22 de julio de 2007

Somos Zapping 22/07/2007 (aunque no lo parezca)

Tocando los Borbones. Tenía pensado traer a esta columna el tratamiento que dio Canal Sur al bautizo de la infanta Sofía, bautizo hecho con lagrimitas del cielo y obispos como novios de tarta. Me resultó muy chocante que la crónica destacara en tono de reproche, como si lo dijera Peñafiel, que la vicepresidenta del Gobierno no hiciera las reverencias de rigor a las varias majestades y altezas que formaban su portal de Belén para la ocasión. Canal Sur dando lecciones de cómo ser buen súbdito... Y es que a esta gente le gusta mucho doblar la cerviz y rozarse con la sangre azul, tanto como por el manto de las vírgenes. Hace poco, en la celebración de los diez años del programa Contraportada, también los vimos entregar un premio a la duquesa de Alba, enmoñada de sus greñas o de sus alpacas, para que hiciera parejita con el título de Hija Predilecta de Andalucía que ya le otorgaron sus jefes. Sí, tenía la intención de hablar de todo esto con bastante más mala leche, pero después de lo que ha pasado con El jueves, ya no sabe uno cómo puede terminar la cosa. Lo mismo secuestran el periódico, desmontan los kioscos o me llevan a la Torre de Londres. Cualquier cosa parece posible ya, todo depende del día que tengan los fiscales, que en este país escogen los casos como los que en el bar apartan las pasas en los frutos secos que ponen. Mi solidaridad y mi enhorabuena para El jueves, benditos gamberros. Siempre han sido bestias y brillantes, y nunca han buscado el insulto sino la crítica. Pero todo esto ha servido para hacer emerger las contradicciones que produce una institución arcaica en un Estado de Derecho moderno. Peor ha dejado a la Monarquía este celo desinfectante del fiscal que la caricatura de marras, tanto que uno piensa con guasa si no será esto en el fondo una maniobra de republicanos embozados. Que no pierdan comba en la Corte, que la Historia nos enseña que en este país nos levantamos un día a por el pan y nos desayunamos con él a los reyes. Un par de sucesos más de este estilo, que pongan “la dignidad de la Corona” por encima de la libertad de expresión y de crítica, o que exhiban ese farde suyo de no ser iguales que los demás españoles ante la Ley, y veremos si la gente empieza a cansarse de acudir igual que palomas sentimentales a sus bodas como regatas o a sus regatas como bodas. Y de ahí, a la República.

Pequeños protagonistas. Los niños son juguetes de sus padres, dijo una vez algún cínico, y hay domingos de familia en los que los chiquillos compiten con los cachorritos de la casa, con sus mismas gracias, caritas y curiosidad pegajosa. La televisión, que siempre aprovecha todas nuestras debilidades para su beneficio, ha sabido usarlos vestidos de viejo o de monito, de chistoso o de bailarina de cajita de música, ampliando esa costumbre hasta la canallada y el negocio. Lúcido y valiente ha estado el periodista Antonio Manfredi al criticar en unos talleres de la UNIA en La Rábida la utilización de los niños en televisión para divertir a los mayores. Niños como adultos jibarizados, obligados a ejercer sus roles pero con voz de pito, todo como volver a la gracia primitivísima de los enanos. Me encuentro con un niño torero malagueño en Andalucía directo, o con ese pequeño, espeluznante y tétrico telepredicador del creacionismo que está de moda, y me doy cuenta de que los muestran con complacencia, simpatía y gusto. Pero en Canal Sur, el uso perverso de los niños tiene un nombre: Menuda noche, circo de papagayos que todavía tienen la desfachatez de vestir de ternurismo, y en el que vemos emocionarse a Juan y Medio cuando los chiquillos forzados por el ego y las frustraciones de los padres le cantan o le tiran del bigote. “Los genios, ¿nacen o se hacen”, “nuestros niños quieren demostrarle lo que valen a David Civera”, “si tienes talento, demuéstralo en Menuda noche”, “pequeños protagonistas de la televisión”, dice la promo del programa... Los niños son juguetes de los padres y a veces, también negocio para ellos y para la tele. Les gustan esos niños reviejos, arrastrados y maleados que han sido siempre los niños artistas (les invito a ver Pequeña Miss Sunshine, maravillosa y aleccionadora película). Quizá se pregunten por qué la fiscalía de menores no hace nada. A lo mejor están esperando a que se vea envuelta una infantita.

17 de julio de 2007

Somos Zapping 15/07/2007

Entrevista de marinerito. “Una buena conversación debe empezar por el tiempo”, le decía Tom Martín Benítez a Chaves al comienzo de su entrevista en Canal Sur Radio. El calor del verano y las cabañuelas de los viejos, menudo nivel cuando vivimos la legislatura del odio y del despellejamiento. Pero bueno, no resulta raro porque Chaves va al programa de Tom como a casa de su abuela. Uno se imagina a Chaves recibiendo pellizquitos amorosos en los cachetes y a Tom diciéndole: “Ay mi presidente, pero que grande se ha puesto en estas décadas, y que buenas notas me trae de la Autonomía”. No se lo dijo así, claro, pero lo que sí hizo fue darle un repaso a la ropita, que era un poco de marinerito: “Le veo, presidente, con una chaqueta azul oscura, casi negra... Tiene un polo el presidente, debajo, también azul, y veo que es de manga corta, no tiene una acto digamos así muy solemne esta mañana. Tiene pinta de que se va a quitar la chaqueta y se va a quedar en polo, en manga corta”. Nada, como en su casa... Entre plancharle las solapas y unas preguntas tan incisivas como la primera sobre las calores transcurrió la cosa. No se puede esperar más de una visita a la familia.

Sex bomb. Ya ven las entrevistas con mimos de gato que le hacen a Chaves en Canal Sur. La radiotelevisión pública no hay quien la arregle. La nueva ley tampoco va a espantar a los periodistas babosos ni a disuadir de los telefonazos y de la cocinilla matutina de las noticias en los despachos políticos. Seguirán reinando la televisión y la radio de partido. Hace poco pudimos ver en Sexto sentido una patética discusión entre Pedro Zerolo y Soraya Sáenz, como dos capitanes a escobazos de sus melenas, donde cada uno presumía de la excelencia de las televisiones que le tocan y enmierdaba las del otro, cuando la verdad es que todas son iguales y entre la Tele Chaves de aquí y la Tele Espe de allá el panorama de servilismo y manipulación es ancho y duro como sus rostros. Precisamente en la tele madrileña nos pusieron a Urdaci imitando a Tom Jones, prueba de que del lacayismo político al cabaret hay poca distancia. Lo mismo nos encontramos un día a Tom Martín Benítez, despojado ya de sus mañanas para florear al PSOE, cantando algo de Torrebruno, un poner, en alguna tele socialista amiga. Es lo que da esto, periodistas de cámara y luego payasos tristes huerfanitos de amo. Urdaci despechugado resulta tan indecente como sus noticiarios, pero lo preferimos. También preferiríamos a Tom Martín Benítez cantando Sex bomb en vez de esas odas a Chaves como a su Eurídice.

El protocolo progre. En Canal Sur suelen tener cuidado de no pecar contra los mandamientos progres, contra su diccionario multiplicado de ñoñerías, contra su buenismo logsiano. Esto, claro, siempre que no estén en juego audiencias o sagradas tradiciones de la tierra. La laicidad huye en Semana Santa o en el Rocío, el tacto con el “género” desaparece ante las mujeres mostradas como caballos en las ferias o ante las ganas rozonas de viejos verdes de Los del Río, y así tantas otras veces. Pero ya no se salvan ni los menores, y eso a pesar de que la izquierda hiperprotectora los ha hecho sujetos de un derecho a ser intocables, igual que a ser analfabetos sin esperanza y delincuentes sin castigo. No me refiero a Menuda noche, aunque podría. Me refiero al vídeo de una agresión a una chica que Andalucía directo se ha deleitado en repetir, lo que ha merecido una amonestación. Sí, ese ideario progre está bien de estandarte. Pero siempre se saltarán el protocolo para que ganen las pulsiones morbosas de la plebe. Lo primero es la clientela numerosa, halagarla, fidelizarla, para poderla conducir luego hasta la imagen de Chaves o Zarrías en los informativos. Cualquier cosa vale, en medio, para conseguirlo.

Videoteces jesulinas. ¿Faltaba algo después de un homenaje a Los del Río y de María del Monte conduciendo un programa pantuflero? Sí, Carmen Janeiro, de profesión hermana boba, en otro de videoteces veraniegas. Canal Sur no podía defraudarnos. La más penosa tribu andaluceante siempre tiene cabida en La Nuestra.

9 de julio de 2007

Somos Zapping 08/07/2007

Adiós a la cultura de Pin y Pon. No sé si se gana teniendo en el Ministerio de Sanidad a un científico mago en vez de una puritana astringente (recuerden que el tabaco y el alcohol son de derechas, según Zapatero). Pero de lo que sí estoy seguro es de que nadie lo hará peor en Cultura que Carmen Calvo, sustituida ahora por César Antonio Molina, hombre con todo el perfil del intelectual largamente arrimado al dinero y al cartón de lo público. Carmen Calvo, hada madrina de la tontería, cerebro de algodón de azúcar con su idea de la kurtura como trapito, botellón, aplastamiento y póster, negación de su ministerio cada vez que abría la boquita, ha sido nefasta y ridícula y a los andaluces nos sacaba los colores haciendo de su guiñol. Ha salido del Gobierno la casita de Pin y Pon y eso representa un alivio además de una necesidad higiénica, aunque la televisión pierde la continua caricatura que era ella. Curioso, por cierto, cómo las noticias, mientras contaban estos relevos, reservaban para Carmen Calvo el punto final. Salvo en Cuatro, donde le añadieron el adjetivo de “polémica”, el nombre de la ya ex ministra solía ser el remate de la frase sin nada detrás, como si no tuvieran palabras para resumir a esta mujer que es todo un libro de colorear. De Elena Salgado mencionaban sus leyes purgantes, a Jordi Sevilla le auguraban nuevas misiones políticas en Valencia, pero de Carmen Calvo, nada. “César Antonio Molina gestionará la cartera de Cultura en sustitución de Carmen Calvo”, decían en Canal Sur dejando luego un punto gordísimo flotando, el mismo silencio de la vergüenza, quizá. En la Primera fueron más descarados, pues la crónica la cortaron con un hachazo: “[Molina] sustituye en el cargo a Carmen Calvo, q...”. Y en este fonema se paró la imagen. Alguien debió decidir que era mejor no añadir nada, por si la gente se acordaba de Pixie y Dixie o de sus roqueros de látex. Nosotros tampoco lo haremos. Carmen Calvo siempre ha sido su propia campanada.

El científico ambicioso. Han hecho de él el nuevo andaluz del Gobierno sin serlo. “Valenciano de origen pero ciudadano de Andalucía”, decían en Canal Sur. Bernat Soria, científico que vende muy bien sus neveras vacías, llevará la sanidad con bata blanca. Es muy antigua la controversia de si en un ministerio es mejor un político o un técnico, lo que pasa es que en este caso da la sensación de que es un científico irradiado de política o un político que se aprendió muy bien aquellos tochos de Lehninger. Recordando cómo Bernat Soria alababa en los programas de La Nuestra el nuevo Estatuto andaluz, que en él sonaba a desinfectante, a cataplasma y a vacuna para todo, uno diría que quizá se estaba ya postulando para el cargo. No duda uno de su cualificación científica, pero no me gusta su docilidad con los políticos, la rapidez con la que entró en el circo del autobombo una vez que lo compraron con dinero público. Los mismos investigadores reconocen que ese paritorio de células madre de Andalucía, icono de la Segunda-Tercera Modernización, tiene más propaganda que financiación, y piensa uno si con él la sanidad española a partir de ahora va a vivir de fachadas y de enseñarnos la espuma futura de la ciencia eternamente incubada, que es en lo que parece especialista Soria. Se lo vaticinó un premio Nobel, cuenta, eso de que llegaría a ministro. Y para ello parece haber trabajado, haciendo como de hombre mutante de la Junta, asombrándonos con maravillas que sólo tienen el cartel puesto, presumiendo de los microscopios aún en sus cajas. En la televisión salió como desmadejándose de macromoléculas, delante de los logos de la Junta que parecen en verdad el aparato de Golgi. En la Junta lo ven como un triunfo de su política científica. Yo lo veo como el premio que se ha buscado un investigador ambicioso, listo y prestidigitador.

El escalón más bajo. Es insufrible, vergonzoso. Tengo que reiterarlo. Ecografías en directo, María de la O en versión taichí, chillidos verduleros, borriquitos y vacas de cartón para acentuar el ambiente rústico de una Rosario Mohedano (sorbida de la fama de sus muertos) que hipnotizaba a una gallina... Y María del Monte como arrastrando percheronamente el programa a base de relinchos. Parecía imposible que Canal Sur colocara a la audiencia en un escalón aún más bajo, pero lo han hecho. La tarde supura.

2 de julio de 2007

Somos Zapping 01/07/2007

La tarde con María. Se ha limitado a conservar una fama que le vino una vez como una urticaria al arremangarse entre los pinos, porque la verdad es que esta mujer no ha hecho nada más aparte de crecer en culo, en moño y en dientes. Pero así es como nacen los andaluces profesionales y luego les basta con ir macerándose en el aceite de su propia vulgaridad, manteniéndose como a base de mucha bollería de folclore, virgencitas, atinajamientos, miarmas, balconadas y vino por el pelo o por las tetas. María del Monte, jamón cantante de la tierra, guasa con el marchamo de gracia, infección de andaluceo llenándole los cachetes, carretón aborricado de trapos, palmitas y garbanzadas patrias, ha evolucionado desde el marismeñismo a una gloria de mesa camilla apucherada y chacha. Ha presentado todas las ferias, ha despachado todos los lunares, ha rezado todas las salves, ha volcado todas las palanganas del topicazo y ahora la han puesto a presentar el programa de la tarde en Canal Sur, cadena para la que parece que representa algo así como la musa de sus matanzas. Al programa, La tarde con María, le falta aún el patrocinio de una ferretería para llegar al nivel de bodrio de emisora de pueblo. El modelo ya es malo, pero sumando la nula originalidad y el mal gusto y la torpeza de boquita y de neurotransmisión de María del Monte, lo que queda es algo así como un magazine que hiciera Ana Rosa Quintana lobotomizada. María del Monte se pone gafas y se sienta al frente de una mesa de actualidad, pero los colaboradores (veo a un guapito, a un enterado y a un payaso) parece que estén esperando a que ella les reparta rebanadas de pan con manteca, que es lo que pegaría. Concursos idiotas para gente aún más idiota, más viejitos buscando calorcito pellejudo, risotadas orujeras... Lo podría grabar en la puerta de su casa hablando con el ditero y la portera y quedaría igual. Imposible algo más cutre y más bajo, y aun así la sensación es que tan pésimo programa (o “pograma”) le viene grande como una braga, igual que si se pusiera a presentar los Oscar. Por favor, que alguien le pague para que vuelva a cantar o a guisar menudo.

Macarena contra Mahler. Para pasar de María del Monte a Los del Río sólo hay que saltar de lebrillo. Nada menos que un homenaje les montaron en Canal Sur a este par de ranos de lo andaluz, campeones en aquella encuesta que hicimos para elegir a los paisanos que más nos avergüenzan en televisión. ¿Pero qué concepto del arte, de la notoriedad tenemos aquí para que merezcan tal cosa estos dos matarifes del cante pachanguero, estos dioscuros de lo rancio y de la Andalucía de cortijo? Quedaría algún favor político que pagar... Ay, tengo que reconocerlo, han conseguido ponerme agrio entre Los del Río y María del Monte, lo habrán notado. Pero ha sido culpa de un brutal contraste, de una caída desde lo sublime hasta lo zafio que me ha sublevado. Justo esta semana había conseguido yo recuperar algo de aquella joya que emitió una vez la CBS, parte de los conciertos para jóvenes que Leonard Bernstein y la Filarmónica de Nueva York ofrecieron en el Carnegie Hall entre los cincuenta y los sesenta. Bernstein desvelando a Mahler tan transparente y exactamente ante unos escolares (¡apenas dos conceptos y toda su obra quedaba entendida!) que emocionaba. La lección magistral de Bernstein y momentos de la Cuarta Sinfonía o de La canción de la Tierra... Tanta belleza acristalando el mundo, que cuando volví a la televisión y me encontré a María del Monte y más tarde a Los del Río, el insulto me hizo enfurecer. Sí, de Mahler a Los del Río, con su amigo Rappel contándonos que el Papa bailó la Macarena, que su éxito se debe a “que han sido desde siempre personas”, que “son los mejores embajadores que puede tener Andalucía”. Y luego ellos mismos, revolcándose en su puerca idiosincrasia: “Somos andaluces, totalmente andaluces, que es lo más importante que se puede ser”. Qué tremenda idiotez y qué vanidad a la vez, la de los que no pueden ser más que eso, andaluces sin más adjetivo ni mérito. Pero no, eso no es ser andaluz. Eso es ser cateto, chovinista, vulgar, cacerolo. ¿Y artistas? Bueno, Los del Río están más cerca de la jamonera que de cualquier sucedáneo decente del arte, concepto que ellos nunca conocerán. Y yo sentía una pena y un asco indescriptibles, otra vez Andalucía definida a partir de sus corrales, con alegría, con avilantez, con orgullo. Puse de nuevo a Bernstein, pero ya la amargura me había vencido para toda la semana.