27 de abril de 2008

Somos Zapping 27/04/2008

Camelot. Cuando los nuevos ministros o consejeros prometen su cargo parece que van a marchar a las Cruzadas. En Madrid todavía ponen un crucifijo grande como una Tizona y una biblia abierta junto a la Constitución, porque no hemos avanzado mucho y aún la política está legitimada por la magia y las divinas palabras. Sólo falta que a los ministros los invistan con los tres toques de espada y aquella fórmula de los caballeros: “en nombre de Dios, San Miguel y San Jorge”. En Andalucía, el nuevo Gobierno no tenía crucifijo en la mesa, pero se fue al monasterio de Santa María de las Cuevas, en La Cartuja, donde los almohades cocían barro y luego se encontró una Virgen, cuando las Vírgenes servían para abrir sucursales de lo suyo. En las noticias de Canal Sur se quería dar la impresión de que les encomendaban una misión sagrada (“el derecho a portar armas y a impartir justicia”, les recordaban a los caballeros) pero cuando hablaron Chaves y Zarrías nos dimos cuenta de que sólo juraban estar cuatro años más durmiendo en su montura. Van para tres décadas en el poder y todavía suenan como si inauguraran el castillo. “Son muchas cosas que tenemos sobre la mesa –dijo Zarrías--, los retos de futuro, y hay que ponerse a trabajar ya”. Ya ven, como si hasta la fecha hubiesen estado velando armas y sólo ahora se dispusieran a comenzar a desfacer entuertos. ¿Y cómo definía el presidente de la Junta sus objetivos? Pues más como una miss que como un gobernante: “Que todo vaya bien, que todo mejore, que todo progrese –explicaba Chaves--, que los andaluces vivan mejor, con mejor calidad...”. Pero eso no es un programa, sino un rezo. No, esto no es Camelot y el Gobierno andaluz lo que parecía era un sala llena de armaduras vacías.


Elegancia. Como no tenemos nada que vender, vendemos nuestras flores de papel. Un escalón más abajo que el arte y que la industria está el diseño. El diseño andaluz, que no es ni fábrica ni estatua, sólo una pequeña gloria de retales, el costurero en que se entretienen los pobres que somos. En Tecnópolis llegaron a enseñarnos como innovación la confección de trajes de novia, pero ahora La Nuestra ha hecho todo un programa dedicado al diseño andaluz, entre la arquitectura y poner la mesa. Veo que el programa visita la casa de Tony Benítez, viejo diseñador de princesas o quizá de banderillas. Cristos en las comoditas, un altar para la duquesa de Alba, muebles y salones como las catedrales de unos gatos. Todo como el mal gusto de un maestrante o de un zar agitanado; decadente y hortera, de una enferma pseudoelegancia pomposa, como un orinal muy adornado. “Se nace siendo elegante”, dice, justificando esa nobleza de la sangre que se da más en ciertos lacayos que en los propios aristócratas. Tony Benítez pinta monigotes en piedras, gitanas y toros; sale a su balcón cada día a saludar a la Giralda como en una estampa de caja de cerillas; se siente encortinado por una manera y un orgullo tapiceros de ser andaluz; cruje en sedas y maderas igual que un moro de su chovinismo. Veo después que el programa muestra un salón de Sevilla ligado a cierto apellido muy conocido, donde los famosos y los principados del dinero y las castas suelen cenar con cubiertos de oro, que es una manera de comer sin hambre, por pura perversidad. Pero yo no podía dejar de pensar en ese hombre y en todo lo que significa, Tony Benítez en el monacato de su kitsch que a él le parece la esencia de la clase y del ser andaluz regia o mantecosamente. Sí, a veces nuestro pueblo es vulgar, y eso da pena. Cuando los vulgares son los que presumen de finura, siento cierta satisfacción de revancha o de justicia.


Homenaje. Día del libro, día del papel al peso. Hace poco me detuve en un centro comercial a mirar el sitio reservado para los libros y sólo sentí ganas de incendiar aquello. No había allí más literatura (la literatura es arte, hay que recordarlo) que en las cajas de cereales. Veo la propaganda institucional que pretende incitar a la lectura y me pregunto para qué, cuando lo que encuentra el pueblo a su alcance es basura aglomerada. Al final, Canal Sur me regala una carcajada. En un titular de las noticias, escriben que hay otra “trava” (sic) en no recuerdo qué asunto. La falta de ortografía casi me resulta tierna. Canal Sur ha sabido hacer un homenaje que está a la altura del día.

24 de abril de 2008

Los días persiguiéndose: Mujeres (24/04/2008)

A las mujeres las raptan para ministras, para consejeras o para llevar el ramo en las escalinatas. Lo que quiero decir es que aunque los gobiernos nacional y andaluz presuman de mayoría femenina, todavía siempre es un hombre el que las manda llamar con el timbre y las pone ahí, igual que el ligón que las invita a subir a su coche. Por eso parecen las novias de un pirata o las que han llegado de Avón a los despachos del poder, que todavía son territorio macho. La foto del gobierno andaluz, con las consejeras a los lados como alfiles de cristal, como el celofán que envolvía el núcleo varón e importante de la cosa, era más la de la boda de un cuñado que la de la paridad, la igualdad y el gineceo democrático. Esto no es la nueva revolución de la mujer, sino otro insulto machista agravado por la condescendencia (por lo visto Chaves pidió luego retratarse sólo con sus consejeras, como si fueran un vistoso equipo de voley playa). Hay mujeres muy contentas con esto, aunque les sigan dando las carteras que tienen que ver con lo que algunos hombres creen asuntos femeninos, con la piedad o la ternura, como enfermeras de la Gran Guerra, con virtudes de madre universal, que son las virtudes judeocristianas, claro, pensadas para anular la libertad y la influencia de la mujer y a la vez apaciguar el antiguo miedo del hombre a la hembra con poder. Hasta en el nombramiento de Carme Chacón como ministra de Defensa hay mucho de esto, aunque sea por oposición. Pero a mí me parece insuficiente, postizo, tramposo e hipócrita.

En este PSOE andaluz tan igualitario, aún son los hombres los que controlan el aparato, los que fundan clanes, los que hacen la política en su salón de fumar y los que sacan a bailar a las damas. Llamar a las mujeres como a azafatas de la política, entremeter a jovencitas rosáceas entre viejos machos, encargarles las labores auxiliares o de escaparatismo, mientras el mando y el dinero siguen acuartelados en el varón, no me parece un gran avance. Miren las consejerías que llevan las mujeres en Andalucía: Salud, Igualdad y Bienestar Social, Cultura, Educación, Justicia, Medio Ambiente... Otra vez son institutrices, cuidadoras, matronas o jardineras, o como mucho alegorías de ideales, de nuevo la mujer como un óleo. Sólo a Mar Moreno (¿la delfina?) parece que le dan una llave inglesa en Obras Públicas e incluso la consejería de Gobernación de Clara Aguilera suena un poco a disponer la casa. La verdad es que ahora sólo hay una mujer subida a la política hasta sus más altas barbas y no es del PSOE. Se trata, por supuesto, de Esperanza Aguirre, que nunca me ha gustado ideológicamente pero tengo que reconocer que ha ido mucho más allá de cuotas y ayudantías para hacer política con toda la fuerza de esas letras sin que nadie atienda a su sexo, sino a su munición. Ni siquiera el lapsus de Chaves abriendo el debate sucesorio y la posibilidad de una mujer como candidata socialista a la presidencia de la Junta nos sustrae de que hasta Mar Moreno tendría algo de hija heredera y todavía con el tutelaje de su Pigmalión, otra señorita moldeada y adiestrada por un hombre. Aún se lleva a la mujer a la política como al altar, aún el hombre con poder las llama como a mucamitas, aún parecen un secretariado a los pies del macho. Desafortunadamente, queda mucho para la verdadera igualdad. No nos confunden la pose y la tienda de abanicos de esta progresía de feminiles aderezos, achicorias y solecismos. En la foto con sus consejeras, Chaves todavía parecía el sultán.

20 de abril de 2008

Somos Zapping 20/04/2008

Parménides en el Parlamento. En el patio del Hospital de las Cinco Llagas, con un blanco de manicomio, la reportera de Canal Sur sonreía como en un cumpleaños. Y es que eso parecía en televisión la sexta investidura de Chaves, el cumpleaños bisiesto de los que nacieron un 29 de febrero. Lo institucional se ha convertido en celebración personal y el Parlamento tenía el tamaño y la textura de una tarta. Los años de la Autonomía son sólo el avance de la calva de Chaves, el tiempo que acumula su ropero. Igual que los monarcas, Chaves tiene ya la misma edad que sus palacios y Purcell podría haberle puesto música como a aquello de la reina Mary. “Día festivo para la democracia”, “quien ama a Andalucía encuentra hoy un día para celebrar en el Parlamento”, decían los coros de aleluyas de Canal Sur. Pero la eternidad, que es lo que fingen las monarquías y las religiones, no es tanto lo que dura siempre como lo que no se mueve. Y la repetición vacía es su manifestación. Chaves se repetía, en su discursos, en sus propuestas, como si la política fuera la eucaristía de él santificado. “Nos ha vuelto a sorprender con un ordenador para cada dos alumnos”, declaraba con ironía Esperanza Oña. Sin embargo, Chaves no se repite por cansancio o dejadez, sino por coherencia. Su política es una cosa parmenidiana: Lo Uno, lo Absoluto, no cambia ni se mueve, simplemente es, y lo que es no puede dejar de ser ni convertirse en otra cosa por propia definición. Las tesis parmenidianas hubiesen supuesto el fin de la filosofía, pero afortunadamente fueron superadas. También las tesis de Chaves significan el fin de la política, aún más cuando a lo inamovible le suma el uso de una lógica enferma. Vean si no cómo argumenta que su mayoría lo legitima hasta para salvar las aporías, las contradicciones; cómo los votos le permiten decir que lo que no hicieron es como si lo hubieran hecho, o que la oposición queda negada por ser oposición. La verdad es que la eternidad queda siempre falsa y fea en democracia. La verdad es que la política no ha llegado a su fin aunque Chaves traiga otra vez, con una antigüedad y un orgullo de muerto, a Parménides al Parlamento.


Ridículo enciclopédico. “Solemnidad”, llamaba a todo este enterramiento de la política Iñaki Gabilondo en las noticias de Cuatro. El Parlamento andaluz parecía que celebraba los círculos eternos, la inevitable vuelta del sol a su posición inicial entre las constelaciones, y él hablaba de “solemnidad”. Me descoloca Iñaki Gabilondo, su estilo de homilía, la chocante costumbre de mezclar constantemente información y opinión en sus informativos, ese dar las noticias como un padrecito o juez de la actualidad, entre rojos papales y regañinas de autoridad. Curiosamente pasó de esa “solemnidad” de catafalco del discurso de investidura de Chaves a enlazar con el rechazo del PP sevillano al nombramiento de Felipe González como hijo predilecto de la ciudad, dicen que por haber llamado imbécil a Rajoy durante la campaña. “El único presidente nacido en Andalucía, cuyos méritos son reconocidos por todos los partidos, es pues, boicoteado –decía--. Nos parece un ridículo enciclopédico (?) que Rajoy debería evitar”. Pero no entremos en evaluar las luces y sombras de González. Es sobre todo la forma que tiene Gabilondo de tomar partido, de dictar sentencia, de dar lecciones y consejos como un gurú, la que me hace huir de sus acolchados noticiarios. Esas maneras en mitad de un informativo sí que me parecen de un “ridículo enciclopédico” y sobreesdrújulo.


Viva mi coro. Parece que Canal Sur ya tiene sustituto para la copla. Esta vez van a ser coros de vecinos o amas de casa, que no creo que se dediquen precisamente a la polifonía renacentista, sino a las salves rocieras y a las rumbitas tontipijas. Viva mi coro se llama la nueva fórmula de atontamiento con la que el folclore populachero nos ofrecerá sin duda la conocida medida de nuestra vulgaridad cultural.


Palote. Aquí dejo, sin más comentarios, el tema que esta semana nos trajo Mejor lo hablamos, el único programa de debate (o algo así) de nuestra televisión pública: “Viagra: ¿mito o realidad?”. La cosa, más que para ponerse palote, era para deprimirse...

17 de abril de 2008

Los días persiguiéndose: All'antica (17/04/2008)

No sé por qué le llaman Il Cavaliere, pero lo de Berlusconi me parece más el regreso de las Mamá Chicho que el de aquella vieja cavalleria rusticana al italiano modo. Con ese título (que no se traduce por caballería, sino por caballerosidad) y esas maneras, Mascagni hizo una ópera con cuernos y venganzas a la hora de las misas. No es extraño que la tercera parte de El padrino tenga su clímax alrededor de esta ópera toda honra y escopetas. "Tuo padre pensa all'antica", le dice una vez Sollozzo a Michael Corleone en la primera película de la saga, y quizá Berlusconi también piensa a la antigua, pero además con modos de putañero. Por eso su primer saludo a Zapatero ha sido como la risita dedicada a un calzonazos. Berlusconi, con su machismo como unos tirantes, se ha burlado de Zapatero por su mujerío un poco almodovariano, por su Gobierno lleno de musas. No es que Berlusconi me importe especialmente. Lo que sí me importa es que hay mucho de guasa berlusconiana también aquí, en España, y eso tiene el peligro de desvirtuar y banalizar la crítica, que tiene razones más profundas que el tono rosáceo o juvenal de su gabinete.

La crítica fundamental es hasta qué punto pueden los ministerios convertirse en alegorías, pues esto es lo que se diría que ha hecho Zapatero. La alegoría de la juventud, la alegoría de la fertilidad, la alegoría de la contradicción misma, no es lo que se espera de un Gobierno que debe conducir y gestionar, y que por tanto necesita, antes que nada, conocimiento y capacidad. Ni por mujer ni por embarazada podría espantarle a nadie que no pensara como Berlusconi el que Carme Chacón mande firmes en los patios de armas. No, es más bien por el total desconocimiento, la nula experiencia, el completo alejamiento por personalidad y convicciones de la misión que debe desempeñar. Y la edad, también yo he hecho guasas con la edad, es cierto. Pero es que reniego de la juventud como valor en sí mismo. Puede ser útil si va acompañada de talento, de fuerza, de ganas, de rebeldía, de intención de cambiar ese mundo de viejos que suelen ver extraño y gastado los jóvenes (ahí está la teoría de las generaciones de Ortega y Gassett). Pero Bibiana Aído es un cachorrito domesticado en la burocracia y en el orín de un sociatismo vetusto, compadrero, inercial, en la famiglia que sigue pensando all'antica. Y además, ¿por qué mujer joven y no hombre joven? Eso todavía me lleva a sospechar más que todo es un escaparate, una opción de diseño y no de funcionalidad, como si una nación se planeara igual que un anuncio de yogures. Bibiana Aído no sólo es joven sino que no tiene más experiencia ni capacidad que su sumisión a los clanes, y el único mérito de los favores que quedan por pagar. Bibiana Aído no sólo no añade nada, sino que hasta diría que menoscaba otra presencia a la vez icónica y verdaderamente valiosa de la mujer en este Gobierno, como la que representa Fernández de la Vega. Berlusconi hace burlas machistas, también las veo aquí. No es eso. Lo verdaderamente grave es este maquillaje sin fondo y sin sentido, un Gobierno basado en el estilismo de llevar la contraria. Me sorprende muchas veces cómo la idiosincrasia de un pueblo se refleja en la política. Pasa en Italia que vuelve a elegir a este dinosaurio de Berlusconi, pasa en Argentina que no escarmienta del peronismo, pasa también en Andalucía, ahora que escucho el discurso de investidura de Chaves y me doy cuenta de cuánto pesa ese pensamiento all'antica. Quizá España sigue siendo antigua y machista. Pero rebelarse contra esto únicamente con operaciones de dermoestética es un error y una irresponsabilidad.

14 de abril de 2008

Los días persiguiéndose: Edad de las ministras (14/04/2008)

Los ministros ya son de la generación de Bola de dragón, como mi señora, cosa que me hace sentir más viejo. Presiento la crisis de los cuarenta cuando aún me faltan un par de años, porque ahora me da por hacerme tattoos y los políticos del telediario me adelantan en juventud, algo casi tan frustrante como ese momento en el que te das cuenta de que los futbolistas de tu edad ya se retiran. Llegan las yogurinas a los atriles y las fontanerías de los partidos, a los ministerios siempre un poco cuarteleros y viejunos, donde hasta los seguratas parece que van con casaca. Tuve una novia que trabajó de eso mismo en el feo mazacote de Industria, como un parking emergido en la Castellana, y siempre me contaba los caprichos y lujos del ministro, al que atendían como a un coronel. Ahora que las carteras se las dan a las ecopacifistas y a las niñas que casi no conocieron el helicóptero de Tulipán, quizá los ministerios pierdan lo que tenían de bunker o de ópera para pasarse al feng shui y las coreografías de Take That. Creo que todo empezó con la niña de Rajoy y ya se ha inaugurado una época, un estilo, algo que es como ir con trenzas en la política. Soraya Sáenz de Santamaría lo que parece es una grupie, más que una JASP, y tiene ojos de merienda. Carme Chacón creo que pasó de las casas de muñecas al ministerio del mismo ramo igual que la Alicia de Carroll, de un bocado. Y lo de Bibiana Aído ha sido un récord menorero. Pero no sé si la política se perfuma verdaderamente de juventud con estos cambios o lo que quieren es enseñarnos pantorrilla para que soñemos, como hace con las enfermeras de sus hospitales ese Pascual que es un poco Benny Hill. Estas niñas vienen con padrino y con galletitas de los boyscouts, pero uno piensa que nuestra política sigue siendo antigua, que la Democracia no mejora por sacar un par de ministerios al recreo, que no son majorettes lo que necesitamos sino, por ejemplo, unos partidos menos piramidales. Soraya o Bibiana son una linda mirada con la misma voz de ogro.

Zapatero se ha cargado todas las quinielas (las mías y también las de muchos socialistas) metiendo a una desconocida empollona o meritoria y manteniendo en cambio a otras gobernantas. Si cuando salió el nombre de Bibiana Aído todos se preguntaban quién era y dónde la acaban de pescar, el que siguiera Magdalena Álvarez, ministra totalmente quemada, la hacía parecer una repetidora de curso. Es como si pensaran que sólo ella puede quitar todos los cascotes que dejó su ministerio o manejarse en el desorden de sus cajones como el de sus zapatos. Para mí ha sido mayor sorpresa ésta que el nuevo tocinito de cielo que ha traído la cuota andaluza en el Gobierno nacional. Bibiana Aído, del clan de Alcalá de los Gazules, protegida de Pizarro y dicen que también de Chaves, ha saltado al banco azul desde un puesto de comisariado político o de adorno burocrático, la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, al final de todos los organigramas y de todos los pasillos, allí donde los partidos sólo ponen jarrones. Dicen los malvados que su nombramiento ha supuesto un golpe para el ámbito de influencia de Zarrías y que el de Jaén ya está perdiendo posiciones para colocar candidatos de su círculo en la sucesión de Chaves. No sé, la verdad. Aún me espanta el esfuerzo que los partidos dedican a ese movimiento suyo de muñequitos, al seguimiento de esas carreras de caracoles, mientras se olvidan de la gestión de lo público. La edad o los tirabuzones de los ministros no hacen generación en la política, si acaso sólo escaparate. O quizá es que hoy me siento viejo y cansado de que pasen tantos años por nuestra Democracia sin que cambie más que su peluquería.

13 de abril de 2008

Somos Zapping 13/04/2008

Neurosis de la copla. En Mejor lo hablamos la actualidad les quema en las manos y por eso el otro día se preguntaban por la situación de la copla hoy en día. La verdad es que a mí me preocupa más cómo andará el cuplé, pero así es la tiranía de la noticia... Canal Sur anda ensoberbecido por las audiencias de Se llama copla hasta creer que ha propiciado una revolución callejera entre retrofranquista y goyesca (había que escuchar a Joaquín Durán, que parecía que había compuesto el Aserejé). Por eso, el debate lo plantearon como el desfile de la victoria de todas sus cigarreras o corseteras. La moda de la copla, el renacer de la copla gracias a ellos, como si hubieran vuelto los organilleros o los serenos... Pero esa audiencia tiene truco, porque el triunfo en las noches del fin de semana, donde la televisión queda para los viejos, los convalencientes y los frikis con fobia social (los demás están en la calle) sólo nos dice que vencieron contra el parchís. Y sin embargo ese regodeo en su (relativo) éxito nos indica el tamaño de nuestra miseria: la vetustez de la sociedad andaluza, la ignorancia de nuestro pueblo del arte verdadero, la complacencia en el tópico. Joana Jiménez, la ganadora del concurso, afirmaba que “la copla está en el corazón de la gente sencilla”, pero lo que está en la gente sencilla es la incultura y el folclore santificado como valor supremo, que no es motivo de orgullo sino de pena, y más cuando son fomentados por el poder político a través de una televisión populachera y embrutecedora. “¿Cuál es la clave de ese éxito?”, se preguntaban. Pues ése, nuestro atraso cultural. Pive Amador, que iba como de académico de un semiarte de los puñales, historiografiaba y agigantaba la copla y se quejaba de los que la critican “sin conocerla”, pero nadie supo decirle que hoy la copla es sólo la nostalgia madrera de algo con un valor artístico ínfimo, como el recuerdo de la música de un tiovivo de la niñez. Las razones para defenderla son más freudianas que estéticas. Resultó ridículo ver cómo algunos intentaban argumentar histórica y artísticamente su mal gusto o sus neurosis.


La gracia del borracho. La feria de Sevilla, algo así como el pueblo empanado en arena y vino... Aun deslucida por la lluvia, en televisión seguía siendo una noticia colorista y con tambores desde la que los borrachuzos llamaban alternativamente al sueño y a la jarana. Así lo hizo Jorge Cadaval, entrando en directo por teléfono en el programa de Buenafuente. Empezó el Moranco señalando que llamaba desde “la tierra de María Santísima”, que es la portagayola con la que se presentan los rancios de allí. Por lo visto, en el paroxismo chovinista los dioses se hacen ya nacer en tu barrio, cosa que más que curiosa me parece estúpida. Después de esta declaración cateta, Jorge Cadaval hizo una invitación a visitar la feria como a salivazos. Supuse que quizá estaba un poco puesto de manzanilla, y en ese momento me di cuenta de que en realidad la gracia de Los Morancos es ésa: parecer que están borrachos o que nadie pueda saber con certeza si lo están o no. Lo comenté una vez, cuando aparecieron como a cuatro patas en Menuda noche, en un programa de fin de año. Pero también lo demuestran haciendo de jurado en uno de esos programas de talentos o frikadas (hay varios y no los distingo). La gracia del borracho, estarlo o simularlo, rodar por el suelo, hacer de perrito, subirse a las mesas o al escenario inesperadamente y dejarnos la vergüenza o la duda de su cogorza. Quizá ésa es su gracia, quizá ésa es la gracia de Andalucía toda, y por eso fuera nos suponen así, siempre trompas, siempre con la lengua enredada y el eructo a punto de salir. Por eso cuando parecemos felices damos más lástima.


Lluvia. La lluvia, cuánta lluvia, y Andalucía tan mojada y tan frágil que la lluvia y el viento la entristecen y la zarandean como a un columpio. La lluvia que mete a la feria de Sevilla bajo una capota, que deja aparcados a los Cristos en Semana Santa, que hace suspender las corridas de toros (todo torero es la esperanza de un Cristo)... Y pienso que somos una raza sin techos, una tribu tras una cascada, cosechadores de mitos pendientes de la lluvia, rezando a la lluvia, llorados y ahogados por ella como si nos arrastrara con nuestros pobres cobertizos. Pueblo primitivo desnudo en su selva, bajo la lluvia.

10 de abril de 2008

Los días persiguiéndose: Rapiña (10/04/2008)

Entre las espigas masónicas, que diría Raúl del Pozo (el maestro saca mucho a los masones en sus artículos, más que yo que soy masón), Rosa Díez parecía que había subido a la tribuna del Congreso a llevarle ramos a la Democracia. Ella misma es su rosa en la sillería de ese hemiciclo que tuvo una legislatura donde los bancos sólo acumulaban piedras. No puedo ocultar mi satisfacción por que su partido haya conseguido un escaño. No sólo por ella, por su personalidad y su valentía, sino sobre todo por el ideólogo que está detrás, Savater. Por fin un filósofo se hará oír entre los mercaderes, los demagogos, los profesionales del escapismo, los tahúres de los partidos con los dientes de hierro como una canana. Los partidos, diseñados por fontaneros y publicitarios, ya no daban ideas, sino estrategias de venta, ofertas y saldos. Que Savater sobrevuele las escalinatas de un parlamentarismo reducido a la reyerta y a la subasta significa que quizá veamos la política de la razón frente a la política de los intereses. El miércoles, en la tribuna como un gran cabecero de cama, Rosa Díez le daba la réplica a Zapatero y le hablaba de igualdad real, no de esa otra escrita con zeta, la igualdaz retórica, como mantra, como paisaje pintado, de la que tanto gusta Zapatero olvidando que su política autonómica ha consagrado lo contrario: los rebañamientos de las autonomías, los juegos de pesas entre ellas, la claudicación ante la ambición de dinero y control de las castas locales de poder. Parecía una obviedad, pero es una verdad que la política territorial de ZP ha olvidado: que los derechos son de los ciudadanos, no de los territorios. Así se lo recordaba Rosa Díez a la vez que pedía la devolución al Estado de algunas competencias (educación) ante el uso depravado que ciertas autonomías están haciendo de ellas. Zapatero contestó con una tontería: para él, el desarrollo autonómico que ellos están promoviendo (¿esos estatutos consentidos para mayor gloria de la mitología homogeneizante y manipuladora de los nacionalismos?) es mejor que algunos federalismos como el alemán. Por la boca de Zapatero sólo salían burbujas.

Soy muy escéptico con este modelo autonómico. Lejos de acercar la Democracia al pueblo y de agilizar el gobierno, no sólo ha multiplicado la burocracia, sino que ha creado élites locales que controlan todos los aspectos de la vida pública hasta hacerla instrumento de sus intereses. Las autonomías son haciendas, las competencias son regalías y son usadas para beneficio de la casta de partido e incluso para el adoctrinamiento ideológico: ahí está la educación, pueblerina, tribal, empequeñecida en las hazañas autonómicas, por más que Zapatero le contestara a Díez que con ese tema había elegido “el peor ejemplo”. Yo me acordé, ahora que vemos cómo los juzgados se comen sus desconchones, de aquellas palabras de la consejera de Justicia, María José López, cuando afirmó su voluntad de que nuestro Estatuto posibilitara que las sentencias tuvieran “idiosincrasia andaluza”. Sólo deseaba altos tribunales que obedecieran a la Junta. Mientras, las competencias nos dan caos en la Justicia, caos en la salud con listas de espera maquilladas, caos en la educación con sobornos a los profesores para que les decoren los malos resultados. Y luego, consejerías, secretarías y organismos públicos donde los comisarios políticos ordenan la realidad según su conveniencia, donde sólo se produce propaganda y donde come toda la marabunta de arrimados. Control absoluto, no más. Rosa Díez hablaba de igualdad. Pero este sistema sólo da rapiña y reyezuelos.

6 de abril de 2008

Somos Zapping 06/04/2008

Justicia amontonada. La Justicia es una cosa que se comen los ratones y que esponjan las cañerías. En las noticias de Telecinco nos enseñaban imágenes de los juzgados de San Fernando, con los expedientes apilados en el váter, con funcionarios ahogados en ácaros, y la Justicia, ropavejera, quedaba como una mudanza de pobres, un desorden de encalar y un colchón podrido apoyado sobre la pared de nuestro sistema. De Santiago del Valle a la juez de Motril que dejó un año en la cárcel a quien había absuelto, nos escandalizan sus errores, olvidos, traspapeleos, retrasos, precariedades. Es fácil señalar a un juez flojón, como ha hecho la Junta con Rafael Tirado, pero el asunto va más allá. Hay un profundo déficit estructural en nuestra Justicia, una imperdonable escasez de personal y medios, y a eso hemos llegado no por el sueño o la maldad de los funcionarios, sino por el desentendimiento de los políticos. Desde que el felipismo se cargó la división de poderes, el interés de la política por la Justicia se limita a los altos tribunales, que son los que pueden tumbar leyes y estatutos y juzgar aforados, y al Consejo General del Poder Judicial, comandita de todo ello donde los partidos tienen cuotas como si fueran accionistas. Por debajo de los jueces con toisón de oro, salidos de los tapices, todo lo que queda de la Justicia les parece a los políticos un trabajo de barrenderos. En Telecinco iban mostrándonos cementerios de cartapacios, sucias carpinterías de la ley y unos funcionarios sobrepasados, agotados como de trabajar en un matadero. La Justicia sólo era algo amontonado y a punto de arder.


Señores y señoritos. Cuando decía “señor”, hacía el gesto de ajustarse la chaqueta, una chaqueta naranja a juego con todas las fosforescencias que vestía, ésas que gastan los pijos de dinero, de patillas o de estirpe, como si su ridiculez fuera radiactiva. Jesús Quintero entrevistaba a Martín Pareja Obregón, torerito trotoncete y cortijero que se perdió un día en sus juergas, que se metió luego al cotilleo televisivo y que ya representa sólo una especie de taurinismo de hechuras porcinas, un casticismo de establo, una falsa aristocracia uniceja y la altivez del analfabeto azahonado, tan conocidos aquí. Sí, el señorito, o lo que queda de sus posturitas. No ha sufrido nada Andalucía con los señoritos, que condenaron a esta tierra al medievalismo, a la desindustrialización, que se regodearon en la opresión y en la injusticia, para que tengamos que soportar ahora a un hijo de papá, entre la farra y la haronería, defendiéndolos: “Era un señor, pero hoy dicen el señorito mirándolo como mal, y el señor, el señorito, era el hombre que le daba trabajo a muchísima gente...”. No, el señorito explotaba, sometía y abusaba; no era empresario sino dueño, y su recuerdo aquí duele como estocadas. Pero Martín Pareja Obregón, al que hemos visto por toda la televisión esparciendo su catetería, su machismo (trata a las mujeres como a vacas guapas), su orgullosa vulgaridad acoloniada, su ranciedumbre cascabelera, decía “señor”, se ajustaba la chaqueta naranja como volviendo a poner sus botos sobre los cuellos de los pobres, y quedaba entronado en su papada. Y aún a esto lo llamaba pureza. “Yo soy un tío muy puro, me he criado en una gente muy pura”. A esa pureza yo la llamo mugre, costra, roña. Todo lo odioso, kitsch, vergonzoso que arrastra Andalucía, sus castas de pajar, su bodoquería empingorotada, su fachosidad pringosa, todo eso en este Martín Pareja Obregón, saco humano de lo que nos abochorna de nuestro pasado y nuestro presente, la condena de Andalucía a la zafiedad, a la jarana, al folclore y al clasismo. Y todavía va de artista. Pero de señorito vividor no ha pasado.


Sospechoso. La Asociación de Telespectadores de Andalucía es un ente fantasmagórico que aparece una sola vez al año y da unos premios con tufo y baba que suelen recaer en los de siempre. Ahora han premiado a Se llama copla, que nos devolvió a un franquismo estético; a Tecnópolis, ridículo instrumento de propaganda modernizadora; y, ahí es nada, a Rafael Camacho, el vocero del poder que ha conseguido que la RTVA coleccione sanciones de la Junta Electoral como posavasos. ¿Sospechoso, evidente o directamente ignominioso? ¿Quién lleva esta asociación que se diría hecha ad hoc? ¿Zarrías?

3 de abril de 2008

Los días persiguiéndose: Venganza (03/04/2008)

Me aparto de los autos de fe, no me gusta contemplar cómo arden las almas de los pecadores, que huelen sólo a su pelo y a sus uñas quemados. Culpa, castigo, redención (¿la caída del ser humano por el pecado, la recuperación de ese estado primigenio –santidad, pureza o semidivinidad-- a través de la expiación?) me parecen mitología del sadismo. La Justicia (punitiva o reinsertadora o reparadora o disuasoria) aparece con repentina presencia de horca, de estaca, cuando un pueblo barbarizado le exige ser un mecanismo de venganza social. Michel Onfray diría que es la episteme judeocrisitana que aún nos impregna: “La culpa consciente y elegida libremente con ayuda del libre albedrío que desconoce los determinismos, y de donde surge la creencia en la responsabilidad personal que, desde entonces, justifica el castigo, y por lo tanto, la redención, ciclo infernal y perverso...”. Michel Onfray, cada vez más imprescindible ante todos los que aún piensan que frente a las creencias supersticiosas con su moral descendida de los cielos sólo existe un nihilismo vacío, triste, egoísta, inmundo; que no es posible una ética humanista ateológica, pues para ellos el ateísmo es una amputación. Pero Michel Onfray ha sabido enunciar la ateología no como negación de nada, sino de manera afirmativa, como teoría de lo inmanente, que lleva además aparejada una “ética estética”. Sí, ante esa episteme judeocristiana que, entre otras cosas, aún hace bíblicos los tribunales, no está sólo la náusea sartriana (que no es más que una elección de carácter), sino, no lo olvidemos, también la Gaya Ciencia, la alegría del hombre liberado, sin contratos con los dioses, sino únicamente consigo mismo y con la sociedad, con su felicidad y serenidad que están unidas siempre a las de los otros a través de la cortesía y de las virtudes de la civilidad y de la buena fe, de la bondad en fin. “Goza y haz gozar, sin hacer daño a nadie ni a ti mismo: ésa es la moral”, dijo Chamfort, formulando el imperativo categórico hedonista. Esto, frente a la pulsión de muerte, al ascetismo castrante, a la moral del sadismo.

Me aparto de los autos de fe, no me apacigua que el gentío traiga la cabeza de la Hidra en sus manos sucias, no me gusta la Justicia como éxtasis de la venganza, no voy a encontrar ninguna satisfacción en el sufrimiento de nadie, ni siquiera de ese pobre loco, enfermo sin duda, asesino confeso que el pueblo ha empezado a quemar por los pies. “Lo bíblico es el ojo por ojo, pero sólo Dios puede quitar la vida”, dijo el padre de Mari Luz. Pero a Dios hace mucho que le sobran instrumentos en la tierra, hay demasiados que hablan y actúan por él, y desde que los hombres sueñan con su fantasma ha habido manos que mataron siguiendo su voz. Sí, es bíblico el ojo por ojo, el muerto por el muerto, cuando se ha admitido que el mal se elige libremente y el castigo es algo que no se aplica para proteger a la comunidad, sino que, sencillamente, se merece, que etimológicamente significa “hacer el bien”. Han pedido la pena de muerte, que hace mucho que me parece, además de inútil (en ningún lugar se ha parado nunca el crimen con ella), objetivamente inhumana. Han pedido la cadena perpetua, que es la traslación terrena del castigo eterno (tan bíblico también), pero ¿a quién negarle la posibilidad de cambiar? ¿Cómo pueden los mismos que enarbolan la teoría de la elección consciente del mal afirmar que es imposible que el sujeto cambie? Y si ese sujeto está tan indefectiblemente determinado, ¿hasta qué grado es culpable? Ay, la episteme judeocristiana... Que la Justicia nos proteja de los monstruos, sí. La cacería, el trofeo, la venganza, son otra cosa.