11 de diciembre de 2006

Somos Zapping 10/12/2006

Explorando. Nuestro presidente Chaves visita mucho los cocoteros, las misiones y las cancillerías del mundo y siempre se trae algo bueno de un dictador o de una fábrica, algo que no sabemos bien qué es pero que en Canal Sur brilla como el mapa de un tesoro. De aquello de Finlandia pretendieron venir con algo así como una tecnología mentolada, de Cuba volvieron con besos de negritos y alma de sahib, de un México almanaqueado de literatura y gorroneo parece que han conseguido tinta y papel para culturizar toda Andalucía, y de Marruecos lo que se suele traer es un buen rollo de tetería entre aquel régimen corrupto y esta autonomía donde la cosa moruna les adorna mucho la multiculturalidad y los palacios. Chaves se ha ido otra vez a Marruecos, la tercera este año, a inaugurar un museo o a encender una lámpara, pero aquí somos tan catetos que enseguida nos da por criticar la mundología, la diplomacia y todos los Ferrero Roché que se comen por ahí por nuestro bien. Si Andalucía es universal, crisol de culturas y cuna de civilizaciones, todo esto es normal, saludable y elegante, y hace que esta tierra tenga presencia, caché y sepa poner los cubiertos de la política y la cultura en su sitio. Y es que el verdadero andaluz, ciudadano del planeta, humanista con canastilla, donde mejor ejerce la universalidad de su esencia, es en el extranjero. Menos mal que Chaves nos ilustra en el cosmopolitismo, igual que Isabel Pantoja cuando se va a Rusia a comerse el clavel de su corazón. O el grupo Siempre así (esos rancios macerados en vinito, dirán los malos andaluces) que salían en las noticias por Senegal, poniéndole coros africanos a su música de zambombada. Toda esta misión civilizatoria, todas estas andancias de explorador, toda esta clase del viajado que nos demuestran, ya ven, insisten en denostarlas una tropa de pueblerinos. Qué catetada sí, mientras nuestros políticos e iconos culturales nos enseñan cómo debe ser la gente de mundo, con ese perfume de jet lag y duty free salvándonos del etnocentrismo y del patinillo. Menos mal.

Medallas al cinismo. La imagen de Sandokán condecorado en Benalmádena ponía tigres de mierda y escayola en las noticias de Canal Sur. Que los corruptos son salvadores, que los mangantes son filántropos, que cierta gente no viene aquí a forrarse y a emputecer la democracia, sino a dar trabajo, es una especie de teoría siciliana del negocio que pone los pelos de punta. Así se instalan las mafias aquí, sabiendo que como mucho les dedicarán un brindis. Pero la culpa es de los políticos venales y mecedores de todo esto, sin cuyo silencio y guardarropía no sería posible esta primavera de corrupción que sufrimos. Todavía, en la semana televisiva, hemos tenido que soportar otra vez la vergüenza del hotel de El Algarrobico, defendido aún por su promotor y por un teniente de alcalde de Carboneras ante el amazonismo fiero de Mercedes Milá en su programa Diario de...Atentos a las palabras del promotor de ese mazacote obsceno en mitad del Parque del Cabo de Gata: “El hotel está orientado a servir de equipamiento para el Parque Natural, es un complemento al Parque Natural, para visitantes, congresos, convenciones (...), con amplios salones mirando al mar que son un sitio ideal para estudiar el Parque, el desarrollo, la evolución...”. La cara y el cinismo, eso es lo que se lleva las medallas por aquí. Que vayan haciendo cola los merecedores de tales honores...

Superación. Es un concurso de cubazos por la calle, de comer pelusa o de despelotarse por dinero que hace un tour por las ciudades andaluzas, que parecen siempre hambrientas de billetes o desconocedoras de sus colores, pues los miran como a exóticas rupias. No sé si resulta más triste la complacencia con que la gente se degrada y tortura o el comprobar que suele salir bastante barato que el andaluz se preste a eso. No digas no se llama la cosa que presenta Ismael Beiro y que convierte a todos en menesterosos y en bufones, que tampoco es algo muy desacostumbrado aquí. Al menos parece que el programa tiene asumido su papel, pues el otro día les pareció simpático recibirnos con este rótulo: “Si la semana pasada sentiste vergüenza, repugnancia (...), prepárate para sentir aún más...”. Loable espíritu de superación el de de la televisión pública andaluza.

Somos Zapping 3/12/2006

Que vuelvan las Mamachicho. En las tardes en que la televisión pone sus bragas sobre almohadones, veo algo así como la hospitalización o la agrimensura de los polvos, humedades y apretones de culo de varias rubias que parecen la misma. Una sevillana de algún Gran Hermano, otra con pinta de espía con ladillas… Las preguntas que les hacen siempre son si se acostaron o se calentaron con tales o cuales chulimindundis del gremio. El invento no es nuevo, pero sí la insistencia, la repetición, la insignificancia de la tropa y ese apuntar a sus bajos con precio puesto. En Antena 3 lo llaman polígrafo, en Telecinco detector, y en el simpático e imprescindible Sé lo que hicisteis la última semana, Patricia Conde propone llamarlo “pillamentiras”. Es el último gadget que está electrificando los ojetes de esta gentucilla impulsada a la fama por la ambición de las cadenas y que hace que, de repente, las Mamachicho me parezcan un tierno recuerdo, una frutería inocente. Durante esos poligráficos empompamientos concluí que la televisión había tocado fondo definitivamente, pero pronto me di cuenta de que podía ser peor. Bastó ver al campeón del periodismo de los pelos de picha, Jorge Javier Vázquez, erigirse en defensor de la libertad de expresión y en víctima de la “censura”. Y es que un juez de Jerez había prohibido cautelarmente la emisión de uno de esos reportajillos que hacen ellos rebuscando tropezones en los orinales de la gente, esta vez alrededor de El Pescaílla y de un supuesto hijo suyo (noten la trascendencia periodística del tema). Todo por una menudencia como ver indicios de vulneración del derecho a la intimidad, fíjense. “Yo no corrí delante de los grises, pero podré contar que una vez me prohibieron la emisión de un documental”, decía el tomatero, atacado de martirologio. Ver a estos rebañadores de flujos llamar documental a un remirar braguetas y apelar a la libertad de información para exhumar mierdas y rebabas pisoteando derechos fundamentales, superó toda mis escalas. Entre el grosero alineamiento con el poder político de la prensa seria y los hurones de rajas como este Jorge Javier Vázquez capitaneando la televisión basura como libertarismo, vamos hacia el último estertor de la dignidad del periodismo. Las Mamachicho se me aparecen ahora puras como madonnas con un pecho fuera. Que vuelvan. Con ellas, la televisión olía quizá todavía un poco a cereza. Ahora, sólo huele a desatascador.

Las ganancias del horror. Esos machos españoles de vino y correa, que creen que las hembras son suyas como unas botas… En la televisión parecen noticias de un lobo, pero son mujeres las que están siendo asesinadas, cada día, mientras nos cuentan que hay buenas leyes y policías atentos y políticos atareados. No cesa este horror y en el día contra la “violencia de género”, que yo llamo violencia machista sin más, otra mujer de Sevilla ocupaba en los informativos el espacio pequeño de su ataúd y de su número. La víctima 62, decían, como si contaran los goles de un delantero. Veo en La 2 una tertulia que se pregunta si las leyes son suficientes para terminar con esta lacra, y yo lo que me pregunto, estupefacto ante tanta simplicidad, es si las leyes han acabado acaso alguna vez, por sí mismas, con el asesinato, el robo o la corrupción. Por eso recuerdo con vergüenza, con asco, cómo esta tragedia se ha utilizado como propaganda, cómo desalmados han frivolizado con estas muertes siempre calientes para su saca política. Sí, recuerdo aquel día en que se glorificaba el Estatuto andaluz en el falso debate de Mejor lo hablamos y fueron capaces de sobreimpresionar esta insultante frase: “¿Acabará el nuevo Estatuto con la violencia de género?”. Acabará o no, pero lo cierto es que ya hay quien ha tenido la mala sangre de apuntarse éxitos y ganancias, mientras las mujeres siguen cayendo con los hijos en los brazos.

Autopremio. No es que el programita sea mejor ni peor, apenas unos escolares de excursión por museos y zoológicos, poco para llamarlo informativo juvenil en todo caso. No, es por esa inelegancia de los autopremios. Acerca-T ha conseguido el Premio Andalucía de periodismo en un círculo en la que la Junta se convoca y se condecora a través de su televisión. Premios a sus propios programas, igual que a sus propios periodistas. Para que el dinero público no deje de revertirles en propaganda.

Somos Zapping 26/11/2006

Diagnóstico educativo. Después de unos números que eran gusanitos y de un abecedario llevando chistera, la consejera de Educación, Cándida Martínez, aún sonreía en las noticias de Canal Sur. Era una sonrisa en la que la luz hacía arco iris igual que sobre las letras de la palabra Andalucía, grabadas en la carcasa del ordenador portátil abierto en la mesa y que parecía una sandwichera de exposición (creo que sólo Arrayán saca más ordenadores sin venir a cuento que la Junta en sus propagandas). Pobre orgullo debería representar para un gobierno supuestamente de izquierdas haber destrozado la educación pública hasta reducirla al columpio. Sin embargo ella sonreía, oronda, porque “el sistema educativo ha funcionado, ha funcionado el profesorado, han funcionado los centros, ha funcionado maravillosamente bien la inspección educativa andaluza y ha funcionado el sistema informático”. La consejera no es que hubiera estado probando fusibles, sino que se felicitaba por el resultado de eso que han llamado “pruebas de diagnóstico educativo”, que es un test como pensado por Súper Coco que han presentado a los alumnos y en el que sólo ha faltado preguntar nombres de Pokémon. En este periódico pudimos leer precisamente una carta al director del delegado de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía que denunciaba sus “claras deficiencias”: preguntas sobre “coloquialismos”, Andy & Lucas apareciendo como “modelo literario”, cuestiones que incluían la respuesta en el enunciado y hasta un recibo con la palabra “electricidad” bien visible para que el alumno demostrara la eficacia del sistema educativo andaluz señalando si se trataba de un recibo de la luz, del agua o del gas. Veo en las imágenes de la noticia a una clase de quinto curso devanarse los sesos ante dos relojes dibujados, uno con las doce y cuarto y otro con las dos y media. ¿Qué tremendo problema plantearían? Pues con esta tomadura de pelo, doña Cándida sonreía y se aplaudía. “Nuestros profesores y nuestros directores están contentos”, decía. Y eso que ni siquiera los resultados han sido buenos. “Un nivel medio que se corresponde con nuestra situación socioeconómica y sociocultural”, remataba Casto Sánchez Mellado, Director General de Ordenación Educativa. ¿Pero ésta no era la tierra de la excelencia? Ni con unas pruebas para idiotas, cocinadas por sus propios expertos, logramos escapar del bochorno. Esto es lo que le iluminaba el rostro a doña Cándida, que parecía el panadero de Barrio Sésamo.

Curtirizando”. No bastaba con el concursito del bote de cristal, en el que la Andalucía de la dentadura en el café con leche que conforma su audiencia, su target, demuestra cada día que no distingue los conceptos de mayor y menor. En La buena gente, programa que está logrando que echemos de menos a Juan y Medio, todavía pueden hacer más por glorificar esa obscenidad que representa la satisfacción ante la ignorancia, premiada como autenticidad o idiosincrasia. Por ejemplo, sacar a varias señoras de su público o de su patinillo y ponerlas a hacer reportajes por hoteles o por el extranjero, para que su sorpresa ante el mundo y su desconocimiento de todo nos haga la gracia de esas películas en las que un cavernícola descongelado visita la ciudad. La andaluza media, enguatada en su barrio, de repente se enfrenta a comidas de por ahí, a otros idiomas, a recepciones elegantes, y los consiguientes comentarios catetos hacen desternillarse al plató. Sí, qué risa. A una señora la mandan a Roma (“me habéis dado lo que nunca había esperado”, decía la pobre). A otra, a un desfile de moda andaluza en el que se queja de que no ha visto “lunares y volantes” y donde pregunta a las modelos si de aquí les gusta más “el puchero o el gazpacho”. A la tercera señora, la envían a lo que ella llama un “cótel” (sic), un evento gastronómico marroquí en Sevilla. “Qué gente tan elegante, me tendría que haber traído mis brilleríos”, se lamentaba. Se llevó todo el tiempo diciendo “chislaba” (sic) y cuando le preguntaron por la comida explicó que no se trataba de “lentejas ni habichuelas ni espaguetis ni albóndigas ni flamenquines”. Con todo esto, claro, ella se estaba “curtirizando” (sic) mucho, además de poder expresar su amor “patrónico” (sic) por algún famoso. Ésta era la gracia de la cosa, la risa que nos da ser catetos. Duele la realidad, pero duele más su exhibición. Cómo le gusta a Canal Sur que el andaluz se sienta palurdo, analfabeto y feliz...

20 de noviembre de 2006

Somos Zapping 19/11/2006

De la carreta al Audi. Esos dineros como muchos brazaletes, esas mujeres como las lámparas que cuelgan en Contraportada, esa corrupción con refajo, con salve y con cornamenta, todo eso ha llevado desde el principio el escándalo de Marbella a la tomatería televisiva, frivolizando su gravedad, confundiéndolo con bigotes y encamamientos, y sobre todo despistándonos de los jefes, que no son tonadilleras ni freidoras de huevos. El último Dolce Vita fue una vomitona y si de la justicia, de la economía y de la política se acaba hablando en los programas de cotilleo, con falsos periodistas huelebraguetas, todo el rigor y todo el tamaño del asunto va a perderse tras el paraguas o las patillas de la Pantoja. En el guiñol de Eva Hache ironizaban sobre ésto precisamente imaginando a Solbes y a Fernández de la Vega presentando un supuesto Aquí hay ladrillo. Por eso me complació mucho escuchar a Manuel Hidalgo (ay, cuánto echamos de menos leerlo algunos por aquí), en Los desayunos de la Primera, diciendo una verdad que va más allá de los nombres, y es que todo esto de Marbella es “un reflejo de la sociedad española, profundamente hortera y macarra, impulsada por las televisiones privadas”. Bueno, las públicas tampoco es que anden mucho a la zaga, que si bien en Canal Sur hay orden de Zarrías de no meterse con la Pantoja, las horteradas se compensan por otros lados. Después de Hidalgo, pudimos escuchar también la voz azurronada de Labordeta, dejando esta imagen certerísima: “Mucha gente ha pasado de la carreta al Audi 100 y sigue conduciendo el Audi con la misma cara que llevaba en la carreta”. Pero los peces gordos de la cosa, ésos que no tienen líos con tonadilleras ni enseñan los tigres forrados de diamantes, me pregunto cuándo los veremos en el telediario o en el Tomate. O es que nos están contentando con la morralla mientras los capos se ríen viendo a sus subalternos en los zappings.

Misionera de lo andaluz. Si a lo hortera se le añade un piano, lo que queda es algo así como la horterada en su transatlántico. Las folclóricas con piano, su musiquilla con frac, su melena planchada por violines. A las folclóricas así se les pone la sonrisa como toda una octava, la bata de cola se les hincha como un foque y creen que una dignidad de teatros de la ópera y de batutas de plata desciende sobre el clavel del canalillo igual que en una coronación. De Isabel Pantoja en Rusia se me ha quedado, más que otra cosa, la imagen del piano junto a ella como un catafalco y de la orquesta detrás formando cortina. Algo como demasiado escenario, demasiado dorado o demasiado violonchelo para tan pequeña cosa, ese querer ser sinfónica con una música suya que es de tendedero. Isabel Pantoja se fue a Rusia en una especie de misión cristiana de lo español o lo andaluz. A las folclóricas les gusta sentirse internacionales, pero es una internacionalidad de cocinera o lateral izquierdo, que no es cosmopolitismo sino un trasplante de su barrio en las tundras o las Américas. Hay una universalidad de lo andaluz, que puede ser el flamenco, que suena igual en cualquier punto del planeta porque es arte. Pero luego hay un andaluceo intransportable, que son esas tonadas de la radio local y esa estética de su virgencita que fuera de aquí sólo quedan batusi. En la tele hubo polémicas sobre el lleno del teatro y las entradas regaladas. A mí sólo me recordó ese catetismo del que sale fuera y cree que le entienden los chistes y los majados de su pueblo.

Serenidad parlamentaria. “Con plante serio y muy formales, tal como invita la serenidad de la cámara andaluza, así hemos visto a estos 60 estudiantes que se han convertido en diputados por un día”. Así presentaba el locutor de las noticias de Canal Sur ese día Disney del Parlamento Andaluz, ocupado por chiquillos. La serenidad del Parlamento, ¿será por el sueño, la parálisis y los ecos en los que se resume su actividad? ¿Será la serenidad de algunos al votar con los pies sin inmutarse? ¿La serenidad con la que Chaves torea las preguntas sobre la deuda histórica o sus hermanísimos? ¿O la serenidad con la que salen casi menos leyes que comisiones de investigación? Piensen serenamente.

13 de noviembre de 2006

Somos Zapping 12/11/2006

El bote de fideos. El programa duele desde el nombre, ese nombre que lo enmarca todo de lástima, conmiseración, excusa, condescendencia. Pobres e incultos, lo que nos queda es ser “buena gente”, qué tristeza. La buena gente, el aprovechamiento con otros colores de los mismos viejitos de Juan y Medio, sigue sacándonos la grada de lo que somos, esas personas para las que un autobús es una aventura, la televisión un ovni, cada palabra un ovillo. El andaluz medio, ajeno a las modernizaciones y los vértigos estatutarios, ingenuo, iletrado, con su cesta del pueblo, con su cuchara de palo, con su risa de niño. No tienen ellos la culpa de nada, sólo van en su desnudez hacia esa máquina política que los utiliza como bienaventuranza bíblica, para que esta tierra sea feliz sintiéndose ignorante. Hace poco, hablaba yo con alguien que trabajó en educación de adultos y reconocía que si la Junta les retiró el apoyo fue porque en Andalucía no podía haber “oficialmente” analfabetos. No, no hay analfabetos, sino quizá sólo buena gente, como los llaman en ese programa, aunque el otro día, frente a un bote de fideos, la realidad les pisoteó los eufemismos. El concurso era tan sencillo como tonto. Los participantes tenían tres oportunidades para acertar cuántos fideos había en un bote, con Ismael Beiro aclarando si la cantidad real era mayor o menor que la dicha. Vean cómo quedaron ante tamaño desafío una señora y un señor sacados del público: Cuando Beiro les aclaró que la cantidad estaba entre 2.000 y 3.500, el señor dijo 12.000 ¡dos veces! Entre 2.400 y 3.500, la señora dijo 2.350 y, al segundo intento, 2.200. Desperdiciadas sus oportunidades, se dio paso a otra señora al teléfono. No mejoró lo cosa, porque entre 2.450 y 2.750, optó por decir que había 2.100, y entre 2.450 y 2.600, le pareció oportuno arriesgarse con 2.325. El presentador se daba cabezazos contra el atril y yo me hundía de vergüenza y pena en el sofá. No hay analfabetos, sino buena gente. Así los llaman los canallas que se aprovechan de ellos, para el share o las elecciones.

El modelo. Cumpleaños de payasos, del hombre de la luna, de presentadores con bigotazos, de niños de San Ildefonso, de fantasmas de Don Juan en los platós. El 50 Aniversario de Televisión Española anda sacando las trencas y los tricornios, las pesetas y los turrones, de sus cámaras como molinillos de café. Pero el malvado truco de la nostalgia no nos puede y, sin desmerecer algunos inolvidables programas de los que hablan como de esa buena música que ya no se hace, lo que recordamos es que poco ha tenido de modélica esta televisión pública. Cuando fue única o no, desde el franquismo como su zarzuela hasta los informativos del tardofelipismo y los otros de Urdaci, siempre funcionó de orquesta del poder político y ni los electroduendes ni Balbín acallan eso. Hace poco, La Sexta se paseaba también por ese barco hundido de la televisión antañona y la quiso comparar o enfrentar a esas hijas magras que empezaron a ser las autonómicas. Hasta Tom Martín Benítez salió elogiando lo pequeño, lo local, que él mejor que nadie ha acabado convirtiendo en el ángelus de un patrocinio político. Pero he aquí que una chica de TV3 elogiaba a Canal Sur de esta manera: “Un cuerpo y una personalidad muy especial, tienen esos tipos de programas de risa, que se ríen ahí, de chistes andaluces, y tienen audiencia y les va bien”. Sí, cómo nos reímos y qué bien nos va. A la vanguardia del chiste. Ya somos, como quieren nuestros políticos, un modelo.

Mejor que Lopera. Tengo varias vergüenzas donde elegir para rematar esta columna, y podrían ser María Jiménez vestida de muñeca rosa contando el chiste de los centímetros del marido que le impiden aparcar bien, o el último espectáculo de Lopera “en estado puro”, que decían en Telecinco. Pero prefiero rescatar del vídeo un programa de 59 segundos porque la vergüenza que dan los políticos siempre es mayor que la que dan ciertos payasos. No hace mucho, hablando sobre la corrupción municipal, Ignacio Martínez, del Grupo Joly, decía esta verdad como un martillazo: “Los gilistas han subastado los ayuntamientos con todos los partidos”. Y ahora, que unos pregonen pactos y otros clamen a la justicia. Ni Lopera supera este bochorno.

6 de noviembre de 2006

Somos Zapping 5/11/2006

El Verbo del Estatuto. Con cócteles como fuentes, con políticos de piñata, con orfeones de micrófonos, con periodistas de barandilla, el Estatuto era un transatlántico iluminado llenando la televisión andaluza. Ese texto pastoso, grandilocuente, geomorfológico, agramático, plumífero, achampanado, nos va a salvar de todo sin más que cantarse a sí mismo y Canal Sur se derretía en otro día histórico. Puedo imaginar sin dificultad dos palabras (“listas abiertas”) que harían por la Democracia y por el progreso mucho más que ese largo trenecito de esencias clorofílicas, derechos que ya hay y regalos por venir que han enganchado los políticos. Pero no, la política nos tira a la cabeza más letras que ganas, nos regala como collares unas subordinadas mal escritas y ese día histórico, plantado igual que un obelisco, lo que significa es que nuestra clase dirigente tiene una nueva canción de moda con la que seguirán haciendo lo de siempre, pero ahora más agotados y heroicos. Sí, me abate el escepticismo, que es lo que da el resabiamiento de una política hecha marketing, floricultura y comida para los pececillos que somos los ciudadanos. Una fiesta sin bragas, un sol de borracho, una exposición de platería y una política de manguera es lo que veía yo en la celebración, en la complacencia, en el júbilo salvífico del Estatuto esparcido por la televisión autonómica. Un jolgorio de todos los géneros igualados, de todos los enfermos curados, de todos panes multiplicados, de todos los prados refrescados, de todos los niños informatizados. El Verbo del Estatuto los creaba al nombrarlos y eso es una nueva religión más que una nueva certeza.

Corro de unanimidades. Ya no es suficiente ver guapa a Mariló Montero, vestida de maga o de cortina. Mejor lo hablamos tiene unos programas de peluquería y otros de publirreportaje que ya no se aguantan ni aunque unas cejas de morena nos los adornen como abanicos. En sus días de peluquería, debaten sobre si vivimos por encima de nuestras posibilidades o si los gays pueden adoptar niños; en los de publirreportaje, se ponen las gafas de la Junta abombando Andalucía. En cualquiera de los dos casos, es insoportable. El otro día tocó publirreportaje, la enumeración de las bondades sociales del Estatuto como el recitado de unos afluentes. Periodistas de la casa, un miembro (o miembra) de ese órgano subrayador que es el Consejo Consultivo, varios convencidos de la profecía estatutaria, beneficiarios de su áurea lluvia y hasta un investigador de células madre. Ni una voz crítica. Un debate sin debate, un corro de unanimidades. Sólo el investigador dijo que a las células madres todavía le están buscando las patitas y que hace falta más desarrollo y financiación que otra cosa. “¿Por qué estamos en la vanguardia?”, preguntaba tendenciosamente Mariló Montero. “¿Acabará el Estatuto con la violencia de género?”, sobreimpresionaban en la pantalla. Y si la conversación se salía mínimamente de esta melaza, la moderadora levantaba las manos para clamar que “no queremos hablar de la política, queremos hablar de los aspectos sociales”. Mujer, claro, ¿cómo hablar de política en un debate sobre el Estatuto? Así, se mencionó a un Lorca que podría proclamar ahora sin miedo su “amor oscuro”, salieron enfermitas que serán curadas por imposición de manos Chaves y pusieron el doloroso vídeo de Michael J. Fox para demostrar que “mientras estamos en la vanguardia, en otros países se suplica” (Mariló Montero dixit). Y por supuesto, en la calle estaban interesadísimos e identificadísimos con el Estatuto. Todo lo salvaba este texto mágico, moribundos, bosques, escolares, gays, hambres y pronombres, en un debate que era sólo una reverencia.

Truco subliminal. Qué imagen, que breve metáfora significando tanto. El truco, la manipulación, la mano que cambia algo que parece intrascendente pero que no debe serlo para éstos que lo miden todo. En Mejor lo hablamos entrevistaban a María del Mar Moreno y, de un plano a otro, ¡vimos cómo su lunar cambiaba de lado de la cara! Habían simulado dos planos montando una imagen especular del único que tenían. ¿Para qué? ¿Qué enseñanza subliminal querían transmitir? ¿Un Estatuto a derecha y a izquierda? Qué no harán los trileros de Canal Sur si son capaces de gastar tiempo y cintas en esta desconcertante pequeñez.

30 de octubre de 2006

Somos Zapping 29/10/2006

Entrevista a Santa Claus. Esta columna está dedicada a la televisión, pero la radio se ha merecido que, esta vez, hagamos la excepción de concentrarnos exclusivamente en ella. Canal Sur Radio es como la hermana cieguita de la familia RTVA y, aunque no tiene primeras filas de marujas, es igual de efectiva pues te da de comer los potitos del sociatismo por la mañana y hace que en el coche la Junta te acompañe como un San Pancracio en el salpicadero. Tom Martín Benítez es el que abre cada día la casita de chocolate de Andalucía, sonando a campanillas, y esta semana nos ha regalado una entrevista a Chaves que fue algo así como la entrevista del reno Rudolph a Santa Claus. Si Tom Martín Benítez fue capaz de decir que la voz del consejero Perales le recordaba a la de Alejandro Sanz (hay un memorable Lapidario bobo con esto), imagínense con Don Manuel delante y en un “día histórico” de los que gusta La Nuestra. Pues eso, dirigiéndose a él como a un padrecito, como a ese maestro bueno que todos hemos tenido en el colegio, (“Don Manuel, presidente...”), hablando como arrastrando sus trineos o sus carritos de piruletas, desenrollando la lengua como las alfombras, el acuerdo sobre Estatuto parecía su boda con Chaves. “Tenemos acuerdo, y llueve, y tenemos un superávit del 1,2 para que nos paguen la Deuda Histórica... Hemos tenido días peores, presidente...”. Ya se notó desde este comienzo que la entrevista no iba a ser precisamente audaz. Y pido atención para la manera de utilizar la primera persona del plural, ese “nosotros” que lo abrazaba a Chaves, junto con toda la audiencia, uniéndolos con el mismísimo espíritu de Andalucía en una gloriosa y viril melé. Así, el triunfo, la ascensión a los cielos autonómicos, el Santo Grial encontrado en un aljibe, tintineraron entre la baba y el pavo durante más de media hora de corro, de mayordomismo y de fiesta floral.

Las dos claras. “¿Qué sintió en el momento en que dijo 'ya, sí, hay acuerdo' ?”, le preguntaba Tom Martín Benítez al presidente como una cuñada a una parturienta. Y Chaves, sin salirse del camino de baldosas amarillas dispuesto para él, hablaba del Estatudo de máximos, de los instrumentos que tendrá Andalucía y uno creía oír, de fondo, algo que imaginaba como las orejas de Tom Martín aplaudiendo. Chaves dejó varios de sus inefables momentos, que son como los de Boris Izaguirre. Afirmó que este Estatuto era “el Estatuo que nos hemos querido dar los Estatutos” (sic). También, muy consciente de sus responsabilidades de gobierno, aseguró que iba a presentar a la oposición “cinco temas para que puedan ser objeto de pactos: el tema del agua, la educación, inmigración, la radiotelevisión andaluza, y el quinto ahora mismo no me acuerdo...”. Y el remate, hablando de la corrupción en los ayuntamientos, que por cierto a él le parecía cosa de “dos o tres concejales”: “Yo tengo dos claras... tres cosas claras...”. Y las tres claras eran que “el ordenamiento urbanístico en Andalucía está bien regulado” (toma ya), que “no se puede decir vamos a quitarle las competencias a los ayuntamientos” y la tercera... no la dijo o quizá la mezcló con la primera, que ya vemos cómo es él con las enumeraciones. Y Tom, ay... ¿Qué periodista es capaz de hacer una pregunta sobre corrupción urbanística así?: “Presidente, la presunta situación de corrupción en los ayuntamientos, caray...”. ¿Caray? Me recordó a aquel tebeo tan facha de Roberto Alcázar y Pedrín, donde se aporreaba españolísimamente pero luego decían “ostras”. Pero aún se puede ser más ñoño. Por ejemplo, terminando la entrevista de esta manera: “Hay que ver cómo es de bueno el césped del campo del Recre, pa lo lo mal que jugaron los dos equipos, pero vaya pedazos de cuidadores que tienen...”. Así, con el colegueo futbolero, como yéndose ya para las cervecitas, recogieron los baberos y dieron paso a muchas noticias sobre el vendaval. Por una vez, la radio ha matado a la estrella del vídeo. Y es que la sumisión, el lacayismo y la obscenidad abarcan en la radiotelevisón pública andaluza todo el espectro electromagnético. La semana que viene volveremos a la tele. Hemos descansado los ojos, pero no la indignación.

23 de octubre de 2006

Somos Zapping 22/10/2006

Psicofonías. Vampirizado por el traje, maquillado de piedra, recorrido por arañas, mete el miedo de los cementerios, de las calabazas, de los ojos de los cuadros y de las telas por la cara. Anthony Blake es un ilusionista que tiene la medida y el porte de un ataúd de pie y pronto ha aprovechado eso para pasar de los trucos de sombrero a aventar fantasmas. Los espiritismos de quinqué, las brujerías mesmerianas, los ovnis que se meten por el culo, la cacharrería de los fenómenos para anormales, los misterios de los idiotas... Anthony Blake les pone música de catacumba, voz empalada y unos movimientos de cuello como una tortuga sobre una lápida, y con esta tomadura de pelo se lleva el dinero del contribuyente. El programa se llama Tierra de nadie, y sí, se emite en Canal Sur, que ya sabemos que considera parte fundamental de su labor de servicio público el fomento de la estupidez. El otro día, mismamente, se fueron a buscar fantasmas de pueblo, esos que hacen mugir a las vacas. A la tumba de una chica muerta el día de su boda, el “equipo de investigación” del programa le puso un micrófono para preguntarle si la habían enterrado con su traje de novia, que es lo que cualquiera querría preguntarle a un muerto. Por supuesto, consiguieron la “psicofonía”, “una voz del más allá –explicaban-- que el oído no capta pero sí las grabadoras analógicas o digitales”. Ya ven, los muertos se toman la molestia de aprender la complicada codificación digital y saben pasar sus delirios directamente a formato wav o mp3... En fin, que la “psicofonía”, que sonaba sospechosamente con voz de actriz que anuncia cereales de fibra, bien impostada y ensayada, contestaba poco después según el guión: “Si, sí. Con el mismo...”. Pero atentos a los comentarios del “equipo de investigación”: “Es que estas cosas impresionan por la inteligencia que vemos...”. Sí, sorprendente la inteligencia de los muertos, mayor que la de muchos vivos sin duda. A esto es a lo que, en la presentación que hace Canal Sur en su web, le llaman “un planteamiento serio”. ¿Qué hace la televisión pública sufragando semejante estafa? Ah, “el misterio de lo inexplicable”.

Detrás. Por detrás, siempre por detrás, a la espalda de todo, llegando como el último atleta canijo. En números, en artefactos, en estética, la Andalucía con la lengua fuera no deja ni aun así de parecer un carretón. La modernización que nos vende Tecnópolis resulta que es una compota de castañas, el 30% de pobres que nos anunciaron sin susto los informativos nos llena de mendrugos los ordenadores, que todavía se nos asemejan a lebrillos, y para sacarnos una novedad como las células madre, tienen que dejar sin pintar los hospitales, que cuando los visita Chaves como aquellos gobernadores civiles, han de ordenar un zafarrancho. El paso por detrás, la carrera de los torpes, y un ambiente de cocina de formica, de estar dentro de algo de Garci con pantaloncitos cortos, de haber caído por el embudo del tiempo, en todo, en la política, en la economía, en la decoración. Ese dolor, ese ahogo... Me pasó hasta con el programa El musical, que conduce la finojosa Mar Vega. Ahora lo han transformado en un concurso como los de las películas de Joselito, donde el folclore de la tierra, la canción de las barberías, salva de los piojos a los lugareños. Esta maldición, esta enfermedad, este algo que no se nos va, este barro en la cara, este musgo en los dedos. Por detrás, siempre por detrás y contentos. Esa es nuestra realidad nacional. La otra, la de los políticos, no existe.

La foto de Andalucía. Tocando en calzoncillos, eran el portal de Belén de lo que somos. Desnudos y pobres, una comparsa de Lepe posaba para un calendario en Andalucía Directo. Les faltaban 3.000 euros y, aun en esta tierra que la propaganda de los políticos ha convertido en un valle de hojaldres, sabían que sólo les quedaba el concurso de Mar Vega o despelotarse. 3.000 euros para el carnaval. Lo que sea para la juerga, eso que no falte, por una feria o por una virgencita. Eran la foto de Andalucía, riéndose de sus pellejos, hambreando con guitarras, pidiendo para vino.

16 de octubre de 2006

Somos Zapping 15/10/2006

Operación clon. A la gente le suena a helado de la ciencia, a marciano cultivado, a hijo con escafandra, a campanazo de los laboratorios. Los clones se han convertido en moda o han fundado ya una época, como sucedió con los dirigibles, y la tele los aprovecha hasta para titular sus producciones. En un Canal Sur donde todo es repetición, que sólo tiene los moldes amazapanados del graciosismo, del folclore y de la propaganda política, un programa que se llame Operación clon es una redundancia, además con nombre tonto. Superado el concursito de cuentachistes, la novedosa evolución consiste en buscar imitadores por los bares y las oficinas y hacernos una larga y cansina pajarería a costa de malas copias de Dinio, de Gracita Morales, de Manolo Escobar, de la Duquesa de Alba y así. Un desperdicio del desparpajo natural de Santi Rodríguez y del talento y el encanto de Esther Arroyo, que tenía que forzar la risa cuando un Chiquito de la Calzada engomado y más falso que Milli Vanilli (perdón por la licencia paródica) volvía a contar el chiste del recién nacido que era una oreja. Menuda novedad para la temporada. El travestismo del ridículo, la risa por la pata abajo, la gracia del lorito, ese eterno tope del andaluz a la medida del público que quieren. ¿Les suena de antes? Sí que les ha salido un buen clon.

Vaticanismos. También llegaron al nivel celular en la conversación que mantuvieron el otro día Monseñor Amigo y Joaquín Petit. Entre una espesura de papados, dineros de Dios y acuarelas del Espíritu Santo, la ética de las mitocondrias reclamó su sitio en el coro. Como era previsible, Petit dejó caer el logro autonómico de las células madre, algo así como si la Junta hubiera tenido para la ciencia un parto de araña, y el cardenal volvió a insistir en ese argumento tan ufano de la dignidad humana, que, curiosamente, a ellos les sirve mucho para decir que todo es pecado (la libertad, la vecinita o un conglomerado de células), pero menos para evitar el sufrimiento y la muerte. Esperaba uno algo más de ese ajedrez entre un progre y un papable, pero sabemos que estos progres de pega se arrugan mucho ante las sillerías de Cristo. Petit estuvo acobardado y preguntaba como confesándose, mientras Amigo se ponía sentimentalón y ecuménico y hasta mencionó aquella película, Las sandalias del pescador, tan bella como imposible. Con las células y con la política, Amigo se escurría y se latinizaba por ese largo plató que le han puesto a Petit como una piscina olímpica para él solo. Y sin embargo, cierta sintonía, cierto hermanamiento en los gestos, en el lenguaje o en la manera de compartir el color negro, algo que al principio no fui capaz de identificar, me produjo desasosiego. Luego me di cuenta. Sentado ante un cardenal, esfinge mirando a esfinge, lo que yo había notado era ese otro vaticanismo del régimen que nos gobierna en Andalucía. Dos papados se hablaban entre visillos y es verdad que sus voces sonaban al mismo recitativo.

Sucesos. Me está gustando el aire de los informativos de La Sexta, y la clave creo que está en que hacen un verdadero periódico hablado, con todos los filos de la política desde el primer minuto, con la actualidad bien pesada en crudo y llamando a las cosas por su nombre, verbigracia, metedura de pata a las meteduras de pata. Además, si se han fijado, no hay sucesos... Mucho se habla de la manipulación política de los informativos en las cadenas públicas, y parece que eso se limita sólo al sesgo de las noticias o a la presencia en número o en guapuras del poder. Pero también está esa sutileza de la estructura del informativo mismo, en la propia consideración de lo noticiable y su gradación. Los informativos de Canal Sur son un magnífico ejemplo. Estando la política como está, veo cómo empiezan con la “tragedia familiar” de un coche volcado o con escopetazos en Castellón. Casi peor que la intención de una sociedad dirigida, es la de una sociedad desinformada. Transmitiendo que los problemas están antes que nada en los chocazos y en el azar del butano o la naturaleza, se va quitando al espectador el poder o la costumbre del análisis y de la decisión sobre lo que acontece. El suceso es la noticia absolutamente pasiva y por eso les gusta tanto. Nos convierte en mirones callados. Eso es lo que quieren.

9 de octubre de 2006

Somos Zapping 8/10/2006

El bigote. Juan y Medio ha dejado la programación de Canal Sur sin bigote. Miraba uno el periódico cada día y ahí estaba ese bigote repetido, ese bigote abanderado, ese bigote de forzudo, un bigote que hacía guiños y escaleras en los horarios, un bigote que se leía y que era eso de ver tantos programas con el “y medio” añadido. Eran espacios sumados a sí mismos, estirados un paso adelante o un cuello hacia arriba, que a veces nacían de un pelo arrancado de este hombre hecho exvoto, relicario o clon. Todo se articulaba alrededor de ese bigote y por eso ahora a la programación parece que le falta un verso, un estribillo o un soldado. Pasó igual con Agustín Bravo, que también llenaba todo con el latiguillo de su apellido y cuando se fue dejó La Nuestra algo así como sin mentón o sin loción de afeitar, que es a lo que suena él. Juan y Medio ha sido en Canal Sur como el hombre franquicia que dicen en la NBA, haciendo horas y horas de programas empalmados y galas un poco ciclistas, siempre con una paciencia o una resignación de barrendero en una calle larguísima. He comentado otras veces que Juan y Medio quiere tener la gracia del camarero chistoso y a veces le sale y otras no, que ya digo que son demasiadas horas sacándose cosas del chaleco y del bigote. Pero lo que fallaba y lo que avergonzaba no era tanto él, ni siquiera su abuso, sino el concepto o la intención de sus programas, que hacían de capilla, de escuela y de premio para la vulgaridad. Se ha ido para retomar un clásico, El precio justo, haciendo la competencia a sus sustitutos. En Canal Sur se ha quedado sólo con sus niños repipis, que me ponen nervioso como muchos animalitos escapados, y con los que sigue practicando el feo pecado de un canterismo del andaluceo, con pequeños chistosos, toreritos, capillitas, chirigoteros y caballistas, los mini-yos de nuestros tópicos. Punto y medio ahora se llama La buena gente, Punto y medio, el musical es sólo El musical. Él se ha llevado su bigote pero no han cambiado las intenciones. Es un modelo que sirve aun con otra talla y otra peluquería.

De Madrid a la caverna. Consuelo Berlanga no se ha quedado, se ha ido con su cesta de madejas de lana, que es el tipo que se le ha ido poniendo a esta mujer que fue chica Hermida y que ha terminado pareciendo su Penélope en camisón, maquillándose para antiguos fantasmas y fotos. Para darle la pastillita a los viejitos en La buena gente, pues, ha llegado Alicia Senovilla, auxiliada por Ismael Beiro y Toñi Moreno. El concepto del programa no ha cambiado mucho aparte de sacarnos el ambiente de fiambrera de los autobuses del público (“qué bueno es Canal Sur que nos lleva de excursión” o algo así, suelen cantar) y jugar un poco con la baraja de más presentadores. Alicia Senovilla, sin embargo, sí ha aportado un nuevo grado de vergüenza, hasta llegar esta vez al insulto. La presentadora madrileña ha hecho casi de todo en los subterráneos de la televisión, ha conducido talk shows y ha lanzado sus preguntas con electricidad en las cejas en ese bodrio de La hora de la verdad. Pero nunca la vi en estos programas hablar como lo hace en Canal Sur. Y es que le parece que para ponerse al nivel del espectador andaluz, lo que hay que hacer es hablar basto. Así que ella se hace basta, con intención y entrenamiento, basta forzada y por empatía, y dice a boca llena, remarcando las sílabas con voluntad de acercarse a nosotros, “pa mañana”, “po no”, “uno mimmo” y “autobú”. No, hija, no hace falta que nos intentes hablar como Audrey Hepburn en My fair lady ni como la Juani de Médico de familia. No has descendido de Madrid a una caverna, te entendemos perfectamente si hablas tu castellano de siempre y no tienes que regalarnos como una simpatía eso de ser tan bruta como tú supones que debe ser el andaluz.

Logo. Estallaba el verde, un verde Cherenkov, tras las cabezas de las promesas patrias de la musiquilla, en el escenario megalítico de la propaganda. La fiesta del Fiesta, de nuevo, y el ambientillo juvenil, el buen rollito como excusa para el fin verdadero que se revelaba efervescente. El verde, el logotipo de la Junta llenando la pantalla del escenario. Lo demás era un caro relleno que otra vez pagábamos todos.

2 de octubre de 2006

Somos Zapping 1/10/2006

Fanáticos en la ópera. La Deutsche Oper de Berlín nos quedaba lejos como el Valhala, pero los dioses cogidos por las orejas o metidos en peceras pueden obrar el milagro de acercar la ópera a los titulares y hasta sacarnos por analogía vergüenzas patrias. Y no me refiero al panorama operístico andaluz, con ambiente de quinqué, pocos teatros y ayudas, repertorio de 40 principales y demasiadas producciones con los lanceros prestados, las orquestas abandurriadas y las sopranos flacas. Tampoco llega el tema aquí para quejarnos de que Canal Sur no tenga un programa dedicado a la música seria, mientras todas las tardes unas vecinas cantan copla como cocineras y unos grupos de sevillanas que parecen sentados en la barbería se empeñan en poetizar a su patrona y a su Andalucía metida en aceite. No, no es eso. En Berlín han cancelado el Idomeneo de Mozart porque el montaje, que es de esos modernitos que lo mismo visten a Eneas de guardia jurado que colocan a Don Giovanni en un puticlub, mostraba las cabezas cortadas de Poseidón, Jesucristo, Buda y Mahoma, y a algunos se les ha movido enseguida el vientre, bajándose por ello los pantalones. Demencial. Cuando la autocensura llega al arte, es que hemos perdido ya toda dignidad. Pero a lo que íbamos. Comentaba con guasa Eva Hache en su programa la noticia cuando llamaron al barítono malagueño Carlos Álvarez para que diera su opinión. Y el cantante nos sorprendió contándonos que él también había vivido una situación parecida... ¡en Sevilla! Fue por un Otelo en el que a un personaje (Yago, que yo recuerde), durante un brutal anticredo que entona, se le hacía escupir sobre un crucifijo. Bastó eso para que Sevilla decretara excomuniones y encendiera las piras. Ni siquiera distinguían al personaje del intérprete, como les ocurre a las marías con las telenovelas. No vemos mucha buena ópera aquí, pero, eso sí, nuestros fanáticos inquisidores se acercan al nivel que exige este nuevo y escalofriante milenio de principios y libertades perdidos.

Musiquita. Bisbal, niño Jesús de la canción pachanguera, andaluz que se volvió como mulato, ése y no el de la ópera es nuestro nivel musical, junto con el organillo de los patios y el arte de los pies en la palangana. No sé qué tendrá Bisbal de interés público para que la Primera de Televisión Española programe en prime time (sí, como Canal Sur con Doraemon) una gala de duración wagneriana para que presente su último disco galletero. Pero al menos a Bisbal se le ve venir, se asume su chiquillería y su intrascendencia. En otros programas no ocurre esto. Mi favorito es Mil y una músicas, donde la oscuridad, los saxofones y los tipos con sombrero se presuponen vanguardia y calidad. A uno de ellos nos sacaban no hace mucho, un tal Junior que hace un rap cansino que suena como si se despertara de la siesta preguntando qué hora es. Junto con Marchena, otro de esa vanguardia de sofá, se marcó un batiburrillo que sólo rozaba de lejos el flamenquito más flojón imaginable, pero que al programa y a David de María le parecía una jam session de bluesmen en Mississippi. Mucho peor que los gorgoritos rizados de Bisbal, del tamaño justo para encajar en los ombligos de las niñas, es esto, la flojera pretenciosa, la vulgaridad engolada, el repompeo etnicón de lo andaluz.

Felices. La felicidad, ay, qué fácil. Usted no es feliz porque no quiere. Quizá es de esos pobres de Andalucía que tiene que quitar al niño del colegio, o le agobia no encontrar casa, o no llega a fin de mes. Nada, Salud al día, ese nuevo programa de los Teleñecos, nos da la receta para la felicidad. Ir con la familia a ver animalitos, pádel al aire libre, comer chocolate, la risa, la amistad, una “sencilla muestra de cariño”. Dicen que la ignorancia es la felicidad. La simple idiotez también ayuda.

Y los ganadores son... Los del Río. Este dúo inefable ha triunfado en nuestra encuesta para elegir a los andaluces que más nos avergüenzan en televisión (somoszapping.blogspot.com). Tras ellos, Lopera, Chaves, la familia Janeiro, Carmen Calvo y Los Morancos. Comenzaron con fuerza las folclóricas, pero luego han ido ganando posiciones los políticos (Arenas ha empatado con Chiquito del Calzada). Iremos pensando el premio.

29 de septiembre de 2006

El blog continúa

Ha finalizado la encuesta para elegir a los andaluces que más nos avergüenzan en televisión, objetivo primero de este blog, pero pretendemos que esta página siga viva.
A partir del próximo domingo, los artículos de Somos Zapping se publicarán aquí también, con la intención de que puedan ustedes participar con sus comentarios, críticas y sugerencias, ya sean sobre los artículos en sí o sobre la imagen de Andalucía que nos ofrece la caja tonta.

28 de agosto de 2006

Encuesta: Los andaluces que más andalucean

Cerrada la encuesta para elegir a los andaluces que más nos avergüenzan en televisión, estos son los resultados definitivos.
Aunque no se admitirán más votos, pueden seguir dejando aquí sus comentarios.
Gracias por su participación.


Resultados definitivos (a 28 de septiembre)


1. Los del Río
2. Manuel Ruiz de Lopera (a 32 pts)
3. Manuel Chaves (a 53 pts)


4
Familia Janeiro -61
5
Carmen Calvo -74
6
Los Morancos -79
7
María Jiménez -91
8
Isabel Pantoja -92
9
María del Monte -95
10


Las Carlotas

-98

11
José María del Nido -100
12
Gaspar Zarrías -112
13
Farruquito -114


Juan y Medio -114
15
Magdalena Alvarez -116
16
Jaime Ostos -129


Kiko Rivera -129
18
Paz Padilla -135
19
Alfredo Sánchez Monteseirín -137


Carmen Sevilla -137
21
Bertín Osborne -151


El Cordobés (padre) -151
23
Jesulín de Ubrique -157
24
Chiquito de la Calzada -160


Javier Arenas -160

Bienvenidos

Bienvenidos al blog de Somos Zapping

Este blog se ha creado como complemento a la página de Luis Miguel Fuentes, con la finalidad de que los participantes en la encuesta que venimos realizando para elegir a los andaluces que más nos avergüenzan en televisión puedan a partir de ahora hacer públicos sus votos y comentarios, si así lo desean.

Para participar en la encuesta, elabore una lista de sus candidatos, ordenados de mayor a menor bochorno, y cuélguela aquí como comentario, o bien, si prefiere que sus votos no se hagan públicos, envíela por correo a somoszapping@ono.com.

Los resultados se irán actualizando tanto aquí como en www.geocities.com/lmfuente/encuesta.html

No dude en dejar aquí cualquier otra observación o crítica que considere oportuna.

Esperamos su participación.