31 de agosto de 2012

Hoy viernes: Umbral (31/08/2012)


No le escribí a Umbral su artículo. No me gusta ir por ahí cogiéndole el culo a la muerte ni encalando los difuntos como una solterona. Pero ahora ya será un capacho, una araña, una nuez, una gotera; ahora ya se le puede perder el respeto de muerto, que es como el respeto a una novia nueva y joven. Ahora que su alma o su recuerdo no están en los jarrones ni le acaban de hacer la foto ni le han robado por última vez las queridas y los hijastros; ahora que, simplemente, ha vuelto al polvo de los libros, ese polvo que es el mismo que convierte a los buques en tesoro; ahora que no es estatua sino presencia, que no es del todo ni presente ni pasado pero está, igual que una locomotora antigua; ahora, digo, creo que puedo escribirle sin sentirme demasiado cursi ni mendigo. A lo mejor es porque hoy el oficio me ha fundido y por eso mismo me ha llenado. Sí, por los artículos y los políticos que hoy me han dado vida y asco y cansancio como una gran matanza caníbal. Sí, esto que hago ahora gracias a Umbral, gracias a haber leído a Umbral, gracias a haberme suicidado con él en una vida para tener otra y escribir y hambrear en ella hermosamente.

Hay quien cree que Umbral era grande porque enseñaba el mundo, la vida, los políticos, los horteras, su pueblo, la movida, su tiempo... Yo qué sé, algo así como si fuera Ramoncín. Pero Umbral era grande no por enseñar el mundo, sino por hacérnoslo sentir. Y a la vez, hacer que el mundo sintiera al hombre. La sensación, ésa era su literatura. La más alta que puede hacerse. Umbral nos metía el mundo dentro no como un croquis o un cuentecillo, sino como un dolor de barriga. Pero un dolor de barriga por mirar dulces. Y a la vez volcaba en el mundo el líquido de lo humano, todo metáforas y pisadas y borrones. Por eso al escribir la tristeza por su hijo muerto, ésta se hacía paisaje universal y visible, como una maravilla egipcia; por eso al escribir sobre una farola de la calle a nosotros nos salía un sombrero o un ligue como si estuviéramos debajo. Luego lo empaquetaba y lo llamaba novela o ensayo o artículo o poesía y daba lo mismo, porque él no podía dejar de hacer eso, interpretar y hablarle al mundo y al hombre con las sensaciones de las que están hechos. Para eso había que ser Dios o por lo menos haberle robado la peluca. A lo mejor Umbral hizo eso, robarle la peluca a Dios, porque ya más no se podía, y menos un ateo.

Cinco años, pero le he hecho su artículo. Y hasta lo cobraré. Ya tengo algo del oficio que soñaba de él, padre canalla que nunca supo de mí. Su alma, o lo que tuviera bajo el chaleco, no estará ni en una mecedora, ni en una rubia, ni en una de esas noches en las que se escribe igual que se asesina, ni en los plumillas menesterosos, ni siquiera en los libros que se confunden con salamandras o dagas o párpados. Su alma no estará, al final, en un periódico ni en un güiscazo ni en carne mortal y rosa. Pero tampoco se pierde nada por buscarla y así vamos haciendo carrera, coño.

Reptiliario: La espantá y la gominilla (31/08/2012)



Los valientes. A las reinas del baile, Chaves y Griñán, se les ha estropeado el moño o se les ha descosido un tirante y no van a comparecer, de momento. Se sabía antes de que se notificara y hubo durante toda la mañana un ambiente de plantón adolescente o de platea a la que le cambian el tenor. Se han dado razones cándidas, prácticas, gallináceas o mefistofélicas para la espantá, pero yo creo que a Griñán y Chaves les sigue pareciendo todo esto una humillación, como si obligaran a una reina a vaciarse su orinal en público. El interventor, más tibio que salomónico, que traía para sus incendios a la vez la cerilla, el agua y el megáfono, no sé si da tanto miedo como para que Griñán y Chaves tengan que rehacer todo el esquema de su desembarco. A Zarrías le bastó con decir que no a todo, negando que conocía hasta a su barbero. Vendrán más comparecientes, incluso puede que repita alguno. Creo que Chaves y Griñán intentarán demorarse todo lo que puedan, pero, si llegan a declarar, será descendiendo de un dirigible y ya con todos los muertos, traidores y minas descubiertos a sus pies. A lo mejor son prácticos. Pero valientes, lo que se dice valientes, no mucho.

Ventilador. Ya ven cómo son las cosas aquí, que para investigar a la Junta llaman a declarar a los del PP. Les tocaba a Javier Arenas y Eduardo Zaplana, como despertados de la siesta agosteña, ya un poco abuelos de sí mismos en la política. Su presencia, con esa agarradera de sombras en la minería de Huelva, no me parece a mí el empeño del PSOE por equilibrar suciedades, por echar a andar el ventilador y esperar que trajera a Andalucía algo así como un trocito de una playa Gürtel. No, yo creo que la intención del PSOE era que, intentado defenderse Arenas y Zaplana, terminaran ellos defendiendo los procedimientos de la Junta. Hoy prescindieron de Antonia Moro, que da miedo como una lancha gibraltareña pero resulta poco efectiva, y optaron por Jesús María Ruíz, menos directo, menos canalla, más litigante, aunque el sustento que hay detrás es flojo. A Arenas se diría que le quisieron hacer una especie de auditoría de su propia denuncia en el escándalo ERE. Fue muy hábil eso de arrastrarlo a decir que no tenía “competencias”, “conocimiento”, “responsabilidad”,  porque parecía otro de la Junta. La diferencia está en los datos concretos, intrusos, entrullados y churreros que en un caso hay y en el otro, al menos de momento, no; en los papeles que están y en los otros que alguien se comió. Pero lo indudablemente pedagógico fue escuchar a los representantes del PSOE hablar de que "el fin no justifica los medios" y acusar al PP de "doble moral”, “hipocresía” y “fariseísmo". Incluso mencionaron el término “fondo de reptiles”. Los reptiles, claro, siempre son los de los otros.

Forasteros. Zaplana actuó de forma muy rara. Habló por ejemplo de “procedimientos”, y encima los explicó. Todo el procedimiento para los ERE y ayudas de Huelva. ¿Pero este hombre no se ha enterado todavía de la “discrecionalidad del poder”? Así que había procedimientos, y también convenios que él había leído, y que tenía. ¿Pero los convenios no son una cosa que se autodestruyen a los cinco segundos de firmarse? Yo alucino con esta gente de por ahí fuera. Procedimientos reglados, documentos con justificación… Y cuando se le comentó la posibilidad de intrusos, alucinó: “Imposible meter un intruso con los controles que hay en la administración central”. Qué triste debe de ser vivir por ahí arriba. ¿Qué harán los churreros? Y encima dijo que hubiera sido más efectivo llamar a Valeriano Gómez. ¿No se da cuenta de que Valeriano Gómez no huele a gominilla de Gürtel como él? El PP ni le preguntó a ese hombre tan raro. Ay, estos forasteros… 

Reptiliario: Sordos y con tenedor (30/08/2012)



Descontrol. Manuel Gómez, el interventor kafkiano o un poco gallego, había dejado golosinas y veneno para todos y ayer lo citaron para apoyar una cosa y la contraria, como las Escrituras. En vez de enriquecer las familias semánticas, tendría que haber usado números: este “incumplimiento” equivale a tantos años de trullo, esta “vulneración” a tantos otros de inhabilitación... También Carmen Martínez Aguayo interpretó a gusto las palabras del santo interventor, mientras explicaba todos los minuciosos procesos y procedimientos que existen… para el descontrol. Sí, porque después de tanta norma y tanta pelusa administrativa, lo que ve uno es que los churreros vencen al derecho comparado y a toda una marina de interventores. “Cualquier procedimiento se puede violentar si se tiene voluntad", repitió Aguayo. Claro, sobre todo si se decide que el procedimiento carezca de controles. Y más todavía si los informes de la Intervención que alertaban del “incendio” ella no los leía o los guardaba donde los adornos de Navidad. Parece que también le faltaban las competencias, el procedimiento y el impreso para descolgar el teléfono.

No sé. El gran factótum, el gran Demiurgo, el gran urdidor, ése al que llamaban el Todopoderoso en Jaén; Gaspar Zarrías, en fin, llegó a la comisión y reconoció su más humilde y completa ignorancia en todo con pinta de recién mojadito en el Ganges. No conocía el convenio porque “no generaba gasto” (!!!), ni el procedimiento, ni al señor Lanzas, ni por qué se concedían ayudas a restaurantes; no conoció ninguna irregularidad, su “desconocimiento del señor Guerrero era total”, no tenía “ni la más remota idea” de que se estaban acumulando ayudas en zonas o empresas, “no tenía conciencia” de ayudas arbitrarias y sólo le faltó recalcar que no conocía varón. Todo era cosa de Empleo, donde además de solos, llevaban la cosa como en oscuridades acampanadas sin que él se enterase de nada. Lobotomizado y sordo, huelga decir que ninguno de estos asuntos se trató en el consejillo de viceconsejeros, ni por supuesto en el Olimpo del Consejo de Gobierno. Ya ven, una política tan importante para la Junta (“de Estado”), y no sólo la reducen a la última y única voluntad de un director general, sino que ni se hablaba de ello fuera. Nada. El hombre con más tablas y experiencia en la política y en las instituciones que tengamos en Andalucía, no sabía nada. Si hasta comparó lo de los ERE con los procedimientos que usaron durante la gripe aviar… No sé si era porque sin bigote parecía escaldado, pero cuánta piedad daba su ignorancia.

Pinchando. Cosas de la política. Una comisión que investiga las ayudas concedidas por la Junta citaba a Zoido, que vino con dos cartapacios y más ganas de contar la trama ERE desde Mercasevilla que de aclarar lo de la faja pirítica de Huelva. No es que hubiera mucho donde pinchar, pero Antonia Moro, de repente, empezó a hablar rápido, ella que siempre arrastraba el reloj, y se lanzó al ataque. Atacó como con un tenedor, pero con eso y algún periódico, hizo lo que pudo. Mucho le ayudó el Gobierno central, primero negando la documentación por falta de competencias, y luego retrasándola hasta un rato antes de la comparecencia. Aparte eso, no parecía haber mucho donde pinchar. Zoido afirmó que todas las normas se habían cumplido y que todos los papeles estaban, aunque de la mesa se habían volado algunos. Pero fue raro, o triste, ver cómo se daban la vuelta las preguntas o los cerebros, y un celo por la normativa y los expedientes con todas sus grapas sustituía el pasotismo y la tranquilidad de antes. La cosa acabó un poco en bronca, como el final de un partido con Italia. No estuvo bonito, pero el PSOE no tiene más que ese hueso.

Reptiliario: ¿Qué hay que hacer para robar? (29/08/2012)



Nada. En estos días estamos aprendiendo que para ser consejero de la Junta hace falta más o menos lo mismo que para presentar Tecnópolis: apenas manotear y apreciar modernidad en los jaramagos. Los consejeros no saben, ni hacen, ni pueden remediar nada. Y ni les roza la culpa. Sobre todo los de Innovación, que son como mimos contratados por la Junta. De casi todo se encargan asesores o técnicos, los que ordenan pagos son los directores generales, y algo tan importante como los expedientes de las ayudas, o los pagos de éstas, son asuntos que unos subalternos hacen por su cuenta, sin que el consejero les dé indicaciones ni, por supuesto, se mencione siquiera el tema en el Consejo de Gobierno. El consejero está ahí para llamar al chófer y ver pasar los millones por las cuentas de la Consejería como un jubilado que mira las palomas, sin preguntarse qué vientos las llevan. El “no podía hacer nada” de Vallejo, el “me entré hace seis meses” de Marín Soler, la ignorancia de los informes de la Intervención por parte de Antonio Ávila… Y a la vez, sin embargo, el descaro y la contradicción de hablar de un procedimiento del que, según Recio, “tenía conocimiento todo el mundo”. Pues no, ni conocimiento ni responsabilidad. Los consejeros sólo eran botones del edificio, vestidos de domador o cartero.

Herramientas. Antonio Ávila empezó con una especie de historia de la economía andaluza como desde los fenicios, para luego plantear las modernidades que ellos trajeron, los páramos de la crisis y las boqueadas de las criaturitas. Todo parecía indicar que se iba a repetir como sus colegas: hay reglas pero “se las saltan”, todo era “legal”, IDEA “sólo pagaba”… Pero nos aclaró uno de los mayores misterios de todo este embrollo. Gracias a él, ya sabemos por qué las ayudas a empresas se daban a voleo: no había “herramientas de evaluación de impacto”. Debía de ser por el Windows de entonces, que era muy malo. Haciendo las cosas con boli Bic, igual te salía que podía necesitar ayuda pública Santana Motor que el churrero de El Pedroso.

Kafka. Los funcionarios de cierto nivel son siempre kafkianos. Tienen que serlo. La administración forma una especie de arquitectura dadá en la que sólo se puede entrar extirpándose la razón convencional. Si basta tener a un colega opositando a maestro para ver que flotan en otro mundo, imaginen a un Interventor General. Manuel Gómez creo que agradó a todos porque quiso ser tan técnicamente escrupuloso que quedó conceptualmente desleído. O sea, que cada cual pudo entender lo que le convino. Habló de un marco “legal” pero un uso “inadecuado” de las transferencias; de vulneración de leyes que en realidad sólo eran “deficiencias debidas a errores e incumplimientos”, y al final sentenció que “la intervención no ha detectado ningún supuesto fraude o menoscabo de fondos públicos en la gestión del programa 31-L”. Ahora, para entenderlo, busquen ustedes el diccionario que usa él. Eso sí, desde luego no es el diccionario de la jueza Alaya. La verdad, con tanto matiz semántico, uno se pregunta qué hay que hacer allí para que lo llamen robar. Claro que, tras su declaración, al menos ya sabemos por qué pagaba IFA-IDEA: para eludir el control fiscalizador previo de la Intervención, a la que la ley obliga para una consejería, pero no para ese tipo de sociedades instrumentales. Para entendernos: si quieres dar dinero público a un amigote y lo sacas de Empleo, además de ser un robo hay un señor que te pide explicaciones. Si lo haces con una transferencia a IDEA, no hay problema, las explicaciones te las piden después muy tarde o no te las piden, y si te pillan, sólo se trata de un “uso inadecuado” en un “marco legal”. Pero esto es razón convencional y Kafka se aburriría.

Reptiliario: El sinvergüenza lo tenía fácil (28/08/2012)



Nombre y apellidos. Con Manuel Recio en Empleo llegó el zafarrancho de limpieza, como si los visitara la suegra. De repente, en un despertar a la realidad (aunque empujado por los medios), se empiezan a detectar “irregularidades” o “deficiencias” y la fiebre investigadora y mejoradora de “procedimientos” les electriza la escoba. Así se presentó Recio ante la comisión, con una bayeta en una mano y un espadín en la otra, purificador y justiciero igual que una sota limpiacristales. Da la impresión de que antes de ese despertar no tenían ojos, manos o teléfonos; que era como si no gobernaran ellos sino unos extranjeros cosacos con los que no se entendían ni hablando ni en los papeles, con tanta letra rara al revés. Recio usó, claro, la táctica de los cuatro sinvergüenzas, presentando un sistema legal y ágil que sólo podía pervertirse por el “abuso de confianza” de unos aprovechados. Un sistema tan ágil que ni siquiera tras el prurito investigador de su consejería Recio puede explicar cómo se colaron los intrusos. En realidad, Recio no sabe nada. Dijo “no sé” muchas veces. Ni sabía ni hacía nada. Él no aprobaba expedientes ni efectuaba pagos, no recibía ni daba instrucciones sobre a qué empresas ayudar… Todo eso estaba delegado en el director general y a partir de ahí se pierde en lo negro. Recio se agarró a lo que esperábamos, aunque cada vez suena más cínico oír cosas como que “no puede ser ilegal u opaco algo que aparece en los presupuestos” y “con nombre y apellidos” (que eran ‘31L’). Pues mire, si lo que aparece consignado en el presupuesto luego se puede adjudicar a dedo a un amigote porque a la Administración curiosamente se le ha olvidado que existen los papeles, sí es opaco. E ilegal. El sinvergüenza lo tenía fácil.

Recursos. El alegato inicial de Recio fue como un prospecto, pero luego optó por un tono más mitinero que en las preguntas se volvía burlador (estuvo mal Ruíz Sillero, del PP, que dedicó su primer turno a hacer acusaciones directas que Recio toreaba con complacencia, victimismo y lentitud). Recio habló mucho de “lo que quieren” o “esperan” los andaluces (lo mismo que él), dijo humoradas como “nunca le he pedido a nadie un carné de partido” y usó recursos bastante babosos como culpar al PP de la miseria histórica de Andalucía, o sacar a sus maestrillos, a los trabajadores que señalan por la calle y hasta su hija a la que le hablaría de libertad. Al que no sacó fue al churrero de El Pedroso con sus 120.000 eurazos ‘discrecionales’.

Pasaban por allí. Francisco Vallejo y Martín Soler, simplemente, pasaban por allí. Vallejo pasó en su día por una consejería nueva, hecha como para astronautas pero a partir de azulejos de otras, y no tenía tiempo para preguntarse cosas. Por ejemplo, qué pintaban allí las agencias IFA o IDEA haciendo algo que no tenía nada que ver con las competencias de la consejería de Innovación. Ni por qué consintió ese extraño mecanismo que convertía esas agencias en ventanillas de Empleo. También pasaba por allí Martín Soler, que recogió en herencia esa misión de “mero agente pagador” sin ni siquiera saberlo: ¡se enteró hace seis meses! Ni se leía los presupuestos, tan claros según ellos, ni miraba sus cuentas. En fin, se puede hacer un debate jurídico todo lo esdrújulo que se quiera, pero todo se rinde ante verdades como las que admitió Soler: las cosas se van haciendo como se han hecho siempre, así funciona la Administración aunque “les sorprenda a los ciudadanos”. También se rinde al sentido común: no se puede dar dinero público a quien venga en gana, sin más que pasarlo por sucesivos agujeros negros. Y asegurar que eso es legal poniendo ojitos no significa nada. Que les pregunten a los que han pisado ya el talego.

Somos Zapping: ¿Ordenó usted el código rojo? (27/08/2012)



Algunos hombres buenos. La comisión empezó con monólogos shakesperianos o del Tenorio, que así sonaban las preguntas sin respuesta. Pero tras los comisionados con calavera y los declarantes como estatuas del comendador, aparecieron los pájaros cantores. José Antonio Viera y Antonio Fernández, con caras de pollo asado, queriendo litigar y defender la honra (hasta alegatos por la Democracia y la limpieza de la política se escucharon con fondo de violín), terminaron sin embargo haciéndose el nudo. Por cierto, tengo que reclamar la paternidad de la comparación con el final de la película Algunos hombres buenos, que mencioné en Twitter cuando Fernández, airado como aquel coronel de cojón que hacía Jack Nicholson, espetó: “¿Quién ha dicho que el poder no es discrecional?”. Seguí las dos comparecencias del viernes, la de Viera por Internet y la de Fernández por Canal Sur 2, y me parecieron dos orgullosas confesiones que, eso sí, quisieron justificarse con necesidades y guerras que ellos consideran por encima de la norma. O sea, igual que en la película. “¿Ordenó usted el código rojo?”, podrían haber preguntado Rafael Carmona o Alba Doblas. “Por supuesto que lo hice, joder”, podrían haber contestado Viera o Fernández (en el fondo lo hicieron), primero con la misma jactancia, y después la misma estupefacción que Nicholson, al comprobar que sus actos no eran considerados heroicos y patrióticos, sino ilegales y punibles. Sí, porque Viera tuvo que admitir que no había ninguna norma para la concesión de las ayudas. Y Fernández añadió que ni norma ni registro, y que además todo respondía a una “política de Estado” impulsada por el Gobierno andaluz. O sea, que ellos soltaban el dinero público que les daba la gana a quienes les daba la gana y como les daba la gana. Y esto les parecía normal a todos. Parte de la discrecionalidad del poder. Y respaldado por el presupuesto, que tiene rango de ley, insistían. Si el argumento es que aprobar el concepto de una partida presupuestaria significa que pueden hacer con ese dinero su santísima voluntad, repartirlo a capricho según consideraciones subjetivas y particulares, sin requisitos claros y medibles y comprobables, sin publicidad ni equidad, sin registro ni norma alguna; si creen eso, entonces van a chupar poca trena… Porque eso no es la discrecionalidad de cuando no hay norma, sino arbitrariedad despreciando las normas. A la vez que intentaban responsabilizar a los parlamentarios (¡por aprobar los presupuestos y no fiscalizarlos!), apuntaban al director general, soldado en esto. Como llegaron a decirle a Fernández, han manejado el dinero público como si fuera su dinero particular. Y, llegue a “criaturitas”, a empresas que lo necesitan o a churrerías o tinglados de amiguetes, eso no puede ser. Aunque ellos se crean en mitad de una guerra, vigilando los muros del poder y del hambre.


Su línea. RTVA ha emitido alguna comparecencia de la comisión, pero hay que decir que al principio parecía que no tenía muchas ganas de sacar el tema en los informativos. Un día tuve que tragarme veinte minutos de noticias sobre la calor o grifos atascados, hasta que llegó. Y entonces, se centraron más en la incomodidad de las preguntas, como si fuera el aire acondicionado, que en la enormidad y gravedad del caso. O destacaron la descacharrante indignación de Antonia Moro, intentando ‘pescar’ en la faja pirítica de Huelva al preguntar si Zoido y Arenas “tienen algo que ocultar”, con la que tiene el PSOE liada con los suyos. En fin. En su línea.


Goyesco. No sale mucho, pero cuando lo hace, me sigue pareciendo el magnífico cuadro goyesco que retrata nuestra época con sólo una cabeza y una sombra. Y más ahora. Hablo de Leonardo Chaves, que anda de director en el Cajasol de baloncesto por méritos innegables. Lo que él significa aún sigue llenando la pantalla y nuestro horizonte.


Trash. ¿Sánchez  Gordillo? ¿Ruíz Mateos? He decidido que ya son inconos trash, que dicen los modernitos. Como Ana Obregón o Alaska. Más material de Crónicas Marcianas que otra cosa. O sea, que paso. Se me fundió el frikómetro.

25 de agosto de 2012

Hoy viernes: Comisión ERE (24/08/2012)



La verdad es que tienen una buena mesa. Y la luz apaisada o las caras alrededor le dan aspecto de piano de la casa, pero de ésos que sirven, más que para tocar, para guardar el silencio del salón como en el estuche de un reloj. Buena mesa, de un color bonito, antiguo, un color como de diligencia bien cuidada. Las maderas de calidad dan nobleza y cierta eternidad maciza. Simplemente, el tiempo no puede cargar con su peso. Recuerdo a un amigo carpintero muy preocupado por terminar los muebles de caoba de su dormitorio antes de casarse. Era una caoba oscura, ancha y de alguna manera desmesurada, como si tuviera que sostener el matrimonio de unos titanes. El dormitorio quedaba un poco con confesionario y sacristía incorporados, pero a ellos les gustaba ese lujo, dormir en una especie de zigurat de cristiandad y chocolate, en madera de piedra, en inmortalidad bien olorosa de barniz, como si fueran amantes de Teruel pero sin tragedia. Al final, mi amigo había hecho una catedral entera para acostarse con la señora. Es bueno y caballeroso y un poco antiguo, mi amigo. Bueno como esta mesa, sí señor. A mí me recuerda a mesa de anuncio de Pronto, que no sé si seguirá existiendo o ya se quedó antiguo como las Filomatic. El Pronto era un producto muy entrañable y casero porque cuidaba el tesoro de la casa, esa gran mesa que todo el mundo compraba, hasta los que apenas podíamos, y que presidía el salón junto con un mueble bar como un gregoriano de tazas y una enciclopedia única, haciendo todos un intento de museo británico de muestra pobreza a la vez orgulloso y triste. La mesa de las Navidades y los cumpleaños, la mesa mordida por los pequeños de la casa que iban creciendo, la mesa con fotos rozadas por ganchillo. La nuestra no era ni muy grande ni muy buena pero era como tener un Camelot propio.

Esta mesa sí que es buena. Se nota. La cosa pública tiene buenas mesas, buenos salones y una especie de plata que está ahí como espolvoreada en el ambiente. Debe de ser un Pronto que echan para que brille la dignidad institucional. Y es verdad que luego todo brilla a cuero o a cubertería o a bidé, pero no sé si eso es la dignidad u otra cosa, y además estoy retorciendo la gramática. Buena y grande, la mesa, más con orillas que con lados. Le da a la comisión algo de club de fumadores o asociación de ferroviarios. Está formada como por pétalos, así que a veces se diría que amenaza con cerrarse sobre los dedos y las cabezas de los presentes. Tiene algo de cubierta de recreo de crucero, aunque si se mira el reflejo de las luces, lo que parece es una pista de hockey sobre hielo que mancharon de café con leche en una especie de sabotaje de funcionarios. Sí, la verdad es que tienen una buena mesa. Pero a lo mejor ustedes esperaban sacar de esta columna algo más en claro sobre el mangazo de los ERE. Que iba a servir para algo su tiempo, vamos. Ya. Algunos también pensaron eso de la comisión de investigación.

20 de agosto de 2012

Somos Zapping: Bollywood jornalero (20/08/2012)



Miseria real y simbólica. Sánchez Gordillo y sus vendimiadores vengadores siguen yendo de los bancos a las televisiones y entre medias intentan plantar un huerto en El Corte Inglés. Salen en la tele más que los del tarot, que tampoco son tan diferentes: barbas que les presta la Babilonia del porvenir, ropa de pijama de los mesías, soluciones con un chasquido y un soplido, y grandes coreografías para estafar a los desesperados. Mientras Sánchez Gordillo hace su Bollywood jornalero, yo empiezo a pensar que me está pasando con él como con Carmen Lomana. Al principio uno ve un filón, un símbolo que da para sátiras y enseñanzas, hasta que me doy cuenta de que en realidad es un personaje llamativo pero de recorrido pequeño, como un pez globo en un bidé. Carmen Lomana está constreñida a su mandíbula y a su calzado de porcelana y ya no da para más, sólo para ser ella. Sánchez Gordillo se reduce a una especie de microeconomía del mendrugo y a unas revoluciones de pocijón que no llevan a ningún sitio, pero le sirven para ser él. Gordillo no sé si cree de verdad que todo se puede solucionar asaltando supermercados, subiéndose al árbol de un marqués, cagándose en El Corte Inglés, dando un azadón a cada uno (con él repartiendo, claro), o imponiendo, en estos tiempos, la ortodoxia comunista a patatazos. Pero creo que no importa. Simplemente, él no puede dejar de hacerlo como Lomana no puede dejar de poner morritos o llevar en el cuello un collarín mental. Ya no ve uno en estos guerreros del agropop una revolución, ni un imposible sovietismo de acequia, sino sólo tics: llegan hasta el tendero, del que hacen un Rockefeller, o hasta el cajero automático, del que hacen una bestia filistea, y luego salen en las televisiones, entre la basurilla y el aplausómetro, para sentir que van conquistando un mundo que sólo los mira como espantajos. Y a pesar de todo, creo que nos han enseñado algo. No que haya hambre, que ya lo sabíamos y ya dolía sin tirarle a la cabeza a nadie paquetes de arroz. Ellos, que tanto han hablado de simbolismo, nos han enseñado que aquí en Andalucía sólo tenemos para elegir entre la miseria simbólica y la real, y parece que una se limita a soñar la otra.


El idioma de la pringue. Por ahí el acento andaluz les debe de parecer como un aliento a amoniaco, como el idioma que hablan entre sí las palanganas y la pringue, las fregonas y las pelusas. De nuevo han vuelto las andaluzas con acento acampanado en el cuarto de baño para anunciarnos más que detergentes o quitagrasas: la vocación de usarlos y la hermandad histórica de nuestras manos y la emulsión de las grasas. El anuncio incluye una cenicienta (la mujer andaluza, exageradamente andaluza) y un hada madrina más hiperbórea (Belinda Washington); incluye un pesar de clase o raza, una especie de mugre secular incrustada en el alma, y una varita mágica (Cillit Bang); incluye el descenso de los ángeles limpios y rubios al país de la suciedad y la impotencia, y la redención de sus habitantes una vez que han usado la pócima. Si empezamos a ponerles acentos a los segmentos de mercado, espero ver pronto a qué productos se les dedica el acento gallego o albaceteño o catalán o madrileño. A ver si para los demás reservan algo más bonito o menos arrastrado que la vocación o la especialización en quitar pringue rascándola y sometiéndola en su propio idioma.


Adiós a una musa. Me dio pena cuando vi que ya no estaba Roberto Sánchez Benítez. Había sido mi musa, con él me salían las metáforas como si se me hubiera volcado en la cabeza el carrito de las chuches que él lleva. Súper Ratón sostenible, Ronald McDonald de las modernidades, holograma de peluche, robot de azúcar… Lo echaré de menos. Me vi perdido, huérfano, cuando entre las innovaciones, la calidad de vida y las sostenibilidades andaluzas, él no aparecía. Bellos montes y paisajes, gente que lleva el ganado, la astronáutica de los productos lácteos… Ah, no, espera… Que esto no es Tecnópolis. Es Campechanos, ese programa sobre camperos amanecidos. Es que son casi indistinguibles. En fin, vuelvo a recuperar a mi musa. Qué susto.

Los días persiguiéndose: Veraneantes de la política (20/08/2012)


Los veraneantes de la política vienen con la mitad de la ropa, con el mapa perdido, con un solo cazo para todo, con el tiempo dividido entre la prisa y la pereza, con la propia condición de veraneante o de político derritiéndosele. No me refiero al político que se va a pescar truchas o a hacerse caracolas en la barriga ahora en agosto, cuando hasta los presidentes parecen churreros. No me refiero a Rajoy, que se ha ido al Rocío y parece que ha descubierto allí un Tíbet con geranios, la espiritualidad de un alma jilguera y unas verdades o emociones menstruales o ridículas como que “somos personas con alma y sentimientos”. No, los políticos veranean, aunque sea con el perro de la crisis ladrándoles en la siesta; se ponen camisa blanca, sudan la sonrisa y alguno incluso visita los espíritus de anteriores políticos acabados, como fantasmas escoceses, en palacios de señoritos y marismas en las que el sol se mueve en barcas egipcias. Pero el veraneante de la política es otra cosa. Es ese político o antipolítico precario o veloz o porteador o escapista o tormentoso, que aparece de repente con el estampado, el discurso y la cacharrería de temporada; que apura su tiempo, que aprovecha las rendijas del fresquito, ése que lleva un hatillo ligero, ése al que le quedan las horas y las palabras que le descuentan los autobuses, los horarios y un calendario con las lunas del mes desuñándose. No tiene que ser un político breve o con caducidad evidente; puede ser alguien que se presenta en su salud o efervescencia frutal, cuando toca, cuando llama algo en la naturaleza o en el ventazo o en la oportunidad.

Veraneantes de la política son ahora Sánchez Gordillo o Diego Cañamero, que se han inventado un carrito de helados gratis en la época de la sed y los dragones. Veraneante también me parece Mario Conde, que ha vuelto como si volvieran la Mirinda o Falconetti. Es verdad que aquí estamos acostumbrados al político y al partido eternos como un cementerio, y que cualquier cosa que se aleje del academicismo de la partitocracia nos parece algo zíngaro o bucanero. Pero hay que tener mucho cuidado con los que llegan con tanta soltura pregonando soluciones para todas las aflicciones y pestes justo cuando se para la música. Igual que no hay que dejar de desconfiar de los políticos acomodados que tacharán inevitablemente cualquier intento reformista de populismo, demagogia o involución. Este tiempo nos dará sin duda muchos veraneantes, salvadores, buhoneros y pinchadiscos de la política. Seguramente, al quitarles las palmeras de las camisas, el botijo de los labios y la arena de los ojos, veremos que nos traen la misma política y el mismo negocio de siempre en versión de Georgie Dann, o que sólo nos venden magia sin sombrero, o locuras totalitarias, paraísos herreros y utopías canasteras. O a lo mejor, si las ideologías y las siglas se van diversificando y enriqueciendo, encontramos entre la asfixia y la desesperación, tras una grieta, como una salamandra de agua, algo que nos ayude, aun lateralmente, a renovar la Democracia. Y no sea una fiebre ni una catástrofe ni una chulería ni una estafa ni una pesadilla dominguera.

17 de agosto de 2012

Hoy viernes: Rajoy en Doñana (17/08/2012)



Por la noche, en Doñana, hocican los animales del zodiaco y se encapotan los árboles con su propia sombra. Por la noche, hay hasta Doñana un escalón de arena y conchas, como un cofre incrustado; hay un río de fuegos artificiales negros, hay unas barcas que parece faroles temblando, hay un trasatlántico de cielo que pasa igual que en Amarcord de Fellini. Doñana, tina de agua para los faunos y los dioses herreros que forjan los atardeceres, vela hinchada por la respiración de la naturaleza, húmedo aparte del mundo... Allí se van los presidentes a empezar a desnudarse para morir, como si se bautizaran para su decadencia, su ruina, su martirio o su locura, entre el agua vaciada por el horizonte y los puntos cardinales clavados en la arena. El Palacio de las Marismillas, taza medio enterrada allí, ermita de pájaros y pozos, tiene fachada y maldiciones de sanatorio. Acoge a los presidentes como en una infancia de chocolatería, pero luego una podredumbre marítima o una leyenda de piratas los condena. Con el silencio que cruje como una capa, con el olor a incendio pospuesto de los árboles, con las estrellas que te crucifican sobre una duna, con la sal que pudre las raíces y los pies, Doñana hiere, marca o grilla a los presidentes, que terminan haciendo la oración en el huerto de sus últimos días vivos o cuerdos.

Rajoy viene a Doñana empujado por llamas y bocados, a salvarse de una explosión o de una jauría sumergiéndose en el agua. Se dijo que el Gobierno no iba a tener vacaciones y a lo mejor es sólo la visita a un oráculo de esta África tartesia. Los del PP apelan a las Vírgenes y a los sudarios de los Cristos manchegos, pero Rajoy, gallego, quizá se ha venido a buscar a los druidas del sur, los que cuecen pociones con mar y yerbabuena. Que recen o lancen guijarros, porque la crisis no la han parado, como decían, sólo con vestirse de domingo y hablar levantando el dedo. Rajoy, como todos los de antes, se mojará los pies en el cielo, empañará sus relojes, verá al sol ponerse y quitarse la capucha, meditará sobre el fin del mundo en que él está pintándose a sí mismo y será envenenado por ese lugar que termina matando un poco a todos sus convidados. De Doñana salió González tiznado, Aznar vestido de Napoleón y Zapatero con las dos alas rotas. No sé qué le susurrará a Rajoy el Oráculo del Sur, con los ojos llenos de verdina. Quizá le augure que será otro bienintencionado torpe, como el anterior inquilino. Quizá le ofrezca el cáliz del sacrificio a la hora en que el atardecer puede llenarlo de sangre. O quizá no le diga nada porque nadie puede ayudarle y porque allí no hay ningún oráculo, sólo el viento enrejado y el sol limonero del sur. Que Rajoy medite y no descanse mucho, que esto se hunde. Y que no olvide que de Doñana salen los presidentes medio muertos o locos, con plomillazo o con testamento, perseguidos por la realidad y las constelaciones, con las conchas en los ojos y los pájaros del agua en la cabeza.

15 de agosto de 2012

Somos Zapping: Sánchez Gordillo es el nuevo Pozí (13/08/2012)



Comunismo en prime time. Sánchez Gordillo, bautista de los labrantíos, ideólogo de trascorral, hace de vez en cuando una gordillada como un Borbón hace una borbonada. Son cosas del carácter, o de la mercadotecnia. Su revolución, su Marinaleda, es en realidad un teatrillo sostenido por las subvenciones, una especie de pequeño comunismo de pecera alimentado desde fuera con dinero de los demás (lo ha explicado magistralmente Javier Caraballo). Pero un montaje así necesita mantener cierta tensión de discurso, estética y acción, cierta espectacularidad coreografiada que de vez en cuando lo justifique. Ahora saltan una alambrada y expropian jaramagos, ahora le sacan los bieldos a algún aristócrata para luego darle la mano (cuando han conseguido que les suelte pasta), o ahora montan la que han montado, ese abordaje libertario, esa barbacoa jornalera que no es sino un vulgar ‘simpa’ perfumado por nobles intenciones y pobrecitos de habichuela. Y han conseguido lo que querían: la atención de todos. Sánchez Gordillo primero apareció en los medios como Robin Hood o Curro Jiménez, pero luego se ha ido a Telecinco y ha terminado convertido en el nuevo Pozí, ingenuo amamarrachado, empecinado incoherente, friki usado o más bien dejándose usar, con una rareza sobre otra rareza como un jersey sobre otro jersey. Me sorprendió en principio verlo en El gran debate, esa infratertulia a salivazos con guión, colores y pestazo de pressing catch. Allí estaba, con Cañamero, con el Verstrynge bolivariano (por cierto, Sánchez Gordillo y Verstrynge juntos tenían algo de El Pulga y El Linterna), y hasta con Llamazares. Luego pensé que aquello no era tan extraño. Su frikismo ideológico, su exotismo paleopolítico, su demagogia famélica…. 

Sí, nada mejor que Telecinco y su audiencia para que calen y se amplifiquen sus análisis y soluciones a lo Belén Esteban. Un detenido por la gordillada decía nada menos que aquello no había sido asalto “porque las puertas del Mercadona estaban abiertas”. Si es que van provocando… Y la agresión a la cajera sólo fue un empujoncito… Y se lo merecería, seguro... Vamos, lo que hace falta en este país de pillos animar a la gente a que coja lo que necesite sin más, al amparo del rugir de tripas, la conciencia de clase, la revolución anticapitalista o el ladrillazo cabreado, solidario, simbólico o artístico como un grafiti. Ya ven cuánto han tardado unos niñatos en salir a mangar licores y jamones bajo la inspiración gordillense. En fin, no vamos a insistir en análisis éticos, porque una vez que alguien asume que el fin justifica los medios, que su idea de Justicia o de Patria o de Raza, o que su Dios o su pueblo o su ideología o su ortodoxia (pongan aquí lo que convenga) le autoriza y le excusa para todo; una vez asumido eso, digo, ya no sirve argumentar. Tampoco vamos a insistir en análisis ideológicos, en su furiosa, convencida y chiquilla revolución comunista de corrala, ahora que el mundo está interconectado y amazacotado ya sólo e irremediablemente por el dinero. No, porque la revolución de esta gente es un chiringuito. Un negocio particular. En los intermedios del debatillo de Telecinco, entre las homilías, iras o latiguillos de Sánchez Gordillo y sus camaradas, ponían anuncios de smartphones, laxantes y kétchup. Gordillo en prime time y con patrocinador. Eso debe de ser el comunismo. Po zi.

 South Cadi. El nivelito del Bicentenario de La Pepa y de la capitalidad cultural de Cádiz me está dejando pasmado. Barquitos de farero, música de botellón, burócratas con casaca, maceros municipales, chirigotas del pelopicha y museos de saber abrir un ostión. Qué derroche. Impresionante. El otro día aluciné con el anuncio de Las crónicas de La Pepa, mezcla de South Park, publicidad de Mixta y cortinilla de Carnaval en Canal Sur. Lo de Las crónicas de La Pepa me sonaba serio, así que me chocó. Pero no, resulta que se trata de unos dibujitos animados que además de lo dicho meten un poco de Astérix y otro poco de Los Morancos. Lo que no sabe uno es si está pensado para niños o es sólo el nivel oficial del Bicentenario.

11 de agosto de 2012

Hoy viernes: Curro Jiménez (10/08/2012)


Era como un torero con trabuco, como un barbero artúrico, como un espadachín zarzuelero. En mi infancia televisiva estaban los dibujitos de huérfanos o robots, los hombres de Harrelson que parecían llevar guitarras con punto de mira, los lobos y las rapaces de Félix Rodríguez de la Fuente que cazaban alimañas y cabras de las constelaciones con música de Stravinski, y estaba Curro Jiménez con su banda, como vendimiadores de la sangre y la justicia, como talabarteros vengadores. Su música, creo que de Waldo de los Ríos, aún me funciona como magdalena de Proust en vena. Curro Jiménez, El Algarrobo, El Estudiante… Bandoleros con morral y campesinos con hocino y lavanderas con aguja de moño, todos contra unos franceses escuchimizados y unos caciques gordos que hacían de aquella época nuestro salvaje oeste goyesco.

Ha muerto Sancho Gracia, que no sólo fue Curro Jiménez (yo recuerdo mucho a su Jarabo, aquel asesino endomingado), pero que siempre llevó al personaje como alforja o palafrenero. Hay personajes que se comen al actor igual que hay políticos que se comen a su partido. Y ha muerto Sancho Gracia, actor que hizo añada, silueta de una generación como nuestro toro de las colinas, justo cuando aquí los bandoleros, buenos, justicieros o sólo peludos y montunos, han vuelto a alzarse, aunque más como momias o zombis que han chocado con un tendedero que como vengadores con causa.

Sánchez Gordillo tiene la manta del bandolero y el relente de los descampados, pero le falta algo. Algo que no es un fajín, ni saber hacer un tango con la faca, ni un caballo para llevar gitanas o acuchillados. A Sánchez Gordillo, y a su izquierda, les falta la época. Les falta ese salvaje oeste goyesco. Porque aquí ya no cargan los mamelucos ni se fusila a cantareras. Aquí podemos estar jodidos o cabreados o pobres, pero la Ley no la ha dictado un miguelete y hay derechos que nadie puede raptar y llevarse al monte. No es que no sea posible hablar de una Justicia que está por encima de la Ley. Lo que no se puede pretender es usar el concepto de Justicia para acabar con toda Ley, o hacer que una estampida sea la Ley. La Justicia tampoco se libra de ser una de las muchas abstracciones por las que se han cometido atrocidades y crímenes. O más levemente, simples idioteces. Los bandoleros, románticos como todos los sentimientos generados por las grandes abstracciones, quizá no robaban o luchaban tanto para el pueblo o la libertad como para sus zurrones y su cecina. Curro Jiménez, héroe torerizado y sublimado, era una alegoría conveniente para acomodar patriotismo y cierta versión primitiva de la justicia social en la Transición. Hoy no es que no merezca la pena luchar por ideales, pero un bandolero sólo sería un chori. Por siglo y por esperanza de madurez y mejor democracia, nos sobra Curro Jiménez. Pero, todavía más, nos sobra El Algarrobo.

Somos Zapping: Sonrisa de payaso o estrangulador (06/08/2012)



Al cubo. La reconcentración de Menuda noche en agosto produce un ambiente espeso y desagradable, una mezcla de calor con mosca, resol de circo barato, gañidos de palmero, chotis con reina de la verbena, madrina de boda sin desodorante y refrito de niños, arena y castillo hinchable. Los “mejores momentos” se convierten en verano en una lupa que aumenta el tamaño y la temperatura de lo horroroso. Ya habíamos visto, por supuesto, a Pepito el Caja levantando la patita, haciendo el cangrejito del chiste de pichas que él hace, incluso junto al Mini-yo que le buscan entre los chiquillos. Pero ahora la velocidad, la superposición de sus culeos y chasquidos marean y dan una fatiguita como la sangría cargada y en vaso de duralex. También habíamos visto, claro, a María del Monte como la maceta o la pandereta de ella misma. Pero ver rotular de repente “lo mejor de María del Monte”, sobreimpresionar un cartón floreado en el que ella posa joven como los Cantores de Híspalis jóvenes y que podría ser lo que lleva pintado su carromato; y que luego empiecen sus grandes momentos en el programa (ahora contando un chiste, ahora mirando cortar jamón) con su presencia como albondigándose progresivamente; eso es que no se aguanta en el estómago en esta época. Y sobre todo esa sonrisa de amaestrador de monos de Juan y Medio, encantado y enternecido por que los tópicos más tristes, esclavizadores y limitadores del andaluz tengan la cantera asegurada; esa sonrisa superpuesta sobre sí misma una y otra vez, con la costumbre de un payaso o un estrangulador o un pervertido… Todo esto, acelerado y espesado por el formato del refrito veraniego canalsureño y la temperatura como de sandía caliente de agosto… Sí, la certeza de que esta televisión merece acabar en un cubo con la cena medio digerida.


El pavo de los vampiros. Cómo me cargan esos vampiritos lacios, esas niñatas lánguidas, esos hombres lobo depilados y sin camiseta que sólo parecen surfistas. Y esa  imperiosa necesidad de matricularse en institutos americanos que parece sentir toda esta fauna de monstruos, mutantes y extraterrestres… La modita de los vampiros en la edad del pavo ha sustituido por una especie de botellón con superpoderes aquel mito draculiano que era adulto, oscuro, hereje, perversamente erótico, un poco glam y un poco sado. Ya no hay una criatura del mal que da miedo y vértigo moral, sino sólo un macarrilla con cara de mármol que al final hace derramar menos sangre que otros fluidos. No se trata de vivir o morir, de salvar o condenar el alma, de la perdición o la redención, sino más bien de desvirgar a alguna friki mustia sin arañarla demasiado. A este género pertenece la serie Crónicas vampíricas que ha empezado a emitir Canal Sur, un poco hija de la mamarrachada de Crepúsculo. Camisetas y sueños húmedos para los adolescentes, no más. La serie es mala sin preocupación por serlo, tan mala que casi dan ganas de volver a ver a Michael J. Fox en Teen wolf (eran tiempos más ingenuos hasta para los monstruos de instituto). Pero lo que más coraje me ha dado es que mientras la gloriosa Breaking bad siguen emitiéndola aplastada, a estas Crónicas vampíricas le han respetado el formato 16:9 original. Creo que la cutrez en Canal Sur durará todavía más que la moda ésta de los vampiros de Súper Pop. O que las series americanas con escenitas de taquillas. La cutrez como género en sí. Canal Sur es ya como el porno gonzo.


Veraneantes. Precisamente ahora que tener trabajo es casi un agravio y veranear, directamente una provocación o un insulto, Canal Sur nos saca un programilla sobre cómo veranean los andaluces, no sé si para animarnos, engañarnos o hundirnos. Le han puesto tonillo de película del landismo desarrollista y lo llenan de gordos roncadores y domingueros satisfechos. La verdad, a mí me parece que nuestro verano está más cerca del enterramiento vivo que del spa con botijo. A veces, el optimismo es lo mismo que la ceguera. O que la mentira.

4 de agosto de 2012

Hoy viernes: Asfixia (3/08/2012)


Ahora que nos asfixian las medusas y los hamaqueros, los sargazos y los tirantes, también tenemos un Gobierno de España asfixiador, como un buzo asesino. Valderas ha dicho que Rajoy quiere “asfixiar” a Andalucía y luego ha dejado otros símiles que hablaban de “tortura financiera”, “ponernos de rodillas” o “sufrimientos fáciles” (por cierto, todo esto suena un poco a látex). Yo creo que Valderas es un romántico. Necesita tanto de enemigos góticos como de amores cementeriales, de ahí que ande durmiendo sobre una lápida con el PSOE y afilando estacas para el PP. Ni lo del látex ni lo de envolverse en esas tinieblas pega en agosto, pero es que este año no va a haber agosto por mucho que los políticos salgan en televisión vestidos como heladeros. Mientras el sol nos deja un mordisco en el culo como si fuera algo de Apple, continuará la guerra. Una guerra que no es económica ni autonómica, no se engañen, sólo es la pelea de una vieja casta por sus privilegios.

Valderas, un romántico como decimos, tiene su épica y sus enemigos hechos en el yunque del siglo XIX. Su lenguaje insurrecto y fantástico, sus malos con capa de malo, toda su dogmática teoría sobre el dinero y los dientes y las uñas que le salen, son como releer a Poe: un escalofrío conocido y hasta amigable. El PSOE andaluz es más de Imperio Romano, con todos los susurros y puñales apuntando al poder, y la ideología como simple espectáculo para la plebe. Contaminándose un poco uno de otro, Valderas ya va a poner cónsules en las provincias porque se ha dado cuenta de que cada trinchera da para un despacho. Por su parte, Griñán hace sonetos lúgubres sobre hospitales, palanganas y niños cojitos, no sé si más cosa de Dickens o de Torrente, que en su última película decía eso de “ya estamos dando pena”. Aunque Griñán escenifique desmayos de damisela, para cumplir con los objetivos de déficit y austeridad que pide el Gobierno, ordena la ley y demanda la prudencia, no hace falta cerrar hospitales ni colegios, ni tirar viejitos ni funcionarios a las cunetas. Ni siquiera despedir a Juan y Medio. Ya nos demostraba ayer este periódico que bastaría con que la Junta prescindiera de sus chiringuitos para enchufados. Sabiendo esto, las declaraciones de Griñán resultan terribles: significan que ellos verdaderamente cerrarían hospitales y colegios antes que sus comederos de partido. Estos rebatos son un estilo para IU, que no sabe ir a por pan sin armar una revolución, y una estrategia para el PSOE, que aprovecha que el agravio y el menosprecio encienden mucho a los andaluces, siempre con complejo de inferioridad. No, no tendremos verano con la Junta convertida en submarino contra el Gobierno. Unos románticos seducidos ahora por el poder y una casta acomodada al bollo de lo público nos dirán que la guerra que salpica tanto es por nosotros. Pero es por ellos. Toda esta asfixia de Andalucía era cosa privada y autoerótica.

Somos Zapping: Huelga de vergüenza (30/07/2012)



Día de los recortes. Las redes sociales se habían llenado de tijeritas tachadas y yo pensé que había huelga de peluqueros (creo que también la hubo). Pero el evento, con su logo entre olímpico y lavandero, era nada menos que “El día andaluz contra los recortes de Rajoy”, nueva tombolilla del PSOE. En Canal Sur, Mario Jiménez ponía su cara de vender galletas de scout o bonos de guerra y repartía por las calles panfletos de resistencia. En la Red y en los titulares el eslogan era éste: “Las tijeras de Rajoy no podrán recortar la dignidad de los andaluces”. Claro. Ya la han recortado muy bien recortada el paro, la pobreza, la incultura y Canal Sur. Rajoy llega tarde. 30 años de mordidas y fracasos dejan poco que recortar, aunque el gallego errante se aplica. Las tareas están así de bien partidas aquí: el PSOE andaluz crea parados y el PP los machaca. Yo sé que es época de pasacalles y templetes, pero entra risa floja al pensar que éstos que llevan lo que llevan aquí viviendo del camelo de la Autonomía sin ser capaces de sacarnos de la miseria y el subdesarrollo hagan ahora estos espectáculos, teatrillos y cruzadas por la dignidad, el Estatuto, los derechos, las soberanías y demás caramelitos de niño. “Día andaluz”, decían, pues ellos siguen creyendo que su ideología es (más aún, debe ser) la de toda Andalucía. Ellos, cuán aguerridamente nos defienden de la ruina a la que han contribuido con tanto ahínco... No era una huelga de peluqueros. Era una huelga de vergüenza.


Botellón bicentenario. Lo de Capital Iberoamericana de la Cultura le sienta a Cádiz como un poncho. O quizá como un polito náutico. La Gran Regata bate el mar y la plata de la ciudad en un merengue caro, antiguo y algo hortera, como un dulce de María Antonieta; y deja una especie de cerveza caliente de sol derramada en las chanclas y las espaldas. Pero se supone que todo eso es muy cultural, muy iberoamericano y muy doceañista, como cualquier cosa en Cádiz ahora. Como lo de La fiesta del Fiesta, también enganchada a un trinquete allí en el muelle, y también en el marco del Bicentenario. No, no es que la morralla inframusical, el andiluquismo cultural y el guitarreíllo flojo de botellona que tan concienzuda y alegremente patrocina la RTVA cumplan 200 años. No, es el Bicentenario de La Pepa, recuerden. Pero en nuestro nivelito, eso significa que vienen a dignificar la efemérides Pepito el Caja, Andy & Lucas o Natalia & Maka (las quejumbres de amotillo y plazoleta ahora se unen con un ampersand). Unas tres horas estuvo Canal Sur retransmitiendo el conciertito, como hasta que se acabara el hielo del lote. Y yo pensaba, ahora que empieza su festival o culto wagneriano, cuánta distancia había en ese momento entre Bayreuth y Cádiz. Más o menos la de toda la prima de riesgo. Creo que lo de la capitalidad cultural iberoamericana no le sienta a Cádiz como un poncho. Más bien, como los tirantes caídos que llevaba Manu Sánchez presentando la cosa. Aún esperamos la rave del Bicentenario, para rematar nuestra exhibición de cultura.


El secretario. Entre las ofertas que había en el mercado audiovisual dentro del estilo ‘rancio machismo veterolatino’ o ‘sexismo con gracietas berlusconianas y cuarteleras’, Canal Sur ha elegido la telenovela colombiana El secretario, donde el humor proviene de que un hombre trabaja de eso, de secretario. Las situaciones, humillaciones y bromitas que padece no sé si resultan más insultantes para él o para las mujeres en general, pero son de un sexismo repugnante. ¿Cosas de Colombia? Pues vean cómo lo anuncia La Nuestra: “De lunes a viernes, tenemos chica nueva en Canal Sur”. La chica es él, claro. Y lo dice una televisión pública. Y que va de progre. Es que esta gente entiende por servicio público lo mismo que Berlusconi…
  
Intelectuales. En una promo de Menuda noche hablan de “pequeños intelectuales”. Los grandes deben de ser los de antes, Andy y Lucas o Pepito el Caja. Nuestro nivelazo. El próximo acto del Bicentenario, con Juan y Medio.