29 de marzo de 2011

Los días persiguiéndose: Rapper's delight (29/03/2011)

No me gusta el rap de los políticos, cuando sus señorías parece que discuten mientras desguazan coches. El rap no lo han inventado ahora los diputados ni los canis ni Eminem. Existe desde finales de los 60, es más antiguo que la Movida y que Madonna y casi que Peret. Han pasado los horteras de los nuevos románticos, los flipes fluorescentes del acid house, el grunge ya tiene nietos, pero el rap sigue casi igual con gorras hacia atrás o hacia delante, metiendo tambores en la boca y en la sangre como la primera vez en el Bronx. En realidad a mí no me gusta el rap para nada, aunque hace poco me hicieron escuchar Arcturus, de Sicario y Hazhe, y debo reconocer que me pareció que había ahí más profundidad y poesía que en muchos cantautores de guitarrita lacia, culo grave y noche de putas con las musas y las armónicas. Pero menos me gustan los políticos raperos, que se retan entre sus gorilas en ambientes dieciochescos en vez de en sótanos, aunque con sus mismos manotazos, vaciles y medallones. Al menos, los raperos de verdad combaten con la improvisación, no les hace falta un gang de fontaneros de partido que no duermen la noche anterior buscando el verso contra la bancada enemiga. El cadenazo que es un rap no es igual que el roce de encaje de los papeles preparados para los enfrentamientos en los parlamentos o en los medios. Pero buscan igual la rima, la chulería y el martillazo.

El Aserejé no es un rap, aunque viene de un rap. Su famoso y cargante estribillo es el comienzo del Rapper's delight de The Sugarhill Band (1979), que fue tomado por Queco aunque él lo niegue y diga que se lo silbó su hija o sobrinita: “I said a hip hop the hippie the hippie / to the hip hip hop, a you don't stop / the rock it to the bang bang boogie, say up jumped the boogie / to the rhythm of the boogie, the beat”. Esto, pasado como por la pronunciación del Príncipe Gitano y luego cantado por unas niñas fotocopiadas, sacadas de un botellón rumbero, fue lo que terminó convirtiéndose en uno de esos éxitos necios que se venden junto a los montones de bragas a 1 euro. Los políticos buscan cada día su latiguillo y el AsEREjé le pareció a Soraya Sáenz de Santamaría un sopapo efectivo contra el festeo de culos y bolsillos del escándalo de los ERE, que nos da más vergüenza que la cancioncilla, y así lo soltó en la radio. Yo preferiría otros argumentos a que nuestros políticos se enfrenten con la lista de los 40 Principales en la mano, pero no deja de tener gracia, además de haber provocado en el Consejero de Empleo, Manuel Recio, una cagalera mental que mereció el Lapidario bobo de este periódico: “La bromita del AsEREjé evidencia que para el PP Andalucía es una chufla: aquella canción fue muy importante y las Ketchup son cordobesas”.

Pero la chufla de Andalucía son ellos, con la banda sonora que se quieran poner. La chufla son estos políticos cuyo descaro, desahogo y suficiencia dejaron a sabiendas millones de dinero público sin control para que los cogieran al vuelo amigotes y adeptos ratillas, conectados con las consejerías. Lo que insulta a los andaluces no es que por ahí desmerezcan al Aserejé, que es basura en cualquier idioma, sino tener aquí esta raza de políticos mangones y ladinos. Al Consejero, ya ven, le parece que nuestro honor se menoscaba más bromeando con el Aserejé que por la podredumbre de la Junta. Los políticos se escuecen con las rimas, un rap rabioso, retante, canalla y superviviente invade los plenos y las radios como los bujíos de la película 8 millas. Pero lo peor no es que la música buena o mala, cantada o masticada, sustituya al discurso y a la razón, sino que bandas de navajeros sin capucha nos quiten hasta los calzones desde un escaño, silbando.

Somos Zapping: Colombo en los ERE (28/03/2011)

Mazazos. Su supuesta transparencia les hace sólo de salto de cama, dejando ver sus vergüenzas por debajo. Griñán, Moreno, Jiménez o Díaz insistían en su cooperación con la Justicia, pero la jueza Alaya les ha terminado de dejar en pelota acusando a la Junta de falta de colaboración y exigiendo de una vez los papeles de los ERE con todos los bigotes de un guardia civil. Me gusta esta jueza cañera, firme e incansable, ante la que los prebostes del PSOE parecen esos culpables de Colombo que hacen de buenos anfitriones y disimulan con la pipa mientras niegan lo que todos saben desde el principio. Sin embargo, ni para el PSOE ni para Canal Sur ese auto demoledor significa mucho. En las noticias, el soberano rapapolvo ante las maniobras de distracción, dilación o entorpecimiento de la Junta se quedaba en que “la jueza del caso reclama mucha más documentación”. En cuanto al PSOE, simplemente no le queda otra estrategia, aunque se la desbarate a mazazos la jueza. Por eso los vemos cada vez más atrapados y patéticos. Miro a Griñán en los informativos, inaugurando un “hospital de alta resolución”, que sólo es un ambulatorio con pretensiones para lugares que no tienen hospital de verdad, y le noto esa cara de miedo y frío de imaginar que lo van a abrir en esa mesa de operaciones que visita, de saber que sólo le queda esperar a que lo viviseccionen lentamente y verse desangrado por una cánula de corrupción, pus y vejez.


Flamenco medicinal. La ONU nos ha hecho del flamenco más que una universal gloria; nos ha hecho una universal totalidad. Quiero decir que ha permitido que aquí el flamenco sea todo, esté en todo, haga todo y sirva para todo. Es como el jarrillo de lata que ya usamos para lo que sea porque no tenemos otra cosa, y así nos ocupa no sólo todo el sitio del arte, sino de las postales, la economía y hasta del curanderismo, la medicina o la gimnasia. En Salud al día vi que tienen una sección fija que Roberto Sánchez Benítez llamó “danzoterapia” o algo así, y en la que nos enseñan cómo el flamenco nos puede mantener sanos y con el culo prieto. “El zapateo activa los glúteos”, rotulaban. Ya no necesitábamos más cultura, pero ahora parece que tampoco necesitamos más ciencia ni vitaminas que el flamenco. Toda una sección fija dedicada a que el flamenco nos cure la ciática o nos regule el buen cagar, que seguro que también sirve para eso. Mal día ése en que lo declararon Patrimonio de la Humanidad. Aquí han entendido que a partir de ese momento el flamenco era la receta única para el alma, la mente y el cuerpo. Jamás imaginé algo tan ridículo como el flamenco medicinal. Sin duda, subestimé nuestra infinita capacidad para la ridiculez.


Que me coma el tigre. Creo que para ver a gente dándose coscorrones y prendiéndose fuego en el culo prefiero Jackass, ese programa de pirados borrachos de masoquismo que al menos hacía reír. Hace falta valor pretende glorificar la tauromaquia a partir de las gónadas de las que sale, pero termina convirtiendo la cosa en una chorrada de famosos asustados como por ratones o arañas. Esta semana pusieron a una participante con un tigre, para que la besara o se la comiera como en lo de Lola Flores. El programa no trata de valor ni de toros, sino de un miedo como del tren de la bruja y una risa tonta de ver a gente con los pantalones por los tobillos. Yo creo que el mayor valor es el de Enrique Romero, capaz de concebir y presentar algo tan insufriblemente idiota sin sentir vergüenza. Yo recuerdo aquellos programas que hacían Mariví Romero y Manolo Molés, que daban respeto y casi miedo desde la sintonía, cuando uno sentía que se te colaba en la salita un morlaco corniveleto. Aquello era tauromaquia de enciclopedia y de sagrario, pero Enrique Romero consigue convertir el toreo en una pura payasada, en un circo de enanos y en el dibujito animado nervioso y caedizo que es él mismo. Sus toros de peluche y sus muletillas cagados no dan miedo ni respeto, ni siquiera risa.


Morbo y tortas. Yo no lo vi, pero un lector me hace llegar su queja por unas terribles imágenes que emitió Andalucía directo, la grabación con cámara oculta del maltrato a una anciana con alzhéimer. AD está siempre entre el morbo, la romería y los guisotes, ya lo sabemos. Le gustan los asesinatos con la cocina todavía salpicada y los cadáveres enredados en sargazos casi tanto como una romería sobre las peñas o el olor agarbanzado a pueblo. Ellos creen que la tarde andaluza debe tener la temperatura de esa mixtura recocida y obscena. ¿Repugnante, indigno, intolerable? Nada, la presencia chirigotera de Modesto Barragán seguro que supo enlazar enseguida la cruel exhibición de la tragedia de esa pobre anciana con las tortas típicas de algún lugar, y tan contentos.

Los días persiguiéndose: Primavera de Griñán / Gadafi (22/03/2011)

Hoy habría que hablar de la primavera de los misiles, esparciendo orquídeas negras cuando salen de los barcos por la noche. Queríamos empezar a ver muslos, que es por donde la primavera inaugura su gimnasia, pero sólo vamos a ver las panzas de los tanques, que reventados parecen una cama de matrimonio destrozada por la pasión de un amante bombero. Es primavera en la ONU, girasol de banderas; es primavera en la chaqueta de los generales, vestidos siempre de novios de la guerra; es primavera con los abejorros de la muerte y con la legalidad de los cañones, que están de oferta en ramos. Aquí presentíamos una primavera con todos los capullos de los ERE floreciendo y candidatos brotando o tronchándose, pero Gadafi se ha comido todas estas flores como una camella con mucha hambre, hambre hasta para comerse flores, así que tenemos esta guerra llevada en capachos por el Mediterráneo como una muchacha siciliana con frutas explosivas, a la que ahora miramos más que a nuestros políticos locales. Después de ser encarnación del mal, Gadafi había quedado ya como si sólo fuera uno de esos modistos de pinta rara, entre mujer y faraón, con una dictadura excéntrica y silenciosa que manaba petróleo y pagaba hoteles y fincas y escuchaba flamenco por aquí, cosa que servía para olvidar sus anteriores pecados. Hasta que mandó bombardear a su propio pueblo como si sólo arara el campo. Habrá quien diga que todo sigue siendo por el petróleo y los aviesos intereses políticos y económicos, siempre sopesando el dinero, la miseria y los cadáveres. A mí me gustaría pensar que esta vez la fuerza tiene una primavera de libertades detrás, que empezó por el pueblo y ha seguido por el fuego mancomunado del aire, no como en Irak, donde quiso hacerse al revés. La primavera trae inyecciones de sangre en el cuerpo y en el mundo, y quizá se lleve a la vez el invierno de las medias, de los dictadores y de los caciques.

Paso por la CNN, por Al Jazeera y luego por Canal Sur, y supongo que por eso es inevitable ver a Griñán atrincherado igual que Gadafi, en una retórica de combate y en un búnker con latas de conservas. No sé si Griñán/Gadafi piensa en morir matando o quizá simplemente en morir con el mejor discurso para morirse, ahora que la destrucción le rodea y sus palacios tienen ya querencia a los escombros como a las enredaderas (los palacios parecen diseñados para ser más hermosos en la decadencia y la ruina). Un día, uno es el rey de las cabras que gobierna hasta el horizonte como un dios de las dunas y las altiplanicies, y al día siguiente una chispa lo incendia todo y acaban atacándote el pueblo, las tormentas y los perros. Griñán/Gadafi, con su lujo en medio del desierto, con su oro escondido en la arena, con el imperio de un cojín en el culo, con su pueblo en babuchas, ahora acosado por una primavera que escarmienta y escuece, una primavera que han traído como una hoz en la mano la gente harta, las propias rebabas de su corrupción, la propia soga de su vejez y la podredumbre de loto de sus ojos y su reinado. Griñán/Gadafi, nombrado por él mismo padre celestial o curandero con magia en las manos, no debería haber despreciado y castigado así a su pueblo. Y, sobre todo, no debería haber chupado la sangre de su tierra para enriquecer a sus parientes y mercenarios. Ahora viene una primavera de dientes de león flotando con ojivas y granadas abiertas como corazones humanos. En el desierto de Libia o de Andalucía se libra una guerra con cuchillas de flores y metal y carne. Un líder endiosado y descalzo recibe de repente todo el bombardeo de la verdad y del pasado. El fin parece una primavera escombrada, con el cielo traído por una cuchara.

Somos Zapping: Gallifantadas y pasos de la oca (21/03/2011)

Parecerse a Andalucía. Griñán puso a los jóvenes por el suelo, encima de pufs desinflados o sentados sobre su propio culo vaquero o su propia cacha desnuda y progre. Con sus camisetas con ojos y dibujitos, los jóvenes parecían un campamento de boy scouts y Griñán parecía que iba a repartir gallifantes o armónicas. Estas puestas en escena quizá quieren darle a Griñán aire de Sermón de la Montaña, pero visto así en la tele, en las noticias de Canal Sur, más bien queda como un programa de aquéllos de Teresa Rabal. No sé si en estos eventos (era la convención municipal que se celebraba en Málaga) el PSOE debería poner a Bob Esponja junto a su logo. El infantilismo de nuestra política distribuye ya a sus oyentes por tapetes de guardería, y así sus consignas y discursos, que suenan a patito de goma, no desentonan. Por ejemplo, esta gallifantada que soltó Griñán, al afirmar que sus candidatos a las municipales son “la gente que más se parece a Andalucía”. ¿Pero cómo es la gente que más se parece a Andalucía? ¿Acaso pobre, inculta, sin trabajo y sin esperanza? ¿Qué clase de chorrada es ésa? ¿Y cómo son los otros andaluces que no se parecen a Andalucía? No, lo que él quería decir era en realidad lo de siempre: Andalucía y el PSOE son la misma cosa, Andalucía sólo puede definirse en el PSOE y más allá del PSOE no puede ser Andalucía. El Partido y la Patria fundidos en una misma alma, qué repelús totalitario... Casi se oyen pasos de la oca, desfiles de Núremberg o de la Plaza Roja. Ellos son más que un partido que gobierna, son el mismo espíritu del Pueblo, su destino y liderazgo. Ellos son el Pueblo. ¿Cómo pueden sacar los fantasmas del facherío eterno de la derecha cuando ellos asumen el postulado de que una ideología y unas siglas son naturalmente la emanación de todo un Pueblo? ¿Qué clase de progresismo y socialdemocracia puede hacer uso de este principio ortodoxamente totalitario? Pues este socialismo imperial, podrido, asfixiante, infantil y, según vemos, encima filofascista. También se refirió Griñán en esta convención al “orgullo de formar parte de la gran familia socialista” (sí, sobre todo si a la “familia” le llega un ERE amañado o una conveniente y puntual subvención), pero invocando su pasado y su antigüedad: el PSOE “nunca ha tenido que refundarse, que cambiarse, nunca ha tenido que avergonzarse de lo que era para ser algo distinto...” . Claro, ellos es que siguen siendo marxistas, ¿no? Ya conocen la vieja maldad: a partir de Felipe González, al PSOE se le fueron cayendo las siglas, primero la O de obrero, luego la S de socialista y por último la E de Español, para quedarse sólo con la P de partido, o mejor con mayúscula, Partido. Todo esto, dicho ante una juventud de chocolatada, daba más miedo aún, como si fuera el discurso con el que un ogro o una bruja atraen hacia su marmita a los inocentes, tan jugosos. Si es verdad que Andalucía se parece a este PSOE, deberíamos estar temblando.


Ole Wyoming. Wyoming es un genio porque hace críticas y parodias con varios niveles de humor y maldad. Pero no todo el mundo llega a sus profundidades y algunos enseguida caen en la vulgaridad de sentirse ofendidos, como un andaluz que dejó un tweet quejándose de que el programa había “humillado” a esta tierra. Yo no lo vi así, pero hay que contar toda la historia. Para subrayar que ETA y su sostén nacionalista y mitológico no dejan de ser en el fondo más que un folclore ridículo, imaginaron un comunicado de una supuesta organización separatista andaluza. Evidentemente, lo llenaron con todos los tópicos que podían caber en el plano: Wyoming de chaquetilla y sombrero cordobés, Usun Yoon de flamenca macetera, los dos con máscara nazarena y acento y tics exagerados del estereotipo andaluz eterno, y hasta un banderín del Betis. Fue una parodia brillante, pero no por su caricaturización del andaluz, sino por cómo eso apuntaba al norte con afiladísima intención. Una vez más, los guardianes del honor patrio no lo entendieron. A mí me resulta difícil criticar una caricatura cuando esa misma caricatura, con idénticos ropajes y abalorios, la hacen seriedad y alma los propios andaluces aquí, continuamente, y a Canal Sur me remito, con sus coplas, fandangueos y racialidades. ¿Cómo criticar que un programa forastero de humor recurra al andaluz castizo y tópico si aquí recurrimos a lo mismo y lo llamamos idiosincrasia, arte, gracia, sencillez y orgullo? Pero, además, como digo, la parodia apuntaba bastante más alto. Wyoming estuvo aún más brillante cuando contestó al andaluz que se había indignado. Negó simplemente que fuera andaluz: “Si fuera andaluz no perdería tiempo mandando un correo a este programa, estaría escribiendo a Juan y Medio para que saque a su niño contando chistes”. Zas, en toda la boca. Ahí, en Juan y Medio, sí que hay tópicos hirientes, pero sin doblez: asumidos, consentidos y aplaudidos. Ole, Wyoming.

Los días persiguiéndose: Aguayo (15/03/2011)

Yo tuve una profesora de matemáticas que se llamaba Aguayo, en primero de BUP. Recuerdo que la temían por los radicales, que en sus manos parecían bumeranes, y que estaba eternamente embarazada, como si la preñara el oficio de sus propias curvas cónicas. Tenía un poco de mala leche la Aguayo, pero no enseñaba mal. Las matemáticas empezaban a ser afiladas, peligrosas, adultas y excitantes. Uno creía entonces que las matemáticas nos iban a convertir a los chiquillos en antiguos griegos o en monjes keplerianos. No sabía aún que las matemáticas las iba a coger el mundo, luego, sólo para el dinero, porque la ciencia pura es como más literatura y más pintura, abstracción e imaginación que no venden, igual que las novelas de cajón y los cuadros de loco. Me sorprendió mucho enterarme, cuando comenzó la crisis financiera, de que en Estados Unidos eran los bancos y las inversoras los que contrataban a los mejores licenciados en matemáticas. Los ponían a inventar esos productos derivados que se escribían con muchas integrales anudadas unas a otras y que luego reventarían en este caos como revientan siempre las integrales, escorando y desbordando las pizarras, aunque esta vez con pobres, muertos y escombros. Las ecuaciones de aquella Aguayo profesora mía eran como látigos y a lo mejor aprendíamos sus matemáticas para esquivar esos látigos más que para hacernos los griegos que yo imaginaba, aunque quizá eso, a cambio, sí nos convirtiera un poco en egipcios.

Hoy tenemos otra Aguayo en las cosas de Hacienda de la Junta, cuya matemática no tiene la furia ni el misterio ni la exactitud de aquélla de mi instituto, que aún era pura. O sea, que no nos hace griegos ni siquiera egipcios, sino sólo pagadores de los lujos de la autonomía y de los ERE falsos para los amigotes del poder. Hay una matemática para abrir los cielos y otra para fabricar bolsillos. La matemática era sagrada para los pitagóricos, pero para los que ahora cantan los números públicos parece más la lotería de Doña Manolita o la cuenta de un bar de fritanga. A nosotros en el instituto se nos perdía una equis y el mundo trastocaba todas sus simetrías, se nos salían las parábolas del papel milimetrado y las inecuaciones nos dejaban imposibles metafísicos. En la Junta se pierden millones pero la ecuación se resuelve sola cuando una consejera se pone las gafas de disimular. Carmen Martínez Aguayo lleva con las calculadoras del dinero de los demás toda la vida, pero su lealtad no está con la verdad del número, sino con los dueños de esa nueva matemática que se inventa el interés político. Bertrand Russell quiso demostrar que toda la matemática era una gramática, que 1+1 no son 2, sino que “significa” 2, pero se quedó a medias. Sin embargo, nuestros gobernantes han superado al filósofo: afirman que 700 millones en un agujero “significan” legalidad y se quedan tan panchos y, además, científicos. Ahora, la consejera Aguayo se pone de parapeto para proteger a Griñán. El informe que avisaba de la trampa en la cuenta, de la solución incorrecta que salía de aquel churro de los ERE, Aguayo dice que no llegó a Griñán, que se lo comió ella igual que de chicos decíamos que el perro se había comido nuestros deberes. Pienso en lo que hubiera hecho aquella profesora mía con estos políticos que enmierdan los números, se inventan otra matemática para ellos y dan excusas de dolores de barriga. Aquella Aguayo mía los habría fulminado con la mirada y luego con el suspenso, no sin antes hacerles sentir que los picos de las raíces enésimas les rebanaban, vengadores, el pescuezo.

Somos Zapping: Andalucía más pitufa (14/03/2011)

Azul. Los informativos de Canal Sur se han renovado y los han metido en un acuario. Ahora parece que los políticos van a salir de los pantallones a comernos como un tiburón. Los locutores pasean de vez en cuando por delante de ese estanque como hombres rana, perseguidos por ojos de pulpo, y todo es abombado y muy azul. “El verde es que no funciona en televisión”, me dice un colega. Yo creo que lo que no funcionan son los lunares, de los que está llenito Canal Sur como de un sarampión. También han decorado el plató con números y giroscopios, no sé por qué, como si estuvieran atacando con un misil. Me imagino los intensos brainstormings en Canal Sur para decidir el color de los azulejos y pienso que es una lástima que no se reúnan para intentar que la televisión andaluza deje de dar vergüenza. Ahora los informativos parecen peluquerías de astronauta pero nada sustancial ha cambiado. Siguen siendo el órgano de propaganda de la Junta y la hoja vecinal que nos cuenta a quién se le ha roto el desagüe. Metidos como en rayos UVA, los disimulos, las mentiras, las distracciones y los silencios son los mismos, pero Andalucía así queda mucho más pitufa.


Realities de carromato. Por fin Enrique Romero ha asumido su lugar, que es el de la charlotada, el del bombero torero, el de la tauromaquia reducida a los culazos. Culazos de la Jesulina y del Koala y ambiente de enanitos revolcados por vaquillas para el domingo de garbanzada que es su Andalucía. Aquí hemos tenido realities de folclóricas, ahora de falsos maletillas y nos falta sólo uno de robar jamones y echarse siestas para volver a la Andalucía de Morena clara de la que, como hicimos notar, el mismo Canal Sur renegaba cínicamente en uno de sus discursos del 28-F. Pero ellos ya estaban buscando famosos para vestirlos de Cantinflas toreritos y preparando el nuevo talent show que sustituirá a Se llama copla, y que quiere encontrar entre la chiquillería nada menos que a la nueva Rocío Jurado. Eso es lo que necesitamos, sí señor, banderilleros de barbacoa y jóvenes folclóricas ya viejas y con sarcófago. Ya van entrenando con Enrique Romero la carcajada campera, y con Juan y Medio la perversión estética de una juventud a la que vemos haciendo con Falete dúos espeluznantes que parecen una fagocitosis. Esta Andalucía de carromato sí que nos sigue dando cornadas y revolcones en el alma.


Tsunami flamenco. ¿Qué pasa en Canal Sur cuando tiembla Japón? Pues que nos saca más flamenco. El terremoto, principalmente, ha afectado al taconeo universal. Antes que abundar en datos e imágenes de la catástrofe, el informativo nos llevó enseguida a ver a unas japonesas que aprenden a bailar en Jerez. Es lo que tiene ser patrimonio de la Humanidad, que el flamenco ya conecta con las placas tectónicas. Se debieron de acordar también de Terremoto de Jerez y la cosa vino sola. Hasta cuando el mundo se traga a sí mismo, Canal Sur tiene que aprovechar para entremeter el flamenquito. Seguro que Paulino Plata ya ha visto ahí promoción y negocio.


Signos. El terremoto de Japón ha animado a los adventistas, aunque aquí nos conformamos con signos del fin del mundo más modestos. En Andalucía directo, nos enseñaban que un rayo había descabezado la estatua de un Cristo que coronaba una solitaria colina y los vecinos lo veían como “un aviso de Dios”. Un aviso de Dios para que pongan un pararrayos, digo yo. Pero ellos no llamaban a un operario, sino que seguían rezando al Cristo sin cabeza. Es el signo de los tiempos...


Rosita de Jericó. Metropolitan TV sigue siendo un canal tan inútil como divertido. Sus brujos están entre el vampirismo con peluca, como ese Sandro que parece haber vendido su sangre para comprar barajas, y la Rosita de Jericó de Los Morancos. Me estuve tronchando media hora con una tal Aída Romero, “la mejor vidente del mundo”, que se dedicaba a soplar y aletear mientras enseñaba alternativamente un Cristo de Medinaceli, una cruz egipcia, una foto de alguien que parecía su tío y unas hojas de laurel, como si cocinara la complicada pero precisa receta de la estupidez. Llamó una señora de Huelva con problemas de amor y ella le contestó: “Yo le mando fuerza y ayuda para que tu amor sea más fuerte”, mientras subía y bajaba el Cristo, que parecía un geyperman. Y eso fue todo su poder y toda su presciencia. Yo no sé si eso será efectivo para el amor, pero para la carcajada, ni Jorge Cadaval con su princesa serbobosnia...

Los días persiguiéndose: Los ex presidentes (08/03/2011)

Los presidentes se llevan todo el tiempo estudiando para ser ex presidentes. Aznar estudió para una ex presidencia de piragüista inglés o quizá de agente 007, y por eso sale mucho en los yates, siempre como a través de una mira telescópica, con abdominales de Sean Connery o del que le lleva los martinis; o enseñando en las universidades el inglés de los piragüistas, que se habla con la melenita y el resoplido. Felipe González quizá estudió toda la fauna ibérica de su tiempo, ése en el que todavía existían espadones y comunistas de verdad y tecnócratas del Opus (hubo una época en que se decía mucho eso) y reyes que hasta dormían con pijama de rey por si acaso la noche traía un tanque, un torero golpista o un sello de Franco. Lo de estudiar la fauna ibérica como Félix Rodríguez de la Fuente, que hacía de las cabras montesas dioses griegos, es lo que ha hecho posible que González pueda ser luego consejero de cualquier cosa en este país montuno, agreste, caníbal y un poco indio. Las empresas con sus lobos inteligentes y los parques nacionales con sus linces de biberón están deseando captar a un buen especialista en esta fauna españolísima como Felipe González, cuyo conocimiento de la naturaleza llega hasta el propio gas natural, digestión de la tierra que se escapa por las rendijas hasta el bolsillo. Junto a Juan y Medio, Felipe González es el que mejor entiende lo de bañarse con agua calentita de ese gas natural, rodeado de billetes mojados y señoritas cocodrilo. En fin, creo que el único que estudió sólo para estatua fue Adolfo Suárez, y también quizá Calvo-Sotelo, aunque fue estatua breve, callada, muy leída y pianística. Se fueron directos a la historia sin pasar luego por un consejo de administración ni una butaca de tacañón, ni siquiera una película de espías, salvo la suya propia que ya les tocó. Los otros, más que gobernar, estuvieron haciendo cursillos para ser después sabios de todo, gimnastas de sus batallitas, telefonistas de las alturas o madrastras coñazo.

Doñana es que tiene la temperatura húmeda de la política, por eso los ex presidentes encajan mejor que los biólogos y los silbadores de pájaros. Por un parque como Doñana pasan aves embajadoras, aguas como arábigas, muchos funcionarios para medir el viento y hablarle en su lenguaje, y hasta puede pasar un gasoducto, que si se ve venir puede ser como ese mismo viento con monedas dentro, haciendo sus propios grifos de oro. Hacen falta pues experiencia en internacionalidades y en los ecosistemas del papeleo, ingenierías y fontanerías para convertir los elementos en otra cosa, arte para seguir pintándolo todo de verde, manejo de los silencios para no molestar a los patos y maña para empalmar o enchufar todo esto. Hace falta, pues, un político, o mejor, un ex presidente con todos sus cursillos hechos, sobre todo si ya conoce el terreno, los pájaros, los comederos y las trampillas: Felipe González. Más triste resulta ver a Aznar queriendo impartir asignaturas sobre su chaleco o entrenando para ser Águila Roja.

No se extrañen de ver a los ex presidentes vendiendo su gloria o rebañándola por estos consejillos y tertulias de viejo remuneradas. En la política puede entrar cualquiera y además luego faculta también para cualquier cosa, porque hasta los zurullos de los linces se manejan con la política. No digamos los dineros, las componendas, las influencias, las lealtades y los pisotones. Se puede quedar en los libros de historia sin más, con cara de medalla, o se puede seguir practicando la sabiduría del listillo hasta que se caigan los dientes. Y hacer caja jugando al dominó de los jubilatas, a varias bandas.

Somos Zapping: Heidi y la autonomía (07/03/2011)

Infancia traicionada. Yo recuerdo que en Andalucía pedíamos la autonomía contra el paro, y por eso estos gobernantes nuestros que han celebrado la épica del 28-F entre ujieres, nobeles del barrio y viudas de Carlos Cano, pero con un millón de parados subidos a los mástiles como piratas, me parecen unos señores que han pasado de la hipocresía a la traición sin dejar de abanicarse. Es como si siguieran enseñándonos sus fotos de boda o aquellos álbumes de cromos de Marco y Heidi, ya tiesos y azules de años, cuando no hay matrimonio ni amor, solamente cuernos, ni nadie se cree en estos tiempos a Marco ni a Heidi. A lo mejor la autonomía era también un poco esa inocencia y ese infantilismo de panecillos y cabritas por las montañas. Eramos niños entonces, con la ilusión de una tapa de yogur y un referéndum. Creíamos en la autonomía y en los quesos tiernos hechos con los pies por los abuelos, pero hemos crecido para ver que los quesos y la autonomía son negocios de particulares y uno ya no siente ni melancolía de aquel pasado, sino un poco de vergüenza por haber sido tan cándido. Los que no han crecido son los políticos, que aún enseñan las bragas verdiblancas en un columpio colgado de las nubes, igual que Heidi. Pero Heidi se llamaba Adelaida, Andalucía se sigue llamando desempleo y yo estoy muy harto de cuentitos y de que nos distraigan el hambre diciendo que la cuchara con gachas es un avión, aunque sea un Airbus. Banderas acuchilladas cubrían Canal Sur el día en que celebrábamos esta especie de infancia traicionada y Fuensanta Coves insistía mucho en el derecho y la alegría de conmemorar el 28-F. Normal que lo hagan ellos, que son los vividores de la autonomía. A otros esta fecha nos sigue recordando más que nada ese desengaño de la edad, cuando nos dimos cuenta de que las cabritas no curan a las niñas paralíticas y de que, después de todo, era imposible que Marco se pusiera el poncho con ese cabezón.


Tópico y complejo. Hasta el más duro y peludo puede caer en la tentación de andalucear, aunque ver al Sevilla en ese registro me decepcionó como verlo irse a dormir con mascarilla para el cutis. A mí me cae bien El Sevilla, que es auténtico y puro como un oso, y al que sobre todo consideraba un tío sin complejos. Pero el peor complejo que puede tener un andaluz es justamente el de andaluz. El andaluz defendiéndose de los tópicos a la vez que se envuelve en ellos o les da la vuelta glorificándolos acentúa aún más ese complejo de inferioridad nuestro, tan triste. Al principio pensé que su intención era irónica, pero luego me di cuenta de que El Sevilla, en el programa de Manu Sánchez y con el ambientillo del 28-F, se había vestido de flamenca blanca y verde para loar de verdad a la tierra, salvarla de forasteros faltones y mezclar el orgullo de su acento con sus cojones. Soltó un recitado en el que pretendía desembarazarse de los sambenitos de guitarritas y gandulería del andaluz, pero lo hizo precisamente a guitarrazos y a pedos camastrones. Resulta aún más cateto que la morería folclórica se ponga heavy y cambie los elogios al sol y la alegría por otros a las ratas de nuestras alcantarillas y a los chicles que se nos pegan en el zapato, como hizo El Sevilla. Si hay algo más ridículo que una oda a la sonrisa andaluza, es una oda a la mierda andaluza, aunque al Sevilla le parezca lo más atrevido, rebelde y reivindicativo. Fue como expresar el orgullo de que Andalucía se limpie el culo. Casi prefiero el estilo de Las Carlotas. Por lo visto, hasta los más duros y peludos llega un momento en que tienen que hacer su versión del andaluz profesional. Y eso sí que es un tópico hiriente y lastimoso, Sevilla, colega.


Contradicción. Ya llevamos unos cuantos carnavales con crisis y hay que concluir que en Cádiz le siguen cantando al desastre económico como si fuera algo de la meteorología, sin culpables, o al menos sin culpables de por aquí cerca. ¿Alguien ha oído mencionar a Griñán en las tablas del Falla? Si es así, que me lo haga saber. Yo me quedo con la metáfora de Los currelantes, que escribieron el número de parados, 4.200.000, en unas pesas de atrezo como para arrojárselas a alguien a la cabeza, aunque sin hacerlo. Por cierto, más que el cajonazo de Julio Pardo, a mí me ha indignado el anuncio de Covirán: “Ya está bien de trabajar, que empieza el carnaval”, dice en él una limpiadora. El andaluz vago y festero todavía vende en esta tierra. Lo que no entiendo es qué venderá Covirán durante el Carnaval si sigue su propio consejo y cierra para la jarana. Con esta contradicción tan andaluza seguro que El Sevilla haría otro orgulloso recitado que terminaría en mojón.

Los días persiguiéndose: Los Oscar de Andalucía (01/03/2011)

Dice Paulino Plata que son los Oscar de Andalucía, y lo dice como el que tiene todavía entradas de reventa para la cosa (a Paulino Plata lo pusieron en Cultura pero deberían de haberlo puesto alquilando hamacas, cobrando en la taquilla de una noria o intentando estafar a los guiris vendiéndoles la Giralda). Sin embargo, aquí yo he visto pocos escotes y demasiados políticos, que son los que más estropean el glamur y el rollo de la alfombra roja, como si desfilaran empleados de banca. Esto de las Medallas de Andalucía y los hijos de la Patria o de los despachos en su domingo de lunes me pilla con resaca de los Oscar de verdad, que yo prefiero porque al menos los actores y cineastas son sinceros y artísticos en su mentira y saben hacer su función sin montar, como aquí, una misa, una primera comunión con curas socialistas, un Montsalvat o un Camelot de la Autonomía, un rito caballeresco para futbolistas, pregoneros, curritos, paseantes y viudos de esta tierra.

Los Oscar me atrapan y me decepcionan cada año, porque casi nunca gana mi película, que este año era la de Aronofsky, Cisne negro. Sólo se llevó un premio, el de Natalie Portman, que supo hacer un monstruo de fragilidad y locura con su personaje. Dicen que Hollywood suele ser conservador, que al final siempre se decanta por las películas de muchos vestidos y postales y por los papeles de cojo. Aronofsky es el atrevimiento y el vértigo, es la oscuridad y la carne viva, y eso es quizá demasiado para el convencionalismo de aquella industria, que ha terminado premiando una película donde el director ni se nota o se limita a poner todo el tiempo la misma pecera ante la cámara. La osadía, la rebeldía, la mirada diferente y el talento crudo no suelen ser buenos para los premios. Son preferibles una académica insulsez, una canónica templanza sin demasiado filo ni destrozo. O una inquebrantable lealtad al poder que decide. Si los premios, además, como en estas glorias nuestras del 28-F, los otorgan los políticos en un Consejo de Gobierno, qué podemos decir...

Pienso en los nombres que nunca pronunciarán en Canal Sur junto al de Griñán o el que toque, en mañanas de perlas falsas como ayer. En los andaluces valiosos que no harán princesas un Día de Andalucía, que nunca se irán a casa con una medalla de lata y baba. Pienso en todos los que no son tibios ni sumisos ni populacheros ni mendicantes, ni tampoco simplemente pacíficos o convenientemente distantes o poco molestos sin más. Todos ésos que no cabrían en la oficialidad, el paripé, el endomingamiento y la pérgola de los políticos que deciden qué significa ser andaluz bueno o malo, hijo rebesado o por contra desperdicio o enemigo de su Patria convencional, trapera y estrechísima. Los políticos otorgan la calidad de andaluz desde su cátedra y se sientan a ver la Andalucía quieta y contenta en escalones, que ellos coronan. Todo ese mercadillo de lealtades, todo ese desfile de guardiamarinas de ser de aquí... Los Oscar de Andalucía, dijo Paulino Plata. Yo prefiero a esos cómicos canallas o frívolos o geniales, y a esos magos de la luz que se la beben o la lloran en champán cuando ganan o pierden esa estatuilla calva que remite a la imaginación y al arte aunque se equivoque a veces de manos. Nuestros gobernantes son malos actores que se compran su trofeo y sus aplausos con nuestro dinero y nuestra dignidad. Yo me dormí durante la ceremonia de las Medallas de Andalucía y soñé que un cisne negro rompía espejos con las alas ensangrentadas.

Especial 28-F: Andalucía de la A a la Z - Vejer de la Frontera (28/02/2011)

Los pueblos blancos parecen juegos de té puestos sobre la roca. O glaciares esculpidos por pájaros moros. Se derraman quietos, se congelan en el sol, se miran en su escalinata arrastrando un velo hasta abajo. Son un puñado de cuarzo coronado por castillos y veletas, y están casándose siempre con ellos mismos en el aire. Vejer se aúpa sobre precipicios de lo verde, cuestas de volcán y árboles aéreos que se diría que conducen a un laberinto de marfil, allí arriba. El valle del río Barbate, desde lo alto, parece una acuarela que se nos cayó. Vejer tiene algo de caracola atrapada por una montaña y de pagoda o santuario descendido en la Janda. Sus calles son o llevan siempre a un secreto, aparecen plazas y esquinas hundidas u ocultas, fuentes de perlas, nidos almenados, Vírgenes que salen a los balcones, cañones que se desprendieron de las murallas, rejas que dan al vacío, arcos que supuran la sombra, adoquinados que suben a un farol. Vejer es un desorden blanco, un hermosa loza destrozada y reunida. Un cristianismo musulmán y una monja tejedora han ido haciendo el pueblo dejando oasis con palmeras, confitura por las fachadas, iglesias de forja, un lienzo que forma toda una callejuela, flores que llegan hasta las campanas y pozos con agua de hierro. Está hecha de reconquistas y reyes santos, de cal y requiebros mudéjares, de brocales y llamadores.

Vejer aún vive del zumo de la tierra y de la ganadería brava. Su carne de retinto es famosa, como su lomo con manteca. Es lo que hay que comer para subir las cuestas y para saborear la sangre del lugar, antigua, fuerte y sedosa a la vez. Sacan toros embolaos como a embestir el gran mantón bordado que es el pueblo y eso convierte aún más a Vejer en una pequeña Creta. Pero esa belleza empinada, esa delicadeza de caja de música del paisaje, esos secretos de arcón en las calles, han hecho de Vejer, sobre todo, un destino para ese turismo tranquilo de miradores y silencios, con unos visitantes que parece que van allí no a ver, sino a comulgar el pueblo entero, blanco y esponjoso. Vejer es todavía pureza, quizá toda la pureza de Andalucía. Ese encanto limpio o esa vieja condena de ser una sal blanca quieta en la montaña y en los siglos.

Especial 28-F: Andalucía de la A a la Z - Bahía de Cádiz (28/02/2011)

Es el gran sarcófago de los mares fenicios y romanos, el puñal de bronce que se clava desde el cielo en la historia y en la arena. Tiene milenios apilados en conchas y marismas y collares, tiene sabios muertos que hablan todavía, tiene gente de alma descalza, tiene marinos de las estrellas, tiene siembras y cosechas de vientos, tiene el vino que deja la sal, tiene la mirada curvada por el horizonte.

Cádiz, el gran castillo de Occidente, entra en el mar como un dedo en la historia. Por allí pasó todo y se quedó en un cofre y en un balcón. La pasean todavía soldados, revoluciones, indianos, mercancías y guirnaldas. Tiene los cimientos y los espejos y las mirillas de una ciudad fronteriza con el mundo. Es musical con el aire y es pirata con la risa y la vida. Es una tierra a la que se abraza la gente como a una cintura de madre. Plazas con fuentes de flores, barrios entornados, calles con marea, freidurías como bibliotecas de Alejandría, cuna de los niños en el agua. Con sus franceses y su martillo de goma, su carcajada y su tristeza, su paro y sus pichas; con su catedral de espuma y su Caleta donde el sol se arregla las trenzas y los pescadores pescan las mojarritas de sus pies. Tiene muchos hijos fuera y centenarios todos los días y algo que le debe siempre la historia.

El mar se lleva la mirada y viene San Fernando, isla que no lo es, isla pintada en el corazón como las de los libros de aventuras. Allí, unos liberales algo virginianos redactaron La Pepa legándonos un tapiz para la eternidad. Allí sigue sin afeitarse Camarón, con la garganta espinada, negándose a morir como un cartaginés. Puerto Real y El Puerto de Santa María son como hermanos de Cádiz que le agarran el brazo y se intercambian gaviotas, trenes y vaporcitos. En Puerto Real el mar se empieza a convertir en vergel, es el humedal que se terminará haciendo viña y toro en El Puerto. En sus astilleros, con algo de cementerio de jirafas o ballenas, la Bahía levantó sus pirámides de gloria y fracaso. En El Puerto de Santa María se toca ya la melena de la campiña igual que la de Alberti, que alimentaba palomas con poesía. Y Rota, con patrón americano y portaaviones de piedra. Y Chiclana, playa dulcemente tendida. Y la Bahía de Cádiz se cierra en un beso...

Somos Zapping: Optimistas, sencillos y un poco carajotes (28/02/2011)

Niños. Griñán, con Andalucía de toalla o de corpiño o de estola o de maza, como un rey de bastos de la Autonomía, se fue a las escuelas a hacer patria de papel ante las almas puras, inocentes e ignorantes de los chiquillos, que no saben lo que es un político ni un estatuto ni nada, pero le hacen morisquetas como a Juan y Medio (a lo mejor se creen que es Juan y Medio). Con los ordenadores que les ha dado la Junta encendidos, para que se vea que no son de corcho aunque sólo esté el escritorio con el fondo de pantalla, los chiquillos parecía que le presentaban armas a Griñán. Así ha terminado esto, en un socialismo de niños soldados, un poco castrista y baboso, como todas las estampas de políticos y niños con Patria. Álvaro Moreno, que presentaba ese día el informativo de Canal Sur, lo contaba así: “Los niños y niñas de un centro escolar de Huelva lo han celebrado [el día de Andalucía] con el presidente de la Junta, José Antonio Griñán”. Ya ven, resulta que son los niños los que celebran ese día con la presencia del Presidente, como si hubiera venido un payasete, Ronald McDonald o así, cuando es el Presidente el que celebra sus glorias usando a los niños, cosa bastante diferente y perversa. “Allí ha querido simbolizar la importancia que para el progreso de la Autonomía tiene la educación”, continuaba el presentador. Tiene miga la frase, porque nos dice que Griñán quiere simbolizar él mismo la educación. Mucho símbolo me parece ése, aparte de que nadie diría que eso es posible después de haber encumbrado a gente de mente y lengua tan flojona como Mario Jiménez o Susana Díaz, la que dijo “los mejores y las mejoras (sic) candidatos y candidatas”. Pero, en fin, se trataba de que un orfeón infantil le cantara a Griñán las alabanzas, en plan Menuda noche. Incluso le hicieron también preguntitas, más de guión que de sabihondo. Esto le preguntó a Griñán un chavalín de unos siete u ocho años: “Presidente, ¿qué califi...cativo –el pobre se atragantó con la palabreja que le habían elegido-- le otorgaría –vaya vocabulario-- a nuestra Andalucía?”. Anda, para que no se notara que la preguntita estaba preparada... Pero como su política es tan infantil como la audiencia de Griñán ese día, la respuesta de nuestro Presidente no desentonó: “Andalucía es un sitio donde uno se siente muy a gusto y es una forma muy bonita de ser español”. No se vio en las noticias si después de esta contestación Griñán recibió una piruleta, pero se la merecía. ¿No se habrían equivocado en el guión? Lo mismo era Griñán el que tenía que decir lo de “calificativo” y “otorgaría”, y un niño contestar con la frase chorra que terminó soltando el Presidente. Cuando las palabras de los presidentes autonómicos y las de los chiquillos pueden ser intercambiables, es que algo muy grave y siniestro nos está sucediendo. A Griñán terminaron montándole un espectáculo de tablao con niñas de flamenca, y yo me quedé pensando si, más que abusar de la infancia, estos gobernantes nuestros ya se han convertido ellos o han convertido a los andaluces en niños.


Fin de etapa. Entre otros perfumados banderazos del 28-F, el noticiario de Canal Sur se había propuesto “repasar aspectos históricos de nuestros años de autonomía”, y ese día le tocaba a “la cultura”. Lo que vino a continuación fue un ejercicio de cinismo tan mayúsculo que me sobrecogió. Sí, porque, según dijeron o recitaron, al empezar a transferirse a Andalucía las competencias sobre cultura “se daba por terminada una larga etapa que reflejaba a nivel nacional la imagen de una Andalucía plagada de tópicos en los que los señoritos, los cantaores, los toreros y las folclóricas eran los principales protagonistas” (todo esto ilustrado con imágenes de Morena clara). ¿Cómo? ¿Que se daba por terminada qué etapa? Tópicos, folclóricas, cantaores, toreros... ¿Es que los que escribieron este parrafito no ven su propio canal? ¡Pero si eso mismo es Canal Sur entero! ¡Pero si Morena clara es lo que tenemos cada día y en cada programa de la televisión andaluza! Supongo que hay ciertas celebraciones que son imposibles sin cinismo o sin ceguera.


Lo que somos. Tendremos tiempo de seguir glosando las cucañas que nos deje el Día de Andalucía, pero de momento, atendamos a la felicitación oficial de la Junta, que veo en Canal Sur: “Por tu optimismo, por tu sencillez, por tu generosidad, por tu entrega, ¡felicidades! Por todo lo que somos, ¡feliz Día de Andalucía!”. Así que optimistas, sencillos, generosos y entregados... Son calificativos como para un damisela, condescendientes y rebajadores. ¿Eso es lo que somos? ¿Así nos define la Junta? ¿Por eso nos felicita? Faltó que nos felicitara por ser también un poco carajotes.