Ahora
que estoy quitándome de fumar, se me ocurre que la izquierda era o es como un
tabaquismo obrero, político o histórico. Como esos cigarros fuertes que se
fumaban en los tajos, un tabaco intenso, antiguo, purgante, empecinado, con el
que establecías un compromiso estético y una relación de fidelidad,
sufrimiento, placer, lucha, dependencia, condena y camaradería hasta la misma
muerte. Con la izquierda o lo que queda de ella, lo que han dejado las
revoluciones marxistas, las dictaduras seniles o las utopías con morral, se
puede estar o no de acuerdo, pero lo que no se puede negar es que aún conserva
ese olor viejo y fuerte, esa intensidad un poco salvaje, esa ajada pureza. La
socialdemocracia, el liberalismo, la derecha o derechona, atienden al mundo de
ahora, un mundo físico y cercano en el que los países son oficinas y el dinero
pesa más o menos, pero se puede pesar. Sólo la izquierda no está en el ahora,
sino en la eternidad, sólo la izquierda se permite ignorar el dinero, sus
máquinas y el mundo construido con ellos, proclamándose alegremente loca; sólo
la izquierda habla aún con poemas y cree que sus ortodoxias pueden y deben
imponer la felicidad. No es que todo esto sea bueno, ni útil, ni siquiera
posible... Pero sí es algo propio. La izquierda, con su mitología, su estética,
sus fetiches, sus infantilismos, sus dogmas, sus ensoñaciones, quizá sólo está
aquí para proclamar que no pertenece a este mundo.
¿En
qué se nota que Izquierda Unida forma parte del Gobierno de Andalucía? Pues en
nada. No, la izquierda, tan propia y bizarra, no puede pertenecer a este mundo.
Al incorporarse al sistema contra el que lucha, pierde su identidad. Ya es otra
cosa, la política vulgar del carguito, el enchufe, el poder orgánico, el
cucharón en la olla. O sea, la izquierda juntita de Valderas, que es como la de
Torrijos. Esa posible Andalucía social-comunista, que tanto se comentó, no se
ha dado. El poderoso PSOE sigue gobernando a placer después de seducir con baratijas
a una izquierda muerta de hambre. Una izquierda que ya apenas lo es desde que
la envolvieron en moqueta y depilaron a Valderas, vicepresidente de nada,
apenas de los ascensores. IU creía que iban a ser la llave de todo, pero no
tienen ninguna fuerza. Si se rompe su pacto, IU pierde sillones, colocados y
dinero, pero el PSOE, simplemente, se encontraría con unas elecciones
anticipadas en condiciones muy favorables, con el PP en retroceso e IU quemada
por su colaboracionismo. El PSOE ha domesticado a IU y lo está engordando para
matarlo. Yo, la verdad, agradezco que no puedan levantar koljoses, pero
entiendo la división interna y el cabreo de notables y militantes en IU. Ese
tabaco viejo y fuerte, así era la izquierda. Te gusta o no, pero lo distingues
al momento. En los despachitos, Valderas fuma ahora cigarrillos falsos de
chocolate.
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