La verdad es que tienen una buena mesa. Y
la luz apaisada o las caras alrededor le dan aspecto de piano de la casa, pero de
ésos que sirven, más que para tocar, para guardar el silencio del salón como en
el estuche de un reloj. Buena mesa, de un color bonito, antiguo, un color como
de diligencia bien cuidada. Las maderas de calidad dan nobleza y cierta
eternidad maciza. Simplemente, el tiempo no puede cargar con su peso. Recuerdo
a un amigo carpintero muy preocupado por terminar los muebles de caoba de su dormitorio
antes de casarse. Era una caoba oscura, ancha y de alguna manera desmesurada, como
si tuviera que sostener el matrimonio de unos titanes. El dormitorio quedaba un
poco con confesionario y sacristía incorporados, pero a ellos les gustaba ese
lujo, dormir en una especie de zigurat de cristiandad y chocolate, en madera de
piedra, en inmortalidad bien olorosa de barniz, como si fueran amantes de
Teruel pero sin tragedia. Al final, mi amigo había hecho una catedral entera
para acostarse con la señora. Es bueno y caballeroso y un poco antiguo, mi
amigo. Bueno como esta mesa, sí señor. A mí me recuerda a mesa de anuncio de
Pronto, que no sé si seguirá existiendo o ya se quedó antiguo como las
Filomatic. El Pronto era un producto muy entrañable y casero porque cuidaba el
tesoro de la casa, esa gran mesa que todo el mundo compraba, hasta los que
apenas podíamos, y que presidía el salón junto con un mueble bar como un
gregoriano de tazas y una enciclopedia única, haciendo todos un intento de
museo británico de muestra pobreza a la vez orgulloso y triste. La mesa de las
Navidades y los cumpleaños, la mesa mordida por los pequeños de la casa que
iban creciendo, la mesa con fotos rozadas por ganchillo. La nuestra no era ni
muy grande ni muy buena pero era como tener un Camelot propio.
Esta
mesa sí que es buena. Se nota. La cosa pública tiene buenas mesas, buenos
salones y una especie de plata que está ahí como espolvoreada en el ambiente. Debe
de ser un Pronto que echan para que brille la dignidad institucional. Y es
verdad que luego todo brilla a cuero o a cubertería o a bidé, pero no sé si eso
es la dignidad u otra cosa, y además estoy retorciendo la gramática. Buena y
grande, la mesa, más con orillas que con lados. Le da a la comisión algo de
club de fumadores o asociación de ferroviarios. Está formada como por pétalos,
así que a veces se diría que amenaza con cerrarse sobre los dedos y las cabezas
de los presentes. Tiene algo de cubierta de recreo de crucero, aunque si se
mira el reflejo de las luces, lo que parece es una pista de hockey sobre hielo
que mancharon de café con leche en una especie de sabotaje de funcionarios. Sí,
la verdad es que tienen una buena mesa. Pero a lo mejor ustedes esperaban sacar
de esta columna algo más en claro sobre el mangazo de los ERE. Que iba a servir
para algo su tiempo, vamos. Ya. Algunos también pensaron eso de la comisión de
investigación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario