27 de diciembre de 2007

Los días persiguiéndose: Navidad pagana (27/12/2007)

Algunos han colgado al Niño Jesús de los balcones y parece una toalla de playa o una caja de polvorones, pero la ciudad en Navidad está diseñada por boy scouts, por jardineros orientales, por gnomos del bosque, por echadores de cartas, por hadas congeladas y por prestamistas. La Navidad es cristiana sólo levemente. Bastante antes de que el pequeño Jesús se hiciera dogma, estampa y escayola, los dioses solares que le precedieron también nacían en cunas de nieve, con los planetas y los animales arrodillados. El 25 de diciembre es el cumpleaños de Dionisos, de Osiris y de Mitra, ante el que también se postraron pastores y magos y que igualmente resucitó al tercer día. A Horus se le representaba recién nacido en un pesebre. La Navidad es el rezo al sol acostado, al sol parado en el cielo (sol sticio) en su posición más baja, y es pagana como es pagano el mismo cristianismo. Antes que rabiar contra Santa Claus, el cervecero de la Navidad, contra El Corte Inglés, que cambia a la Virgen por azafatas de congreso, y contra los alcaldes como lampistas ateos, los católicos deberían rabiar contra Constantino, contra los primeros concilios que fueron broncas de jugadores de dados y mezclaron todos los mitos de este hemisferio para darle consistencia y tradición a un nuevo dios como a un nuevo merengue. Veo en los recibidores de las casas los nacimientos con ríos de papel y molinos de corcho y toda la nieve mentirosa de Judea, pero lo que hay sobre las coronillas de la Sagrada Familia no es sino el disco solar de los egipcios.

La Navidad, todos los mitos del frío, las ruedas del universo que se levantan, los dioses que balan, la naturaleza con rayos prendidos en el pelo. Que no se inquiete la ortodoxia creyente, que la Navidad sigue siendo pura. En la luz que pone sombreros a la ciudad (la luz, eso es lo que pedimos en esta época), en los árboles donde ahora se cuelga en plástico la esperanza de la fruta, de la vida que traerá el sol cuando vuelva de su cueva, hay una simbología más auténtica que en los villancicos donde las burras llevan remiendos y los peces se emborrachan como mosqueteros. Si consumimos, si nos hartamos de galletas y ofrecemos regalos, es para celebrar que la naturaleza no se para y que volverá la abundancia, que estamos llamando a la abundancia igual que a esa luz. Hasta las cajeras pasando dulces por sus manos tienen más sentido estos días que los nidos de ratones que roen calzoncillos. Sí, la ciudad está llena de mitos, los más auténticos y los más impostores. Rojos encendidos en el frío, campanillas que parecen dátiles, fiesta patinadora en las calles, muérdago sobre los besos como sobre cerezas, lazos en el cielo anisado, luz y más luz en sus bomboneras. La Navidad más verdadera es la Navidad pagana. La teología es un harapo añadido a sus rituales y un niño desnudo no iguala al sol en su ponchera. Me gusta la Navidad, soy un pagano. Cumplo con la tradición, enciendo velas, adorno con plata la eclíptica, quiero la bicicleta del sol y hasta escribo como cada año este artículo, el de la Navidad, que es el de siempre. La Navidad no está raptada, no se ha podrido su esencia, como dicen, porque esa esencia está en el ritmo de las constelaciones, de nuestras colmenas y de nuestro cuerpo que odia las bufandas, y no tanto en el de la mecedora de una Madonna. En todo caso, feliz Navidad, a los paganos y a los otros. Lo llamemos como lo llamemos, todos compartimos ese mismo deseo de luz, que sigue mereciendo rezo o simplemente esperanza.

Somos Zapping 23/12/2007

Tengo un bache para usted. Era un formato novedoso y con morbo, eso de ver a los políticos como gladiadores o trapecistas ante las ganas y pedradas del pueblo, pero Tengo una pregunta para usted me ha ido decepcionando poco a poco. Primero, porque los políticos han ido aprendiendo de los que caían antes, y segundo, porque me he dado cuenta de que el personal tiene muy corta la mira, no suele abordar la raíz y la esencia de los asuntos, sino que va a su paguita y al bache de su pueblo, repitiéndose por cada carretera comarcal y cada juanete que sufren. Esto se llama incultura política, y me aburría soberanamente. Para cada pregunta del público, uno imaginaba siempre otra con más peso y con más sangre, pero casi nunca llegaba. Esta semana le tocó a Javier Arenas, que venía como entrenado en la dureza de las nieves, igual que Rocky Balboa, y comprobamos que se había preparado la lección, que se conocía hasta los baches de los que se quejaban y que puede ser convincente cuando se acerca al centro. Creo que esta vez no mencionó lo de las “personas normales”, ni se puso sacristanejo sosteniendo las faldas de los obispos y dorándoles las hostias, y eso ayuda. Así, en la moderación, y sin que se acerque demasiado por aquí la parejita de pádel que forman Acebes y Zaplana, todavía puede tener una oportunidad. De todas formas, visto que el pueblo preguntando es incapaz de pasar de su fontanería, uno lo que desearía es presenciar durante esta campaña un debate cara a cara entre Chaves y Arenas. Eso sí sería un combate de altura, y no este programa, que ha terminado en una junta de propietarios del bloque.

La gracia de la mierda. Hay largas familias andaluzas como circos enteros que están ocupando las tardes de María del Monte dando una especie de estampa franquista, bíblica y granjera, de salud y alegría reproductiva. Eso de que la felicidad está en la familia es muy de derechas, y sacar a tanto bisnieto de comunión, también. El conservadurismo de esta falsa progresía canalsureña ya no se puede negar. Pero aparte esto, demasiado a menudo ve uno en esta sección unas exhibiciones de analfabetismo y montunería que no sé si dan más pena o vergüenza. Si somos así, hacer espectáculo de ello es verdaderamente una lástima y una obscenidad. Si no somos así, es que están empecinados en que lo creamos, que no hay aquí más que esa “buena gente” que no sabe ni hablar ni comportarse y que a partir de ella debemos medir nuestra autenticidad. Claro que lo que me encontré no hace mucho fue ciertamente un caso extremo: la familia de Las Carlotas, entre otras varias y sonrojantes bajunerías y vulgaridades, contando que si los niños decían palabrotas les untaban la boca con mierda. Anda que se reían poco de la gracia. Pero más repulsión que la misma mierda me produce el que nuestra realidad se defina con la ordinariez y que sea un empeño de la televisión pública el que nos reconozcamos en ello con coros de risotadas.

Publicidad. No salgo del programa de María del Monte, musa montonera de esta columna. Tengo que confesar que, con toda la publicidad institucional que nos inyecta la Junta, verdeando sus maravillas, o el Gobierno, quitándonos las alegrías y los vicios, esta forma de propaganda no recuerdo haberla visto nunca tal cual. Vale, los presentadores nos han metido en el salón colchones, cuberterías o cuadros de ciervos, y los actores de las series no es raro que aparezcan en sus mismos decorados con yogures laxantes o consolas de dar saltitos. Pero... ¿anunciarnos así una ley? Pues sí. Estaba María del Monte con su pareja de viejitos cuando en la parte superior izquierda de la pantalla apareció de repente la palabra “publicidad” y, en vez de tintes o jalea real, la señora se puso a vendernos las bondades ¡de la nueva Ley de Dependencia! Extraño, sospechoso, pero en fin, nada que objetar salvo apuntar la maldad de que, dado el público del programa, pocos acertarían a leer la palabra “publicidad” y lo tomarían pues por una sincera opinión de la presentadora. Lo que uno agradecería es que eso de poner “publicidad” en una esquinita lo hicieran también en las noticias de Canal Sur o en Tecnópolis. Puestos a ser legales...

Papá Noel contra la libertad de prensa (22/12/2007)

En Canal Sur, las crónicas del juicio de Chaves contra EL MUNDO parecieron desde el principio secuencias de guillotinados. Los juicios, que huelen a guardarropía y a miedo de hospital, son feos y duros de cubrir para el periodista, pero en las noticias de La Nuestra la cámara degollaba el banquillo con satisfacción y la voz del locutor tenía los dedazos de madame Defarge, la que tricotaba mientras miraba rodar las cabezas en Historia de dos ciudades. Estaban los dueños a la vista, estaba la orden de escarmiento que llegaba desde arriba, y la noticia se daba con hambre y alegría, como si retransmitieran la matanza que les daría de comer. Ante la imagen dolorosa de unos periodistas como reos de felonía, sólo se contaba la tesis de la acusación, había un sucio acento al escoger palabras como “montaje” en vez de “edición”, la desmesurada fianza parecía una apuesta ya ganada, el dolor de Chaves y Pizarro les sonaba a algo así como a madres violadas, y todo se mostraba como un bandidaje contra el honor y una perversa operación regicida urdida por los enemigos de esta tierra. Justo todo lo contrario de lo que luego se ha demostrado. No, nadie esperaba la neutralidad de una televisión de partido en un juicio de esta envergadura, un juicio sin precedentes, con un periódico sentado en el banquillo por un presidente autonómico simplemente por informar de lo que pasaba. Nadie esperaba neutralidad, pero sí un poco más de elegancia o decencia.

La sentencia absolutoria ha sido contundente, demoledora. Aún así, me dispuse a ver las noticias del viernes en Canal Sur con la seguridad de que terminaría riéndome amargamente. Y así fue. Los presentadores se deseaban feliz Navidad, los titulares se llenaban con guardias civiles maltratadores, leyes que prohibían los azotes a los chiquillos, teorías idiotas de la suerte para el Gordo, juguetes de lata, productos adelgazantes fraudulentos, belenes como códices medievales. El poder político y su máquina de cuchillas, que habían intentado amordazar la libertad de información, que habían merecido hasta una llamada de atención del Comité Mundial de Libertad de Prensa, y que habían fracasado en los tribunales como era de esperar, no resultaba una noticia destacable para Canal Sur. Pero sí lo era el que unos conductores de autobuses carecieran de urinarios. No podía creerlo. Por fin, después de todo eso y de temporales en Granada y de villancicos de despedida del Parlamento andaluz y de muertos en Pakistán y de la épica de la Champions y de la guerra montañera entre Papá Noel y los Reyes Magos, dieron la información. Breve, vergonzante, apenas 50 segundos, mientras el presentador ponía la misma cara que Urdaci cuando deletreaba lo de CC.OO. Y eso sí, destacando que “el fallo argumenta que no es exigible en la noticia una absoluta certeza o acomodación a la verdad”. Se le olvidó decir que la sentencia dejaba claro que la actuación del periódico había sido “diligente”, que la noticia trataba de “hechos de relevancia pública y sin ningún juicio de valor" y que “se confirma la veracidad de la misma”. Y me reí, amarga y sardónicamente, asqueado del torcimiento y la desfachatez de Canal Sur. Luego, volvieron a las noticias la Navidad y sus cielos almendrados y sus escalas de deshollinador hacia las estrellas. El día que la libertad de prensa luchó contra Papá Noel en la televisión pública andaluza, ganó Papá Noel. Para los demás, ganó la libertad.


Sentencia completa
Carta del Comité Mundial de Libertad de Prensa

20 de diciembre de 2007

Los días persiguiéndose: Gadafi hechizado (20/12/2007)

Aún no sabemos si viene de Pakistán, de los moriscos o de las forjas de la luna, pero el flamenco hechiza porque tiene la temperatura de la sangre y de los muslos de las mujeres. A Gadafi, con piel de cabra, lo conquistó María la Coneja, granadina del Sacromonte, donde los gitanos vivían en cuevas antes de que llegaran allí los guiris hippilones a hacerse collares con las uñas de los pies. El flamenco, exótico, salvaje, egipciano, se lo han servido aquí a Sinatra, a Lady Di, a Clinton, en las navajerías de la raza, como si fueran danzas de sables o rizos de Salomé. Aquí agasajamos con mitología, con veneno, con hogueras, con bronce, y el flamenco, las cabezas de toro y ciertas mujeres morenas son quizá todo eso. Creo que venimos de Las mil y una noches, del Cantar de los cantares, de los profetas iracundos, del vino oriental de los reyes, igual que venimos de la sabiduría del hambre y las trashumancias de los pueblos sin tierra pero con carromatos de muchos dioses. Éste es el misterio al que se rinden las actrices con el pie en champán, los crooners con pistola de nácar, los escritores con agonía de tabaco, los gobernantes con chalecos llenos de ases de picas y hasta los dictadores con vírgenes en botijas. Toda esta ponzoña, magia de yerbas, labios y crótalos, que ha cautivado de los románticos a los jeques y que les prepara sándalo cuando llegan a esta tierra.

Gadafi hechizado, arrebatado por el arte o por sus zahoríes un poco herodianamente. Los asesinos también han amado junto a las fuentes y han tocado liras ante la destrucción, que para ellos es otra forma de belleza. Lo que se ha llamado la “banalización del mal” (ya saben, Hannah Arendt y demás), daría para muchos tapices de este estilo, con carniceros de flamenquito o de merienda. Ahora Gadafi viene como con sus boticas del desierto, pero fue un día, antes que Sadam, antes que Bin Laden, la cara de la moneda del mal, y uno recuerda que hasta algunos lo veían en las profecías de Nostradamus, iniciando el Apocalipsis con todos sus caballos. Pero el mal es otro convenio, la política internacional es un asumido cinismo, y aquí se han desvestido hoteles y se han degollado corderos ante la plata y los violines de reyes y presidentes para hacerle honores al beduino, terrorista confeso, al que protegen vestales violadas por Marte, como la madre de Rómulo y Remo. En la diplomacia, como en los palacios luisinos, todos van cagameados y con olor a puta por debajo de las galas. Ha sido por las pateras y por el petróleo, para que a Zapatero no le caigan encima los muertos de la miseria y para que Repsol pueda hacer luego anuncios pervirtiendo poemas masónicos de Kipling; por esto le abrieron a deshora cancelas y tablaos, como a los señoritos, por eso le adularon con fiesta y brujería.

Gadafi, hechizado por María la Coneja, entre la grandiosidad y el turroneo del flamenco. “Éxtasis”, lo llamó este periódico. El flamenco es como el jazz, hay que sentir el pellizco o sólo se ve como unos músicos de mudanza por su casa. A mí, por ejemplo, nunca me ha terminado de llegar ese pellizco que hizo zapatear a Gadafi. Pero sí me ha llegado, intenso, duro, con olor como de sangre en correas, el asco de la hipocresía humana, zambreado esta vez por nuestra arquitectura de herradura, nuestras noches de fogatas y nuestras mujeres con la voz de sus grutas. Me doy cuenta de que los tiranos siempre aplauden fuerte y se ven guapos entre incendios y entre artistas.

17 de diciembre de 2007

Somos Zapping 16/12/2007

27 Generation. Quizá pretendía ser un homenaje a la cultura, pero se quedó en un cagarse en sus estatuas. A la cultura no la mata sólo la ignorancia, sino que casi peor es su reducción, su abaratamiento, su hocicamiento hasta obligarla a quedar a la altura de lo inculto, como cuando Luis Cobos le metía batería a los clásicos. Jamás pensé que podría hacerse algo como lo que vi en Canal 2 Andalucía el otro día, un documental poligonero sobre la Generación del 27. Sí, una tropa cani de raperos, grafiteros, mochileros y primos de Melendi decía payasadas de fumeta sobre la poesía y sobre el arte, reduciéndolos a sus tatuajes, mientras el documental parecía querer hermanar a estos coleguis con aquella reunión irrepetible de talentos. Lo mismo el narrador nos despachaba la figura inspiradora de Góngora diciendo que era un “literato muy divertido” que uno de los preclaros entrevistados nos definía a Lorca como un menda que “escribió pedazos de canciones”. Y hablando de sublime poesía... ¿cómo no meter el rap? “Todo tiene que rimar cuanto más mejor”, nos explicaba un rapero por si nos quedaba alguna duda sobre la relación del hip-hop con el 27. Pero pronto quedó claro porque el tipo traía “unas poesías y unas movidas” que eran dos textos de Aleixandre y Laffón, y que, con un ritmillo adecuado (“ésta está guapa, suena ahí con rollo”), rapeó en un éxtasis de cultismo. Ésta es la moda que nos pervierte y nos embrutece. Todo es igual, todo vale lo mismo, talento y mediocridad, poesía y rap, arte y basura. Hay que aplastar la cultura hasta que quepa en los futbolines. No nos extraña que Andy y Lucas entren en los exámenes de literatura, porque “lo artístico puede estar en cualquier lado”, según decía otro, “en un disco de música o en un equipo de fútbol”, añadían en la calle. Y, “sobre todo, como algo divertido, sin pretensiones”, remataba alguien. ¿Pero qué es el arte? De nuevo nos lo explicaba el rapero: “Yo no tengo arte porque meto el trompo en la pared para poner una estantería y sale agua de la pared y rompo la tubería, ¿jabe? Y viene un nota que es un artista y con un agujerito así me lo arregla, y yo le digo: eres un artista...”. Qué nivel. Así que la Generación del 27 fueron unos tíos que tuvieron problemas “por la movida de la guerra” pero que “han marcado tendencia”. Aquí han dejado huella, todavía se nota cuando en un documental así, personajes de referencia en Andalucía nos dicen esto: “Hombre, nojotro con los artistas andaluces po lo flipamos”. Yo sí que lo flipo. Eso sí, tela de guapo el mural que les salió a los grafiteros con aquella famosa foto del grupo. “Voy a poner un logo de 27 Generation”, dijo uno. La cosa no merecía menos.

Osado Manu. Le debo un olé a Manu Sánchez, al que ahora han relegado a Canal 2. Manu es un tipo con verdadero ingenio, no es el simple chistoso de las pichas que da esta tierra. Cecea sin complejos pero no castiga la gramática, y aunque tiene sombras topiquistas, su brillantez lo aleja del catetismo. Hace un par de semanas, en su programa, le estuvo dando caña todo el tiempo a nuestra miseria educativa. Yo me quedo con esta frase: “Mientras la copla tenga un 40% de audiencia, que no se asuste nadie de que estemos a la cola de Europa”. Vaya un reverendo guantazo a la propia televisión andaluza. Muy osado. Igual que cuando comentó el referéndum de Chávez: “No liarse con el ceceo... Siempre que nos riamos de Chávez será el de Venezuela, porque del de aquí no nos dejan. Tú te has reído –le decía a alguien del equipo--, pero verás la que nos va a caer”. Un olé, pues, por valiente. A ver si no le cuesta el programa. Zarrías seguro que ha tomado nota.

Compromiso. Creí que nada superaría como chiste el que hubiera un atril en forma de zeta, como una hamaca hecha de su ronquido, pero el acto que reunió en Cádiz a Zapatero, Chaves y Rubalcaba, convertido en fiesta de cumpleaños por Canal Sur, trajo aún una humorada mejor, estas palabras de Chaves: “Si nos seguimos esforzando en desarrollar nuestra economía como hasta ahora, yo me comprometo, y nos comprometemos, que en pocos años en Andalucía habrá pleno empleo”. Hombre, eso el Día de los Inocentes queda mejor...

13 de diciembre de 2007

Los días persiguiéndose: Emergencia (13/12/2007)

España da catástrofes y pesimistas desde Felipe II, para gloria de las tabernas, los pendencieros y los poetas. En el fondo nos gusta y nos anima la decadencia tanto como los entierros o las reyertas con vino (sin esta decadencia no hubieran sido posibles ni Quevedo ni Ortega). Revoluciones, restauraciones, breves repúblicas, largas dictaduras y hasta la actual Democracia han recaído sobre ese pesimismo y ese astillero de viejos imperios y muebles que hacen antiguas todas nuestras puestas de sol. Son los achaques de España, siempre con un muro que se cae (muy quevediano) y un lobo que viene. No me he apuntado a cantar el Apocalipsis de Zapatero porque mi tristeza no es la del espadachín ni la de las tejedoras de banderas, cantando que “se rompe España”. Las Patrias me parecen abstracciones sentimentales y fijaciones infantiles como la que nos queda por la teta femenina, igual cierto concepto sagrado de España que los nacionalismos medio racistas de la periferia. España es una matrimoniada, como las de la tele. Donde unos quieren ver un sacramento, yo veo aguantar olor a pies. De lo que se trata es de si firmamos o no un contrato para aguantarnos, y no de rezar a esencias eternas. España va hacia un Estado federal, no le queda otra. Por muy poco que me guste el nacionalismo homogeneizante y lobotomizador, ni un trapo ni una cruz ni un rey van a unir este país en el alcázar que todavía sueñan algunos. Sólo la ley, consensuada en contrato, es capaz hacerlo. Y la ley se cambia y no se caen las estatuas del cielo por eso. Puede ser ésta, pues, la emergencia de algún partido, pero no la mía.

Ni por España, coño, ni por sus galeones, mártires o espiritismos, sino por el Estado de Derecho, por la salud de la Democracia, es por lo que estamos ante una emergencia. Y hablo, ahora sí, de Andalucía. No valen aquí ya la tibieza o el posibilismo, no valen tampoco esas trincheras de los nuestros y los otros, de la izquierda buenista o la derechona malvada, cuando todo esto está podrido, cuando los políticos que nos gobiernan parecen tener por trono sus escupideras, cuando nos toman por idiotas y nos torean como a cabestros. He tenido algo así como unas semanas de rebeldía y de asco, con los últimos acontecimientos, con las últimas noticias, y mi determinación ha sido escoger adversario, aun dándome cuenta, primero, de la dureza que hay en esa palabra, y luego, de que esa determinación estaba más allá incluso de las ideologías. Sí, porque hay algo por encima de la ideología, algo que debe ser previo, el propio sistema de libertades, la propia decencia de la Democracia. Miren a nuestros gobernantes autonómicos: cinismo de falsos pobres, sonrisas de analfabetos satisfechos, tropa de trincones y tapabocas, imperio de la propaganda, sistemática idiotización del ciudadano, larga flojera, manos en todos los sitios. Miren la Andalucía que han construido, tercermundista, infantil, menesterosa, arrodillada, dirigida, medio mafiosa, una gigantesca alacena para ellos y los suyos. Ésta es la guerra, no las izquierdas contra las derechas, sino la última dignidad de la Democracia contra un régimen asfixiante del que ya no me importan las siglas, ni los versos de los que quizá vinieron un día, ni siquiera los enemigos que señalan enfrente, sino su avilantez y su desprecio a toda decencia. Ésta es la emergencia, en esto sí nos van la libertad y el futuro. No es ningún pesimismo histórico, ni el Apocalipsis mentiroso que un partido arroja a otro. Es la justa resistencia de la ciudadanía ante los que se han declarado nuestros dueños perpetuos.

10 de diciembre de 2007

Somos Zapping 09/12/2007

Ironía del conocimiento. Quedar un fin de semana para salvar al mundo entre azafatas y techos de cristal es una cosa que gusta mucho en Occidente. Precisamente hemos tenido en Málaga una de estas magnas quedadas, Encode 2007, un proyecto bienintencionado para “implicar a los gobiernos contra la desigualdad”, con muchas aleluyas a la “sociedad del conocimiento” y a la santa tecnología, pero que a uno le parecía más bien una demostración de la Thermomix, aunque Canal Sur nos quisiera hacer creer que Andalucía dirigía la redención del planeta. Sin embargo, ni esta columna aspira a tales globalizaciones, ni Kofi Annan junto a Rigoberta Menchú y Bob Geldof trajeron más que obviedades, así que me centro en la imagen irónica que ofrecían Andalucía y sus políticos entre esas ostentaciones de pantallas como cataratas y logotipos como el Espíritu Santo deletreado. Sí, esa ironía que daba más calambre que todo el cableado mundial planteado, cuando el consejero de Innovación, Francisco Vallejo, afirmaba en las noticias que “la experiencia de Andalucía con la tecnología y el conocimiento tiene mucho que aportar en la lucha contra las desigualdades”, o que “estamos construyendo en Andalucía las nuevas Universidades, la nueva economía, aquellos elementos que caracterizan a la sociedad del conocimiento”. ¿Hablaba el consejero de esta Andalucía a la cola de la educación, churrería de analfabetos funcionales? ¿Qué cortocircuito en las cabezas de nuestros gobernantes ha conseguido que se llame sociedad del conocimiento a una que sufre el total fracaso educativo? En los guiñoles de Cuatro pusieron a un mono dando clases a Chaves. Poco más se puede decir.

La ecuación. No se preocupen, que Cándida Martínez no ha perdido la sonrisa, que la nueva Ley de Educación, después de casi treinta años, ya ha diagnosticado los problemas y, sobre todo, que en ese Encode 2007 traían todas las soluciones en unas como cajas de bombillas. Y no sólo para la educación, sino hasta para hambre. Palabras, de nuevo, del consejero Vallejo: “Es la primera generación ésta que tiene oportunidades gracias a la Red Internet de actuar en global y solucionar un problema global como es el hambre, la miseria, las grandes desigualdades sociales”. Analfabetos andaluces y pobres del mundo ya podrán estar tranquilos: Internet está ahí. Pero aún nos dejaban otro poderosísimo instrumento, que presentaba una especie de gurú con modos de telepredicador y acento del Superagente 86, flotando en sus logotipos como entre fórmulas de azúcares: nada menos que el Instituto de Innovación para el Bienestar del Ciudadano, que tendrá su sede en el parque tecnológico de Málaga, que costará 15 millones de euros y que le dará muchas vueltas, nos decían, a esta ecuación: Personas + Conocimiento + Tecnología = Calidad de vida. No veía yo una ecuación tan hermosa desde la Identidad de Euler. Claro que lo malo es que aquí no sabemos lo que son las ecuaciones, o las usamos para sacar manteca colorá. En esta educación tan igualitaria, son seguramente las únicas igualdades que no se tocan. A mí se me ocurre otra ecuación: Idiotez + Desgana + Propaganda = Políticos que nos gobiernan. Define mucho mejor nuestro horizonte.
Vídeo

La ecuación 2.0. Recién descubierta esta ecuación mía, resulta que Canal Sur y la realidad andaluza me obligan a revisarla. No, no soy infalible. En un avance de Tecnópolis, veo a un tipo que se desliza por una cuerda mientras la reportera anuncia: “En Tecnópolis les enseñaremos cómo convertirnos en auténticos tarzanes con las iniciativas pioneras de Andalucía” (!!!). En las noticias también me entero de que, según “constata” (sic) un informe del Centro de Estudios Andaluces, aquí viviremos mejor... ¡en 2020! Un tal Eduardo Bericat, vocero institucional de la cosa, lo explica: “Se romperá el fatalismo, existe confianza en que Andalucía siga por la senda de crecimiento económico, insistiendo en que Andalucía, como sociedad buena (???), tiene que ser una sociedad justa, igualitaria, ecológica...”. Lo dicho. Se me fastidió la ecuación. Habrá que dejarla así: Idiotez x Idiotez + Desgana + Propaganda = Políticos que nos gobiernan = Televisión pública andaluza. Yo creo que ahora sí.

6 de diciembre de 2007

Los días persiguiéndose: La herencia (06/12/2007)

El presidente Chaves está ya en la edad de las herencias, porque las herencias son cosa de cierta edad como el bingo, el rosario, el orujo, los rastrillos o los caniches. Es esa edad en que se te están muriendo las tías del pueblo con terrenito, loro y joyero, dando velatorios cantados por notarios. El español, cuando empieza a quedarse calvo, ya sólo espera una herencia o una quiniela, que son dinero de domingo y patrimonio histórico de la raza, eso de vivir del azar o de los muertos, de los remates de cabeza o de los indianos que tuvo la familia. Chaves era pobre o peñista hasta que la suerte, esa religión tan española como la vagancia, le trajo una herencia como una goleada o como el premio de una participación de lotería con almanaque. Ha sido una herencia tan oportuna y puntual como para sospechar de un envenenamiento, pero aquí somos de familia larga y de salud delicada, y cuando no es una embolia es un accidente de caza o una triquinosis por la última matanza, y así a quién no le llega una herencia de tanto en tanto. Yo creo, de verdad, que Chaves estaba rezándole a la quiniela o a la herencia (quizá también a los cupones de los ciegos) y al final le ha caído la herencia porque los cielos de la suerte estaban así como provenzales. Los cupones o la primitiva hubiesen recordado a Roca y además son cosa de vicio de taberna, pero una herencia es respetable como una cojera. De todas la maneras honradas de dejar de ser pobre de repente, seguro que Chaves pidió la herencia porque incluye retratos, mecedoras y sábanas bordadas que sentimentalizan el dinero que queda por el medio, como si a través de él sólo se recodara el olor del monedero del muerto o muerta, instalado en la infancia igual que el de su tabaco o su delantal. Es un dinero que no sólo le sanea la cuenta, sino deja a Chaves como de buen sobrino, que todavía vale más. Acertó Chaves pidiendo eso y no la lotería, e hizo bien la Providencia en concederle el deseo, uniendo el dinero que necesitaba su menesterosidad con la decencia y una pequeña lagrimita de cementerio.

Todo esto me suena encantadoramente navideño, una herencia como si le llegara a un zapatero remendón o a una criadita hospiciana, cosa de ángeles intermediarios o de Frank Capra con el día dulzón. Un presidente autonómico con 3000 euros en el banco tiene que mover necesariamente a la piedad a todos esos entes encargados de repartir la fortuna y manejar la belleza de la nieve. Tras el programa Tengo una pregunta para usted, sin duda sonaron campanillas en el Cielo llamando a restaurar la justicia en la Tierra. Hasta dejaron la señal del milagro, algo como un rastro de sus alas, y que ha sido usar esa frase de Chaves afirmando que nunca había recibido una herencia para que, al caerle precisamente una, reconociera en ello la intervención divina. Justicia poética, se llama eso. Llega el tiempo de los milagros, en el que cantan los peces y se peinan las estrellas, en el que los árboles se convierten en dulce y los pobres se hacen violines con los zapatos, en el que las manos del Cielo dejan en la tierra sus anillos y patinan los ángeles por los tejados. Un tiempo de milagros para los hombres de buena voluntad, que verán que les vienen herencias y les guiñan el ojo los muñecos de nieve. Todo es posible en esta época, y yo creo que igual que unos pidieron herencias, otros pidieron un infinito candor. Y se les concedió.

4 de diciembre de 2007

Somos Zapping 02/12/2007

Mala educación. Mucho tiquitaca de centros TIC, muchos ordenadores de atrezzo, mucha golosina que le pone la Consejería a su propaganda, pero la educación en Andalucía da pena. Según el Informe Internacional de Evaluación de Estudiantes, los zagalones andaluces de ESO están en el vagón de cola del país, 14 puntos por debajo de la media nacional, y eso que España está a su vez 12 puntos por debajo de la media de la OCDE. Tenemos el menor porcentaje de “alumnos sobresalientes” y el mayor de “jóvenes descolgados del sistema educativo”, nos decía la noticia de Canal Sur con una tristeza como de mancharse. Pues todavía sonreía Cándida Martínez, cínica o emporrada de sus idioteces, al dar esta increíble explicación o justificación: “Todas esas medidas que contempla la Ley [de Educación en Andalucía], y que ya están en marcha en estos momentos, son fruto de un diagnóstico que nosotros hicimos hace más de dos años. Por tanto, estamos poniendo medidas”. Pues eso, los que llevan décadas gobernando aquí, están ahora “poniendo medidas”. Toda una generación de políticos y pedagogos tendrá que reconocer un día que se cargaron la educación y eso constituye la mayor traición imaginable al futuro de un país. Tanto la izquierda que ve la escuela como un juego de palmitas como la derecha que cuando protesta es mayormente para meter más catecismo y más olor a sotana. Iñaki Gabilondo dijo el otro día en su informativo que estábamos haciendo un país de analfabetos, y tenía razón. Lo que pasa es que en Andalucía esos analfabetos quedan luego muy bien en los programas de Canal Sur y los llaman “buena gente”. Aquí, con la mala educación sólo están haciendo cantera.

La élite de la burricie. Un buen ejemplo de cómo es la educación en Andalucía lo tenemos entre esas pelusas de sofá humanas que son los concursantes de Gran Hermano. Que alguien destaque en ese programa por su burricie ya es pertenecer a la élite de las élites, y eso lo han conseguido dos gemelas sevillanas de melena tan suelta como sus diarreas cerebrales. Ya les hacen especiales, como el que les dedicaron los benditos canallas de Sé lo que hicisteis, sólo con los insultos al lenguaje y a la inteligencia que van dejando en sus despatarramientos: “Sofales”, “pacencia”, “deshacío”, “distrayó”, “culo operativo” (por operable, quizá) y así. Eso cuando no utilizaban raras medias angulares diciendo que alguien había dado “un giro de 120 grados, 160 ó 480, no lo sé”. Uno de los colaboradores del programa de Ana Rosa Quintana llegó a afirmar con razón que hasta un extranjero que también habita esa casa de negados, y que habla como los vendedores callejeros de collares, manejaba el castellano mejor que ellas. Lo peor es que habría que reconocer que estas gemelas no son un caso raro en nuestra tierra, sino lo habitual. Pero sin duda son así porque a su instituto no llegaron a tiempo los ordenadores del TIC.

Sueños de pobre. Todavía puede el programa de María del Monte dar nuevos sustos, ascos y penas, y no me refiero sólo a ver aparecer a Maite Cadaval como travestida de sus hermanos, sino a una lástima más profunda que sentí al comprobar cuáles son los sueños de los andaluces, que son sueños de pobretón. Una señora de Alhama de Granada sólo quería hacerse una foto junto a la Giralda y allí la llevaron en coche de caballos y con mantilla. “Parece que estoy en un cuento de Cenicienta, que soy una estrella de cine”, decía la pobre. La Giralda como algo exótico, tan lejano como el Taj Mahal, ilusiones tan humildes como imposibles para ellos, para tantos andaluces. Qué pena.

Sin tópicos. El informativo de Canal Sur lo había anunciado como un evento sobre cultura andaluza en Munich, organizado por el gobierno autonómico, que quería dar una imagen “alejada de los tópicos”. Pues menos mal, porque salieron farolillos colgados, mozas con traje de gitana bailando con abanicos detrás, jamón y manzanilla, fotos de nazarenos, toros de Osborne en miniatura y señoritas como anuncios de Tío Pepe. ¿Qué harán cuando quieran ponerse tópicos?