30 de abril de 2007

Somos Zapping 29/04/2007

Día del Libro. Día de las flores que se leen o de los libros que se comen, quizá sea eso el Día del Libro. O sea, un intento marchoso de amontonar a los no lectores ante contenedores de papel al peso, pues los lectores de verdad ya leen sin que haya fiesta ni azafatas ni libros vestidos de bombones ni cartelones donde el escritor parece Spiderman. Para el fomento de la lectura uno piensa que hay estrategias más útiles (empezando por mejorar la educación) que montar un día una pescadería de los libros más dorados o empanados. Pero esto sirve para el negocio y para los políticos, que es así como sienten ellos la cultura, como inauguración y transporte de bultos, algo que nada tiene que ver con querer dar cultura de verdad a la sociedad, último interés de la política. Veo el lunes, en el informativo de Canal Sur, la noticia guapeada de ese día en que el pueblo y los políticos se acercan a los libros, el primero como a packs de yogures y los segundos como asomándose un pozo. Pero un reportero, desde Córdoba, ya nos desencanta diciéndonos que “los libros más demandados son los de autoayuda o espirituales”. Da igual, eso a los políticos les da para su homilía cultureta lo mismo que si Habermas estuviera en el número uno de ventas. Y efectivamente, sale luego muy digna y como condecorada de códices la consejera de Cultura de la Junta, Rosa Torres, para soltar esta estupidez: “Un mundo que, estamos convencidos, necesita más que nunca del libro como instrumento común que ayude a apagar las convulsiones y que prodigue entendimientos”. No, mire, señora, eso lo hace un binguito en la casapuerta. Los libros transmiten conocimiento, ciencia, arte, opinión, y no tienen que ser la moral ni el arbitraje social de nada, sino el fruto de la creatividad humana, a veces explosiva y provocadora. Todavía hay una diferencia entre la cultura e ir dando abracitos gratis por la calle, esa moda que ha salido. El caso es que la ñoñería de la consejera tampoco arregla nuestro paupérrimo índice de lectura. Y eso que se incluyen los horóscopos, los diversos códigos Da Vinci y demás basura encuadernada. No merece tanta fiesta esta tristeza.

Feria. ¿Es cultura la feria de Sevilla? Para la consejera Rosa Torres, seguramente tanto como Los osos amorosos. Para mí, pues tanto como es cultura el vudú. Este año, después de más de 15, he vuelto a pisar la feria de Sevilla, animado por buenos amigos que no sé hasta qué punto querían hacer un experimento conmigo, por si acaso me desintegraba como un vampiro al sol. Y qué quieren que les diga, la buena conversación y el tapeo los puedo tener igual sin soportar esa horrible musiquilla y ese olor a establo que pasaba a veces como en un capacho, además del pamplineo y las escalinatas a diferente altura en las que se veía posar a cada uno. En cualquier caso, no sé si resulta más dura la feria desde dentro o al otro lado de la pantalla en la que Canal Sur había puesto, como todos los años, sus mantones, rodillas de morena, jamoncito “de pegarse al riñón” (Cremades dixit) y otras aplaudidas vulgaridades. Un especial intragable con la aceitosa María del Monte y el alfarerismo etnocentrista de Rafael Cremades apestiñaba la noche y, en la pena por nuestra eterna reducción al folclorismo, sólo me hizo reír escuchar a no sé quién cantando esta ridiculez: “...que te mires al espejo antes de criticar a otra persona, a mí me han despellejao...”. Y con razón, hijo... Pero mejor fue Contraportada, no por la exhibición de nudos gordos de corbata, patillas de hacha y méritos de hermandades al conseguir una caseta (“Tú también te tienes que hacer de la Hermandad del Rocío de la Macarena”, le aconsejaba Inmaculada Casal a un invitado). No, es que volvimos a ver a la consejera Rosa Torres teorizar sobre la cultura patria: “Alegrándonos con la alegría (sic) y la felicidad de todos los que vemos por la calle, porque la fiesta es sobre todo un lugar de encuentro entre amigos y para la diversión, y para una consejera de Cultura, que todos los días trabaja para ver si hacemos a los andaluces más felices, este momento es muy satisfactorio”. Cuando le preguntaron si la gente la paraba por la feria para pedirle cosas (¿?), la consejera contestó: “Las peticiones vendrán cuando termine la feria y baje el nivel de felicidad y de satisfacción que se vive”. Después de esto, uno se pregunta: ¿Qué es lo que ofrece la consejera de Cultura? ¿Marihuana?

Somos Zapping 22/04/2007

Guau-guau. Lopera ha unido al Betis sus caquitas domésticas, sus mudas de pelusa y su chifladura de vieja hasta hacer de un equipo emblemático y sentimental algo así como la exposición constante de sus palominos intelectuales, estéticos y morales. Más que la billetera sucia que enseña como de pagar en freidurías; más que la tarta que es capaz de hacerse con su busto, su estadio y su épica; más que todo eso, lo que ha terminado convirtiéndolo en el ridículo Calígula del fútbol patrio ha sido la glorificación de su perro, su perro embajador con camiseta y sevillana, este último numerito con el que Lopera parece presentarnos al Betis como su jardincito, su ruló, su pocetilla. No sólo nos ha dejado otro cuadro de patético catetismo, sino que transfiriendo el Centenario al cumpleaños de su mascota nos demuestra la asimilación del club entero al ámbito particular de su mesa camilla. Las sevillanas del guau-guau, toda una rueda de prensa institucional para presentar eso como podría haber presentado una foto de su culo a rayas. En Antena 3 daban la noticia entre la incredulidad y el desternillamiento, y en Youtube el vídeo ha arrasado hasta que lo han retirado por cuestiones de copyright. “Cuando ha escuchado las sevillanas, Hugo se ha puesto en pie”, ha dicho Lopera. El Betis está dirigido por algo así como un ventrílocuo loco. Pero ni siquiera la risa es suficiente ya para competir con la pena o con el asco.

Carnalidades. Ha pasado de una desnudez de tendera a una desnudez de tenista, a la vez que pasaba de la finura a las taquillas camioneras y del arte por el arte a sus tetas bien tasadas en Interviú, que siempre ha sido la salchichería de tetas de toda España con la que además aquí se hizo la Transición entera, la Democracia que se podría resumir en evolucionar de la Cantudo a la Pataky. La concejala pepera de Lepe se ha paseado desnuda de nuevo por las televisiones como dejando un reguero de arena desde sus orificios, y a uno, que no es nada puritano, le parece muy saludable para la vista y hasta para la política ver a esta buena señora hacer campaña en pelota. Esto cura enseguida la crispación (mientras que a Esperanza Aguirre no le dé por imitarla, claro) y cambia la imagen mantillona del PP igual que la del pueblo de Lepe, llevándola de sus tópicos a un nuevo naturalismo venéreo y a esa alegría de la cosecha de la carne. Mejor que el graciosismo, mejor que la catetada, mejor que la Andalucía encendida en el folclore y los azadonazos, uno prefiere la Andalucía encendida por el cuerpo mojado de sus vecinas, que además, la verdad, a uno le hace caer en esa secreta perversión que siempre resulta de imaginar a una señora decente seducida hacia el pecado por el dinero. Todo mucho más sensual y agradable, dónde va a parar, que la patética imagen que nos deja el consultorio sexual que últimamente les ha dado por poner en La buena gente, en el que todos los andaluces quedan entre ignorantes en la cama y mal follados, aparte de bastos. A una parienta a la que el esposo no tocaba demasiado, Olga Bertoméu le recomendaba lo de aquel chiste: “A las 12 se folla esté el titi o no esté el titi”. Nada, yo me quedo con la concejala, que creo que me gusta hasta más que la Pataky, que realmente parece sólo pescada en su fría desnudez, mientras que esta chica deja traslucir todo el proceso que va desde la timidez hasta la gloriosa explosión pública de su carnalidad. ¿Puede haber algo más sexy?

El otro culo al aire. Al morbo del desnudo de la concejala de Lepe sólo le ha podido hacer sombra en televisión el morbo de una nueva operación contra el blanqueo de dinero en el entorno Marbella. Por cierto, que el culo al aire que se le ha quedado a la Junta con sus abrazos al gilismo, con su silencio o con su silbar, que es a lo que ellos se dedicaban mientras Marbella se iba pudriendo, sigue siendo negado por Chaves, al que hemos visto culpar hasta a la prensa, ya ven. Vamos, que la corrupción ha venido con los reporteros del Tomate. Malo y torpe intento de tapar una vergüenzas imposibles de tapar, aunque ahora que Yola Berrocal se presenta a la alcaldía, según nos recuerda el Gran Wyoming, quizá les queda la esperanza de que otro culo más vistoso se interponga.

Somos Zapping 15/04/2007

La culpa de los otros. Un cementerio de jirafas, una cerrajería sumergida, un único barco levantándose por el mimo de muchos fareros, ese solo barco como una sola miga para todo un hormiguero. Eso fue, eso es, el pan de la Bahía de Cádiz, la casa arrasada de toda la industria de la comarca. Tengo esa imagen de los Astilleros de Cádiz, lo bombardeado y lo mohoso que quedó de un tiempo de minas de oro. Ahora, es Delphi la que se suma a esa decadencia, a ese descascarillamiento, y uno piensa que quizá no puede ocurrir otra cosa en una zona que ha maldibujado su industrialización basándola en viejas catedrales fuera de época, en trasplantes forzados y en el enamoramiento con subvenciones de multinacionales extranjeras y salvajes. Un tejido industrial de cartón, fundado en la apariencia y en el apuntalamiento, se viene abajo, y lo peor es que nuestros políticos, verdaderos culpables, han optado por la hipocresía de aparecer como rescatadores o hasta víctimas. Me he dado cuenta al ver el tratamiento de Canal Sur de las últimas manifestaciones: El pueblo salía con rabia y con familia a la calle porque hay unos guiris malvados, unos patronos sin corazón bajo el chaleco que desde áticos imperiales matan a nuestros soldadores y electricistas. Contra eso y por su salvación, luchan nuestros gobernantes. “Muchas familias están en vilo pendientes de la solución”, decía la presentadora de Andalucía directo. “Supongo que está usted pendiente de las negociaciones y de todo lo que se está haciendo, ¿no?”, le preguntaba el reportero a un trabajador. Pero son ellos, los políticos, los que han buscado la foto de feria, los que han hecho de la pobre industria de aquí una frágil papiroflexia, los que han conseguido que el pueblo sólo tenga para comer caliente las chispas de un par de factorías torpemente alquiladas. Eso no lo decían. Los malos, siempre fuera; las culpas, siempre de otros.

Sin baloncesto. Ingenua y como madrera, en la manifestación de los trabajadores de Delphi aparecía una pancarta con el escudo y los colores del Cádiz C.F. El fútbol ocupa aquí el mismo altar de fervor y perejil que los santos y los dioses estatuados. En unos domingos eucarísticos, el pueblo le da el corazón a gorditos comodones, a modelos con melenita, a leñadores malcarados que manejan toda la esperanza de esta tierra. Ya he dicho alguna vez que voy repudiando cada vez más el fútbol, que aquí es feo, tabernario, carnicero y hortera, sobre todo con esos capitanes que son Lopera y Del Nido sentados por la plebe en los orinales de sus tronos. Por eso me alegro cuando llega otro deporte a los titulares, como ha ocurrido con esas chicas de la natación sincronizada, que es un deporte de sonreír con los pies. Por eso también me enfurezco cuando ignoran otros eventos, como ha ocurrido con los cuartos de final de la Euroliga de baloncesto. El Unicaja de Málaga ha llegado a la Final Four por primera vez en su historia, tras un partido duro y emocionante contra el Barcelona que, ya ven, la televisión andaluza no emitió. Tuvo uno que buscar por los últimos canales de la tele por cable, donde hay teletiendas y tarots que huelen a lavandería mágica. Sólo por allí, en Teledeporte, cadena minoritaria y como hermanastra, pudimos ver el partido. La Nuestra tenía sus noticias embellecidas de consejeros o ponía dibujitos japoneses en su segundo canal, pero el baloncesto les debió parecer un waterpolo de señoritas que no interesa a nadie. Seguramente piensan que el baloncesto no atonta, embrutece o despista de los problemas de Andalucía lo suficiente para merecer su atención. Las cámaras se quedaron en otro sitio esperando córners, romerías o inauguraciones.

La Junta, maravilla. La Alhambra de Granada, ese sitio mágico donde el sol dejó sus acuarios y la historia sus aposentos, anda ahora en una carrera para formar parte de las nuevas Siete Maravillas del mundo, y hay un gran movimiento de ciudadanos e instituciones que nos saca la televisión andaluza en ese loable empeño. En lo que no han caído es en que la candidata perfecta para ese honor era, mejor aún, la Junta de Andalucía. Monumental, pétrea, vieja como la más vieja de las murallas de nuestra tierra, gigantesca hasta ocupar toda la realidad, perfecta y armoniosa según nos la muestra Canal Sur, unión incomparable de arte y técnica, cumbre de la civilización humana. ¿No es la Junta una maravilla? Yo voy a ver si puedo votar por ella.

10 de abril de 2007

Somos Zapping 08/04/2007

Lo que somos. Ha sido como una gran digestión, la comida de clavos que nos ha durado toda la semana. El marco dorado, pesado y kitsch en el que Andalucía se coloca en televisión durante su Semana Santa creo que sólo tiene comparación posible en las ferias, el otro altar de esta tierra. Y no, no es por mi descreimiento, por mi escepticismo, por mi irreligiosidad. La religión es un intento del hombre por comunicarse con lo Absoluto, pero todo lo que hemos visto más bien parece el intento del andaluz por comunicarse con el mal gusto. En espejos sacros o festivos, con el corazón de cera o de vino, parece que esta tierra se refleja siempre rancia, pueblerina, ensimismada en sus gloriosas pequeñeces, monumentalizadas de orgullo. De repente, lo he visto todo igualado, los Cristos que hay por cada panadería, la acogedora sombra que da el folclore, las jacas peinadas como hembras, la musiquilla con la que taconea nuestra alma, la tradición puesta como una cortina, las altas mesas atocinadas del chovinismo, el calendario floreado en el que transcurre nuestra existencia, ciudades capitales del cielo, guitarras con el tamaño de banderas, una alegría de campesinos, un alarde de sonajas. Sí, de repente he visto lo que somos, como si pasara ante mí su cabalgata. Y todo era tan sentimental como de mal gusto, y todo era tan pobre como abundante. Fiestas y vanidades, etnocentrismo y autosatisfacción, la tierra que sólo sabe mirarse en su fuente y se ve guapa, simple, tribal, demagoga. Lo que somos, lo que hemos decidido ser… Todo, en realidad, tan triste que me vence. En qué pequeño palmo cabe eso que algunos creen nuestra esencia…

Estampas. He ido recogiendo estampas de esta semana, con algo de explorador o de entomólogo. Seguramente, el desesperado párrafo anterior ha salido de ahí. Repasándolas, me he sentido andaluz desertor o traidor, o directamente extranjero. Como los que vi en las noticias de Telecinco, incrédulos, espantados como ante un rito africano. “Mi compañero dice que son una secta”, admitía una guiri después de ver pasar una banda de cornetas y tambores con gesto de desagrado. Sonreí. Quizá sí, la secta de la pureza patria. Entre mis estampas veo a José María del Nido haciendo de costalero. Cuánta piedad y fervor en ciertos ricos turbios que van del roce con los malayos a los faldones maternales de las Vírgenes. Qué repentina limpieza de alma para algunos sujetos certeramente matones, presumidos y tenebrosos. Entre mis estampas veo al pueblo en la ternura de su ingenuidad, entre las lágrimas que les deja la lluvia. Argumentan que sus imágenes, vivas y sintientes, no han querido salir, que por algo será. Otros están tranquilos: “Nuestra advocación es la del Santísimo Cristo de las Aguas y estamos convencidos de que nos va a ayudar”. Ninguna teología puede explicar ese candor y esa simpleza. Veo también a uno de los indultados por las cofradías apelar a su extraño concepto de la justicia divina. El sujeto al que apuñaló en una reyerta se compró una moto con la indemnización y se mató con ella. “Dios está en lo alto”, dijo. Sí, el Dios que manda en el Meteosat y en las autopistas. Veo también a los legionarios portando a su Cristo como al padre y vuelvo a sonreír. Esa religión cuartelera y viril… Nada hay más viejo: las armas legitiman a los dioses y los dioses, a cambio, legitiman las armas. Los dioses siempre lo fueron, antes que nada, de los ejércitos, aunque aquí esa vetusta realidad brille como en ningún otro sitio. Veo también a Teófila Martínez ceder el bastón de mando a un Cristo, puro caleticatolicismo. En Cádiz, ese Cristo es nada menos que Alcalde Perpetuo. Sería increíble, de no ocurrir aquí. Y hay más, vanidades, chaquetitas, meapilas, medallones como corazas romanas. Yo soy extranjero. Yo, definitivamente, quiero ser extranjero.

¿Y el laicismo? En Canal Sur, todo el socialismo laico se derritió. Los respiraderos y los alelíes de los pasos abrían los informativos. Los palcos que mostraban acogían a socialistas píos indistinguibles de la derechona amantillada que tanto caricaturizan. Qué poco les importa la hipocresía… En El musical, un tal Diego Benjumea canta una cateta sevillana dedicada al Cachorro que me hace escapar de vergüenza ajena. Otra chica se arrodilla en mitad de su copla o saeta dedicada a la Virgen de su barrio. En Canal Sur saben que Dios puede traer votos igual que trae los chaparrones.

2 de abril de 2007

Somos Zapping 01/04/2007

Semana Santa. Ya llevan los cursis un tiempo con lo del olor a azahar, que quizá es más el olor de sus colonias que la metáfora que llena de algodones esta semana que empieza. Es una semana en la que Andalucía saca sus herrajes paganos, cristianos, fareros y cementeriales para deslumbrarnos con la caballería de la muerte y los encajes de la sangre. Es la “pulsión de muerte” del cristianismo, que decía Michel Onfray, con la que esta tierra hace sinfonías para la calle y peinados para las mujeres. Andalucía desnudará a Mitra y a Osiris, y hasta a Baco, en unas efigies gitanas con el frío de sus costillas por fuera, y todo será tan cristiano como poco cristiano, tan sagrado como profano y tan oscuro como luminoso. Andalucía en Semana Santa será en las televisiones, incluida la “laica” Canal Sur, una especie de capucha del medievo, una rara belleza de horcas que caminan y unas manos de paja y oro sosteniendo las coronas del cielo, y todo esto servirá para rematar los informativos con un punto de amargor, anacronía y tribalismo. Pero este año, singularmente, nos han sorprendido noticias cofrades que han llegado a la nación y a las cejas peinadas de Pedro Piqueras, adelantándose a la explosión de estos días. El caso de las costaleras de Córdoba, con el pecado de su postura que no es pecado de ellas sino de los otros, nos ha vuelto a dejar en un corral de machos. Ya ven, recaer en eso de la hembra tentadora, manzana primigenia siempre para varones castos o no. O eso de toda la Semana Santa de Granada pendiente de una disidencia, cisma cateto como el de una junta de vecinos. Yo hace tiempo que renuncié a entender todo eso y el espectáculo de la Semana Santa lo miro como un vudú caribeño. Para que la inteligencia y el humor me distraigan del tipito rancio, de los dioses llagados y de la masa borracha de luto, dejaré la televisión y volveré a ver La vida de Brian, esa catedral que hicieron los Monty Python. Nada mejor pare reírse de las disidencias y los sectarismos. Nada mejor para entender el espíritu de jaleo y esparto de lo cristiano.

Hombre anuncio. El anuncio con andaluz ya es una categoría como el chiste con pichas. Pero lo curioso es el anuncio con andaluz que no pretende vendernos nada andaluz, con lo que uno adivina una singularidad que tiene la condición de andaluz para la mente de los publicistas, unos poderes que se nos manifiestan gloriosamente en ese menester y que no tienen vascos o catalanes o manchegos, que nos venden sus hachas, sus embutidos o sus molinos pero no se universalizan en la tarea de llamar la atención. Ahí está: llamamos la atención. Somos chocantes, exóticos, como es exótica una japonesa sin salir de su casa o una tribu que se forra los testículos con cocos. Veo andaluces anunciando desengrasantes de cocina, yogures con magia dentro, y hasta uno, con cañero y todo, medio ahogándose en el mar para demostrarnos las bondades de ciertas fabes con almejas. Seguramente recuerdan también aquel niño del maíz Bonduelle: “Papá, que ehtoy zuándo como un poyo con ezoh focoh”. Para un coche sacan piernas de mujer o un tipo bien afeitado por el triunfo; para las compresas, adolescentes floricultoras o acuarelistas de sus braguitas... Para todo lo demás, puede servir un andaluz. Chocantes, exóticos y un tanto antiguos; ingenuos, atrasados y aun así sonrientes. Colgados en el perchero de ser andaluz, denotamos sinceridad y alegría en la nada de una lata o de una bayeta. Somos la falsa felicidad de lo pequeño, y eso vende. Somos esa pena que da siempre un hombre anuncio.

Sentarse. En las noticias de Canal Sur, querían decirnos que habían ido ya a cobrar la lotería en el propio palacio donde vive el dinero. La Comisión Mixta Paritaria, nombre idiota que no se puede pronunciar sin pudor, abría sus ordenadores como en una escena de Arrayán entre tapices, y Zarrías y Jordi Sevilla se disponían a jugar al larguísimo tenis de los políticos. Sí, lo pintaban como si hubieran ido ya con con las mulillas de cargar oro, pero las comisiones primero tienen que poner sus relojes en hora, y luego acordar plazos para acordar el sistema métrico con el que se acordará un número que llevará a otro plazo para acordar posibles fechas y así hasta que nos aburran. Esperen sentados a cobrar la deuda histórica. Sentarse, para ellos, fue toda la ceremonia del día.

Somos Zapping 25/03/2007

Adiós al loco. Se ha ido Quintero con sus lunas de globo, vuelve a las madejas entre las que uno imagina que vive. Ha sido la mala salud de los tristes o de las vedettes, ha sido el tijeretazo de Televisión Española, ha sido la boca de vinagre de José María García, ha sido el bajón de audiencia o quién sabe. El martes, en vez su pecera de muchos ojos, en vez de esa colada blanca que hacía él con los silencios, nos pusieron una de Schwarzenegger, Daño colateral, ruidoso contraste frente al loco con cazamariposas que era Quintero. Se ha ido, con sus personajes, zambras, absoluciones, fariseos malos y deshollinadores buenos. No sé si lo echaré de menos. No me estaba gustando la galería de andaluces que sacaba, abanicando las pestañas de la raza, buscando siempre una temperatura de vino. No me gustaban sus monólogos de fakir, de milenarista, de revolucionario millonario, que cada vez le quedaban más falsos, cursis y ropavejeros. Se iba acercando ya demasiado al morbo y a los juicios de Dios (me di cuenta con Farruquito), y esa pretensión de ser el cuarto de las escobas de la verdad en televisión le iba descubriendo cada vez más como ese snob que ya era. Sí, Quintero es un estilo, un carácter, un ritmo, y ha sabido hacer verismo y ponerle muy bien el pijama a cada invitado que ha tenido. Pero ya me cansaba. Ya me aburría. Sus programas los miraba como se miran velas en la mesa.

Americanos. Esperanza Oña me suele dar más que nada unos sustos estéticos de broches, rebequitas y peluquería; siempre hay un medallón o un tipito ursulino en ella que me distrae de sus discursos. Y es que se empeña en ir caracterizada de su ideología, por eso a uno le da la impresión de que conoce perfectamente lo que va a decir, así que se evade y se pierde en la capilla de sus colgantes. Algo parecido me pasa con las chaquetas de Antonio Sanz. Quizá lo primero que tendría que cambiar el PP aquí sea su moda, que no es moda sino todo lo contrario, algo así como vestirse de sus abuelas. Pero a Esperanza Oña esta vez la he escuchado, quizá porque sus declaraciones eran para la radio (cadena Ser) y porque en el programa de Eva Hache, que creo que tiene los ojos más listos de la televisión, sólo pusieron, para adornar el mantilleo de su voz, una imagen fija. Dijo, refiriéndose al cerrojazo de Delphi, que “con la actitud de Zapatero, que no consigue el presidente de EEUU se ponga al teléfono (...), pues tenemos ahora a una serie de trabajadores que, por desgracia, no pueden esperar que su gobierno haga una gestión diplomática”. A ver, una cosa es que el chavismo eternal de aquí nos tenga sin tejido industrial propio y a merced de las alas de aviones que nos quieran donar, y otra que salgamos a mendigar de nuevo a los americanos leche en polvo y que llamemos a Bush como al profe del recreo. Eva Hache le cantó con razón aquello de “americanos, os recibimos con alegría...”. Entre el antiamericanismo tontón y ese buscarlos como padrecitos o primos de Zumosol, digo yo que habrá un término medio que al menos nos salve la dignidad. Aquello le sonó a nostalgia de los pies por arriba de las Azores y a querencia del pelota que fue expulsado de la corte. Como andaluz, tampoco me satisfaría nada que dependiese de la caridad de Bush nuestra industria. Bastantes lacayos tenemos aquí con el PSOE como para que reivindiquemos con orgullo serlo también, con boina, de los americanos. “Olé mi mare, olé mi suegra y olé mi tía”.

Sevilla tiene un calor especial”. Esta gracia también era de Noche Hache, a cuenta del desbarre de Luis Fernández, el entrenador del Betis, que por cierto se habrán fijado ustedes que da muy bien el tipo de mascota de jaula de Lopera. A Luis Fernández lo han pillado las cámaras diciendo de lejos a Juande Ramos, en algo como un falso aparte teatral, “cuidado, que va --o vas-- a recibir otra botella”. Demasiado peligrosos se están volviendo ya estos payasos del fútbol hispalense. Estos machitos calentones, de lengua tan floja como sus meninges, están pidiendo a gritos un escarmiento. La salud del deporte y la dignidad de una ciudad lo reclaman. Ese otro botellazo, con menos peso pero misma provocación y mala uva, no sólo merece un tapabocas, sino una sanción.

Somos Zapping 18/03/2007

Consejo de sordos. El Consejo Audiovisual parece que es un senado con sonotone que además ve la televisión andaluza sin gafas, o quizá es que el aburrimiento de su labor les lleva a comer muchos paquetes de papas fritas, que así no se entera uno de nada. Es lo único que explicaría que haya llegado ahora la primera crítica a Canal Sur “por falta de imparcialidad”, ya ven, cuando todo en ella es una acuarela de propaganda y felicidad. El toque de atención se lo han dado a La entrevista, un programa que es la primera alfombra puesta por la mañana para que lleguen consejeros que rotan según un cuadrante y otros predicadores de las buenas nuevas junteras. Mar Artega lo ha presentado siempre con testuz encorvada y aire de mucamita, acompañada normalmente de alguna otra periodista encargada de ofrecer preguntas como bomboncitos, salvo cuando viene alguien de la oposición (rareza comparable a un meteorito) y entonces sacan los cuchillos de trinchar y los tacones de doler. En la entrevista a Javier Pérez Royo y Carlos Rosado, con el Estatuto expuesto como tarta de cumpleaños, se les fue tanto la mano que hasta este Consejo Audiovisual ha tenido que intervenir. Pero uno recuerda otros muchos pasteleos, reverencias, loas, quites y palmaditas. Así a bote pronto, repaso mis apuntes y veo que en la entrevista que le hicieron a Bernat Soria y Antiñolo, Mar Arteaga soltó este poema: “Se está llevando a cabo en nuestra comunidad autónoma – no me digan que no parece el de Aquí no hay quien viva – políticas en materia científica bastante progresistas, y estas políticas están contempladas en este texto [el Estatuto]...”. Tanto se azoró que luego tuvo que excusarse de esta manera: “Me he atrevido a opinar, ha sido más opinión que información”. Sí, y más lacayismo que profesionalidad. Pero eso se ve igual o más, y constantemente, en los informativos o en Tecnópolis, y este Consejo Audiovisual de sordos sin pilas se calla su boquita bien alimentada. ¿Trabajan o disimulan? Que dejen las papas fritas y atiendan.

Mala y buena noticia. Con la espantá de Delphi, Canal Sur opta por sacar muchas reuniones conciliares y muchos prebostes de la Junta que llegan como a un Domingo de Ramos al pueblo con hambre y sin esperanza. Pero ni derramar agua bendita ni montar confesionarios ni adornar con carpetas las mesas va a salvar los puestos de trabajo, aunque pretendan convencernos de ello. Es lo que pasa por importar industria extranjera y como paracaidista a golpe de subvención y sin garantías de nada. Claro, es que lo que prima es poder sacar pronto en los informativos colas de aviones y motores como molinos de viento, para que parezca que todo eso es de aquí y no un préstamo y una ortodoncia. Pero una noticia nos cuenta muy bien cómo se las gasta Delphi, y es que nos enterarnos de un despido masivo de trabajadores en una factoría suya de Marruecos por el tremendo delito de sindicarse y pedir un día libre a la semana. Con estos modos, seguro que los tiburones de Delphi se rinden nada más la Junta les agite delante el nuevo Estatuto con sus promesas de empelo y prosperidad. Debió de ser porque esta noticia sonaba demasiado a catástrofe y a barbas cortadas del vecino, que Canal Sur se vio obligado a compensar metiendo justo después otra información tan desmedida como sospechosa: “La economía andaluza ha crecido un 71% en seis años”, decía el locutor. ¿De veras? ¿Casi un 12% al año? ¿Cómo demonios han medido eso? Pues eso aseguraba un oportuno estudio de la Universidad Autónoma de Badalona, que allí nos conocen muy bien. Y no sólo eso, sino que además, “si la creación de empelo se sigue comportando como hasta ahora, en pocos años toda la población masculina estará ocupada”. Vaya, aquí parece que no hay paridad. Pues eso, que ya pueden estar tranquilos los trabajadores de Delphi. Y no se pierdan al Consejero de Empleo, Antonio Fernández, soltándonos esto: “Estamos en tasas ya de pleno empelo”. ¿Se habrán enterado de esto nuestros parados? ¿Pero Andalucía ha dejado de ser la campeona del paro y no nos hemos dado cuenta? Se pasaron esta vez con eso tan viejo de la mala y la buena noticia.

Somos Zapping 11/03/2007

Música de primavera. Cuando aún no se me ha ido de la cabeza la imagen de Manolo Carrasco tocando el piano como si lo fregara un mayordomo, acompañado de gitanas y caballos en el escenario; cuando me persiguen como fantasmas taconeando el reciente mal gusto de Rafael Amargo con sus performances, las crucifixiones de Bisbal y otros de su mismo círculo infernal, asisto con espanto a la promoción que hacen Andy y Lucas por varios programas de televisión. Nadie nos gana en artistas malos, bajunos o ridículos. Esta parejita me da una vergüenza como si con ellos Andalucía enseñara el culo, aunque sólo sean ellos exhibiendo sus mofletes, sus flojeras de mollera, sus gracias de papitas aliñás y su música de motillo. Con Eva Hache, con Buenafuente, con Los Morancos, estos dibujitos animados de Los Pecos que ha dado Cádiz, ese pop comparsista que suena a sus hormonas haciendo pompitas, me estremecen de horror. Escucho su nueva canción, que me parece igual a otra de Ricky Martin (“Te extraño, te olvido, te amo”) y me sorprendo de que estos dos puedan cantar fuera de su ducha y de su barbacoa. Pero ya ven, ésta es la referencia de la juventud según lo santifica la Junta en sus anuncios y según dan fe los exámenes de la ESO. Sin embargo, mi señora, que me hace muy bien de secretaria, me apunta que debo prepararme para más, pues llega la primavera de Andalucía en la que los pudrideros de la musiquilla se abren a la calor y a la nariz: queda, me dice, el pelotazo de las ferias, la canción que odiaremos este año. Y no tardo en reconocer a dos claros candidatos. En el programa de Los Morancos, aprovechando la temperatura andaluceante que han dejado Andy y Lucas como la de un culo en una silla, dos chicas de la tierra, “Las seventies”, que se diría que escaparon de “Siempre así” o que son cuñadas de “Los Manolos”, perpetran una versión rumbera de “I love to love” con un inglés digno de puesto de dos pares de calcetines a un euro. Y poco después, en Bienaventurados, unos que se hacen llamar “Romeros del chabolo”, vestidos de rocieros avinados y con cara de asomarse tras un serón o tras un chiquero, le cantan a una ratita que se llama María del Carmen Petra Paula sin ningún miedo a los ladrillazos que podrían merecer. Ante esta primavera musical andaluza, por un momento Andy y Lucas casi me parecen Simon y Garfunkel. Y Manolo Carrasco, Franz Liszt.

Ironías. Hay programas de Canal Sur de los que uno termina disfrutando con ironía. Creo que es un placer morboso similar al que proporcionan algunas películas de serie Z o los espacios cofrades de las cadenas locales, algo así como el único humor que puede exprimir uno de una televisión que no tiene humor aunque le sobren muchos chistosos. Me ha pasado con 1001 noches o con Tecnópolis, y cada vez me ocurre más con las noticias, en las que también parece que hay diablillos que no pueden dejar de colar la gracia en la seriedad o en la desdicha. La base del humor está, dicen, en el absurdo y en la contradicción sorprendente, que es lo que más abunda en los informativos de La Nuestra. Cómo no tomarse con ironía la noticia de un Congreso de Jóvenes Lectores de la Generación del 27 en Vélez-Málaga, con ministra incluida, que Canal Sur nos presenta poniéndose sus gafas de cerca. ¿Pero no era con letras de Andy y Lucas como se formaba aquí a nuestros chavales? ¿No era con ese nivel de cultura de patinillo con el que Cándida Martínez se sentía tan orgullosa después de aquella evaluación de nuestro sistema educativo? ¿Todavía sobrevive la Generación del 27 a la destrucción de la enseñanza pública que están perpetrando los políticos? ¿Jóvenes lectores de Lorca y Cernuda en las camadas de analfabetos que están fabricando los institutos? Claro que el congreso era internacional, así no se notaba que en Andalucía no habría para llenar la sala. Sí, ironía, hasta llegar a lo macabro. Como la otra noticia sobre el cierre de Delphi (¿alguien se sorprende de que ocurra esto en una Andalucía sin tejido industrial propio?). “Se buscará una salida a los trabajadores”, decía la locutora después de una reunión con prebostes de aquí. No me digan que no tiene gracia: buscar una salida... Si la salida está clara: la de la puta calle. Si no fuera por la ironía, a ver cómo iba uno a aguantar ciertas cosas.