Hay un
brutote, un vacilón, un soldado, un martillo, muchas flechas, muchos egos, una
mujer mortífera y un jefe tuerto. Y todos, en difícil y problemática comandita,
contra unos enemigos de fuera bastante feos, poderosos y empeñados en la
destrucción gratuita. No sé si hablo de Los Vengadores o del gobierno de
Griñán, la verdad.
La
mitología fundió a los dioses en copas y sólo nos dejó el dinero y la política
para creer, las últimas mentiras que adorar. Pobres de nosotros, los mortales.
Los políticos usan el lenguaje de los profetas y los sacerdotes, el dinero usa
la magia para aparecer y evaporarse, y nos toca rezar y creer mientras chocan
en las nubes sus yelmos cabezones y sus parrafadas shakesperianas. De chicos
nuestra mitología era otra, la de Marvel, esos superhéroes sobrevenidos de
inverosímiles y chocantes radiactividades, mutaciones, tecnologías y
sastrerías. Stan Lee, “padre de todos” como Odín, lo explicó una vez: era la
época del terror nuclear y todo lo traía una conveniente araña radiactiva o un
experimento descontrolado con rayos gamma. El superhéroe nace de una sociedad
que sublima sus miedos. Superman se creó durante el ascenso de los fascismos.
Los justicieros y supervillanos de Marvel son hijos de la Guerra Fría.
El otro día
disfruté como un chiquillo con la película de Los Vengadores. Una increíble
alianza (Hulk, Thor, Iron Man, el Capitán América y algunos más...) contra
enemigos gigantescos del planeta. Me tuve que acordar del gobierno andaluz, que
no va en mallas pero se le ve abundante en colorido y épica ante el mal pepero.
Valderas lucha por no mutar de vicepresidente en La Masa, por no ponerse
furioso y verde y aplastar el capitalismo. La chulería de Tony Stark anda
bastante repartida entre todo el PSOE andaluz, aunque sin su genio, pero
resulta fácil ver a la Avispa en Susana Díaz. El martillo de Thor está sin su
guaperas, pero pesa y atiza igual y creo que lo ha tomado Elena Cortés para
añadirle una hoz. El escudo del Capitán América lo usará Llera para detener la
metralla de los ERE y todo lo dirigirá oscuramente, con su parche en el ojo de
sobrevivido, Griñán, nuevo coronel Fury en esta Junta convertida en
S.H.I.E.L.D. El enemigo y la guerra ya los conocen. Este supergrupo extravangante
combatirá para vengarnos, mientras se pelean un poco entre ellos por la cosa
del superego y el superpresupuesto. Sí, sublimamos nuestros miedos, los
convertimos en mitología. Pero ya no somos niños. Los hombres con capa se caen
como los otros, los héroes están haciendo cola en Cáritas y los buenos y los
malos se parecen y se intercambian. Pero aún tenemos a Griñán para recordarnos
la infancia, cuando saltábamos en pijama de cama en cama y éramos Spiderman
sobre Manhattan, y éramos Hulk comiendo cropanes, y nos cargábamos al Doctor
Muerte volando con la cuchara.
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