Oposición contra Babilonia. Esos discursos y debates
de investidura son como una larga visita de dos días al sastre para salir al
final con lo que uno ya tenía puesto. El PSOE andaluz, además, suele usar un
tono de recién graduado irritante después de tantos años: siempre parece que
acaban de llegar para empezar a gobernar, cuando sólo se suceden a sí mismos. O
sea, nos dicen que todos los problemas se van a solucionar, pero a partir de ahora.
Lo de antes es como si lo hubieran hecho otros. Y eso, en cada legislatura.
Nada nuevo esperaba yo, pues, del debate, que en Canal Sur transcurría como un
ensayo de la eternidad con ayuda de ujieres fantasmas. Griñán, hablando como el
resucitado que es, se empeñaba en inaugurar otra nueva época, pero nos dejaba
el sermón de siempre. Eso sí, ahora se ve como la resistencia a Rajoy, a
Merkel, a los mercadotes y al Mal en general. Cuando clamó contra la política
económica de la UE, la dictadura de los mercados y la especulación, pensé que
iba a votarlo hasta Sánchez Gordillo. Este jefe de aldea gala ya no sólo quiere
reconquistar España para la izquierda, sino el mundo entero que se ha convertido en una Babilonia del dinero y la
crueldad. Pero las recetas nos sonaban a vieja propaganda y a volver a estar en
la luna: “la industria aeroespacial”, “las energías renovables”, “una economía
más sana” (?), “la artesanía agroalimentaria”... Otra vez le van a dar un
molinillo a cada parado. Parecía el de Tecnópolis. Pero sólo un
visionario sería capaz de colar esta frase en su debate de investidura: “creer
en la seguridad y la higiene en el trabajo”. Tan visionario que su principal
medida de estímulo económico va a ser poner a los parados a limpiar bosques.
Nos suena todo esto, ¿verdad? Otro Plan E con colilleros, otra vez el
keynesianismo inútil que nos endeudó y otra vez las ñoñerías verderonas del
zapaterismo, pero ahora con el apoyo de la izquierda bucólica, o sea, aún con
más radicalidad y contumacia. Además, se atrevió a hacerle un poema entero a la
ética (!!!), y citó a Camus casi como si fuera mérito educativo de la Junta.
Griñán se instalaba en la oposición a Rajoy y al mundo, otra vez con una
margarita en la mano. Pero con millones de rehenes.
Gollum del PP. El PP tampoco aportó nada nuevo al
debate, pero lo más significativo es que se le ve perdido, desconcertado,
noqueado. No es que no haya digerido los resultados de la elecciones, es que
parece que no se haya levantado de la cama desde la noche de los balcones
tristes. Sólo les queda el recurso impotente y patético de llamar “alianza de
perdedores” a los que les ganaron, al fin y al cabo, sumando votos, que es de
lo que va esto. Tiene que ser frustrante, pero eso no puede convertir al PP
andaluz en un partido reconcomido, rencoroso y abatido, con un Arenas invisible
y llorón, que se aparta infantilmente para no sentir dolor, como hizo al no
acudir a la toma de posesión de Griñán. Arenas parece el Gollum del PP,
consumido y atormentado. Quizá sea la hora de cambiar caras, gentes y
cansancios. La pregunta es: ¿tienen a alguien?
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