31 de agosto de 2011

Somos Zapping: El gazpacho de Canal Sur (29/08/2011)

Autocrítica. Lo llaman filosofía del “enterismo”, o sea la de los “enteraos”, y aquí tiene dos ramas: la gaditana y la sevillana (ay, Fernando Villalón). La gaditana nos la retrató como nadie el grandísimo Selu y la sevillana, o mejor sevillí, es cosa de Rafi y Fali. Rafi y Fali empezaron con la cervecita en Youtube y llegaron a que los entrevistara Buenafuente. Lo suyo es una mezcla de guasa, gracia y absurdo muy por encima de ese humor gastrointestinal, monicaco y de pelopicha tan habitual aquí. No llegan a la finura de Ángel Garó, ni a la genialidad de Los Morancos, pero se alejan del típico chistoso patán andaluz, cosa que se agradece. Por cierto, ¿acabo de escribir “genialidad de Los Morancos”? Sí, es verdad, con Los Morancos tengo un conflicto, porque sólo ellos pueden ser tan horrorosamente vulgares como gloriosamente sublimes. El otro día los vi en el programa De lujo y, al recordar su Rosita de Jericó o sus imitaciones de Jesús Quintero y Rocío Jurado, con las que es imposible reprimir las carcajadas, uno no puede sino reconciliarse un poco con ellos. Pero hablábamos de Rafi y Fali, porque ahora hacen un anuncio de verano para Canal Sur en el que por fin aparece algo de autocrítica, de esa risa a costa de uno mismo que siempre es la más sana, la que define de verdad el sentido del humor. “Canal Sur se repite más que el gazpacho”, dicen estos filósofos de velador, cachondeándose luego de Chuck Norris y de Juan y Medio. Y hasta dejan esta bomba para leer entre líneas: “Si repite hasta el telediario”. ¿Interpretamos que siempre cuentan lo mismo y hacia el mismo lado? En todo caso es osado y refrescante, aunque haya tenido que venir un poco de fuera, de la calle, de una valentía y sinvergonzonería ajena a los despachos de la RTVA, la de estos dos compadres que van a su aire. Autocrítica por fin, algo impensable en esta televisión nuestra hasta este destello leve pero significativo. Claro que todavía no podemos soñar siquiera con que aquí sea posible algo como lo que vemos por ejemplo en la ETB, esos maravillosos caraduras de Vaya semanita que no sólo se atreven a entrar a saco en la política, sino que se ríen sin complejos de las esencias y los tópicos de lo vasco. La autocrítica y el sentido del humor al mirarse a uno mismo no sólo nos hablan de la altura y la madurez de una televisión, sino de toda una sociedad. La altura y la madurez que no tenemos aquí. En Andalucía, lo que no es halago chovinista es insulto. Y eso, lamentablemente, no lo van a arreglar Rafi y Fali. Pero se agradece el intento.


Papeles. Los de Fairy parece que han decidido que ya puede fregar los platos cualquiera y que los andaluces no somos ese pueblo al que se le encargó el ministerio de exprimir bayetas y recontar centimitos. Han quitado de su anuncio el acento andaluz de imitación, los actores han quedado con sus voces verdaderas sin denominación de origen y el mundo de las cocinillas ha expandido sus fronteras. Ahora sólo queda ése otro de cremas para el pelo de Pantene, en el que, tampoco sé por qué, han escogido a unas andaluzas pijas para asombrarlas con la suavidad del producto. Y sí, en el anuncio se hace hincapié en que son andaluzas. No sé si es porque aquí aún nos maravilla lavarnos el pelo, porque las pijas andaluzas tienen una relación especial con sus rizos y sus potingues antropológicamente distinta a la que se da en otros lugares, o qué. Ignoro lo que dirían las mujeres catalanas o gallegas al verse el pelo tan sedoso, pero no me imagino qué diferencia a la andaluza acariciándose la melena de otras españolas en la peluquería. La andaluza fregona o la andaluza presumida... Parecen dos personajes de la misma obra de los Álvarez Quintero. Debemos de ser la única región que tiene ya sus papeles asignados en el teatrillo nacional.


Dolor de cabeza. Está bien que Roberto Sánchez Benítez nos advierta de antemano sobre el tostón de sus programas y lo molesto de su insistente repiqueteo de Pájaro Loco innovador en nuestra mollera. Pero yo que él, intentaría venderme un poco mejor. “Dolor de cabeza, verano y calidad de vida, este sábado en Salud al día”, nos anunció. A veces, sólo la ingenuidad de esta gente supera su ridiculez.


Que cante el toro. ¿Ha usado ya Enrique Romero todas las combinaciones posibles de folclore y establo? ¿Ha superado en este sentido a Salvador Távora? Ya jugamos una vez a imaginar emparejamientos entre toros, gitanas, caballos, guitarras y así. Pero lo de cantante y torero, no lo vi hasta el otro día, en las repeticiones de Hace falta valor que ponen en Canal Sur HD (canal en barbecho todavía, por cierto). Cantaba Manuel Orta y José Padilla bailaba con la muleta. Ya sólo les falta que cante el toro, pero al tiempo...

Los días persiguiéndose: Boda de Cayetana (26/08/2011)

Será un casamiento de postín o será el ayuntamiento de dos bolsas de agua caliente, que es lo que parece el matrimonio a cierta edad, pero el amor ya se sabe que no conoce barreras. Los duques y las pastoras, o al revés, tienen más literatura que las guerras, y eso es lo que me parece, sobre todo, el asunto de la boda de Cayetana, literatura pura. El romance, antes de ser lío, revolcón o cuerneo, fue el verso, el sentimiento, la espontaneidad y la maravilla con que se expresaba la propia juventud de una lengua a través del pueblo. Ahora no hay juglares ni ciegos con cordel, sino el Hola y Telecinco, pero tampoco ha cambiado tanto la cosa. Sigue habiendo plebeyos arrobados e historias de amor, desgracia o épica que corren por las plazas, las peluquerías y los platós para sustituir por asombro y lagrimitas las longanizas a las que no alcanza la gente. Lo tiene todo este casamiento para ser literatura: un amor otoñal, una familia un poco shakesperiana, una dama y un mozo, grandes doseles de la historia, amantes que renuncian a los palacios por una catre con escupidera... Hay gente que está ahí para producir literatura, ya que no produce otra cosa, y estas viejas majestades con peluca, estas grandezas con corazoncito de cojín, estas pijadas de bodas con lanceros, quizá son lo único que tenemos aparte de la política y la miseria para sacar un verso. Sólo el Papa le podía hacer sombra a Cayetana, pero ya se fue con toda la vajilla y la colada de Dios a otra parte.

Los Grandes de España son esas familias que se caen de la cama de la historia por los dos lados. En realidad, los Fitz-James Stuart adquirieron esa grandeza por emparejamientos laterales y tras defunciones o esterilidades de los Álvarez de Toledo. Así, de repente, un sobrino lejano de alguien se encuentra con que hasta un rey le puede hacer de palanganero o una señora de por ahí hereda toda una yeguada de títulos. Pero el origen de su mito, como el de todos los mitos, no es tan importante una vez está ahí aceptado, sacralizado, y hay un apellido que ya va siempre con su nata puesta. Después, todo consiste en ir dando princesitas, jinetes y, claro, romances para el pueblo y metáforas para los plumillas, que quizá ése es el oficio de la aristocracia que no tiene otro trabajo ni mérito. Cayetana y un señor se van a casar, arrimando esqueletos a sus escudos, últimos cisnes a la porcelana y pellejo a las crónicas de verano. Chocarán las espadas y las dentaduras, crujirá entre ellos la seda de los besos, de las carrozas y de las radiografías, relinchará el amor en sus castillos y aplaudirá el país plebeyo como un panadero de la corte. Al menos la boda de Cayetana nos deja otra literatura, cuando creíamos que sólo podíamos hacer rimas con el fracaso y con los muertos.

Somos Zapping: Limpiabotas (22/08/2011)

A Francia. Recuerdo cuando llovía en vendimia y nos pillaba en el campo, ese olor a vegetal, esparto y azúcar, con la tierra como un animalillo empapado. Era cuando aún se podía vivir de la viña, antes de que los precios bajaran, de que se descalificara la mitad del esquilmo, de que se empezaran a arrancar las cepas. Ahora la vendimia parece el entierro de la uva, y no su casamiento con el pueblo entero, como entonces. Vuelvo a sentir de lejos ese olor de lluvia y rodadas, de cántaros y colmenas de vino, o sólo lo imagino ahora que caen cuatro gotas en agosto y Canal Sur habla de los andaluces que se van otra vez a la vendimia francesa, donde los jornaleros cobran como peritos. En Andalucía todo ha estado siempre fuera, y sigue estándolo. Hay que ir a buscar el dinero o la prosperidad muy lejos, o esperar a que venga a nosotros con los veraneantes, los forasteros, con las migajas que se les caen a los de por ahí cuando nos visitan. Es como si aquí nos supiéramos eternamente limpiabotas de los ricos, que siempre son otros, y para sobrevivir no tuviéramos otra opción que ir a barrerles la casa o bailarles para hacerles gracia. A Francia con el hatillo, con la costumbre de la necesidad y la provisionalidad asumida igual que las aves asumen sus migraciones, sin pereza ni decepción, sólo porque es lo que mandan las estaciones y lo que nos ha impuesto la naturaleza. Otra vez a la vendimia francesa, igual que siempre. Pues Canal Sur se atreve a decir que es por “la crisis mundial”, que “afecta de forma importante a pueblos de nuestra comunidad”. Como si aquí no hubiésemos cogido hasta ahora trenes y maletas, como si el andaluz buscando pan y trabajo lejos de su tierra fuera un invento de Wall Street estos días. Por “la crisis mundial”, dicen los cínicos de Canal Sur que nos tenemos que ir a Francia...


Música de verano. El verano no es buena época para la música, convertida por la masa en parrillada o cosa hawaiana. Tampoco es buena época para la televisión, que tira de remiendos y de lata. Si juntamos música, verano y televisión y colocamos eso aquí, en Andalucía, lo que nos sale es Canal Sur haciendo los mismos pimientos fritos para los oídos de todo el año (su música es como de un verano perpetuo, hortera, playero, niñato, cani, festero o folclórico según el momento), pero reconcentrado además en la insistencia y la calor. Mucha calor es lo que dan ahora la copla y sus refajos, esas tonadilleras con todos los capotes y todo el merengue de la raza por encima, que nos hacen sudar sólo de verlas. Se llama copla ya era un programa continuamente regurgitado o recosido. Los especiales, las retrospectivas, los mejores momentos de cada uno de sus chavales, los homenajes suyos a otros copleros embalsamados, ya se habían repetido y reaprovechado hasta decolorar sus lunares, pero la molicie del verano nos los empana y devuelve una vez más. Y si no es la copla, es ese concierto que ya me he encontrado un par de veces, el de José Manuel Soto, hombre de una sola rumba, cumbre de la musiquilla tontipija y la afectación sevillí. Lo mejor que nos puede suceder es toparnos con Las Seventies, mellizas de la horterada, o con El Arrebato, trovador de las latas de aceitunas y las tapas de caracoles. O con ese Pablo Alborán que está ahora en todos lados, nuevo lacio melancólico mezcla de Glenn Medeiros y James Blunt, pero pasado por el quejidismo musical autóctono. Qué panorama, qué penosa música tenemos aquí. Al menos, a Georgie Dann o King África sólo teníamos que soportarlos unos meses. En Andalucía, gracias a Canal Sur, la música de chiringuito nos dura todo el año. Aunque ahora, amazacotada, repetida y agigantada por el vacío televisivo del verano, cansa, asfixia y escuece mucho más.


Opulencia. Esos gatos con peluquero, esos perros con spa... Ahí está verdaderamente el lujo, la opulencia, no tanto en un casoplón o un cochazo para uno. Cuando se lleva al perro a que le hagan una ortodoncia es que verdaderamente no tiene uno otra cosa de la que preocuparse. Y esto no es una exageración mía, ni cosas de Beverly Hills, sino que pasa aquí mismo. Así nos lo mostró el otro día el programa Animales en familia de Canal Sur, con toda la naturalidad y la llaneza del mundo, señal inequívoca de que la sociedad andaluza nada en la abundancia. Señoras que llevan a su perro a que le hagan la ortodoncia, seguramente porque los otros perritos se burlan de él... ¿Qué crisis puede haber en una Andalucía en la que se hacen ortodoncias a los pastores alemanes coquetos? Ya ven que aquí no pasa nada, y la prueba es que nuestra preocupación es que el perro tiene la boca fea o el gato está deprimido. Menos mal que Canal Sur nos muestra la realidad tal como es.

Los días persiguiéndose: Cuestión moral (19/08/2011)

El problema no es que los dioses peleen a muerte entre ellos o contra su propia ausencia, sino que lo hagan los hombres. Las cuestiones teológicas o filosóficas, si Dios es un pescador, un arquitecto, un tirano o no es nadie, si hay barandillas en el cielo o allí sólo hemos colocado el infinito miedo del ser humano, todo eso pasa a un segundo plano ante la realidad de un conflicto moral, éste sí verdaderamente sustanciado, presente y grave, el de personas persiguiéndose, odiándose, agrediéndose. Que haya o no dioses, que tengan o no palacios y cancillerías aquí abajo, que sean verdad o mentira sus anunciamientos y sus leyes, no es tan importante como la manera en que los hombres se comportan en su creencia o descreencia. O, al menos, no es tan importante desde el momento en que ya no se trata del combate intelectual entre ideas, sino que se ha sacado el puño o la hoguera contra el otro.

Yo, que he blasfemado tanto, que siempre denunciaré la mentira de los dioses y el negocio de las almas, me sentí avergonzado al ver la foto de portada de ayer. Ese como escupitajo en la cara, esa violencia tan cercana, ese odio en los ojos del energúmeno que gritaba a una chica que besaba su crucifijo y se tapaba los oídos... No, eso no tiene nada que ver con la laicidad, ni con el ateísmo. Es una agresión intolerable a la libertad, sin más. “El ateísmo es dogmático y genera su propio fanatismo”, rezaba la cita de Lucien Arréat sobre la cabecera del periódico. Pero eso es inexacto o incompleto. Todas las ideas generan su fanatismo y el fanatismo no se justifica con ninguna idea. Ésa sería una frase más acertada.

El dios de Ratzinger, que es el de muchos, no me preocupa tanto como lo que sean capaces de hacer los hombres por imponerlo o extinguirlo a la fuerza. Me preocupará y me incumbirá si, ya sea con el hisopazo o con la blasfemia, se pisotea la libertad de todos, que es también mi libertad. Me rebelaré cuando una opinión particular pretenda convertirse en general y obligatoria, como tantas veces ha intentado la religión, pero igualmente cuando se ejerza violencia sobre la libertad de abrazar esa opinión, de adorar a los dioses de pan o madera que cada cual elija, o de no tener ningún dios. Digo violencia, y no simple desacuerdo, rechazo o crítica, cosa que los creyentes suelen muy fácilmente convertir en insulto y ataque. Lo peor de los dioses es que no se limitan a lanzarse rayos e incongruencias en el cielo unos a otros, sino que han delegado en los hombres para que discutan y hasta maten en su nombre, incluso por negación. Yo soy ateo por honradez intelectual, pero cuando los hombres levantan el puño contra sus semejantes por defender o acallar a los dioses, lo intelectual es secundario. El problema es entonces pura y dolorosamente moral.

Somos Zapping: Naranjito salva el planeta (15/08/2011)

Moda ecológica. Hoy me he levantado y he salvado el mundo poniéndome una camiseta vieja. O eso dirían los de Objetivo Tierra, programa que tiene nombre de invasión extraterrestre (abundan en él las marcianadas) pero va de ese ecologismo hecho de efluvios, panderetas y abrazos a los árboles, tan de moda. La ecología es una ciencia, no lo olvidemos, como tampoco hay que perder de vista que en el cuidado del planeta nos jugamos nuestra supervivencia como especie. Por eso me indigna aún más que todo esto se reduzca y se pierda en la trivialidad, la ridiculez y las consignas chancleteras, en ese margaritismo puramente estético de disfrazarse de druida, hablar con los matojos y ponerle el adjetivo “sostenible” o “ecológico” hasta al cagar. Iba el programa el otro día de montar un rastrillo de “moda ecológica”, que traducido significa una especie de ropa de tofu o simplemente ya usada, retales y cojines recosidos, faldas hechas de talegas y abrigos dados la vuelta, como si volviéramos a una posguerra, época muy sostenible y ecológica supongo. “Utilizar la ropa vieja como trapos”, llegaron a recomendarnos por la salud de la Tierra en su ñoño delirio. Eso del camino que recorre la ropa hasta acabar en trapo para el polvo ya lo conocíamos, y yo pensé que mi madre era algo así como una madre sostenible antes de que se inventara ese concepto. De hecho, me parece increíble que la capa de ozono esté hecha unos zorros y el cambio climático nos tenga en vilo con la cantidad de ropa que aquí ha pasado de hermano a hermano. Nada nuevo, en fin, ni por supuesto demasiado efectivo para curar las heridas de la Madre Tierra. La diferencia es que ahora le ponen una pomposa teoría detrás que nos convierte en salvadores de la biosfera por usar todavía la camiseta de Naranjito para dormir. “Moda ecológica”, “algodón orgánico” (¿el de antes era inorgánico?), “comercio justo” y hasta la vuelta al trueque (¿el dinero contamina?)... Éstos eran los hallazgos y los eslóganes que manejaban en esta secta del ecologismo de baratillo, la de los que “aman bien el planeta” (?) según nos decía la presentadora o gurú. “Evitemos usar detergentes que contengan productos químicos” (!!), fue una de las mayores chorradas que escuché. ¿Se puede saber cuáles son esos detergentes que no contienen productos químicos? ¿Qué van a contener si no? O eso, o limpiamos con ultrasonidos... Todas estas cursiladas, fantasmadas, ignorancias y tonterías sin vuelta de hoja creo que le hacen más mal que bien a la verdadera conciencia ecológica: la dejan en simple pose, jerga y picnic. No, su objetivo no es la Tierra, ni siquiera convertirnos en tribu. Es definirse a ellos mismos dentro de un buenismo estético, sentimental e ideológico que no tiene nada que ver con la ciencia ni con el medio ambiente. Todo forma parte de ese difuso campamento o tetería de la progresía, que no es sino la enfermedad, la decadencia, el amaneramiento y la lobotomía de la idea de progreso.


Música nocturna. Han vuelto a emitir en 1001 noches la entrevista a Iñaki Gabilondo y uno sigue quedándose con la impresión de que todo lo interesante que se le podía preguntar (especialmente sobre la situación del periodismo actual, polarizado, politizado, partidista, servilón) se quedó sin preguntar. Pero Joaquín Petit es especialista en pasar de puntillas por los temas delicados o inconvenientes. Lo suyo es más la tarta de cumpleaños y mandar a los gatos faroleros que parecen presidir el programa a rozarse por las piernas del invitado. Pero a veces se pasa, y eso fue lo que ocurrió con Iñaki Gabilondo, al que esas ganas de agradar y mecer que tiene Joaquín Petit colocaron en un trance atrozmente ridículo. Sabiendo de su melomanía y sus conocimientos musicales (Iñaki Gabilondo estudió solfeo y llegó a cantar en un coro), Petit quiso regalarle la experiencia de “dirigir una orquesta”. Claro que la orquesta era un grupito de cámara que no necesitaba dirección, ni tenía intención de dejarse dirigir, sino sólo de seguir al primer violín según lo ensayado, con lo que Gabilondo quedó allí agitando las manos tontamente mientras los músicos iban a su bola y el periodista intentaba disimular la vergüenza de saber que estaba haciendo el payaso. Hombre, digo yo que se podría haber buscado otra manera. Total, se trataba de dirigir el primer movimiento de la Pequeña serenata nocturna de Mozart, como hacían los niños en El mundo de la música con el inolvidable Enrique García Asensio. Hubiera bastado con decirle que marcara un cuatro por cuatro y que los músicos lo siguieran tal cual, igual que en aquel entrañable programa. Pero nada, fue como ver a Gabilondo dirigir un tocadiscos. Esperpéntico. Petit se pasó de babosito y así lo que se consigue es que queden en ridículo a la vez él y el invitado. Quizá en eso consiste su programa, le ponga música de Mozart o ese blues suyo de los saxofones, los detectives y la lluvia.

Los días persiguiéndose: Hijos perdidos (12/08/2011)

“Menos Papa y más Carne”, he leído en un ingenioso cartel que alguien ha diseñado jugando con el hambre del espíritu y del estómago. Una especie de rock de los dioses va a amontonar juventud y guitarras para Ratzinger y a mí eso ni me molesta ni me interesa, pero me lleva a pensar que el catolicismo es como una superposición de padres que llegan hasta el cielo. Un padre detrás de otro dirigiendo, disponiendo, ordenando, consolando, aprobando, castigando, o sea, una relación del ser humano con lo divino o lo misterioso basada en asumir nuestra condición infantil, como bien apuntó Feuerbach. Que Benedicto XVI venga a celebrar ahora esa Jornada Mundial de la Juventud es una redundancia, porque el catolicismo ya parte de que todos somos niños. “Menos Papa y más Carne”... Quizá se refiere a un hambre que no se sacia adorando a una silla o a una nube, ni asintiendo sin más ante las zarzas que arden y los secretarios de Dios. Pero yo no quería hablar del Papa, señor que no me dice nada. Sólo me he acordado de él al ver a otros padres con altares de palomas, mensajes desde el más allá, hijos perdidos y canciones en el alma.

Blas Infante es lo que tiene aún de religión el concepto de Andalucía. Es padre de una melancolía, fundador de una carencia, apóstol de un sueño del que sólo hay una estatua. No son su pensamiento o sus opiniones lo que han estado homenajeando y celebrando ahora, sino el propio hecho de que Andalucía necesita o busca un padre. De ahí que todas las ideologías le lleven flores. Blas Infante tenía ideas difusas, ingenuas o iluminadas, aunque impulsadas por una aspiración de dignidad para Andalucía. Pero lo que parece que importa es esa figura paterna, esa peana donde poner algo, cosa sin la que muchos no saben adónde mirar. Igual que hay tantos que miran al Papa porque no saben dónde encontrarse a sí mismos, aquí se mira a Blas Infante porque no sabemos dónde encontrar Andalucía. Sin embargo, aun eso nos deja un hambre insatisfecha, como la que insinuaba esa frasecita sobre el Papa. Menos homenajes y platería, y más dignidad para Andalucía, podríamos decir nosotros. Menos gurús y estampitas, y más levantar esta tierra de su miseria. Los padres que están en el Cielo, en las tarimas o en los cementerios no nos colman, no nos consuelan, no nos responden a las preguntas, no nos sirven para ir por la vida, al menos la vida adulta. Hay algo que nos dice que necesitamos bastante más que ese vernos eternamente como chiquillos. Blas Infante, igual que Dios, duerme en su jarrón o en su mecedora sin sospechar que aquí le adoran, le hablan y le esperan gentes incapaces de conducirse por ellos mismos hacia su futuro.

Somos Zapping: Economía de la siesta (8/08/2011)

Mercados. Este verano los políticos están quedándose sin culo para sentarse, entre los zafarranchos del dinero y la precampaña con más urgencia y hambre de los últimos tiempos. Será un agosto sin siestas, porque cada noticia sobre los mercados y la bolsa nos sobresalta como si se nos cayera en la barriga una bola de helado. Menos mal que Canal Sur hace de la economía una cosa directa, elemental y entendible. Si piensan que la economía es un sistema caótico, con tantas variables que cualquier análisis simplista resulta no ya una ingenuidad, sino una necedad o un crimen, eso es porque seguramente usted es un derechón y un capitalista de cuidado. Para la progresía, para Canal Sur, la cosa es muy sencilla. La culpa es de los mercados. ¿Y quiénes son los mercados? Pues eso nos intentaron explicar el otro día en las noticias: “Tras el nombre tan abstracto y genérico de 'mercado' se esconden los propietarios y los gestores de los grandes capitales del planeta, los grandes banqueros, las grandes multinacionales y sobre todo los grandes inversores”. Sí, es como si hablara Sánchez Gordillo. Y aún fueron más concretos, hasta dar tres nombres: Laurence Fink, Mohamed El Erian y Bill Gross. Estos son los “rostros de la mano que mueve los hilos de la economía mundial”. Ea, pues ya tenemos a los culpables, cosa que hace que los inútiles de nuestros gobernantes queden convenientemente eximidos de cualquier responsabilidad, justo lo que Canal Sur pretendía. Nada somos en manos de los humores y caprichos de estos tres tíos, de nada sirve la política económica que hagamos cuando somos juguetes de su voluntad. Da igual derrochar, torpear, entramparse, equivocarse y volverse a equivocar. Al final ocurrirá lo que estos señores decidan en batín, así que para qué preocuparse. Preciso y encantador análisis metaeconómico el de Canal Sur. Ya podemos volver a la siesta.


A tutiplén. Las autonomías eran un festín hasta que todo reventó. El despilfarro, el amiguismo, las duplicidades, los dineros arbitrariamente repartidos, las ruinosas cajas de pueblo al servicio de los partidos, no eran problema hasta que llegó esta crisis. Habrá que decir que en esto no se salva ninguna sigla. Todos creyeron vivir en Jauja. Claro que se puede seguir pensando que uno vive en Jauja o darse cuenta de que esta fiesta es insostenible. Griñán y Chaves parecen ser de los primeros, a juzgar por lo que les oímos decir. “El PP impugna las cuentas [autonómicas] para luego justificar los recortes que tiene programados”, dice Griñán en las noticias de Canal Sur. Por su parte, en una entrevista a RNE, Chaves nos explicaba esto: “Lo que no se puede es utilizar, sacar facturas, presuntas facturas que están en los cajones, o diríamos presuntos déficit ocultos, en un momento muy delicado como éste (...). Lo que quieren es endosarle la culpa al Gobierno anterior o al Gobierno de la Nación ”. No, hombre, no destapemos su derroche ni hagamos recortes. Sigamos viviendo a tutiplén, sigamos en este palacio de lujos autonómicos y que el gobierno de Andalucía continúe gastándolo todo en autobombo, en ostentación, en tapar bocas y en alimentar a los suyos. Total, a ellos les ha ido estupendamente, aunque el pueblo esté sin trabajo y sin un duro.


La paguita. Hay miedo a perder la bicoca de un poder que creían eterno y a Canal Sur y a sus dueños se les nota cada vez más nerviosos. De ahí que estén tirando bastante forzadamente de recursos guerracivilistas y paternalistas. Abundan en los informativos las referencias a la memoria histórica, con tapias de cementerio, colores republicanos, familias de fusilados y rótulos que nos dicen que “la Junta protege los enclaves de la represión franquista”. Pero más gracia me hizo ver nada menos que a dos consejeras, Micaela Navarro y María Jesús Montero, en el tremendo notición de que los centros de mayores están apoyando la “dieta mediterránea” con la iniciativa de la Junta llamada “comedores saludables”. Hace poco, también le dedicaron su buen tiempo al aniversario de la tarjeta Andalucía 65. Ay, qué buena es la Junta, sin la que los abuelos no sólo se iban a quedar sin paguita (el PP, claro, se la quitaría), sino sin autobús y sin sanos potajes, próximos objetivos sin duda de los recortes de la derecha. Las dos Españas y el miedo de los jubilados... Ya no tienen otra cosa.


Mrs. Marshall. Con la visita a Granada de Michelle Obama, especie de Mrs. Marshall, ya se pusieron babositos en Canal Sur, pero ahora vuelve a ser noticia hasta el aniversario del viaje, con largos reportajes sobre el impulso turístico de la zona y hasta los intentos rumberos de la primera dama en el Sacromonte. A mí, la verdad, me sigue dando rabia y tristeza eso de que parezca que siempre nos tienen que salvar los de fuera.

Los días persiguiéndose: Náufrago en Doñana (5/08/2011)

Cuentan en Sanlúcar que cuando Zapatero está en Doñana los mosquitos toman la playa por la noche, comiéndose los besos de las parejitas y robando de la piel el azúcar de los cubatas. Dicen que al Presidente le fumigan el Coto y por eso los bichos cambian de orilla, aunque quizá sólo es un invento de la gente y a los mosquitos no los traen los helicópteros ni los porteadores ni el gafe de este ZP con plagas, desbandadas y nubarrones sobre la cabeza, sino el vino de la carne o el viento podrido de la economía y la desesperación. En Las Marismillas, Moncloa con mosquitera, casita de pájaros, Zapatero verá su último verano colocándole la corona de espinas, que algo así le parecerá cada puesta de sol. Eso, si los sustos de los mercados le dejan volver y le dan tiempo para descalzarse.

Desde Sanlúcar, Doñana es como un gran racimo caído. No es mal sitio para decir adiós al mundo esta Argónida, este jurásico de las aves y los insectos, esta mina de los metales acuáticos, este jardín de princesa cazadora que también puede ser una tumba al fresco. Zapatero ya no atravesará otro año el Guadalquivir por su tobillo, como hacen los rocieros, como hace el hachís, como hacen los mosquitos tras las linternas y los cuellos. Zapatero, en Doñana, se despedirá del cervatillo que fue y será otro fenicio enterrado. Lo abandonaron la baraka y los espíritus del cereal de la época de la abundancia, pero se hipnotizó a sí mismo y de eso no les puede echar la culpa a los mercaderes, ni a la oposición, ni a las estrellas. Voces de las cocinas de Las Marismillas me dicen que la familia presidencial es cercana, sencilla, cariñosa, sobria, incluso un poco monacal. No lo dudo. Es posible que Zapatero sea el mejor peor presidente de la historia de la democracia, el más bienintencionado desastre que nos haya ocurrido, y que aún pueda dar de comer a las ardillas mientras el país se desangra.

De Bajo de Guía a Doñana, el cielo y el agua se tiran conchas. Más allá, tras las dunas y los pinos que bailan sus sevillanas sin mover los pies ni el pelo, un palacio de cal y pozos se prepara para asesinar a otro príncipe. Ni fue el primero ni será el último. En La Moncloa, ZP se despedirá de los cajones, pero antes, en Doñana, se habrá despedido de esa melancolía de los presidentes náufragos, mojando la mano por última vez en la noche pura sin política, sin pecado, sin culpa. No sé si en esa noche, cuando Doñana parece un galeón cubierto con una lona, llegarán a Sanlúcar los mosquitos espantados por la Guardia Civil o por el veneno o el destino de los moribundos. O vendrán, simplemente, atraídos por la luz de los muslos, los besos de dulce bajo las palmeras y una luna pobre de vidrio y cocacola.

Somos Zapping: Estampita de Zapatero (1/08/2011)

Gloria a ZP. Zapatero no llegará a los Idus de marzo. Con tan buenas, vagas, improvisadas o falsas razones como las que tenía para agotar la legislatura, justificó el adelanto de las elecciones generales a noviembre y las televisiones se llenaron de retrospectivas en las que ZP iba pasando de la juventud a la mortaja y de la ceja a la chepa. Claro que en Canal Sur lo que le hicieron fue una estampita de santo que parecía más el Jesusito de mi vida que un repaso a sus dos legislaturas. Empezaron por ponerle sobrenombre como los reyes (“un 20-N será el día del paso atrás del Presidente de la Memoria Histórica”) y luego vinieron sus hazañas. Por ejemplo, que “nombró su primer gobierno, en el que las mujeres por primera vez en la historia de España (!) adquieren un papel protagonista”. Vaya, no sé qué opinaría de eso Isabel la Católica... Pero sigamos con las maravillas de su primera legislatura: “Retirada de las tropas de Irak, impulso de la Alianza de Civilizaciones, y además -o sea, como si eso no fuera ya bastante-, puso en marcha leyes como la de Dependencia, el Matrimonio Homosexual, ley Antitabaco, o la de la Memoria Histórica”. Y así quedaba retratada su gloriosa primera legislatura. “Su segunda legislatura -continuaron- se ha visto marcada por la crisis económica y el aumento del desempleo”. Observen cómo ese “marcada por” hace accidentales la crisis y el paro, y deja a ZP sin culpa ni responsabilidad en ello, en sintonía con la concepción meteorológica de este desastre que siempre ha tenido el PSOE. Pero he aquí que el héroe ZP intervino intrépidamente para salvarnos: “Para sortearlos [la crisis y el desempleo], el Gobierno ha puesto en marcha medidas de estímulo como el Plan E y políticas de recorte presupuestario. Además -otra vez un 'además', o sea, otro 'por si fuera poco'- ha aprobado leyes como la de Economía Sostenible o la de la Reforma Laboral y las pensiones”. Y así quedaron resumidas las muchas proezas de la Era ZP. Diríamos que Canal Sur copió un folleto del PSOE, si La Nuestra no fuera ya ese folleto. Querían hacer, en fin, una estampita para el beso y el rezo. Pero creo que, puesta así en bonito, la historia de ZP resulta hasta más boba.


Saliva compartida. ¿Les suena eso de Pablo Carrasco recibiendo y acompañando al pez gordo, luego Mabel Mata haciéndole una entrevista babosa, sumisa y bien acolchadita, y por fin las noticias de Canal Sur ofreciendo más de dos minutos de propaganda camuflada como resumen del encuentro? Esta vez fue con Rubalcaba, pero antes ocurrió con Chaves o Griñán. Ya ni me parece reseñable la cosa. Para qué decir más. Otro día de saliva compartida entre Canal Sur y sus dueños...


El truco. Sigo sin poder distinguir al Roberto Sánchez Benítez del verano y al otro. Sus innovaciones y sus tomates han alcanzado el rango de eternos, manejan ya una curiosa sustancia sin tiempo o un tiempo sin sustancia, como él. O es Andalucía la que se ha hipnotizado con el movimiento de su boli y duerme en un limbo circular y suspendido. ¿Qué modernidad es de ahora y cuál del año pasado? Porque sé que repiten los reportajes o los programas enteros, uno reconoce los que ya glosó, como ese tremendo hallazgo de pasear en dromedario por Doñana que volví a ver esta semana... Pero, si no, uno estaría por decir que las innovaciones se dan la vuelta a sí mismas hasta volver a descubrirse en la novedad y el asombro, que se persiguen hasta reencontrarse recién hechas de nuevo. Quizá ése es su truco, quizá es el truco de todas las modernidades que le sacan a esta tierra, reutilizables, reinventadas cada cierto tiempo con la maravilla de la primera vez. Lo viejo que se finge nuevo abriendo los ojos de sorpresa, lo ya muy conocido o usado que se anuncia como prodigio reciente... Quizá con Andalucía hacen lo mismo que con Tecnópolis.


V. Aquellos lagartos casi de cartón, aquella invasión de extraterrestres ratoneros suspendidos más por alambres que por láseres... La mítica serie V tenía, al menos al principio, y aun con las limitaciones de la época, fantasía, épica, sensualidad e incluso moraleja moral y política (desarrollaron muy bien en los “visitantes” la seducción y los modos de los totalitarismos, y hasta su emblema recordaba a la esvástica nazi). Nada que ver con el moderno remake que ahora emite Canal Sur después de haber repuesto hace poco la serie clásica. Este remake pierde, entre otras muchas cosas, esa intensidad política, y todo lo basa en niñaterías y abuso indecente del croma. Pero lo peor es que Canal Sur está emitiendo una serie que no tiene final, porque se canceló en la segunda temporada sin que se resolviera nada. Mala y sin final, ni como estafa de verano sirve.