
Las dos claras. “¿Qué sintió en el momento en que dijo 'ya, sí, hay acuerdo' ?”, le preguntaba Tom Martín Benítez al presidente como una cuñada a una parturienta. Y Chaves, sin salirse del camino de baldosas amarillas dispuesto para él, hablaba del Estatudo de máximos, de los instrumentos que tendrá Andalucía y uno creía oír, de fondo, algo que imaginaba como las orejas de Tom Martín aplaudiendo. Chaves dejó varios de sus inefables momentos, que son como los de Boris Izaguirre. Afirmó que este Estatuto era “el Estatuo que nos hemos querido dar los Estatutos” (sic). También, muy consciente de sus responsabilidades de gobierno, aseguró que iba a presentar a la oposición “cinco temas para que puedan ser objeto de pactos: el tema del agua, la educación, inmigración, la radiotelevisión andaluza, y el quinto ahora mismo no me acuerdo...”. Y el remate, hablando de la corrupción en los ayuntamientos, que por cierto a él le parecía cosa de “dos o tres concejales”: “Yo tengo dos claras... tres cosas claras...”. Y las tres claras eran que “el ordenamiento urbanístico en Andalucía está bien regulado” (toma ya), que “no se puede decir vamos a quitarle las competencias a los ayuntamientos” y la tercera... no la dijo o quizá la mezcló con la primera, que ya vemos cómo es él con las enumeraciones. Y Tom, ay... ¿Qué periodista es capaz de hacer una pregunta sobre corrupción urbanística así?: “Presidente, la presunta situación de corrupción en los ayuntamientos, caray...”. ¿Caray? Me recordó a aquel tebeo tan facha de Roberto Alcázar y Pedrín, donde se aporreaba españolísimamente pero luego decían “ostras”. Pero aún se puede ser más ñoño. Por ejemplo, terminando la entrevista de esta manera: “Hay que ver cómo es de bueno el césped del campo del Recre, pa lo lo mal que jugaron los dos equipos, pero vaya pedazos de cuidadores que tienen...”. Así, con el colegueo futbolero, como yéndose ya para las cervecitas, recogieron los baberos y dieron paso a muchas noticias sobre el vendaval. Por una vez, la radio ha matado a la estrella del vídeo. Y es que la sumisión, el lacayismo y la obscenidad abarcan en la radiotelevisón pública andaluza todo el espectro electromagnético. La semana que viene volveremos a la tele. Hemos descansado los ojos, pero no la indignación.