Ahora
que nos asfixian las medusas y los hamaqueros, los sargazos y los tirantes, también
tenemos un Gobierno de España asfixiador, como un buzo asesino. Valderas ha dicho
que Rajoy quiere “asfixiar” a Andalucía y luego ha dejado otros símiles que
hablaban de “tortura financiera”, “ponernos de rodillas” o “sufrimientos
fáciles” (por cierto, todo esto suena un poco a látex). Yo creo que Valderas es
un romántico. Necesita tanto de enemigos góticos como de amores cementeriales,
de ahí que ande durmiendo sobre una lápida con el PSOE y afilando estacas para
el PP. Ni lo del látex ni lo de envolverse en esas tinieblas pega en agosto,
pero es que este año no va a haber agosto por mucho que los políticos salgan en
televisión vestidos como heladeros. Mientras el sol nos deja un mordisco en el
culo como si fuera algo de Apple, continuará la guerra. Una guerra que no es
económica ni autonómica, no se engañen, sólo es la pelea de una vieja casta por
sus privilegios.
Valderas,
un romántico como decimos, tiene su épica y sus enemigos hechos en el yunque
del siglo XIX. Su lenguaje insurrecto y fantástico, sus malos con capa de malo,
toda su dogmática teoría sobre el dinero y los dientes y las uñas que le salen,
son como releer a Poe: un escalofrío conocido y hasta amigable. El PSOE andaluz
es más de Imperio Romano, con todos los susurros y puñales apuntando al poder,
y la ideología como simple espectáculo para la plebe. Contaminándose un poco
uno de otro, Valderas ya va a poner cónsules en las provincias porque se ha
dado cuenta de que cada trinchera da para un despacho. Por su parte, Griñán hace
sonetos lúgubres sobre hospitales, palanganas y niños cojitos, no sé si más
cosa de Dickens o de Torrente, que en su última película decía eso de “ya estamos
dando pena”. Aunque Griñán escenifique desmayos de damisela, para cumplir con
los objetivos de déficit y austeridad que pide el Gobierno, ordena la ley y
demanda la prudencia, no hace falta cerrar hospitales ni colegios, ni tirar
viejitos ni funcionarios a las cunetas. Ni siquiera despedir a Juan y Medio. Ya
nos demostraba ayer este periódico que bastaría con que la Junta prescindiera de
sus chiringuitos para enchufados. Sabiendo esto, las declaraciones de Griñán
resultan terribles: significan que ellos verdaderamente cerrarían hospitales y
colegios antes que sus comederos de partido. Estos rebatos son un estilo para
IU, que no sabe ir a por pan sin armar una revolución, y una estrategia para el
PSOE, que aprovecha que el agravio y el menosprecio encienden mucho a los
andaluces, siempre con complejo de inferioridad. No, no tendremos verano con la
Junta convertida en submarino contra el Gobierno. Unos románticos seducidos ahora
por el poder y una casta acomodada al bollo de lo público nos dirán que la
guerra que salpica tanto es por nosotros. Pero es por ellos. Toda esta asfixia de
Andalucía era cosa privada y autoerótica.
1 comentario:
Tiene razón usted, el gobierno Rajoy no para de asfixiarnos.
Gracias.
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