11 de agosto de 2010

Los días persiguiéndose: Agosto (10/08/2010)

Esto es agosto, ahora llega una gorda a la playa, ahora se va una princesa extranjera sin que se le vea el culo, ahora un político se quita el cinturón como un padre, ahora una ministra se moja la melena en la Castellana, ahora me como una tortilla regresada del mar y del tiempo como los trilobites, ahora habrá primarias en Madrid como esos cinquillos que jugábamos en la orilla de chicos, bajo una caseta a rayas donde parecía que vivía un forzudo de circo, las filas de naipes que parecen alcaldes las mojábamos de arena y sandía y ganaba un espadón, un sol como una galleta o un rey con moñas, como ganarán los políticos sus cosas pisando a los doses y a las sotas o esperando que a los otros naipes o políticos se los lleve el levantazo o un perro en llamas en la boca. Esto es el verano, ahora oigo de lejos a los caballos que galopan como los candidatos a las municipales, sudando el color negro, respirando la velocidad, rápido antes de que se los coma la sal que los persigue, rápido como si esperaran novias prisioneras y moras, ahora uno del PSOE dice que es un lince, gato con máscara de gato, y no un elefante, el elefante hecho ya un taburete que te quiere vender un africano por las terrazas, ese cementerio de falsificaciones que nos traen los políticos con dientes de collares, ahora un castillo de conchas crece sobre mis pies como una infancia de Gaudí, ahora se desmaya una niña que traía piedrecitas y la sanan con cocacola y besos, ahora uno del PP se quiere quitar la derechona como un cangrejo del dedo, ahora hay una huelga que parará el cielo al quitar la mano, ahora el mundo se humedece la nuca como un galeote.

Esto es agosto, ahora los ricos hacen caridad por Marbella salvando pobres con sus banquetes, salvando niños con la cirugía de sus tetas, se hace uno más guapo salvando gente mientras se roza el cristal con el dinero, que suena a arpa, ahora Blas Infante muere otra vez acribillado como un indio de película, ahora se abandonan los puentes a medio hacer como el esqueleto de una locomotora, ahora los enchufados de la Junta buscan otra sombrilla, ahora las olas se hacen trenzas unas a otras, ahora una chica morena trae una selva con serpientes y esmeraldas, ahora los toros pasan descabalgados, con la sangre abanderada, con la muerte ahigada, con la luna rota desprendida de sus cuernos. Esto es el verano, ahora la política muerde a los tiburones, ahora una pared busca una salamandra, ahora una sombra se suicida desde el tejado, ahora la carne llena su copa, ahora los bancos se enamoran y se matan como herederos godos, ahora los héroes se desinflan en las hamacas, ahora las ambulancias se llevan a los cuerdos, ahora el mar me deja un anillo, ahora la luz engorda de leche. Esto es agosto, ahora suena la calle como una lavadora, ahora nos olvidan los partidos, ahora alguien llama a su madre, ahora una bicicleta vieja se escapa con mis tirachinas, ahora la economía se asfixia horriblemente como un buzo, ahora los tribunales duermen como traidores tras sus mosquiteras, ahora los bandidos roban las amantes a los soñadores, ahora un parado toca en la plaza un saxofón en el que beben los pájaros, ahora una nación se pone calzonas, ahora otra nación se las quita, ahora el sol deja rodada, ahora la noche se hace allí muy alto un cubata para ella sola, ahora se entierran las verdades, ahora se electrocutan las palmeras, ahora los muslos se ciegan, ahora un incendio llega hasta Dios.

Somos Zapping: Catetos, uñas, artistas y poetas (9/08/2010)

No exageremos. Le van dando jamones o pestiños de cada pueblo y ese cariño plebeyo que la gente corriente gasta con las princesitas, pero eso es algo que aquí ya conocemos bien. Al menos, el marido de Michelle Obama fue elegido democráticamente, y no por Dios o por un hada madrina de la historia, como en la monarquía. Y encima, sus vacaciones se las pagan ellos. Hay que decirlo de nuevo: no es Paris Hilton, es nada menos que la Emperatriz del mundo, y aun así insisto en que me parece más sobria y modesta que Carmen Lomana, a pesar de que ésta sólo tiene la gloria y el oficio de sus zapatos. ¿Es su visita a Marbella un acontecimiento noticiable? Ciertamente, sí. ¿Hay adulación? Quizá, pero teniendo en cuenta que nuestros pueblos y ayuntamientos se ponen babositos con la visita de Bisbal, Penélope Cruz o una infantita tejedora, tampoco tanto. Fue peor en Cádiz cuando Ismael Beiro ganó Gran Hermano. ¿Vuelve Mr. Marshall? Por una vez, es cierto que esta visita puede tener un beneficio numerable. Bastante más berlanguiano me pareció lo de Tom Cruise y Cameron Díaz por Sevilla y Cádiz (horrorosa y decididamente idiota, por cierto, esa película que me obligué a ver): Cádiz aparece como otra calle de Sevilla y a Sevilla, la verdad, no creo que vengan muchos extranjeros tras ver la cinta, pues pensarán que van a embestirlos los toros por las aceras. Más perverso me resulta que Canal Sur abra sus informativos con ventiscas o apuñalamientos o inauguraciones de Griñán, mientras la economía y la política se van al garete, que el que lo hagan con Michelle Obama de shopping. Somos más catetos y más aduladores y más ciegos en muchas otras ocasiones más delicadas y decisivas que en la visita de la señora Obama. Así que no exageremos.


De la gracia al estercolero. Era nuestra graciosa oficial, con su lengua de nudos y su sombra descuadernada, como la tata feúcha y simpática que hay en todas las familias. Tenía una gracia natural aunque un poco mojonera y una gramática como su cuerpo de guita, pero al menos no fingía ni pretendía ser otra cosa, no como ese Manu Sánchez que quiere ser un académico con serón. Ya escribí una vez que me daba pena que Paz Padilla hubiera pasado de graciosilla a huelebragas en ese programa, Sálvame, que hace de Telecinco un bidé con tamaño de piscina. Pero el otro día la vi alcanzar la cumbre, pues presentar ese programa masticando algo mientras continuaban los cotilleos de los bajos y a un tipo le cortaban las uñas de los pies en el plató, resulta ya una pocilga difícilmente igualable. Ahora sólo es graciosa de hurgar la narices o los culos de otros, y eso es acabar con su gracia, que la tenía, o emputecerla de la manera más triste y decadente posible. Ahora es sólo una payasa vendida al morbo y al estercolamiento televisivo nacional. Sí, me da mucha pena.


Cultura 1. Veo en Canal Sur el anuncio de un disco de alguien que no conozco, El hijo de la Paquita, como el hijo de una quiosquera. Dice el anuncio que “sus letras hablan de ti y de mí” y yo me desternillo al pensar que el disco cuenta las intimidades del actor que presta su voz a esta publicidad y del escuchante, como si estuvieran liados. Se trata además de un cantante que “triunfó como autor y ahora triunfa como artista”. Cabe preguntarse, claro, que si no era artista mientras era autor, qué clase de artista será ahora que canta sus letras. Segunda carcajada, pues. Si ya el anuncio se luce de esta manera, cómo será el disco. Cultura andaluza, dirían en Canal Sur. Y de qué nivel.


Cultura 2. Al otro lado de la cultura andaluza, veo en Tesis un reportaje hagiográfico y sobón sobre García Montero. La verdad, parecía Juan Ramón Jiménez. Sí, era más un reportaje sobre alguien ya muerto y con Nobel. Cuánto halago para su poesía, su prosa, sus artículos, su valiente compromiso social, con él allí presente, complacido. Hasta mandaron a unos chiquillos de instituto a pegar heroicos carteles como del oeste que ponían “poeta, se busca, LGM”. Se pasaron un poco para ser alguien que aún es capaz de escribir “motores rugientes” (Sonata triste para la luna de Granada). No es que sea mal poeta, pero tampoco es para tanto. Claro que tiene otros méritos. Sobre todo, su docilidad aquí con el poder. Yo hubiera puesto otro cartel: “Se busca poeta o intelectual no orgánico, no mantenido, no subvencionado, independiente y crítico. Imprescindible no haber participado en propaganda institucional alguna. Se valorará que no haya escrito jamás 'motores rugientes', 'café destartalado', 'calor abrasador' ni 'marco incomparable'”.

Los días persiguiéndose: La Revolución (3/08/2010)

Yo ya no sé qué es la Revolución, me parece que pasó la época de eso como la de las gorgueras. Pero el otro día hicieron la Revolución en una plaza de mi pueblo, así, como una barbacoa. Creo que fue una idea del CUT de Sánchez Gordillo, que quiere representar a los trabajadores o a los trasquilados pero yo pienso que sólo se representa a él mismo cabreado con un mundo que se le adelantó un siglo entero y lo dejó en las herrerías del novecentismo, las desmotadoras y los daguerrotipos. En realidad no había guillotinas ni bieldos en esta Revolución, sólo grupos de por aquí que iban a cantar su rock y su melancolía, y entre los que se colaba gente pidiendo vivas para Fidel Castro y otros estampados de su tradición. Vi los carteles rojos por las calles, en los que los nombres de estos grupos parecían de cosmonautas soviéticos, y yo, notando la energía y la convicción que le ponían a la cosa ya desde la tipografía, me acordé de ese Apocalipsis de cuatro que hacen en Así en el Cielo como en la Tierra, aquella genialidad de José Luis Cuerda. En la película, un mundo que ha dejado de creer en los mitos termina dando de guantazos a unas legiones celestiales que ya no significan nada, que ya no tienen ningún poder, y su Fin del Mundo apenas consigue traer a unos cuantos despistados. A esta izquierda le ha pasado lo mismo: el mundo ha dejado de creer en sus mitos y cuando se ponen a hacer la Revolución todos los salvados le caben en una plaza, que encima se puede confundir con un botellón. La Revolución de mi pueblo acabó, me cuentan, con todos borrachos o emporrados, que es algo que jode mucho al capital, por lo visto. Creo que les basta con eso. Igual que los góticos no esperan en realidad ni a Satán ni a un vampiro vestido de baile, sino que se conforman con la estética y con reunirse para intercambiarse anillos y tristezas, esta izquierda no espera al Socialismo Verdadero, sino motivos para camisetas y para compartir caladas.

No es que hayamos llegado al Fin de la Historia, esa ingenuidad de Fukuyama. Pero hay ciertas cosas que ya no tienen vuelta atrás, a menos que nos conquisten los bárbaros de ahora, los fanáticos religiosos medievalistas. No es posible negar que el Capitalismo tiene fallos. Pero el Socialismo tiene los mismos, mata la libertad y, encima, no funciona. Sí, digo los mismos fallos, porque esta izquierda revolucionaria aún sigue achacando el egoísmo y la injusticia al dinero, al capital, cuando estos males no pertenecen a un sistema económico u otro, sino a la naturaleza del hombre. Como dijo alguien que no recuerdo, no hay diferencia entre la lucha por el control de la propiedad privada y la lucha por el control del usufructo de la propiedad pública. En todos los sistemas se crean élites y burocracias de poder; ambiciones y abusos. Lo importante es qué mecanismos proporcionan uno y otro sistema para controlarlos, y qué grado de libertad individual otorgan. Yo, la verdad, prefiero esta democracia imperfecta, basada en los derechos de la persona y en la propiedad privada, antes que cualquier ortodoxia ideológica obligatoria que, aun con la excusa del bien común, acabe con la libertad y encima, como ha demostrado la historia, sólo genere miseria repartida.

Acabó el tiempo de las revoluciones como el de los ángeles. Hace falta, eso sí, una sociedad más crítica, inconformista y comprometida. Pero eso no necesita hogueras. Basta levantar la vista, la voz y el voto. Incluso se puede hacer una Revolución con guitarras en una plaza, entre amigos y porros, mientras no quieran traernos el Gulag. La verdadera revolución sería que nos sintiéramos ciudadanos libres, y no esclavos de mitos, siglas, ortodoxias ni gurús.

Somos Zapping: Sacar el sol de la cabeza (2/08/2010)

El candil. Crece el paro también durante el festival de los culos. En agosto, cantaremos mientras sirven nuestro propio cuerpo asado, igual que aquel cisne del Carmina Burana de Orff. Pero ya ven lo que dicen nuestros gobernantes: para el Consejero de Empleo, Manuel Recio, los datos del paro son “una excelente noticia” si los coges de cierta manera, al revés, con el papel hecho una pajarita o no sé cómo. Me pregunto qué habremos hecho para merecer estos políticos. En este verano, en fin, con toda esta luz que quema como una tortilla, yo también salgo con un candil a la manera de Diógenes Laercio, a buscar no un hombre esta vez, sino un político entre nuestros gobernantes tramposos o pamplinosos, y no lo encuentro. Encuentro hamaqueros y vendepeines, buceadores y posturitas, pero no un político. A Griñán me lo veo en las noticias de Canal Sur inaugurando “el primer invernadero sostenible”, sin que nadie me aclare qué es eso. Por lo visto un pimiento creciendo bajo maderos y plásticos era hasta ahora una cosa contaminante, radiactiva, un gran desagüe de mierda que se comía a la Madre Tierra, y, desde luego, algo muy facha y antisocial. Pero llega Griñán, desenchufa un ventilador o corta una cinta, y lo que antes sólo era crudo o natural ahora es “sostenible”. “Sostenible” no significa más que el pimiento o la brisa han sido bendecidos por estos políticos que sólo fabrican palabras, sin que nada cambie en realidad en la verdura ni en el campo ni en nuestra hambre. Antes teníamos sencillos tomates y bicicletas y chamizos, ahora tenemos alimentos y movilidad y turismo “sostenibles”, que son lo mismo pero pasados por su diccionario idiota. Si hay algo sostenible y sostenido en ellos, me parece que es la tontería, así que me alejo con mi candil y lo pongo ante Mar Moreno, a ver qué encuentro. Y me encuentro con que la portavoz y consejera, eterna delfina de este socialismo creyente únicamente en la bobería, valora así en La Nuestra la última encuesta que le da al PP andaluz 7 puntos de ventaja sobre el PSOE: “La gente sabe que el objetivo político de Javier Arenas no es que Andalucía salga de la crisis, sino salir él de la oposición; y yo creo que eso termina molestando a la gente...”. Ahí tenemos a quien decían futuro de su partido, reinventado la política. Ha descubierto que los partidos tienen como objetivo ganar elecciones, pero sólo en el PSOE puede ser eso legítimo. Ellos quieren ganar por Andalucía, pero los otros quieren ganar sólo para fastidiar y medrar. Lo que en ellos es desinteresado sacerdocio, en los otros es golosa ambición o sucia venganza. Además, ella sabe perfectamente lo que piensa “la gente”, pues la gente es la del PSOE y los demás no sé si sólo serán gentuza o qué. Ni siquiera se molestan en defender su gestión. Para qué. Basta con advertir de que la oposición quiere gobernar, dónde se ha visto eso. Ése es su nivelito político, en el que se complacen Griñán y sus ninis, el que demuestran en sus discursos el propio presidente, esta Mar Moreno o ese Rafael Velasco que me sigue pareciendo el político más nefasto que ha dado el PSOE andaluz desde Luis Pizarro, su espejo y padrino. Mejor apago el candil y desisto de buscar un político entre nuestros gobernantes. Habrá que buscarlos, digo yo, en otro sitio.


Sabios remedios. No sé si es una solución sólo para el golpe de calor o si podría serlo para toda esta crisis. Total, lo que han hecho hasta ahora nuestros mandamases creo que está a la misma altura que este remedio que nos descubrió Andalucía directo en su afán didáctico, explorador, innovador y curativo. En El Arahal saben desde hace mucho, por lo visto, cómo luchar contra las insolaciones, así que un equipo del programa se fue hasta allí para demostrarnos que hay soluciones sencillas al sofoco y al agobio de este verano o de este pueblo. La cosa es muy simple. Consiste en colocarse en la cabeza un vaso con agua, bocabajo, sobre un trapo. Eso sí, hay que hacerlo bien, a las 12 del mediodía, durante unos 9 minutos, y, según el lugareño, en un sitio “que dé entre la luz y el sol”, para así “sacarle lo que es el sol de la cabeza” (sic). No me extrañó que Canal Sur se hiciera eco de semejante prodigio, ni que todos se creyeran esa extracción del sol de la cabeza por ósmosis o por magia. Al fin y al cabo, los remedios contra la crisis que nos cuentan Zapatero o Griñán suenan igual y también La Nuestra dedica todos sus esfuerzos a que los tomemos por santa medicina. Me imaginé a nuestros gobernantes saliendo ante los atriles con el vaso de agua en la cabeza al pregonar sus medidas anticrisis, y a Andalucía y a España de tal guisa, esperando que los males se evaporen igual, con la misma ingenuidad con la que aquel hombre esperaba en su azotea sacarse el sol de la cabeza por la coronilla. Ay, si el pueblo es sabio, los políticos lo son más...