31 de mayo de 2010

Somos Zapping: El buche sentimental (31/05/2010)

Crisis, de verdad. Ya estamos oficialmente en crisis en Andalucía. Sí, ya sé que hace mucho que el paro es una marabunta, que la economía sólo enseña horcas, que las empresas guardan turno para el degüello, que los bancos parecen fachadas apuntaladas y que Europa nos ve como la popa hundida del continente. Pero ahora sí que estamos en crisis. Y no porque Zapatero haya bajado del Monte de los Olivos sudando sangre, ni porque Mar Moreno salga en las noticias de Canal Sur como la ayudante de un dentista para anunciarnos tierna y maternalmente que nos toca sufrir y encima pagar. No, todo eso de la macroeconomía, los mercados, el sucio dinero, ocurría sólo en los periódicos, porque el andaluz se alimenta de otras esencias. Si afirmo que ya estamos oficialmente en crisis es porque, según nos contaban los informativos de La Nuestra, hay dos pueblos (de momento), Aznalcóllar y Mairena del Aljarafe, que han tenido que suspender sus ferias. Esto sí que le llega al andaluz al alma, que está más allá de sus bolsillos, en una especie de buche sentimental y folclórico. Sólo falta que se cancele una Semana Santa para que estalle la revolución. Por otra cosa, aquí nadie se va a mover.


Mercados irracionales. Cuando nos rondan los buitres, cuando Zapatero parece un galeote y María Teresa Fernández de la Vega se diría que ha sorbido para ella sola la tisis de todo el país, cada vez resultan más increíbles y patéticos los intentos de Canal Sur por suavizar el estruendo de esta ruina. El otro día, pusieron a una de las locutoras de sus informativos a achicar agua con esto: “El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz ha respaldado las medidas de ajuste adoptadas por el Gobierno español en una situación complicada por el pesimismo irracional de los mercados”. Entiendo que Canal Sur diga esto, aunque no un Premio Nobel. Los mercados, o mejor los mercaderes, pueden ser ambiciosos, especuladores o incluso temerarios, pero ¿irracionales? Nadie se juega los cuartos irracionalmente, sino atendiendo a la salud de su dinero. Si los mercados se espantan o llegan a la euforia es porque tiran de ellos el miedo o la codicia, pero desde luego no la locura. Sin embargo, el Premio Nobel dijo literalmente que “los mercados financieros son irracionales”. Quizá fue porque venía invitado por la Fundación Ideas para el Progreso, que suena mucho a que paga por cosas como ésa. De todas formas, Canal Sur supo aprovecharlo para poner otra vez a los enemigos lejos, contuberniando, y a nuestros gobernantes luchando contra monstruos forasteros. Siempre tan sin culpa como sin soluciones, así salen ellos en la leal televisión pública andaluza, cada vez más increíble y patética en el ocultamiento de este desastre.


Almas sensibles. Dejemos la política y la economía: merecemos el refugio del arte, el de la tauromaquia en este caso. A veces me decepciona el toreo, como ahora cuando me paseo por las retransmisiones de la Feria de San Isidro y (mala suerte) sólo me encuentro con pitadas y tocinería de hombres y ganado. Pero otras veces me reconcilio con esa belleza sublime, esa arborescente plasticidad que envuelve no sólo la faena en sí, sino todo lo que rodea el mundo del toro. No entiendo a los que le niegan la categoría de arte, equiparándolo a un deporte o a un pastoreo. El arte es más que la mera tarea hecha con talento, el arte supone una predisposición del alma hacia lo bello y lo elevado, es una percepción del mundo regida por la sensibilidad. Lo que define al arte es la presencia, el reinado de esa personalidad artística, o sea, esa predisposición y esa percepción totalizadora de la belleza, y que implica tanto al que crea como al que disfruta de la obra. Esto ocurre con el toreo, por eso es arte verdadero, porque genera almas artísticas como los cafés hacen poetas. Y si alguien no lo cree, sólo tiene que ver la promoción de Toros para todos que vi yo: unos hombres con la gorra encasquetada, patillas de hacha y como yerbajos en las palabras, que parecían todos el Algarrobo de Curro Jiménez, diciendo que “estamos en plena faena jaciendo lotes de vacas y cuando terminemos nos vamos a ver la televisión para ver Toros para todos”. La medida de un arte es sin duda la de las almas que alimenta y engrandece.


Daikiris. Más cultura en las noches de Canal Sur: dos chicos que parece que se han disfrazado de eunucos tras emborracharse con daikiris en un crucero caribeño, con panderetas y collares de flores incluidos, danzan al son de La Primavera de Vivaldi tocada con saxofón. Estaban entre Tarzán, la capoeira y Elvis Presley en Hawái. De lo más ridículo que he visto últimamente en la tele, si no fuera por lo de Eurovisión...

27 de mayo de 2010

Los días persiguiéndose: Usufructo de Alberti (25/05/2010)

El poeta, el artista, comienza soñándose un genio en sus buhardillas, como decía Pessoa, y lo normal es que acabe allí podrido de sabiduría igual que sus ratones, loco o muerto de mirar ese planetario que únicamente él ve en el mundo, desde las perchas y los ventanales, como estrellas de Van Gogh. Sólo algunas veces el artista llega a hacerse museo, institución, después de matarse o de que lo maten como artista para convertirlo en otra cosa, una marca, un faraón de su nombre, un gran pescado cultural que vocean en los mercados por su peso o por el horror de su historia y sus ganchos, como un tiburón al que le encontraron manos humanas en el estómago (aquí a los artistas les encuentran sobre todo guerras, fusilamientos, zapatos enredados en política y líos de cama a medio digerir). El artista empieza a morir cuando tiene un nombre, cuando se hace un nombre, que es a lo que atiende la gente aquí, incluso la gente de la propia industria cultural, que son esos tasadores de firmas que no leen ni los poemas, sólo rascan por debajo hasta que encuentran dinero, o no encuentran nada, o peor aún, encuentran sólo arte y no saben qué hacer con eso. Es lo que gusta, es lo que tenemos: el poeta, el artista, ya en un nido de viudas, ya con adoradores de su butaca más que de sus obras, el artista que ha sido vendido muerto o vivo como carne o como timo, el artista que lo era más cuando sólo era genio-para-sí-mismo (así decía Pessoa), o que nunca lo fue pero lo han colgado como tal en los escaparates, con la moda de la temporada que puede ir de templarios, espadachines, posibilistas, exiliados, memorialistas, sicalípticos, dandis o bujarras.

Ahora me entero por un amigo de El Puerto de que un secretario de la Fundación Alberti va a denunciar a la viuda del poeta, María Asunción Mateo, por irregularidades varias y acoso laboral. En eso se quedan los poetas a veces, ya ven, en estas burocracias y conflictos de cuerpo de casa, en estas oficinas con facturas de la luz, en estas sucursales del arte hecho menaje o almacén, como si en vez de literatura hubieran dejado un estanco. A mí, la verdad, nunca me gustó especialmente Alberti, con su poesía de farero. Creo que valía más como testigo o fotógrafo de otros que como propia singularidad poética. Al lado de Aleixandre, Salinas, Cernuda o el mejor Lorca, me parece sólo un paje de aquello. Pero tuvo la suerte de sobrevivir, de hacerse icono por nostalgia, de que la melena se le pusiera del color de sus versos y de que cierto sentimiento de culpa generacional lo estatuara contra el viento de esa mar suya un poco cascabelera. A veces veo a Alberti más como un futbolista de su pueblo que como un gran poeta. Sin embargo, se le arrimaron intelectuales rojetes y enfermeras y políticos y vinieron a pedirle pan sus churumbeles verdaderos o fingidos, ya no como artista sino como pirata con tesoro o como capitán de una guerra enterrada. En este comedero destaca María Asunción Mateo, mujer de viudez arácnida y usufructuaria, entre la gobernanta y el braguetazo. A un artista de cierto tamaño le limpian la baba y de ahí puede salir un imperio con reina egipcia. Claro que esto no da la medida de su arte, sino de un negocio. La viuda de Alberti puede llevar lo suyo como una yeguada particular, pero a mí me preocupa otra cosa. Me preocupa una cultura que sólo mira el icono y el nombre, ya sea de los poetas-museo o del escritor malo que vende celulosa a la masa, cuando habría que mirar más las ventanas que se encienden por la noche ahora, tras las que sin duda se está haciendo el arte de mañana aún sin ujieres, agentes, viudas ni hijastros que se disputen vorazmente su usufructo.

Somos Zapping: A Canal Sur se le aparece la Virgen (24/05/2010)

Atasco rociero. Ya lo anunció una reportera en las noticias de la mañana, el primer día, cuando los bueyes como san bernardos y los palomares de diosas recién empezaban su camino: nos iban a dar Rocío en las noticias, en Mira la vida, en La tarde aquí y ahora, en Andalucía directo, en 75 minutos y hasta en Menuda noche. Todo el día, toda la semana sonando el pito rociero en Canal Sur (en Mira la vida, literalmente: lo ponían de fondo para sus charletas). Decenas de reporteros siguiendo al minuto cómo en cada una de las hermandades se lavaban los pies, hacían tortillas, se empanaban en vino, acarreaban o regaban carrozas como parterres y lucían esa religiosidad suya entre el paganismo, los peroles, la terracota y el safari. Y aún añadieron misas y un especial de refritos llamado Cantando al Rocío, donde Paco Gandía, Chiquito de la Calzada, Los del Río y otros sevillanistas encendidos de fervor y pavesas parecían salir de una antigüedad televisiva hortera y cansina como las reposiciones de El príncipe de Bel Air o Cosas de casa. La verdad, ese refrito rociero podría haber sido igual una de sus Nochebuenas flamencas o ferias de descampado, yo ya no lo distingo. Poco se puede añadir sobre la adoración a las piedras y a las zambras que profesa esta tierra. Limitémonos a sonreír al ver cómo Canal Sur disimula esta fase febril de la crisis económica y política atascando su programación con arena, rodadas, idolatría y folclore, escondiendo a Zapatero y Griñán tras las carriolas. Nada grave puede ocurrir aquí cuando las noticias abren con tamboriles. Nadie da las gracias este año a la Virgen del Rocío tanto como Canal Sur: en la semana de los peores cataclismos le ha permitido emborrachar al pueblo en su propio jugo para que siga sin enterarse de nada.


Tapando calvas. Era lo que le faltaba a Del Nido para parecer JR y lo que le faltaba a Canal Sur para terminar de torear los últimos truenos de la crisis: el sombrerito de la final de la Copa del Rey, que es más que una anécdota, es la chulería del balompié que se vuelve presumida y la superstición boba con la que se corona esa otra religión que es el fútbol, tan conveniente para atontar y distraer al pueblo como las diosas de la primavera y los humedales. Sea sombrero de Chicago, sombrero tanguista o sombrero rejoneador, ahí tenemos el símbolo de otra peineta de las glorias populares, el triunfo futbolero haciendo de su cartón una tiara, el deporte como triste lujo, señoritismo y calor en la cabeza de una tierra pobre y al relente. Ese sombrero que tapa las calvas, que guapea al hortera, que toreriza al currante, que engalana al parado. O sea, el fútbol que cubre y acalla otra vez todos los problemas. Rocío y Copa del Rey, qué suerte. A Canal Sur, sin duda, se le ha aparecido esta semana la Virgen con todo su séquito de bailones, ajumados y gladiadores. No hay crisis, emergencia o penuria que pueda con eso.


Duplicidad. Hablando de fútbol: ¿Por qué nos ponen la final de la Champions a la vez en La 1 y en Canal Sur (en La Nuestra, con menos calidad de imagen)? Quizá esto de la Autonomía consiste precisamente en duplicar gobiernos, televisiones, gastos y vividores, y encima haciéndolo peor. Por ahí debería empezar el tijeretazo de Zapatero.


Locura. Pensé que flipaba, que toda esta semana de folclore y borracheras santas o épicas había nublado mi percepción. Cambié de canal, sin intentar siquiera buscarle un sentido al absurdo que veía en Menuda noche: Niños de estampa rociera contaban chistes de argentinos a una Mercedes Milá que pedaleaba en bicicleta estática (¡?). Están locos o nos han vuelto ya locos a todos. La diferencia quizá no importa.


Descontento en AD. Modesto Barragán no ha tenido buen aterrizaje en Andalucía directo. Hasta los trabajadores del programa me transmiten su descontento. No sólo llegó a la dirección (tras una pifia de Teresa Sánchez Monteseirín) imponiendo a sus coleguis de Cádiz y exigiendo ser el presentador (cuentan que a Blanca Rodríguez, muy querida en el equipo, le comunicaron el patadón en plena Nochevieja, por teléfono). No, además me dicen que la censura es más feroz que nunca (están acojonados por las encuestas sobre intención de voto), que demasiadas cintas se quedan en la nevera, que se eliminan de los reportajes hasta las más leves críticas a la Junta, que el programa se ha vuelto más cateto, que ha bajado la audiencia, que ya se ha recortado en media hora su duración... Incluso hay rumores de que desaparecerá. Lo dudo. Siendo Barragán tan amiguito de Pablo Carrasco y Manolo Casal, seguro que mantendrán su vieja chirigota.

18 de mayo de 2010

Los días persiguiéndose: El escalpelo (18/05/2010)

Yo creía que a las ideologías de tapetillo y a los ismos con Pentateuco se los había cargado la crisis y sólo nos quedaba la hora de los médicos de la peste, de la economía de guerra, de los fundidores de campanas para hacer monedas o escudillas. Hasta Zapatero ha tenido que apostatar de su socialismo de cantautor porque se ha dado cuenta de que sustituir el dinero por margaritas no funciona. Y la derecha, a la que parece que le han robado el libro de recetas, y que debería estar de acuerdo con esos ajustes, prefiere olvidar sus dogmas para seguir teniendo damnificados de Zapatero, esta vez esos pensionistas y tiesos. A unos los ha despertado la realidad que no casa con los poemas, a los otros los ha reconducido una estrategia de partido que necesita descontentos y agraviados, haga Zapatero lo que haga. El caso es que estas ideologías de la creencia no valen nada cuando la economía obedece a sus propios dioses, la oposición a sus ambiciones y el pueblo, a su rabia. Sólo la izquierda megalítica, su comunismo imposible que no tiene que rendir cuentas porque nunca gobernará, se puede permitir soñar aún con la revolución de sus viejos barbudos. Pero sus soluciones no importan porque hablan de otro mundo. La economía global, fría, sin sentimientos, funciona ya con máquinas desideologizadas, y cuando se para de esta manera brutal, sólo hay una mecánica que lo arregle, una mecánica que ya no es ni política, sino como ferroviaria. Un perno roto requiere otro perno, y ahí no hay opiniones que valgan. Es lo que ha terminado entendiendo Zapatero, aunque tarde. Creo que las ideologías funcionan únicamente en la abundancia, que es cuando todavía se puede escoger si el dinero va a un cajón o al arcoiris. Pero ahora que nos hundimos o agonizamos, les toca a los cirujanos y a los maquinistas, que no miran ideologías sino láminas, que sólo atienden a si dejan un muerto o un vivo, un motor o una chatarra.

Sí, yo creía que esta crisis, esta emergencia, había acabado de alguna manera, aun temporalmente, con el lujo de las ideologías y sus eslóganes, como el hambre acaba con el lujo del merengue y sus guindas. Por eso me ha sorprendido mucho lo de Arenas inventándose otro ismo. Eso de nombrarnos un nuevo santo o un nuevo horizonte, ese inaugurar palabras y enfocar mayúsculas como un podio, sabíamos que era la estratagema del socialismo andaluz, pero Arenas parece que lo ha adoptado cuando menos pega, cuando ya ni Zapatero cree que los versos basten para alimentarnos. Ahora nos viene Arenas con lo del Nuevo Andalucismo, que no sabemos qué es pero suena igual que las modernizaciones y las imparabilidades de los otros: a campanillas en las nubes, a título sin novela, a cartelón de sombrerería. El andalucismo ha sido ya demasiadas cosas aquí, autonomismo ingenuo, zumo de la tierra, monacato de banderas, mucamita del PSOE, regionalismo del suspiro, portarretratos de vanidades y hasta dulce moruno en su más nueva reencarnación arabizante. También podría ser ahora lavandería de toallas para el PP, pero eso no aporta nada, no sirve para nada, sólo para sumar otra religión más a todas las que le han ido dando a este pueblo tan harto de rezar desmayado. No es tiempo de inventar más romances ni estribillos. De esta crisis no nos salvarán los políticos, que sólo parecen mirones estorbando con sus pancartas. Nos salvarán los que saben escuchar al dinero en su respiración y sus neurosis, y no lo harán con ideologías, sino con balanzas y escalpelos, asépticos y sin emociones. Ya luego, con lo que quede, seguirán jugando los políticos a las casitas.

Somos Zapping: Sergio Dalma, servicio público (17/05/2005)

Noche en blanco. Es la misma cultura o culturilla que ya hay a plena luz, son los mismos museos visitados por los silencios más que por el pueblo, son los mismos pianos como arpas becquerianas que el andaluz cree que son un mueble bar. Pero como aquí se trata de hacer de todo una verbena, una borrachera, una convidada, si los sacan por la noche y les ponen un logotipo que es una luna como una pastilla efervescente, Canal Sur los convierte en una Madrugá culturetilla en la que la gente parece que ha ido a cazar con hambre desaforada a pintores o saxofonistas. Es la Noche en blanco de Málaga, donde el pueblo se ha hecho por una vez vampiro de un arte más o menos verdadero o quizá sólo de garrafón, pues iguala a Picasso con grafiteros, monociclistas o vendedores de globos. Un museo de día lo habitan sus vacíos colgados en perchas, una sonata de entre semana suena a pájaro enjaulado en un torreón y sin oyente, pero he aquí el misterio de que se escoge una fecha, se le añaden farolas y entradas gratis, y la calle es de repente la churrería de una cultura como desvelada y cogida en camisón. Ésta es la incongruencia: un pueblo y una televisión de espaldas a la cultura que, sin embargo, cuando la montan como un chiringuito y la hacen barullo, acuden a ella como a una paellada, aunque, claro, también con el mismo valor que tiene ir a una paellada. Canal Sur 2 se recreaba en esa cultura falsamente multitudinaria, pero la gente colándose en los museos simplemente porque les dejan, o mirando a un grupo de jazz como mirarían una fuente nocturna o un león escapado a esas horas, eso, digo, ni significa ni mejora nada. Con el día, el sol derretirá esa cultura hecha de hielo, las arpas volverán a sus desvanes, los museos se recogerán en su habitual soledad, y el pueblo volverá a sus panaderías igual que Canal Sur a su folclore. La cultura ya habrá cumplido su cupo, que dura lo que una recogida de basuras, y el canto del gallo les revelará la mentira.


Mejor que Radio Clásica. Seamos justos. No toda la RTVA es una berenjenada hecha con el folclore y la vulgaridad. Sí, hay que reconocer la labor educativa y cultural que, aunque no abunda, sí tiene sus gozosos huecos en la radio y la televisión andaluzas. Me refiero, por ejemplo, a esa joya que es Canal Fiesta Radio. No la oigo mucho, pero sí veo de vez en cuando ese Top Fiesta con el que Canal Sur 2 nos abre una ventana al arte más intangible. Yo lo comparo al esfuerzo divulgador que en RTVE representa Radio Clásica, donde aprendí tanto cuando comenzaba a aficionarme a la música. Pero en Andalucía han logrado incluso superar a esta mítica emisora. Me reconforta que el número uno de su lista sea Sergio Dalma, me enorgullece que ese clásico inmortal que es el Bolillón de No me pises que llevo chanclas, extrañamente resucitado, le siga los pasos de cerca; me extasía que abunden esos grupos como Rebujitos o Decai que suenan todos igual, a la pureza que ya inauguraron, como otra Moderna Escuela de Viena, genios como Los Caños o Andy & Lucas... Encomiable labor cultural y estupendo ejemplo de cómo se invierte en el arte y su divulgación el dinero de todos, este Canal Fiesta y su resumen televisivo que engalana los domingos. Si Sergio Dalma no es servicio público, ya me dirán qué lo es...


Cómo está el patio. Aunque sea una cadena de la competencia, hay que decirlo: necesitábamos ese Cómo está el patio que conduce en Canal 10 Andalucía mi querido y admirado Paco Robles, que parece un chiquillo con tirachinas delante de las cristaleras del Poder. Me imagino el impacto, el súbito desvelamiento que este programa supondrá sin duda para tanta gente que sólo ha conocido el parte oficial de Canal Sur, al darse cuenta de repente de que existen otras opiniones, otras perspectivas, tan contrarias a las trompeterías, glorias y complacencias de la Junta y su Ministerio de la Verdad... Un descubrimiento que significa de alguna manera llevar al televidente andaluz a la edad adulta, como si le dijeran por fin, ya tan mayor, que los Reyes Magos son los padres. Es cierto que al programa quizá le falta pluralidad, ese tertuliano de las tortas siquiera, porque demasiado a menudo se nota que les cuesta encontrar opiniones diferentes para mantener un verdadero debate entre los invitados. Pero bueno, como medio privado que es, tampoco se le puede exigir. Lo importante es que ya hay por fin en Andalucía un contrapeso televisivo, otra mirada, un refrescante picotazo en la apabullante homogeneidad que imponía hasta ahora Canal Sur. Sí, necesitábamos algo así. Gracias y enhorabuena, colega.

Los días persiguiéndose: Decadencia (13/05/2010)

Debe de ser porque estoy en Barcelona, y vi la música de Richard Strauss incendiar la propia luz en el Teatro del Liceo, y volví a pensar que todo Gaudí era ser una libélula tragada por un dragón, pero creo que el arte y la belleza verdaderos repelen, apartan, arrinconan al lujo, que es en realidad la estética más barata. La piedra vence al oro y un violín solo puede hacer que huyan como salamandras todas las joyas colgadas de los techos. Pero para el hortera, impotente estético, sólo queda el sucio lujo al peso como el de un dueño de casino, ese Bizancio comprado, ese tener que vestirse con un palacio entero y rodearse de pajes plumíferos, ujieres en carroza y secretarias disfrazadas de Cleopatra. San Telmo es bastante más que un problema de dinero o una pelea de partidos como de indios por una casaca. San Telmo nos habla de una casta política antiestética, orgullosamente hortera y sin duda acomplejada por ello, que no puede sentirse digna si no se pinta en ese barroco muy empelucado aunque cagado por debajo, como decían de aquellas cortes luisinas. Ni siquiera hablo aún de derroche, ahora que hasta Zapatero ha bajado ya el hacha sobre funcionarios y pensiones. Hablo de una política de tipito, de espejito, de presumidos, de caprichos, obscenamente perfumada y desabrochada, esta política de emperadores locos peinando a sus caballos.

San Telmo es todo un monumento a esta decadencia, pero no es su único síntoma. Ver a Griñán protagonizando una campaña que parece de Chanel Nº 5 es todavía más grave. Nuestros gobernantes ya parecía que se dedicaban sólo a comprarse zapatos caros como Carmen Lomana, pero centrarse en la guapura de Griñán con la que está cayendo, dejar de lado toda la acción política para vendernos sólo el enamoramiento o la creencia en su persona de esa manera entre norcoreana y parisina, eso, definitivamente, es ya indecente. Este Griñán de escaparte o de marquesina del bus, como enseñándonos sin venir a cuento una pierna para publicitar una colonia o un chocolate o un disco o una peluquería, ha terminado de estatuar la decadencia y la fealdad de la casta gobernante andaluza. Eso no es política, eso es la primavera del Corte Inglés, eso es un catálogo de Pronovias, eso es la sonrisa idiota de una azafata de El precio justo o de una teletienda que nos quiere hacer comprar un taladro o una pulsera del horóscopo cuando no hay ni para pan. Griñán como una maja, Griñán como un hada madrina, Griñán como el calvo de la lotería, Griñán como un domador de circo, Griñán como Arguiñano o como Julio Iglesias o como esos horteras de Il divo, Griñán como un vendedor de colchones de látex, no sé, Griñán como cualquier cosa menos como un presidente en medio de los cataclismos de la crisis, la deuda, el hambre o las guerras que ya tenemos o se nos avecinan. A esa imagen de Griñán, poniéndole además de fondo su palacio de nata y crujientes, sólo le faltan unas hombreras con flecos para que únicamente la ridiculez fuera capaz de acallar su impudicia.

Ni ética ni estética, sólo vulgaridad, vanidad, despilfarro, maquillaje, principados de columnatas o tocadores, de pompas o altarcitos; posturitas de torero y un lujo en llamas absurdo y lascivo igual que el orinal de oro y angelotes de una reina. La decadencia de estos gobernantes nuestros aún acarrea salones y pinacotecas, pero ya ha matado a la política y herido a Andalucía toda, que sangra fastuosamente como un armiño acuchillado por orfebres asesinos.

Somos Zapping: Los pies en los capiteles (10/05/2010)

Castillos y príncipes. Todo el barroco por corona y todo el mármol como pisapapeles es lo que va a tener la Presidencia de la Junta en San Telmo, hecho ya un pastelito de oro. En las imágenes de Canal Sur no cabían las lámparas de araña, los querubines trepando, las llamas de los bordados... A uno le sigue pareciendo demasiado lujo para meter archivadores y fotocopiadoras y para que anden por allí, sin saber el minué, funcionarios y políticos de una autonomía pobre. Casi 47 millones de euros ha costado, que ellos cuentan en la partida de la dignificación del patrimonio andaluz, no en la de los políticos queriendo sentirse marquesones. Puede que sean las dos cosas. Con lo del “patrimonio” ya hizo su sátira Berlanga, pero yo lo que digo es que invertir en ese patrimonio para que después los políticos lo usen de trono y pongan los pies en los capiteles es, como poco, hortera, y, si me apuran, indecente. Recuerden que el palacio incluye una residencia para el Presidente de la Junta, aunque éste ha asegurado que no la va a utilizar. Me pregunto por qué no la utiliza, si tan digno, normal, artístico y patrimonial le parece aquello... Había que escuchar a Mar Moreno en las noticias de Canal Sur diciendo más o menos que todos los presidentes autonómicos tienen su palacio y que ellos también querían uno, como niños antojados por el pony del amiguito rico. Demasiado castillo y demasiado príncipe para esta tierra devastada. Al menos tendremos un palacio que asaltar cuando el pueblo se harte de estos zares.


Planes de excelencia. Gracias a que el vídeo estaba mal editado, pudimos ver que hasta la reportera vaticana de Canal Sur enviada al evento griñanista se atascaba en la palabra y tenía que repetir la entradilla: “Nunca me acuerdo”, dijo. La palabra era “Esfuerza”, ese plan para “universalizar el éxito escolar” entre otras pretensiones que suenan a regalar bollycaos más que a cambiar realmente el fracasado modelo de la educación. Se entiende el atasco de la reportera porque aquí ésa es una palabra difícil, olvidadiza y de poca costumbre. Se han llevado décadas haciéndolo todo lúdico y en tobogán como para que el término cale de buenas a primeras, y las propuestas del plan, flotantes y acarameladas, tampoco ayudan a que se asocie con esfuerzo. Pero démosle a Griñán un margen de confianza. Se le ve preocupado por mejorar la educación, tanto que a Cavaco Silva le dijo que iba a promover el portugués como opción para los escolares andaluces. Era lo que nos faltaba para la excelencia, saber portugués. Aunque yo creo que hay algo aún más útil: crear un itinerario de flamenquito fusión en los institutos. Es la gloria juvenil que más vemos y más se ensalza en Canal Sur. Y si Banderas puede llegar al Doctorado honoris causa, ¿por qué la rumbita no iba a ser también éxito académico? Ésa es otra, lo de Banderas... No es que me parezca mal actor, al contrario. Y cuando ha dirigido ha hecho cosas interesantes... Pero un Doctorado... Teniendo en cuenta que a Caballero Bonald se lo concedió la Universidad de Cádiz en 2004, la comparación duele. Vi al pobre Banderas lidiando luego con preguntas sobre política, economía o educación en Los desayunos de La 1 y pensé que parecía que, en realidad, lo habían investido tertuliano. Pero así es la excelencia andaluza. Griñán tiene en qué fijarse.


Pecho fuera. ¿Qué será presumir para el PSOE Andaluz? Porque justo después de que las noticias de Canal Sur nos mostraran a Rafael Velasco diciendo que no van a “sacar pecho” por los datos del paro, la siguiente noticia nos anunciaba que “el Gobierno andaluz ve signos de mejora de la situación” y “un cambio de tendencia”. Pecho fuera.


Flashmob. Bailan en el confort y la satisfacción que da la sincronía, se han reunido para eso en una estación y nos lo enseña Andalucía directo como otro de sus barullos de patio. Lo llaman flashmob y está de moda. Me entero de que, además, en este caso, se trata de un proyecto chorra de una asignatura de la licenciatura de Ciencias de la Actividad Física (anda que han unido en la asignatura el Trivium y el Quadrivium...) Pero yo sólo me fijo en lo bien que retrata eso a nuestra época, en la que el individuo se disuelve y se define en el grupo, se gusta en la simultaneidad y se convierte en criatura de la multitud como antes de Descartes era criatura de Dios. Me da por pensar que nuestro sistema de libertades, que viene del concepto y el valor nucleares del individuo, puede acabar en sometimiento a la masa y a los unísonos de las mayorías, por malentender la democracia. Y que ese fracaso, ese retroceso, seguramente tendría ese mismo aspecto de baile feliz, homogéneo, guay, contagioso e idiota.

7 de mayo de 2010

Los días persiguiéndose: Esfuerza (6/05/2010)

De momento ya tienen la palabra, la invocación, que es por donde empiezan siempre como por un tachán. De nuevo esa “realidad performativa” (la cosa adquiere existencia por el hecho de nombrarla) que tan bien cuadra con la prestidigitación en la que se ha convertido la política, especialmente la de este socialismo de druidas y crupieres, un poco pitoniso y sombrerero. “Esfuerza” se llama el nuevo plan o abracadabra, que suena a estreñimiento, a que ellos están cansados antes de empezar o a que la educación no puede ya con sus sacos. Después de tantos años contemplando la decadencia y el fracaso de este sistema educativo que está entre el columpio y la caza de ranas y maestros, lo que se les ocurre es simplemente una palabra que les ponga cara de váter. Y digo que es sólo una palabra porque a la vez que Griñán nos vende esta faja o braguero, sus reglamentos y burocracias sólo se enfocan en mantener a las escuelas bajo vigilancia política y en forzar a las estadísticas a encajar en su propaganda por el método del tachón, la trampa o el adorno de los números. No basta con que Griñán parezca herniarse, no basta con que le pongan al asunto música de Rocky haciendo abdominales, no basta una palabra cuando los hechos la contradicen.

El plan tiene “desafíos” y “medidas” que quedan como versículos de la misma antigua creencia, porque su vaporosidad no revoca nada de esa aciaga pedagogía basada en la flojera y el igualitarismo por abajo, que es donde nacen todos los problemas. Ya nos lo dice con rotunda intención, pudriéndolo todo, el primer “desafío”, que llama a “universalizar el éxito escolar”. Pero me temo que el éxito o el fracaso dependen en última instancia de la capacidad y el esfuerzo de cada uno. El sistema lo que debe hacer es proporcionar una enseñanza de calidad (en contenidos y medios) y asegurar la igualdad de oportunidades de los alumnos, pero el “éxito” del cazurro o del vago, ¿cómo lo van a “universalizar”? ¿Regalando títulos? ¿Bajando el nivel hasta que ni el más zopenco pueda suspender? El segundo reto suena mejor, “respaldo y reconocimiento” para el profesorado. Pero, ¿cómo se concilia esto con el comisariado político de los directores, la dictadura de los gamberros y el chantaje que supone tener que cumplir el primer “desafío”? El tercero quiere “implicar a las familias”, aunque no sé si eso significa que cuando venga el padre cabreado por el suspenso del niño y le recuerde al profesor lo del “éxito universal” tendrá que aprobarlo. El cuarto desafío nos mete en el espejito mágico de la “economía sostenible”. Bien, pero a ver cómo se consigue que de ese dulce ambiente de éxito académico por decreto salgan magníficos ingenieros aeronáuticos o biólogos moleculares. ¿O los limpiadores de piscinas y los conductores de burros también entran en esa economía sostenible? El último es un rezo comunal, la “implicación de la sociedad” en los “desafíos educativos”, que a lo mejor consiste en que todos digamos que lo anterior está muy bien y no caigamos “en el desencanto y el derrotismo”, como dijo Griñán. O sea, que nadie se atreva a criticar que este maquillaje y estas salmodias no corrigen los fallos fundamentales del sistema.

No, no cambian la filosofía de la educación, sino que le echan el dobladillo para que su ruina no asome las canillas. Sólo tienen una palabra, inflada en muchos retruécanos, suspiros y perifollos. Una palabra digna, esfuerzo, que en este plan parece que sólo se refiere a su tarea fatigosa de enterrar el mismo fracaso más hondo y bajo más lindas amapolas, mientras se caen las aulas, enflaquecen los profesores, muere el mérito y el “éxito universal” lo que nos dice es que ese éxito no vale nada.

3 de mayo de 2010

Somos Zapping: Hablando de cebollas (3/05/2010)

Opinión o verdad. Es su sacerdocio ideológico lo que les empuja, por eso da igual que el programa hable de cebollas. En la nomenclatura logsiana dirían que es un contenido “transversal”. Otros diríamos que nada en Canal Sur sucede, se nombra o se oculta sin servir a los intereses del Partido. Sin embargo, estoy convencido de que muchos en Canal Sur creen que simplemente se comportan y opinan como deben hacerlo los ciudadanos de bien, los andaluces honrados y sanos. Por eso defender a Garzón en un programa campero les parece como defender a las margaritas o al lince, una cosa evidente y natural que sólo podría escandalizar a los malvados. Por eso el corazón justiciero y decente de un presentador no puede reprimirse en repudiar el objetivo atropello a ese héroe del Bien. No porque sea su opinión, insisto, sino precisamente porque piensa que no es sólo una opinión, sino indiscutible verdad. De ahí el gustarse en el gesto, como si defendiera a una damisela. Ocurrió en el programa Tierra y mar, presentado como con una ramita en la boca por Ezequiel Martínez, que tiene algo de zahorí, y al que ya hemos visto zureando mucho al poder (recuerdo una entrevista a la Consejera del ramo para celebrar el fin de año o una nueva era, no sé, y en la que parecía que ella fuera la misma diosa Ceres). Da igual. Podría haber ocurrido en otro programa sobre mascotas, turismo o cocina. En esto de Garzón hay muchas opiniones, y la mía no viene al caso, aunque no es la de un lado ni la del otro. Lo importante (y peligroso) es que algunos ya sienten que sus opiniones particulares son algo más, parte de un pensamiento que merece ser único, de una ideología partidista elevada a moral pública; y que una televisión pagada por todos se encarga de refrendar esta atrocidad, ya venga diseñada desde arriba por el poder político o finja surgir desde abajo, de la expresión a borbotones de las buenas almas ciudadanas. Lo importante (y peligroso) es que nos están diciendo que hay una verdad (la suya) tan Verdad y tan universal que da lo mismo ponerle fondo de noticiarios, molinillos u ovejas.


Donde vive la felicidad. Tenía que llegar este programa como complemento del otro, para terminar de fundir el mundo en su centro, que es Andalucía, lugar que se goza in situ o se añora desde lejos, pero donde la felicidad siempre tiene su casa. En Andaluces por el mundo, los emigrados echan de menos los jamones o las verbenas de su pueblo; el éxito en Nueva York o el dinero en Londres no son nada al lado del sol despatarrado y la alegría simple de los pobres que tenemos la fortuna de disfrutar aquí. Pero faltaba la otra mirada, la del extranjero que ha encontrado en Andalucía el Paraíso, el amor o el dulce, renunciando a una prosperidad artificial o a un cosmopolitismo triste y lluvioso como todo lo que no es andaluz. De esto va Viajeros por Andalucía, presentado por ese Rafael Cremades que es como un panaderito de lo nuestro, donde vi esta semana a una americana convertida a los mostachones de Utrera y a la Virgen del lugar, y a otro señor de Memphis muy adaptado ya a tocar el cajón en una peña flamenca. No faltó, por supuesto, el argumento que lo justifica todo y nos hace insuperables y dichosos: “Aquí se trabaja para vivir y en Memphis se vive para trabajar”, decía él, raro o absurdo en la peña, tan negro y jazzístico, igual que eso de Sabina de un belga por soleares. Juntos los dos programas, son el yin y el yang del catetismo. Somos pobres pero felices, somos la envidia del mundo. Anda ya...


Cultura nocturna. No me creo eso de que Canal Sur se gusta en el folclore pero luego hay una cultura nocturna en Canal Sur 2 para élites con sombrero. No, sólo hay pretensión de ello, aún más ridícula que asumirnos gitanillos. Veo muy tarde en Canal Sur 2 a Manolo Carrasco con su sinfonismo de pajar, toda una orquesta para mozos de cuadra, su Sinfonía Ecuestre malísima, hortera, entre la música de Semana Santa, de majorettes y de cupleteras; él tan de blanco para dirigir ese bodrio lleno de mordentes y arañamientos de tripas (que le pongan a este hombre algo de Mahler o Shostakóvich, a ver si aprende). Veo también allí que adaptan como para un jazz pobre a Mozart y a Brahms mientras unas buenas mozas jaquetonas y torpes intentan un baile medio sexy que parece una función de instituto. ¿Cultura de élite? Para eso hace falta más que un piano blanco (¡qué horror!) entre cagajones y un saxofón con penumbras de estriptis.


Innovación de la semana. En Tecnópolis, unas marujas pasean en camello por Doñana. Lo dicho: aquí las boñigas lo mismo son cultura que innovación.

Los días persiguiéndose: Marcianos (29/04/2010)

Acabarán con nosotros la crisis económica, la “crisis institucional”, los terremotos, los volcanes, los meteoritos, las plagas, el calentamiento global, los mayas, los fascistas, las niñas con velo, los políticos o los marcianos. Teníamos ya mil formas de sucumbir por la mano de los partidos, de los dioses, de Gaia enfadada como una comadre; por la soberbia, estupidez o torpeza nuestras o de los que dirigen este país o este mundo medio hundido en sus océanos de monstruos. Teníamos Apocalipsis para cada gusto, partido y cátedra cuando ahora, encima, Stephen Hawking, centauro de la ciencia, nos advierte sobre los extraterrestres, él que es un poco alien, un poco hombre-sonda, fronterizo entre el universo matemático y el mitológico, como si hubiera sobrevivido después de mirar a la cara a las gorgonas de los agujeros negros. No estaría mal morir de un rayo invasor, en un amanecer plateado de naves nodrizas. Al menos no nos habríamos matado entre nosotros, entre nuestras facciones, credos, patrias, siglas. Absorbidos o aniquilados por otra inteligencia, no tendríamos que lamentar el fracaso de la nuestra. O, quizá, quién sabe si un Griñán abducido por lagartos o una Junta ocupada por seres palmípedos harían que Andalucía saltara a las estrellas de verdad, cumpliendo por fin su propaganda.

No creo que a Hawking se le haya ido la olla, aunque muchos se han recreado ya en eso del sabio zumbado y la risa que dan los marcianos (ayer, aquí, el mismo Gómez Marín, otro sabio, hablaba de “esa vida inverosímil” o “esa ciencia mostrenca que se llama exobiología”). Recuerdo que Carl Sagan (poco mostrenco, aunque pionero de la exobiología), al presentarnos el Cosmos como un gran saco de canicas, empezaba precisamente por situarnos en nuestra pequeñez: habitamos un diminuto mundo que gira alrededor de una estrella mediocre en el borde exterior de una galaxia con más de 200 mil millones de soles, galaxia que a su vez sólo es una mota entre cientos de miles de millones de otras. Decía Sagan: “¿Por qué seríamos nosotros los afortunados, medio escondidos en un rincón olvidado del Cosmos? A mí se me antoja mucho más probable que el Universo rebose de vida. Pero nosotros, los hombres, todavía lo ignoramos”. Estoy de acuerdo: en tan vasto Universo, sólo un mostrenco (ahora sí) provincianismo planetario tacharía sin más de majadería la posibilidad de vida extraterrestre, incluso inteligente y tecnológica. Otra cosa es calibrar esa posibilidad (la famosa ecuación de Drake no deja de ser un juego), o desbarrar hasta asegurar que este planeta ya es una especie de parador interestelar (Sagan hizo una inteligente y divertida refutación de los “ovnis”). Sí, también en la ciencia hay lugar para extraterrestres, sin prejuicios intelectuales ni supersticiones catetas. De ahí el proyecto SETI, que los otea, o la exobiología, que intenta ampliar nuestra visión sobre la formación y evolución de la vida. ¿Razones para distraerse en eso? ¿Qué tal cambiar toda la perspectiva sobre nuestra existencia? Encontraremos esa vida o no, o serán sólo microbios, o viajarán por el espaciotiempo a capricho (podrían llevarnos millones de años de ventaja porque nuestro sistema solar es relativamente joven). Y ya veríamos si nos desintegrarían. Quiero pensar que una civilización capaz de sobrevivir tanto tiempo sin autodestruirse habría aprendido algo sobre la violencia. Pero no sé qué harían al vernos retozar en nuestra ignorancia, pequeñez y suficiencia, o pelear por razas, ideologías o dioses. Puede que se dieran la vuelta, dejando que madurásemos o nos extinguiéramos solitos.