25 de enero de 2011

Los días persiguiéndose: La reconquista (25/01/2011)

Ha comenzado la reconquista, el desquite, con fiestas de cumpleaños a ritmo como de Xuxa, aquella cantante infantil sin voz, toda piernas y sombreros, un poco como Rajoy. Lo esperaban desde el burbon con veneno de las Azores, desde los trenes malditos de la muerte, desde aquella legislatura del odio. Zapatero les ganó dos veces sin más que terminar las palabras con zeta y aprovechar el asco de la gente, que disfruta todavía más castigando a los gobiernos engreídos que con las hazañas del fútbol. Ahora le tocará al PSOE probar la rabia del pueblo traicionado, primero desencantado y luego definitivamente furioso por la torpeza de Zapatero, por sus ministros teletubbies, por su economía de abrir y tapar zanjas, por su progresía de ñoñerías y gafapastas, y por la horca a medida que le fue colocando a cada españolito en el salón. Hasta por el cabreo del tabaco, tan carpetovetónico, va a pagar Zapatero.

En Sevilla, confitería del barroco y palacio del rival político, el PP se sintió ya ganador y resarcido. Hizo una convención para mirarse las trenzas de princesa. A pesar del aburrido Rajoy, las gradas ondeaban la gaviota igual que el rayo de la victoria, una victoria que olía como el ozono. De momento, no enseñan demasiado a los sacristanejos ni a ese tea party español que a lo mejor no existe o a lo mejor son ésos de siempre que se acuestan con cirio, bandera y rosario del Papa, aunque Mayor Oreja dio la cantada definiendo al PSOE como “el partido de la muerte”. Parece que vienen con la calculadora en la oreja y la tijera en la mano, como tacañones, y sin embargo es eso lo que hace falta. Hasta han tenido el valor de meterse con las autonomías, pero no contra el legítimo, útil (si se hace bien) y hasta sentimental autogobierno de las regiones, sino contra su despilfarro, su gigantismo, sus redundancias, sus séquitos y sus mantenidos.

A Zapatero le bastó con su zeta y a Rajoy le puede bastar con no ser ZP. Creen que la mayoría del país piensa que es imposible hacerlo peor que el leonés errante y por eso el PP lanza sus propuestas sin mucho perfilado, con más borrador que tinta. Tampoco les hace falta un gurú, un Moisés como fue Felipe González o un Niño Jesús como fue Zapatero. Rajoy, un político gris, sensato y como tejedor, bien les sirve contra una sombra, contra un desahuciado.

En España el PP espera la marea y en Andalucía, el milagro. Gallardón dijo que la Transición no terminará hasta que el PP gobierne en Andalucía y yo estoy de acuerdo. La democracia no puede tener partidos naturales de los pueblos, que es como suele venderse aquí el PSOE. Y al PSOE andaluz ni siquiera lo sostiene el éxito, sino al contrario, un largo fracaso, compensado eso sí con una fatigosa inercia, una herencia mitificada y un poder desmedido y ubicuo. Pero quizá se le olvidó a Gallardón el otro lado de su frase: para que gane en Andalucía, el PP tendrá que haber completado también aquí su particular Transición. Es decir, desprenderse de señoritos y fachosos, de tufos rancios y beatería, que aquí parece que nos duran o nos duelen más. Creo que Arenas ha hecho mucho en este sentido, aunque a veces se le noten querencias o extrañas hipotecas con el discurso tradicional de la derechona. En Sevilla, con las gaviotas como delfines, Arenas todavía no parecía esa princesa prometida, a pesar de que la última encuesta, de la Universidad de Granada, le da 9 puntos de ventaja. Que tenga cuidado, que las encuestas engañan más que las básculas. Cualquier día sale el pueblo con una rabia o un asco, se carga todas las predicciones y deja las reconquistas convertidas en ceniceros.

Somos Zapping: Creemos en Chaves (24/01/2011)

Flores y babas. Ver a arrimados y lacayos hacer el pastelón no nos espanta, aunque nos indigne. Duele más (y es más peligroso) que los periodistas ignoren los hechos, la realidad, que es su materia prima, y se dediquen a dar saltos de fe y a poner la mano en el fuego por los políticos (¡por los políticos!). Trataba la tertulia de El meridiano el fallo del TSJA que sentencia a la Junta a abrir expediente a Chaves por el caso Matsa, pero aquello parecía un besapiés. Crujían las vertebras de las espaldas dobladas hasta el suelo y una agradecida babilla chorreaba en los micrófonos, mientras la única voz que pretendía explicar razonadamente el asunto era silenciada como a tartazos. El tono ya lo dio la ínclita Susana Díaz, en unas declaraciones que servían de introducción al debate: “Hay algo que los andaluces tienen claro, y es la honestidad y la talla moral (...) de Manuel Chaves”. ¿Los andaluces, así, en general? En fin. Pero no le fue a la zaga, ya metidos en faena, Javier Aroca, quien dijo de Chaves que es “una persona que si por algo se ha destacado en su trayectoria política (...) es [por ser] un hombre honesto en su fondo y en sus formas”. Ay, ese amor de hijo... Tampoco Francisco Giménez Alemán quiso quedarse sin lanzar su beso al aire y argumentaba (¿argumentaba?) de esta forma: “Creo que el señor Chaves ha sido una persona de una honestidad ejemplar en la presidencia de la Junta”. ¿Qué se puede añadir cuando hay tal fe? Aleluya, tan sólo. Bueno, también se puede decir lo que apostilló Mabel Mata: “Y además, a Chaves, una de las cosas que más le puede doler es que se cuestione su honestidad”. Acabáramos. La prueba de la inocencia y honradez de Chaves es que le duele que las pongan en duda. Y ahí está el periodista (¿periodista?) para dar por buena esa prueba, remarcar el grito de inocencia del político, sumarse a su indignación, prestarle su apoyo moral y asentir con tristeza y empatía. Para el áulico Javier Pérez Royo, también “la conducta del Presidente ha sido totalmente correcta”. Sí, eso fue capaz de decir un catedrático de Derecho Constitucional ante la clara sentencia del TSJA y la no menos clara Ley de Incompatibilidades. ¡Llegó incluso a fingir que no distinguía la jurisdicción penal de la administrativa! Sólo Paco Reyero intentó al menos explicar el sentido y los fundamentos de la sentencia y colocar en su sitio los hechos (¡hechos!). Pero se encontró con la estrategia de embarullamiento e interrupciones de Pérez Royo, que sacaba en desesperados manotazos los bigotes de Gürtel y el voto particular del presidente del tribunal (uno contra cinco). Y también se encontró con la moderadora, que no sólo no paraba a Pérez Royo para que Reyero pudiera terminar de explicarse, sino que, deseosa de acabar con toda aquella incómoda conversación rápidamente, entremetía un “bueno...” cortante e intentaba acallar al director de la edición andaluza de La Razón hasta con las manos. Sí, no sea que los andaluces se enteren de qué dice esa sentencia y por qué Chaves ha metido la pata. Sólo hubo una intervención por contertulio, tres hechas de flores babeadas y otra saboteada... Y Mabel Mata preocupada por cómo se siente Chaves... ¿Alguien se extraña de que en la entrevista que le hizo a Griñán este asunto ni se mencionara? Una sociedad acrítica y un periodismo mayoritariamente servil con el poder constituyen una de las mezclas más nefastas que se pueden concebir en democracia. Esta mezcla la tenemos en Andalucía. Y generosamente subvencionada con dinero público.


Mi Primera Cartilla. A los ninis de Griñán los hemos visto soltando memeces ante los micrófonos, pero nunca los habíamos pillado así como haciendo cuentas con los dedos, en mitad de ese parvulario en el que viven el resto de su tiempo. Hasta que en las noticias de Canal Sur nos dimos cuenta de que Mario Jiménez lee sus papeles siguiendo el renglón con el boli, como si fuera Mi Primera Cartilla. Pero tampoco vamos a exigir a estos políticos nuestros no perderse en un folio sin ayuda del dedito. Leer de corrido y sin puntero es sin duda cosa de esa élite enemiga del pueblo. A lo mejor lo piden de ministro para arriba, por las apariencias, pero para un carguito autonómico, no vamos a ponernos tan severos. A ellos les basta con silabear, balbucir y palmotear. Y supongo que también con ponerse a hacer caquita ellos solitos.


Andaluz en Andalucía. Palabras de Mar Moreno tras un Consejo de Gobierno: “Es un Gobierno andaluz... [pausa] que propone y alcanza acuerdos. Es un Gobierno socialista de Andalucía que marca el camino a seguir”. ¿Un Gobierno andaluz? ¿En Andalucía? ¿Cómo han conseguido eso? No paran de deslumbrarnos con sus éxitos. Y sus tontadas.

Los días persiguiéndose: Nepotes (18/01/2011)

Éste es un país de sobrinos, nueras y gente de bautizo. Lo sabemos desde los mostradores del pan, el andamio y las boticas; desde el pregúntale a tu cuñado y el mira si me colocas al niño. La institución del Fulanito me conoce, del me manda mi hermano, del a ver qué puede hacer usted, del ya sabe quién es mi padre. Si funciona para los aprendices de barbero, imaginen en las administraciones públicas. Pero esto no lo hemos inventado ahora nosotros, sino los romanos y los papas hace mucho, y tiene que ver con una concepción familiar del poder, muy del Antiguo Régimen, y con el carácter que no sé si llamar latino de una sociedad basada en el favor y en su contrapartida, en el hoy por ti y mañana por mí, en el qué hay de lo mío que yo ya cumplí lo que me tocaba, en el vamos a llevarnos bien que a los dos nos conviene. Así se hacen negocios y política y hasta cultura. Son el enchufismo y el amiguismo que nos convierten en una sociedad de mediocres.

Llega un momento, sin embargo, en que ni siquiera hace falta una contrapartida: basta la disuasión del poder. El poderoso coloca descaradamente o entremete más discretamente a su familia o amigotes, y el que proteste que se atenga a las consecuencias. Añadamos unas leyes bastante laxas y tendremos lo que hoy nos aflige, esta mugre de hermanísimos, hijísimas, esposísimas y demás que viven alrededor del panal público o de sus hilajos desprendidos, panal que el poderoso dispone y reparte. Ahí está el caso Velasco. ¿Es que ninguno de estos barandas tiene una esposa o un hijo con una mercería, o que se haya preparado una honrada oposición a Correos? ¿Es que tienen que revolotear todos por las subvenciones y los carguitos? Recuerden a los hermanos Chaves con lo de Climo Cubierta, recorriendo toda la línea que va de concebir el presupuesto público a materializarlo en dinero en su mano. Y si la cosa levanta demasiada polémica, pues al hermano se le busca luego un huequito en cualquier otro lado, como a Leonardo Chaves, presidiendo un club de baloncesto (patrocinado por una caja de ahorros, qué revelador).

No hace falta ponerse leguleyo para que el caso Matsa repugne moralmente. Basta el sentido común: una empresa contrata a la hija de Chaves para que tramite una subvención que su padre deber firmar. O incluso aunque él no la firme en persona, una subvención que debe aprobar el aparato de poder que maneja su padre. En cualquier lugar civilizado, esto sería un escándalo. Aquí, ya vemos que no. Aquí lo que ocurre es que, simplemente, como cualquier padre, Chaves sólo quiere “lo mejor para sus hijos”, según la increíble justificación de aquel consejero, Luciano Alonso. Pero la impunidad en la que se siente abrigada esta gente hizo que Chaves ni siquiera cumpliera la somera ley saliéndose de aquel Consejo de Gobierno, que es lo único que pide ingenuamente, y que, por otro lado, no impide que el resultado sea el mismo. Es este engreimiento de Chaves el que le puede costar la inhabilitación.

Ay, este país de cuñados, pillos, enchufes y favores... Nepotismo viene de sobrino en italiano, esos sobrinos de los papas (realmente hijos) que enseguida eran nombrados cardenales. Es lo que ocurre cuando el gobernante no se siente servidor de la ciudadanía, sino cabeza coronada. Por eso lo público se nos ha llenado de aprovechados y nepotes. Sin duda nuestras leyes no son lo suficientemente duras con esta lacra. Pero yo sigo manteniendo que lo que no es meritocracia es sencillamente corrupción.

Somos Zapping: Asfixia patrocinada por la Junta (17/01/2011)

Tatuaje. Eso de que las banderas o los emblemas cubran el paisaje y presidan cualquier aspecto de la vida ciudadana siempre me ha dado un poco de repelús, como si aún batiera de lejos aquel aciago Nuremberg. Quizá el logo de la Junta lo que parece es eso, un gran zepelín a tiras que flota sobre Andalucía. Lo veo en marquesinas, autobuses, edificios, carriles bici, recetas, carnés, gorras, chaquetillas, uniformes, coches, señales de tráfico, panfletos, conferencias, fundaciones, patrocinios... La Junta lo ocupa todo, lo dirige todo, está en todas partes como un ojo y una mano puestos allí, como un hierro con el que han marcado el mundo que nos prestan. Pero no es una flor de lis, sino el signo de una administración ubicua, paternalista, todopoderosa, gigantesca, que no deja espacio para nada más. Al logo de la Junta, sol de calcomanía, bandera un poco japonesa de nuestra vida, lo he visto casi en cualquier lugar. El otro día, en 2 minutos de Tecnópolis, salió en desvíos de caminos, coches, solapas de técnicos... Incluso vi hace poco en Andalucía directo un gran cartelón juntero de fondo mientras un médico explicaba la maniobra de Heimlich, la que se realiza para los atragantamientos. Hasta en la asfixia nos tiene que patrocinar la Junta. Pero nada tan descriptivo, tan agónicamente gráfico, como lo que me encontré en Los reporteros. Sólo era un reportaje sobre los títeres de La Tía Norica, pero uno de ellos, que era como una puta vieja, una cupletera tetona, un travesti de cabaré o algo así, un personaje vulgar y cachondón pero a la vez terriblemente melancólico, tierno y derrotado, exhibía en el brazo un tatuaje que era el logo de la Junta encerrado en un corazón. “Y mira, mira: apoyada por la Junta de Andalucía, sácame el tatuaje, niño”, decía el actor. Y yo pensé que ésa es Andalucía, esa decadencia que rezumaba ese títere, esa carne castigada pero reidora, y marcada, patrocinada o prostituida por un símbolo que tiene algo de chulo castigador, de amor portuario, de esperanza ingenua, de sueño de vieja loca, de tótem primitivo, de nombre de hijo pródigo, de Corazón de Jesús civil para creyentes desahuciados. Sí, ese logo, ese tatuaje de nuestro fracaso. A fuego lento lo han marcado y para siempre iremos con él.


Lo imposible. Llevaban prismáticos y GPS, radios y protocolos, todoterrenos y casi escafandras. Parecía que vigilaban un encuentro en la tercera fase o que planeaban hacer de una montaña un sincrotrón. Pero no, en Tecnópolis tal despliegue debía de responder a algo bastante más agreste. “Nuestro reto es alcanzar una ganadería sostenible”, decía un agente de Medio Ambiente mientras el objeto de su interés aparecía por la alta montaña de la Sierra de Castril: ovejas. Planeando una ganadería sostenible a partir de ovejas montunas de la sierra. ¿Serán capaces de alcanzar ese reto? ¿Será posible en ese ambiente electrizado, hipertecnológico, atrofiado de contaminantes, en el que crepitan la radiactividad, el feo plástico y la obscena suciedad de nuestra civilización; será posible, digo, lograr en aquel lugar tan hostil para ello el milagro de que las ovejas se conviertan en ganadería sostenible? Pues en eso trabajan, en ese casi imposible objetivo se afanan los brillantísimos técnicos de la Junta. Un día llegará, sí, en que las ovejas sean sostenibles. Con suficientes medios y financiación, y con un gran equipo humano como el de la Junta, seguro que se conseguirá. Ovejas de la sierra sostenibles... Cuesta soñarlo, siquiera... Pero hay gente que trabaja sin descanso por lo imposible. Ovejas de la sierra sostenibles... ¿De qué seremos capaces después de este hito? Da vértigo pensar adónde hemos llegado y adónde podemos aún llegar.


We are the flamencos. El flamenco de Quintero ya tiene hasta su We are the world. Sí, un himno reivindicativo que oí cantar entre las galaxias de sillas de su decorado. “Sueño que sueño que el mundo es flamenco / Como tú, sin saber lo llevas dentro”, dice la letra. No sé qué pensar del mundo flamenco que pretenden empezar a construir, salvo que esa yihad va a tener que ganarse a zapatazos: no creo que el resto del mundo acepte sin más que lo conviertan en un rengue. Lo que sí es verdad, como preveíamos, es que este flamenco suyo de la Unesco se empieza a abaratar: he visto a César Cadaval metido en el jolgorio, al propio Quintero recitando y marcando el compás con los nudillos, a alguien bailar una especie de break dance sobre una mesa, y hasta a uno de estos grupos de rumbita tontipija (no sé cuál, no distingo los tintes ni los mofletes de unos u otros) colgándose el mérito y la raza del arte jondo. No sé lo lejos que llegará esa conquista. Eso sí, que ya hay quienes están viviendo mucho mejor a cuenta de esta cruzada, eso es seguro. Lo de We are the world al menos era para África. Esto es para su bolsa.

Los días persiguiéndose: Bob Esponja (11/01/2010)

En la cabalgata de Reyes de Sevilla pasearon a Bob Esponja, personaje con cara de edredón que habita en tres mundos submarinos: el suyo, el de la infancia y el de la televisión. Nunca he visto su serie, no sé de qué van sus aventuras, pero pensé que la estrella de Belén apuntaba este año al plástico, que la religión ya va por Spiderman, que los mitos consisten en pintarles ojos a las piedras o a las nubes y en hacer hablar a las serpientes o a los gusanitos, que el cristianismo también es merchandising y que los dioses de los niños y los de los adultos comparten cunita. Los mesías se van abaratando e infantilizando, su corte empieza con ángeles y palomas sopranos y ejércitos con espada flamígera, pero termina en un té de muñecos. En la política ocurre lo mismo: del estadista al nini, del gobernante al señorito, del político al mequetrefe hay muchas gradaciones posibles y en estos tiempos nos ha tocado verlos en lo más bajo. Los niños creen en Jesús o en los Reyes o en Bob Esponja indistintamente porque es lo que está encima de la carroza o del mueble bar. Los ciudadanos creen en el gobernante porque está en el sillón y en Canal Sur. Hacer teología con Bob Esponja y hacer política con los gobernantes que tenemos quizá sea el mismo absurdo. Sólo dejan lugar para la creencia de los chiquillos, las cabalgatas con azúcar y ese lenguaje desaforado de ojos, bocas y manos gigantes que a los adultos debería horrorizarnos.

Bob Esponja puede estar en una cabalgata o en el mismo pesebre de Dios, e igualmente cualquiera puede estar en un cargo, una consejería, un ministerio, una presidencia. Los ninis de Griñán, que en vez de declaraciones hacen anuncios de clics de Playmobil, que en vez de discursos dejan suspiritos, que en vez de inteligencia usan plastilina; estos ninis, digo, no son dibujos animados sino hijos naturales de esa macabra decadencia de la política que ha culminado en el infantilismo y la memez. Y quizá el primer Bob Espoja de esta nueva era política fue Zapatero, que hemos visto que no era Kung Fu, un sabio tranquilo, un cuidador de flores de loto, el que hablaba con las constelaciones a través del rocío y las ardillas, sino un niño que, como niño, desconoce el valor de las cosas, del dinero, de la vida, y por eso puede llevarse todo el tiempo persiguiendo una rueda de colores, o abrazar dulcemente a un gatito hasta estrangularlo, que es lo que parece que ha hecho con España. Aquí, en Andalucía, nuestros gobernantes ya hace mucho que nos hablan y tratan como a niños, pero aún había en Chaves y su generación cierta postura de padre atabacado en su butaca. Ahora son niños gobernando a niños, y esto es ya la casita de chocolate sin siquiera una bruja.

Crecer nosotros, si no crecen nuestros gobernantes, es lo que deberíamos hacer. Empezar por rechazar el caramelo, el besito, la cancioncita; repudiar a los políticos que vengan hacia nosotros con el babi y las trenzas a cambiar cromos o a ofrecernos un peluche, exigirles que nos hablen como adultos y traigan la voz grave y la lógica pulcra, y menos corazoncitos pintados y más números por delante, y menos hacer palmitas y más doblar el espinazo, y menos hadas y más realidad, y menos 'y tú más' y más voluntad, y menos chupete y más respeto para la ciudadanía. Estamos atrapados entre los listillos vividores de lo público y los tontos con cabeza de esponja que hacen política de mocosete. Menudo panorama. Lo de ver a Bob Esponja en la cabalgata de Reyes no es nada. Lo malo es verlo sentado entre teteras cantantes en los palacios de la Junta.

Somos Zapping: Collejas y cataplasmas (10/01/2011)

Vieja y nueva guardia. Vinieron desde Madrid Rubalcaba y Chaves, con aleteo membranoso y sin traje de bonito, sino de faena, para que no se salpicaran las corbatas. Cumbre, gabinete de crisis, emergencia en las santas vacaciones, el día 5, el de las cabalgatas de los niños, el de las calles resbaladizas, el de la última borrachera. Cuando ni el secreto ni la discreción fueron posibles, intentaron que aquello pareciera una reunión institucional de rutina y eso aún fue más ridículo y patético. “Gobierno, Junta de Andalucía y Partido Socialista han celebrado hoy una reunión en Sevilla para coordinar actuaciones en Andalucía”, decían en las noticias de Canal Sur. Dejémoslo en el PSOE solamente, aunque ya sabemos que ellos no distinguen entre las instituciones y el Partido. Los ministros no van con jerseicillo para tratar asuntos de Estado, sino cosas de casa, que era a lo que venían. Rubalcaba, Chaves, Griñán, Moreno, Pizarro, Jiménez, Díaz, reunión de los grandes jefes y ancianos con los mayorales, capataces y gobernantas para poner orden en este cortijo que se les viene abajo. Mucho hablaban los medios de la vieja y nueva guardia, pero ésa es una diferencia que yo no veo. No hay una nueva generación en el PSOE andaluz, sólo hay viejos leones que permanecen y jóvenes cachorros de lo mismo que los imitan, con idéntica concepción del partido, idénticos modos e idéntica política, pero más inexperiencia y torpeza. “Hay una gran sensibilidad del conjunto del Gobierno hacia lo que tienen que ser las necesidades de los andaluces y las andaluzas”, manifestaba Susana Díaz. ¿Cómo que “lo que tienen que ser las necesidades de los andaluces”? ¿Es que nuestras necesidades vienen impuestas, diseñadas o seleccionadas por el Gobierno? Yo creía que la necesidades simplemente las teníamos y el Gobierno debía intentar satisfacerlas... En fin, otra tontería de estos ninis, de tantas que les salen al querer alargar y retorcer las frases, que es lo que ocurre cuando ni se sabe hablar ni qué decir. “Sin caer en triunfalismos, pero las cosas se están haciendo bien”, remató en su línea habitual la ínclita Susana Díaz. ¿El mefistofélico Rubalcaba o el desahuciado Chaves van a cambiar en una reunión esta forma marrada e idiota de hacer política, este partido quemado, atrofiado y tan endiosado como fracasado? No, desde luego que no. Hace falta mucho más. No es una colleja de Rubalcaba lo que necesita esta tropa, sino la gran y definitiva colleja de la ciudadanía.


Desapego. Si no pueden darnos trabajo ni traer crecimiento económico, ¿con qué nos podrían aliviar? Pues con consuelos ascéticos, budistas o taoístas, como el del desapego, el desprecio por las cosas materiales, demonio viejo como la carne. Es lo que intentaron en Los reporteros, machacándonos con eso de que las empresas y los bancos nos empujan al consumismo y nos esclavizan. Todo nos iría mucho mejor si corrigiéramos nuestros “hábitos de consumo perversos”, aseguraban. Entre esos hábitos perversos o lujos superfluos citaban comer naranjas en agosto, comprar teles, móviles y cacharritos electrónicos, e incluso tomar demasiadas pastillas cuando sabemos que “las grandes empresas farmacéuticas inducen al consumo de medicamentos y crean enfermedades falsas”. Por cierto, esto último lo dijo Juan Torres, un catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla que hablaba como Sánchez Gordillo. Ni frutas fuera de temporada, ni teles, ni ordenadores, ni tampoco médico (“acudimos a costosos especialistas y a complicados tratamientos sin poner el foco en la prevención y en una vida saludable”, insistían). Pues nada, verdura del tiempo, parchís y quinqué en el salón, tam-tam para comunicarnos, cataplasmas de la abuela cuando estemos malitos y a volver a la Edad Media, que así la crisis dolerá menos. Seguro que entonces no necesitaríamos tantas zarandajas de dinero, sueldos o empleo, que es que nos quejamos por vicio. Así haríamos “políticas del buen vivir” en vez de ““políticas para el buen hacer de los mercados y de los banqueros”, según nos volvía a explicar el economista revolucionario o hippie, que también nos recordaba que “el 65% de la población mundial no ha hecho nunca una llamada telefónica”. Cómo envidio a esa feliz mayoría, que seguro que también tiene la suerte de carecer de electricidad y de agua potable y de comida que llevarse a la boca. Ellos sí han alcanzado la sabiduría. Menos mal que llega la bendita y purificadora crisis, nos recuerda todas estas verdades y nos invita a deshacernos del lujo en el que nos revolcamos obscenamente. Dejen todo lo que tienen, cojan sólo una túnica y unas sandalias, y sigan a esta gente hacia su cueva de la felicidad. Sólo padecerán la crisis los que quieran seguir comprando, comiendo, trabajando y viviendo. Perversos locos...

6 de enero de 2011

Los días persiguiéndose: Reyes Magos (4/01/2011)

Ya no amanece junto a mi cama una bicicleta roja, grande y brillante como una cosechadora, ni me mira un rifle de John Wayne sobre la silla, ni me espera en el salón un microscopio que será un hospital para moscas. Aquello no era mágico por quienes lo traían, Reyes Magos o padres, sino por cómo aparecían sin sentirlos, en una mañana que ponía ella sola cosas en la ventana. Ni siquiera recuerdo cuándo me di cuenta de que los regalos eran de mis padres, de que los Reyes Magos sólo eran gente del ayuntamiento conchabada con los barrenderos. Pero sí recuerdo la diferencia entre el regalo aparecido y el que luego ya vino de otra manera, como la compra del día, y eso era lo que distinguía a la magia de la cesta del pan. Supongo que esa diferencia tenía que ver con el dinero, con la conciencia de su existencia y su dureza, que quizá es lo que nos saca de esa primera niñez, y no tanto descubrir que Melchor es un ferretero del pueblo.

La niñez en la política, igualmente, quizá es pensar que las cosas aparecen sin más y que no cuestan. Y no sólo me refiero a dinero, sino a esfuerzo, tenacidad, inteligencia o paciencia. Y tampoco me refiero sólo a los gobernantes, ni sólo al pueblo, sino a ambos. El ciudadano se acostumbra a pedir y a esperar dormido, y los políticos a prometer, a conceder de palabra o a amañar envoltorios virtuales, o sea propaganda. Por eso nuestros gobernantes se dirigen a nosotros como a niños. Es a ese lenguaje al que respondemos todavía: a la fantasía, a la emotividad, a la inmediatez y al capricho. Sólo queremos ver que la ventana se llena un día de regalos o de sus promesas, sin preocuparnos de dónde vienen ni qué ocurrirá después. Las manos de los niños ignoran la historia y el futuro de lo que tocan, son puro presente. Zapatero no hubiera sido posible sin esta niñez política. Olvidó el dinero, la responsabilidad, la historia y el futuro de las cosas, y se vistió de chocolate como Baltasar, hasta derretirse. Y qué decir de Andalucía, eterna cabalgata de Reyes, larga vigilia antes de la abundancia que nunca llega, amanecer siempre pospuesto que rapta cada día al poni que nos iba a despertar.

Yo ya no quiero regalos que salen de los zapatos, yo ya no quiero ignorar de dónde vienen los caramelos ni los monstruos. Yo quiero saber y no ser engañado y asumir mi responsabilidad y mi fuerza y mis límites, y esperar no la alegría del milagro, sino esa otra de lo ganado, lo merecido, lo peleado. Pero despertar a los chiquillos por la oreja y acuciarlos hacia la madurez, ¿cómo se hace? Sí, todo este mundo de chiquillos, la ciudadanía mocosa y los políticos de pantaloncito corto que nos gobiernan, esta Andalucía de toboganes y estas confortables legañas de domingo... Ya no hay cartas que escribir a los Reyes Magos. Ya no hay que pedir, sino que hacer. Hay que bajar a los políticos de las carrozas, hay que subir a los ciudadanos a los podios, hay que hacer triunfar a la honradez y a la inteligencia, hay que expulsar y avergonzar a los canallas y a los mentirosos y a los necios y a los ladrones, hay que contar el dinero en su justo peso, hay que saber medir y guardar y repartir. Y hay que derrocar en política a los Reyes Magos, con sus falsos rizos y camellos y su Visa sin límite. Prefiero personas sin magia, que sí tengan que cuidar las monedas y el tiempo, con ojos para ver el mundo como es, voluntad para cambiarlo y sabiduría y justicia para llevarlo a cabo. No se trata de buscar a esas personas, sino de empezar nosotros a ser esas personas. Quizá entonces tendremos políticos de la misma altura. Mientras, tengan Reyes Magos los niños.

Somos Zapping: Porque esto es África (3/01/2011)

El idilio. Para su mensaje de Fin de Año, Griñán se presentó con el Idilio de Sigfrido de Wagner y su palacio con las puertas abiertas y el rosa de los mármoles aterido, como él. Pero estamos para pocos idilios con el poder y los lujos, así que el mensaje sólo transmitía ese frío de los pajarillos fuera y el del propio Griñán, que parecía un príncipe desahuciado. Leyó tieso, triste y con automatismo su villancico de buenos deseos, confianza y caramelo, y yo me fijaba en el trozo de paisaje de árboles y luces fuera, que parecía atraerlo, absorberlo, como si todo en Griñán llamara a la huida, como si tiraran de sus hombros todos los puntos de fuga de la realidad de Andalucía para despedazarlo. Me pareció más descriptiva y decisiva esa imagen que todo lo que dijo sacudiéndose los problemas y la responsabilidad, llamando a los ángeles de la fortuna y a las campanillas de la esperanza, pero no como un líder, sino como un sacristanejo. “Urge restaurar el prestigio de la política”, se atrevió a decir desde su postal vienesa, él, el de los viejos urdidores y los ninis inútiles, el heredero a dedo que forma sus gobiernos atendiendo al equilibrio de las familias del partido. “La política es lo que hace mejor nuestras vidas”, añadió. Cierto, sobre todo las de los vividores de lo público, políticos, enchufados y arrimados al partido. La “Andalucía real, moderna, innovadora” le salía falsa como las angulas falsas de las cenas de ahora. Sí, estos discursos son cargantes y odiosos: esa propaganda partidista regalada en la televisión pública, esa estampa de abuela dando consejos y repartiendo carantoñas... Pero a veces pueden retratar en un solo plano toda la decadencia de una época, de un sistema, de un régimen fracasado y moribundo. Griñán iba hablando y se iba congelando frente a la puerta abierta de su palacio. El Idilio de Sigfrido (¿idilio de Griñán con su Andalucía inventada?), los mármoles rosas, la voz del Presidente que sonaba como el acordeón de un loco durante un bombardeo... Y su cara triste, y unos violines de nieve, y una realidad que parecía que había roto a pedradas los cristales del palacio para estremecernos de verdad, enfermedad y frío.


Campanadas flipadas. Es como si diera las campanadas el Pájaro Loco. Enrique Romero de nuevo manoteó, saltibrincó, nos mareó, dio pases de pecho y creo que esnifó las uvas. Se había puesto el hombre hasta un chalequillo torero para la ocasión, porque “los toreros se vienen arriba”. Yo creo que él se viene arriba con algo que se mete, ranciedumbre en vena, metanfetas de catetismo, fumeteo de establo, pirulas de tradición y una especie de andalucismo que consiste en picores. Es como un hombre orquesta de los tópicos que va dando platillazos con manos y pies a toros, olivos, postales, flamenqueos y otros andaluceamientos flipados. Qué dolor de cabeza y estómago me da.


Waka Waka. Es el día más hortera del año, en el que la noche se vomita en sus tacones y las fiestas huelen a cáscaras, barreduras y meado. La Nochevieja, día de los niñatos y los culazos, sólo podía ser más hortera en la televisión más hortera del país, Canal Sur. Noche poligonera, coplistas vestidos de camareros o de damas de honor de barrio, Chiquito de la Calzada disfrazado de Elvis Presley, La vaca lechera sonando agitanada, carnes mal enfajadas cantando el Waka Waka... Creo que ése fue el momento de la noche: tras las campanadas, unos ritmos negros llaman a una chica como una pantera de nuestra raza, que parecía que se había comido a Shakira en el camerino, para cantar esa canción futbolera o cazadora en la que todos corean con alegría “porque esto es África”. Y así es, sin duda, esto es África con el hambre en la boca, el meneo en las caderas y el folclore como hechicería. Un África pobre, orgullosa, bailona, abandonada y sufrida. Esa África que hacen de Andalucía y que la muchacha reconocía con tanta verdad como inconsciencia, recibiendo el Año Nuevo, sin saberlo, con la descripción de nuestra posición y eternidad en el mundo. Nadie se atreve a cambiar la letra de nuestra canción para, en vez de afirmar, preguntar: ¿Por qué esto es África?


Resumen. Podríamos jugar a buscarle a este aciago 2010 un adjetivo o un subtítulo, pero creo que pocos usarían la frase de Esther Martín en el especial de fin de año de Los reporteros: “Les dejo con el resumen de Los reporteros 2010, el año de la declaración del flamenco como patrimonio de la Humanidad”. Luego, entre desgracia y desgracia del año, ponían cortinillas con estampas de tablao. Ya saben que en el periodismo es fundamental saber dar la prioridad adecuada a las noticias. Pero claro, eso es en el periodismo, no en la Consejería de Atontamiento y Propaganda que es la RTVA.