustedes mantener la compostura mientras un tipo con cara de vender tiques del
tren de la bruja pretende hablar con toda seriedad de salpicones de aceite que forman
caras misteriosas. Y mal dibujadas, porque los espíritus no tienen por lo visto
muchas dotes con el pincel. Yo creo que las hacía la del Ecce Homo. En fin, que
al lado de este programita, Íker Jiménez parece Carl Sagan. Luego hubo
psicofonías o gente hablando desde el váter, curanderos de ajoporro y civilizaciones
perdidas debajo de la pocetilla. Canal Sur ya era fantasioso, increíble y espeluznante,
y parte de su servicio público siempre ha consistido en fomentar la idiotez. En
el fondo este programa chorra le pegaba. Pero a mí, miedito de verdad la que me
da es Susana Díaz. El día que salga en Canal Sur con un candelabro…
Lavar
la cara. A la Agencia IDEA, esa “mera caja
pagadora” de los ERE a voleo, le está haciendo la Junta ahora una campaña como las
que le hace al jamón del bueno. Sale mucho en Canal Sur, cumpliendo el sueño de
empresarios o principiantes, como el calvo de la lotería, aunque suena a
intento de lavado de cara, en plan central nuclear del señor Burns de los
Simpson. Tienen que explicar que no todo era ir dejando pasar el dinero por
allí sin mirar, como un guardia de tráfico aburrido, sino que se ayudaba al
emprendimiento y a los negocios. “Con la Agencia IDEA fue un proceso normal en
lo que suele ocurrir de justificación, de documentación y tal…”, explicaba uno
de los beneficiarios de sus ayudas. Hay hasta ternura en esa desesperación por
querer demostrar que allí se piden papeles. En los anuncios de detergente, la
ropa sale blanquísima.
Sexo
con muertos. Han dado para algo de morbo estos
días de difuntos y sus tartas de mármol en Canal Sur. En las noticias, sobre una
iniciativa musical en el cementerio de Granada decían que “pretende hacer de
este camposanto un lugar lleno de vida”. Por su parte, Olga Bertomeu, que se ha
terminado convirtiendo en su electroduende, nos proponía en una promo “hablar
de sexo, que es lo que nos hace estar vivos, porque es que además tenemos el
recuerdo a los que ya se fueron, con mayor razón”. ¿Ha sido capaz de mezclar
sexo con muertos? Puaj. Qué grima de mujer.
Realidad
desenfocada. Si lo saca The New York Times, se
hacen cruzadas palurdas contra la mala imagen y la realidad desenfocada que
muestran de Andalucía. Si es en 75
minutos donde nos hacen un reportaje con olor a monda sobre gente con
cuadrante para hurgar en los contenedores de basura, o sobre cómo viven
indigentes bajo un puente, entonces es periodismo cercano, de denuncia y de
concienciación (sobre todo si menciona ‘recortes’, ‘Gobierno’, ‘mercados’ y
otras palabras del credo niceno que nos ha tocado). El sufrimiento es real. El
foco, cada cual lo pone donde le interesa.
Preguntas
y pelos. Pregunta en Andalucía directo a la
madre de una menor violada: "¿Cómo lo viviste?". A una madre. Sobre
la violación de su hija. Y en La tarde,
Juan y Medio, como de forense, pide detalles y pelos del suceso a la propia
madre, que se presta, también hay que decirlo. Periodismo, dicen.
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