29 de mayo de 2008

Los días persiguiéndose: Invitación a la nada (29/05/2008)

Llega el calor, las romerías y las ferias han ido pasando por Andalucía dejando flores podridas en los pueblos y comienza la época en que la política parece que se levanta más tarde cada día. Desde ahora hasta agosto, los políticos irán remangándose los perniles hasta que terminen con los pies en salmuera. Después de las vírgenes de la primavera y el vino de mediodía, Andalucía resbala ya hacia el sueño de los peces y la gloria de la carne. Hay tibias mañanas de desgana y todo se irá parando como una rueda que entra en el agua. Es el sol del sur o es nuestra política, aquí donde gobernar es dormitar. Lo único que le faltaba a la flojera de nuestros gobernantes era empezar a sentir el calor en la cara sin tener que preocuparse siquiera de la oposición. Si los partidos todavía se mantienen despiertos es porque van a tener congresos y rencillas, pero ya no se miran entre ellos y han dejado de atender a lo público. El tiempo acompaña su astenia y las pocas fuerzas las guardan para pelearse con las fieras de su propio partido, pelea que el verano convertirá en un combate aceitoso, como entre lentos guerreros bronceados. Un verano tras unas elecciones y además una oposición rota, shakesperiana (¿de Hamlet, de Macbeth o de Julio César?), a la que la temperatura le traerá la proliferación de los insectos, las camadas de serpientes y las noches de vudú. Sí, los políticos tardarán mucho en volver a ocuparse de nosotros.

El verano, igual que la política en Andalucía, traerá un horizonte más tumbado que nunca y un cielo quieto como un plato apoyado allí arriba. Las elecciones le han dado cuatro años más de cuerda a la carraca del PSOE, que ha tenido la suerte de que la crisis económica le estallara después de que el pueblo votara pensando aún en otras cosas, quizá sólo con asco de la larga legislatura del odio. Ahora pueden caer las inmobiliarias que vendían cartón de oro y puede subir el petróleo igual que tras la guerra del Yom Kippur, que en Andalucía todo se ha repartido nuevamente para ellos según la teoría de las cuotas de clanes o de género, y únicamente les preocupa si Chaves dejará la corona como a Excálibur clavada otra vez. Con una gran boca de bostezo, es una invitación a la nada lo que nos trae en el gobierno autonómico. Ninguna novedad, cierto, pero ahora con la oposición desactivada, con el PP envenenándose como los emperadores. Ahora que Arenas parece unido a Rajoy como esos alpinistas atados unos a los otros, ¿qué ocurriría si éste cae? ¿Veríamos a un muerto enfrentándose a Chaves?

Llega poco a poco el calor, va pesando en los días como un estiércol que se amontona sobre los tejados. La invitación a la nada nos ablanda el sueño, la carne y la política. El PSOE andaluz parece prepararse para su siesta de oso, sin temer a sus cazadores, que sólo planean suicidarse. Me parece oír a Arenas en la televisión, pero es José Luis Sáez, el presidente de la Federación de Baloncesto, que habla como él. Los Juegos Olímpicos, la Eurocopa de fútbol, son lo que nos faltaba para rendirnos a la modorra, para pudrirnos en el sofá. Al PSOE andaluz le marcha todo sin hacer nada, se le ahorcan los adversarios, le llegan a tiempo las crisis, las estaciones del cansancio, los circos ferruginosos en los que se entretiene la masa. Creo que hoy un gran sopor me entra por la ventana igual que una lengua repugnante. En Andalucía, las ganas y la rebeldía dan una pereza como de acarrear muchas cosas. Vencer este sopor, vencer a esta pesada nada como desenterrarse en la arena. Si fuéramos capaces...

26 de mayo de 2008

Somos Zapping 25/05/2008

Invento gaditano. Los grandes inventos españoles son la fregona, el jamón (que en la casa adorna como un violonchelo) y la siesta. La tecnología nos llegó tarde porque aquí no hacía falta que volaran los Cristos ni los señoritos, ni tampoco que el campo se recolectara solo, que ya estaban para eso los jornaleros, e incluso en Castilla llegaron a arar los ángeles. En Andalucía nos privó de la industrialización esa aciaga casta que aún nos sobrevive en maestrantes, rejoneadores y vinateros con mastines o yeguadas en los cuadros de familia, y desde ahí nuestras aventuras con la tecnología parece que no pasan de la cestería. Sí, ahora ya hay aquí empresas tecnológicamente punteras, pero son muy pocas y representan una industria que no mueve nada aparte de una propaganda electrificada de marcianitis, muy utilizada, claro, por los políticos y sus modernizaciones de pega. Por todo esto, cuando en los titulares de las noticias de Canal Sur anunciaron el otro día una gran idea que había nacido en Cádiz a raíz del lanzamiento del MacBook Air, la última virguería de Apple (un ordenador que cabe en un sobre), no supe qué pensar. ¿Alguna empresa gaditana había superado a Apple? ¿De qué clase de avance tecnológico, de qué genialidad electrónica se trataría para aparecer nada menos que en los titulares de las noticias? ¿Un ordenador óptico, o quizá cuántico? Pero luego llegaron la realidad, la risa y por fin la tristeza. No, no era nada de eso. Es que en Ubrique habían diseñado… ¡una funda de cuero para ese MacBook! La tecnología sigue siendo cosa de otros. Aquí a la modernidad sólo le hacemos las talegas. Y Canal Sur aún se maravilla por esto.


Trinidad. “Country, religion, family…”. Me acuerdo de las famosas y ridículas imágenes de Franco que tanto ponían en Noche Hache, con su inglés de loro o de Cantinflas. “Patria, religión, familia…”, la Trinidad franquista. Y me acuerdo, cómo no, viendo Canal Sur, cuando María del Monte se me aparece presentando a una señora que ha tenido 19 hijos, 70 nietos, 62 bisnietos y un tataranieto, allí presentes como toda una inclusa. Esas familias numerosas, orgullo del franquismo, que daban soldados a Dios y a la Patria, las familias criadero, santas y conejas, ensalzadas ahora en la Andalucía del siglo XXI, quizá esta vez para mayor gloria de la financiación autonómica… Y, claro, caigo en que el resto de la Trinidad franquista es también perfectamente aplicable a esta tierra, a lo que hacen de ella sus gobernantes y a la imagen que Canal Sur ofrece. La Patria franquista requería esencias eternas, una épica grandiosa de héroes y una infantil exaltación del folclore. Aquí tenemos lo mismo: el espíritu inmortal del pueblo andaluz plasmado en todos sus tópicos, una épica de autonomismo (28-F, Estatuto, modernizaciones…) protagonizada por el PSOE, y la cansina presencia de coros y danzas, macetería y palmoteos. ¿Y la religión? Ahí ha estado el Canal Sur nacionalcatólico en Semana Santa, en el Rocío y, ahora, también en el Corpus, ese día en que parece que la Iglesia Católica saca a limpiar sus cuberterías. Andalucía Directo nos llevó por toda la región para ver custodias, legionarios cara al sol o una virgen que es “patrona del Ayuntamiento” (?), todo con el fondo del himno nacional (¿por qué ha de sonar el himno nacional en una procesión?). Y atentos a la piadosa narración: “Va a llegar aquí hasta esta plaza, con el reflejo del sol dorado, esta custodia (…) que porta al Santísimo Sacramento, algo importantísimo para todos los habitantes del Puebla del Río…”. Patria, religión, familia. Franquismo sin más. Alguien me comentaba hace unos días que no le gustaban las antigüedades porque olían a muerto. Pues eso. Aquí, en Andalucía, en Canal Sur, huele a muerto.


No canten al contestador. Y hablando de franquismo sociológico, ya se prepara la segunda edición de Se llama copla. Pive Amador nos explicaba junto a María del Monte que pronto empezarán los castings y que para apuntarse había que llamar al número de un contestador automático. Cómo será el nivel del target de este programa, que Pive tuvo que recalcar que no había que cantarle al contestador, sino sólo dejar los datos.

22 de mayo de 2008

Los días persiguiéndose: Poder absoluto (22/05/2008)

Desde Chaves, viejo como un galápago, hasta el último escalafón de doctores, empresarios, maestros, cantaores o friegasuelos, planea el Partido cubriendo Andalucía entera igual que una gran ala membranosa, como cuando en las películas tapan la luna los murciélagos. De los palacios a las cocinas, los comisarios políticos, los chusqueros arrimados, los servilones mediocres manejan esta tierra para el poder. Hay que tener a un político de la Junta o a su mandado en la mesa o al teléfono ya quieras que sobreviva tu empresa, que no te quemen la cátedra, que te cuelguen cuadros en las exposiciones, que te llamen para una conferencia o que no te manden a hacer fotocopias de tu currículum o de tu culo. Todos los ámbitos de la actividad económica, educativa, artística, profesional, social en Andalucía están poseídos por esa superestructura que no es lo público sino una monstruosa tumoración de lo público, maraña de negocios, propaganda, favores, castigos, calladas, regalías, clientelismo. Suelo contar que un amigo me dijo una vez que ni en la Cataluña de Pujol había visto semejante dominio de una casta política sobre todos los órdenes de la vida de una sociedad. Ya no es sólo el funcionamiento de los servicios públicos, orientados y sometidos a la consecución de objetivos políticos como nos enseñan, por ejemplo, el manifiesto de los médicos del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, las protestas de los profesionales de la educación o el lacayismo de la RTVA. No, es también todo lo demás, lleno igualmente de alguacilillos, manejadores y hasta rompepiernas que trabajan para el poder y le llevan Andalucía entera en alforjas como una cosecha diaria, como una obscena recaudación.

Esta política, este sistema, están enfermos. Lo han podrido el tiempo o la ambición, lo han pervertido caciques demagogos, muertos de hambre codiciosos e intrigantes, trepas ineptos, pero también la inocencia o la pasividad de una sociedad adormecida y sin verdadera cultura democrática. En algún momento hemos olvidado lo que significaba la democracia y por eso estos gobernantes nuestros se creen dueños. Andan ensoberbecidos, impúdicos, llamando al hermano enchufado para la foto, contratándose a ellos mismos con dinero de todos, confundiendo la mayoría parlamentaria con la impunidad. Admitamos la culpa. Nosotros, los andaluces, les hemos enseñado, se lo hemos permitido y han ido creciéndose, engordando en su avilantez legislatura tras legislatura. Nosotros hemos gritado nuestro particular “vivan las caenas” en nombre de falsas ideologías y poses de progreso, o contra enemigos fantasmagóricos de nuestro pueblo o nuestras esencias. Pero la honradez debe ser previa a la ideología, y me refiero tanto a la de los actos como a la honradez intelectual. Un gobernante que piensa, como Chaves, que la mayoría en las urnas deshace o autoriza las mentiras, los incumplimientos y los abusos ha llegado a una corrupción más allá de los hechos, esa corrupción intelectual, como con base teológica, que ya puede justificar cualquier tropelía. Hubo un tiempo en que ni un gorrión caía si no era voluntad de Zeus. O así lo creían los hombres. Ahora, nada se mueve, nada crece, nada ocurre en Andalucía sin que lo dirija o lo vigile el Partido. Los gorriones sindicados, los funcionarios en falange, los andaluces como muñequitos que manejan desde el Olimpo de la Junta. “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”, dijo Schiller. Contra la corrupción, contra el despotismo, contra la arbitrariedad, contra este poder absoluto con que nos asfixia el PSOE andaluz, ni los dioses ni los ciudadanos parece que lo intentan siquiera.

18 de mayo de 2008

Somos Zapping 18/05/2008

Vicepresidencia luisina. Cuando los informativos de Canal Sur le llaman vicepresidente, parece que Gaspar Zarrías va con porteadores. La vicepresidencia lo ha dorado para los locutores, que con un tono especial o un subrayado de intención, le añaden al cargo algo así como un cargamento de ébano o una dignidad obispal. Lo de “vicepresidente” lo dicen mucho, bien vocalizado y como dejando espacio luego para que suenen fanfarrias, igual que la de Monteverdi a Gonzaga. Zarrías hace lo de siempre con sus mismas hechuras y retruécanos, pero ahora, con el “vicepresidente” por delante, lo hace con espada flamígera, maestro de capilla y probadores de comida, o eso nos hace pensar Canal Sur. Es una vicepresidencia que sólo sirve para masticar esa palabra, como esos apellidos compuestos que parece que vienen ya con enganches de alazanes, porque Zarrías ya era valido, factótum, urdidor y manda aun con el cargo plebeyo de consejero. Lo veo de nuevo, en las noticias de La Nuestra, anunciado igual que la reina de Saba, esta vez porque va a Zaragoza a visitar o a santificar lo que será el pabellón de Andalucía en su Expo. Mientras habla de la modernidad de esta tierra, le proyectan imágenes de una portada de feria iluminada con fuegos artificiales. No, nada cambia aquí. Zarrías se envuelve en los armiños de su nuevo cargo pero su misión de ángel trompetero es la misma. Andalucía nos la venden vertiginosa y galáctica pero a la Expo de Zaragoza llevaremos el anuncio de Tío Pepe de toda la vida. Fuegos artificiales sobre una feria, brillando en la calva de Zarrías, o puede que fuera el casco que le pusieron para visitar las obras. Me acordé de Händel, que vendría bien para la escena, para el barroco de estos políticos luisinos y para el eterno decorado de cartón que somos.


La trampa del pueblo. Ser el pueblo, identificarse con el pueblo, hablar por el pueblo. Es la metonimia malvada a la que llegan todos los totalitarismos y este régimen que sufrimos va adquiriendo cada vez más esos tics y pestosidades tan peligrosos. El PSOE afirma que tiene una “alianza estratégica” con los andaluces, cualquier crítica a ellos la hacen crítica (o traición) a Andalucía, más que un gobierno son la encarnación del espíritu hegeliano de esta tierra, el Volksgeist sentado a una mesa redonda. Es pavoroso porque esto significa que desconocen lo que es la democracia en un Estado de Derecho. Pero nuestra cultura democrática es tan pobre que aún se permiten usarlo como anzuelo y como zalamería. Ni el Estado ni la Autonomía son la suma ni la media ni la mayoría de las opiniones, ideologías o sentimientos de sus ciudadanos, sino el contrato que asegura sus libertades en un marco común que está por encima de todo eso y que es precisamente lo público. Gobernar Andalucía no es ser Andalucía, ni personificarla, ni hablar por ella. No entender algo tan básico sólo puede venir de la ignorancia más penosa o de la maldad más cruel. En cualquier caso, deplorable. Pero así lo hacen, continuamente, tanto los políticos que nos dirigen como sus poderes laterales. Veo un anuncio de Canal Sur Radio en el que afirman que son “la voz de Andalucía”, pero si esto es una democracia Andalucía no tiene una voz, sino muchísimas. Y sin embargo ahí están ellos, creyéndose enviados, delegados de toda una tierra, homogeneizada y simplificada. Es una trampa obscena pero efectiva, porque así las críticas que se les hagan se convierten automáticamente en insultos a todo el pueblo. Veo también a Juan y Medio con Quintero, y hasta él usa el truco. ¿Cómo se atreven algunos –venía a decir-- a meterse con esos viejitos que han “levantado” esta tierra porque digan “pograma”? No, en realidad nos metemos con los que los usan para sus intereses, con los que creen que la vulgaridad y la incultura no deben dar pena, sino risa y orgullo de alguna “pureza”. Nos metemos con los que halagan la ignorancia del pueblo porque sólo desean que se mantengan en ella para que así nunca puedan hacer uso de su libertad, cosa que sólo es posible con el conocimiento y el espíritu crítico. Nos metemos con los políticos y sus lacayos que atontan a la sociedad y aún tienen la desfachatez de decirnos que reprobarlos a ellos es despreciar al pueblo. Nos metemos con todo ese filofascismo disfrazado de ternura. No, ellos no son el pueblo. Son, si acaso, sus dueños o sus chulos.

15 de mayo de 2008

Los días persiguiéndose: Educación (15/05/2008)

¿Qué es educar? ¿Y quién educa? No sé qué tendrán en sus manuales los nuevos pedagogos, los de la secta psicológica, los enemigos de la excelencia, los que no distinguen la motivación de la voluntad, esos que pueden hundirnos con su empeño de crear igualitarísimos analfabetos funcionales. Pero yo pienso en mi educación. ¿Quién me educó, y cómo? ¿Me educaron mis padres, las monjitas del parvulario que olían a sábana, a beso y a vela; el mundo salvaje de los niños por los tejados, aquellos maestros que me descubrieron la ciencia y la literatura entre murales y plintos, la Universidad encalada con sus teoremas? ¿Me educaron Dumas, Verne, Homero, Sagan, Asimov, Russell? Ha sido una suerte tener padres que no piensan igual: una madre católica por impregnación y un padre de un risueño escepticismo. Eso, que los seres humanos no tienen por qué pensar igual, quizá fue la más valiosa enseñanza. Enseguida me di cuenta de que era yo mismo el que tenía que reflexionar sobre mis certezas y mis valores. Creo que mis padres, incluso sin ser conscientes, me enseñaron a aprender. Yo tuve más libros que balones, y no los libros que ellos elegían para mí, sino los que yo pedía. Esa buena educación, en el mejor sentido que soy capaz de concebir, es lo que les tengo que agradecer. Todos, mis padres y las monjitas, los profesores y los niños que cazaban gusanos, los libros y mis dudas, hicieron mi educación. Unos me dieron respuestas, otros me plantearon buenas preguntas (aún mejor), y yo tuve que aprender para poder decidir, no más. Creo que éste es mi ideal. Creo que a esto lo llamo educación en libertad.

Pero esta educación en libertad, este ideal que yo viví, es sólo una opción de conciencia para los padres y no se puede imponer ni legislar. Lo que nos dice la Constitución es esto: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Sí, el adoctrinamiento por parte de los padres es legal, y tampoco encuentro, ciertamente, una alternativa satisfactoria sin vernos dentro de la pesadilla de Huxley. Y sin embargo, también hay algo de perverso en esto. ¿Qué ocurre si las convicciones morales de los padres incluyen la supremacía natural de una raza o una religión, el sometimiento de la mujer al hombre o de la legalidad a una supuesta ley divina, el exterminio del infiel o la consideración de la homosexualidad como una perversión punible? Porque esto es posible, el Estado no sólo puede, sino que debe, además, educar en los valores comunes de la Democracia, la tolerancia, la libertad y los Derechos Humanos. Por eso, aunque con demasiada frecuencia he visto en sus manuales mucha ñoñería, creo necesaria la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Eso sí, los tribunales deberán decidir si verdaderamente se viola la neutralidad ideológica del Estado en alguno de sus textos y habrá que corregirlos si es el caso. Pero no, no se les impide a los padres que transmitan a sus hijos sus convicciones morales particulares. Son esferas diferentes, la de la moral privada y la moral pública, que no deberían colisionar si fuéramos civilizados. Pero algunos no son civilizados, como los que piensan que el enseñar que hay opiniones diferentes a la suya atenta contra sus derechos. Yo tuve una educación en libertad. Otros padres pueden educar a sus hijos incluso en la intolerancia o en el fanatismo. Quizá sea su derecho. Pero también es derecho del Estado señalarles que sus convicciones no pueden coartar la libertad de los demás para decidir su propio camino. Y que en eso consiste la convivencia, aunque les pese.

11 de mayo de 2008

Somos Zapping 11/05/2008

Nacionalcatolicismo. Ahí está, capitaneando al pueblo que tiene las pantorrillas en agua, los bueyes alados, un calor religioso en las ingles y los dioses medio enterrados en arena, como anclas. Nuestra televisión autonómica se debería llamar Hermandad Matriz de Canal Sur y tener por logotipo, en vez de ese sol con tatuaje, esas telas sobredoradas y duras que llaman simpecado, como corpiños de monja en los que se han posado un ave o una salamandra. Cuando al poder le interesa el pueblo en cuanto a gentío, no importa en pos de qué, siempre se pone delante a vocearlo, a acompañarlo, a aplaudirlo. Como instrumento del poder que es, Canal Sur tiene el disfraz de rociero como tiene el de nazareno y sabe convertir la televisión en capilla o en tronco sagrado con el que luego recoge votos sin pudor. Esto del socialismo nacionalcatólico no es una contradicción, sino el resultado perverso del interés sin escrúpulo, del populismo sin valores, de la venalidad de su ideología que no es ideología sino adulación a la masa en todas sus manifestaciones de amontonamiento. En las noticias, en Andalucía directo, en Mira la vida, en todos sus programas, el Rocío, religión de descalzos, de pastores y de traperos, era ensalzado con resoles de agua, con fervor manijero, y un continuo rezo a los pantanos y las piedras se apoderaba de la cadena pública con reporteros y helicópteros arrodillados y piadosos. Carriolas, simpecados, herrajes y bombonas consagrados; ritos en los ríos, cantos a la luna, lloros histéricos, salves en directo, un hermano mayor que dice que lo ha puesto allí “el pueblo” (no los socios), clubes de fútbol ofreciendo ramos, Chaves recibiendo una medalla y dando vivas a la Blanca Paloma, María del Monte explicándonos lo que es la hermandad (“hermandad porque van todos a una, buscándola a Ella, con mayúscula”)... Canal Sur, sacristanejo de un nacionalcatolicismo con todas sus hechuras y pústulas franquistas. Tras tanto embarque, camino y rendido fervor, sólo un olor desvergonzado a pies llegaba hasta los espectadores y los cielos.


Extraterrestes de las marismas. Lo he dicho alguna vez: para el resto del mundo somos bosquimanos o extraterrestres. Nuestras costumbres tienen la ternura de lo primitivo o el asombro de lo incomprensible. En La Primera, el programa de Carolina Ferre, Yo estuve allí, invitó a Los del Río, a María José Suárez y a Belén Ordóñez para que explicaran el Rocío, y pareció que aquello trataba de exobiología, como si intentaran entender la bioquímica de un marciano a través del idioma del mismo marciano. Ni las visitas a una madre pastorcita ni las noches al raso como un impresionismo de lo religioso con que trataban de aclarar Los del Río su esotérica devoción, podían eludir la realidad de que, fuera de su pequeño contexto o microcosmos palanganero, el Rocío sólo puede verse como una extraña idolatría de las piedras, una merendola medieval y unas incómodas escoceduras en las que se solaza toda una tribu prehistórica. Las imágenes, siempre espeluznantes, de los almonteños saltando la reja con ese fanatismo que parece hambre, aún intentaban justificarlas como amor de hijo. Cuando no sabían que responder, Los del Río se arrancaban por sevillanas: “La reunión va cantando sevillanas y plegarias / a la Virgen del Rocío, que es la más guapa de España”. Inconscientemente quizá, buscaban con eso el abrigo de su catetismo, volver a su idioma, a su contexto en el que no hace falta explicar nada porque todo resulta evidente, claro, eterno y normal. Pero a mí nunca me ha parecido evidente ni normal que haya una marabunta de extraterrestres por las marismas.


El eslogan. Si tuvieran que describir a Canal Sur, ¿con qué palabras lo harían? ¿Una televisión zafia, vecindona, populachera, chovinista, hortera, analfabeta, kitsch, folclórica, filofranquista, al servicio baboso del poder político? Pues ellos se han buscado un eslogan bastante más rimbombante, tanto que parece cachondeo. Invitándonos en un spot a visitar las ferias del libro (¿pero para qué un libro, con lo contentos que estamos aquí con los pitos rocieros?), Canal Sur aprovecha para definirse como “la primera industria cultural de Andalucía” (¡¡¡sic!!!). Cuánto cinismo... ¿Qué creerán que es la cultura? ¿Los regüeldos de los gordos de María del Monte?

8 de mayo de 2008

Los días persiguiéndose: Crisis (08/05/2008)

He bajado a por el periódico y me he cruzado con caballistas que parecían mineros del oeste. Con cuerdas y mulas, van a excavar el oro de esta tierra: vino y sol enterrados. Ahora que sube el paro, que arde la gasolina, que caen los gruístas de la construcción como cigüeñas electrocutadas, nos volvemos a preparar para la fiesta, que lo exorcisa todo, una fiesta con la que nunca han podido la desgracia ni la pobreza. Aquí recibiríamos el Fin del Mundo con una zambra, a los Cuatro Jinetes con una sabia resaca. Los periódicos hablan de crisis; las televisiones de partido, de desaceleración. Pero veo a los romeros en sus preparativos para el Rocío, crujiendo igual que una merienda de insectos, y las terrazas llenas como a cubazos de gente. A veces me voy a la Taberna de Juan, en la Plaza del Cabildo, en la orilla opuesta a Balbino (Juan tiene otro estilo porque te cocina y te anima a comer como tu madre) y cuando pasan los guisotes marineros, haciendo olores de domingo, se diría que se celebra la boda del señor del castillo. Comen hasta los muertos de hambre, soltando sus últimas monedas igual que si pagaran con sus propios dientes. La crisis quizá sólo significa que despedimos al dinero de otra manera, como a un duelista o a un suicida.

La crisis nos la comemos y la bailamos igual. Las medidas contra la crisis no llegan o se hacen esperar porque los que nos gobiernan saben que en esta tierra la catástrofe no es la economía, sino los nublados sobre un nazareno o las jarras vacías, como en Caná. Mientras haya Vírgenes en las ramas de los árboles y lata para otro trago, la casa puede ir acumulando arena. Por eso en Andalucía sigue triunfando la inacción, por eso están tan tranquilos los políticos, que sobreviven a todas nuestras ruinas. No se ha caído el sol, no se ha derramado el vino, no se han muerto nuestras guapas, y la crisis no es más que frío que pasan en los salones de la banca y una horca en la que vienen colgados los periódicos del día. Eso más el caos del PP, que ha desactivado a la oposición. El PP ya no pide explicaciones, están en su propia ópera de venganzas, huidas, felonías, sucesiones. Los que se levantan del escaño parecen interinos o parecen zombis. Pasan un interregno, esperan a un Arturo mientras sus nobles se desnucan a mazazos. Así, Solbes puede seguir silbando como un búho, cada vez más resfriado de sus números, sin que nadie le levante la voz; así, la Junta puede esquivar todas sus responsabilidades delegando con desidia lo que deberían ser iniciativas de su gobierno en una incierta “concertación social”, como si la cosa se pudiera arreglar montando una timba. Todo esto es posible con la gente enfiestada y la oposición shakesperiana.

Salgo a la calle, con cascabeles de sol y dichosas cagadas de caballo. La gente está borracha de flautas y tamboriles, va hacia las marismas como dirigida por tragafuegos de vino. Bueyes con corona, cocinas colgantes, cortinas hasta el cielo, capachos de conchas, mitos con pezuña. Hay una alegría de dejadez y de marea, santificada por niños y perrillos. Los dioses y sus arrieros cabecean en las barcas. El agua lame a muchachas de rojo como a manzanas de caramelo. La crisis, cómo pensar en la crisis. La crisis nos la comemos con sal y butano, la bailamos con el fuego de la raza. A ver quién es capaz de salvar a un pueblo feliz...

4 de mayo de 2008

Somos Zapping 04/05/2008

Eslogan laico. Perdonen ustedes, pero esas romerías de Vírgenes por descampados o ciénagas me parecen como ruidosas bodas de gallinas. No entiendo la idea de un Dios, menos aún el fantasioso pastiche del cristianismo, pero esta religión popular entre el vino, la ebanistería y el vudú, me descoloca del todo. En la romería de la Virgen de la Cabeza, retransmitida por Canal Sur, aupaban niños, ropa y hasta una cámara de fotos (?) para rozarlos por el manto de la diosa madre, y yo me acordaba de aquello tan viejo y primitivo de la “magia por contacto” a la vez que crecía mi estupor. Sin embargo, el tema no es mi escepticismo o mi descreimiento. Cada cual es libre de creer lo que quiera y me han curado de espanto demasiadas muestras de irracionalidad en el ser humano. De irracionalidad y de hipocresía. Porque el tema que yo quiero tratar es ése, la hipocresía de un partido que gusta de sacar a pasear eslóganes (iba a decir ideas) como la laicidad y luego hace que su televisión se los pase por el campanario por adular a la plebe. En la romería de la Virgen de la Cabeza, Canal Sur no ofreció una retransmisión, sino una catequesis. La hermana mayor de la cofradía adoctrinaba y hacía comentarios piadosos, pero el locutor no se quedaba atrás hablando “del fervor muy importante de la juventud”. No, éste no es un país laico. Como decía aquí Anguita, el Rey asiste a misas en actos oficiales y eso lo dice todo. Y en Andalucía, no hay más que ver cómo relucen los cargos socialistas en Semana Santa, como coraceros. Después de bautizos de infantitas y de homilías en su televisión pública, que el PSOE deje de hablar de laicidad y se compre un catecismo y un cilicio.


Sobra afectación. Creo que a Jesús Quintero ya no nos lo creemos. Su efectismo parece de Méliès y cuando posa en sus buhardillas filosóficas, con guión de pregonero, parece uno de esos romanos de las películas malas a los que se les veía el reloj de pulsera. El otro día empezaba así: “Te advierto que esta noche tengo malas intenciones, te voy a apuntar al corazón con un poema...”. Luego añadía: “Todo el mundo quiere salir en televisión aunque sea a costa de hacer el ridículo. En este rincón te respetamos. Tenemos el más alto concepto de ti, espectador”. Sí, empieza poético, humanista, museístico, el más rebelde laudista de los tejados, y además haciendo creer al espectador que si está con él es también todo eso, además de inteligente. Pero luego saca a las nuevas Pantojas de Se llama copla, o a ese tipo, Toni Rodríguez, que no es humorista sino simplemente así: una especie de Buda de freiduría, apóstol de los vagos, empanado en cochambrerías y machismo. “Tú nunca has hecho dos cosas a la vez...”, le decía Quintero. “Sí, por ejemplo dormir y roncar, comer y cambiar de canal...”, contestaba. “Dame tres razones para vivir”, le invitaba a filosofar. “Comer, merendar y cenar”, enumeraba el sabio. “Y si tu fueras candidato a presidente...¿cuáles serían tus palabras?”, le preguntaba. “Mis palabras serían claras –afirmaba, serio--. Pondría once meses de permiso y uno trabajando”. Para eso no hace falta que Quintero se vista de sonámbulo, de salvador, de bardo o de Robin Hood. Podría aparecer directamente con Monchito o Macario y se ahorraría esas lánguidas peroratas suyas, entre el New Age y la autoayuda. Sobra afectación para terminar sacando a folclóricas de puñales y a chistosos de la haronería.


Desaceleración. ¿Crisis? ¿Qué crisis? Esto, además de ser el título de un disco de Supertramp (endeblón), es la consigna que parece imperar en Canal Sur, ya desde la campaña electoral. Por eso, en los noticiarios o las entrevistas siempre se refieren a “desaceleración”, el mismo término que usan los portavoces del PSOE. Hasta en Mejor lo hablamos se plantea un debate con la pregunta: “Desaceleración económica, ¿cómo la ve?”. Pero de este debate mejor no hablar, que me da la risa. Menos mal que, mientras la construcción se para, baja el consumo y el déficit enseña las orejas, Chaves nos tranquiliza en el programa de Tom Martín Benítez: “El gobierno andaluz es un gobierno que coge el toro por los cuernos y quiere dar seguridad a la gente de que somos capaces de afrontar esta situación económica en una buena condición”. Digno del lapidario bobo...

1 de mayo de 2008

Los días persiguiéndose: Anguita (01/05/2008)

Es la medalla de Nobel que le queda a la izquierda y tiene el corazón remachado con todos sus viejos metales, pero todavía me gusta cómo le suenan las verdades, a eso mismo, a metal, a Bruckner de su ideología. De verdades y martillazos estaba llena la entrevista que este periódico le hizo a Anguita. Anguita ya posee la nobleza de la edad o del oficio, como les pasa a los árboles. Frente a la falsa política de la mercadotecnia, de la demagogia, su estilo le hace parecer que habla en verso igual que un mosquetero. Lo llaman iluminado, mesías; lo acusan de acompañar sus recitativos con órgano como el Jesús de las Pasiones de Bach, de practicar un comunismo levítico, y sin embargo yo veo a un hombre con principios que nunca ha dormido con las meretrices que pone en los caminos la política. ¿La reforma estatutaria?: “Un churro”. ¿La monarquía y su encarnación posibilista en el juancarlismo?: “Una excrecencia del pasado”. ¿La autonomía andaluza?: “¿La autonoqué?”. Esto se llama hablar claro, justo lo que han abandonado los políticos de la sonrisa, la componenda, el arrimismo y el caramelito para bobos. La sinceridad, la dignidad y la honradez deberían ser previas a la ideología. Por eso Anguita parece un caballero entre patanes, que aún lo trae un cisne como a Lohengrin. No hablo, como digo, de sus ideas, sino de su actitud.

No sé si Anguita salvará a la izquierda, a su izquierda, la vieja o la verdadera o la nueva o la que hayan hecho engastando o acomodando a lo que iba viniendo aquellas máximas de otro siglo, que sonaban a desmotadora. La refundación puede ser un cambio o un encastillamiento. Pueden derrocar a los viejos fetiches y barbudos, renunciar a la revolución y a quemar a los ricos junto a su dinero, volar con los pájaros, adorar al sol hecho con ceras de la ecología, tragar lo justo con el capital y buscar un hueco a la izquierda de la socialdemocracia tibia o traidora. También pueden refugiarse en los orígenes, en la pureza del paraíso perdido, que es siempre una tentación ante la crisis (y un pensamiento muy cristiano, también). Pueden convencerse de que el comunismo verdadero nunca se llevó a la práctica porque lo pudrieron entre Stalin y otros con guerrera, pero seguir creyendo en el estado monstruo, en los koljoses, en los ejércitos de campesinos y en la igualdad como pobreza repartida o mera uniformidad. ¿Tiene sentido hoy una izquierda anticapitalista, o eso sólo es un llamamiento al ridículo? ¿No se deberían buscar otros horizontes y otros ideales? Creo que esos ideales están ahí: laicidad, republicanismo y un Estado que equilibre las desigualdades del liberalismo sin llevarnos en reatas y sin amordazar los derechos individuales. Pero no sé si en Izquierda Unida, que quizá son demasiadas izquierdas, y a veces tan folclóricas, estarán por la labor. ¿Cómo cuadrar en un mismo proyecto a ácratas, marxistas, pintores del arco iris, guerrilleros, guitarristas, pasotas, utópicos, okupas, rebeldes, antisistema, labriegos y bohemios? Entre ser lacayos o mendigos del PSOE y querer convertirnos en Cuba, creo que hay lugar para otra izquierda, una izquierda con la que me gustaría contar. ¿Se habrá dado cuenta Anguita, o sólo ha llegado ahora a reclamar, en la era de Internet, otro novecentismo fundado en los incendios y las mieses? Digno y empecinado, me gustó Anguita. Sólo necesita algo más de pragmatismo. Y librarse del siglo pasado. Creo que alguna vez soñé con un Partido Republicano de izquierdas que no pareciera un museo alfarero. ¿Habrá soñado también Anguita con eso?