9 de octubre de 2006

Somos Zapping 8/10/2006

El bigote. Juan y Medio ha dejado la programación de Canal Sur sin bigote. Miraba uno el periódico cada día y ahí estaba ese bigote repetido, ese bigote abanderado, ese bigote de forzudo, un bigote que hacía guiños y escaleras en los horarios, un bigote que se leía y que era eso de ver tantos programas con el “y medio” añadido. Eran espacios sumados a sí mismos, estirados un paso adelante o un cuello hacia arriba, que a veces nacían de un pelo arrancado de este hombre hecho exvoto, relicario o clon. Todo se articulaba alrededor de ese bigote y por eso ahora a la programación parece que le falta un verso, un estribillo o un soldado. Pasó igual con Agustín Bravo, que también llenaba todo con el latiguillo de su apellido y cuando se fue dejó La Nuestra algo así como sin mentón o sin loción de afeitar, que es a lo que suena él. Juan y Medio ha sido en Canal Sur como el hombre franquicia que dicen en la NBA, haciendo horas y horas de programas empalmados y galas un poco ciclistas, siempre con una paciencia o una resignación de barrendero en una calle larguísima. He comentado otras veces que Juan y Medio quiere tener la gracia del camarero chistoso y a veces le sale y otras no, que ya digo que son demasiadas horas sacándose cosas del chaleco y del bigote. Pero lo que fallaba y lo que avergonzaba no era tanto él, ni siquiera su abuso, sino el concepto o la intención de sus programas, que hacían de capilla, de escuela y de premio para la vulgaridad. Se ha ido para retomar un clásico, El precio justo, haciendo la competencia a sus sustitutos. En Canal Sur se ha quedado sólo con sus niños repipis, que me ponen nervioso como muchos animalitos escapados, y con los que sigue practicando el feo pecado de un canterismo del andaluceo, con pequeños chistosos, toreritos, capillitas, chirigoteros y caballistas, los mini-yos de nuestros tópicos. Punto y medio ahora se llama La buena gente, Punto y medio, el musical es sólo El musical. Él se ha llevado su bigote pero no han cambiado las intenciones. Es un modelo que sirve aun con otra talla y otra peluquería.

De Madrid a la caverna. Consuelo Berlanga no se ha quedado, se ha ido con su cesta de madejas de lana, que es el tipo que se le ha ido poniendo a esta mujer que fue chica Hermida y que ha terminado pareciendo su Penélope en camisón, maquillándose para antiguos fantasmas y fotos. Para darle la pastillita a los viejitos en La buena gente, pues, ha llegado Alicia Senovilla, auxiliada por Ismael Beiro y Toñi Moreno. El concepto del programa no ha cambiado mucho aparte de sacarnos el ambiente de fiambrera de los autobuses del público (“qué bueno es Canal Sur que nos lleva de excursión” o algo así, suelen cantar) y jugar un poco con la baraja de más presentadores. Alicia Senovilla, sin embargo, sí ha aportado un nuevo grado de vergüenza, hasta llegar esta vez al insulto. La presentadora madrileña ha hecho casi de todo en los subterráneos de la televisión, ha conducido talk shows y ha lanzado sus preguntas con electricidad en las cejas en ese bodrio de La hora de la verdad. Pero nunca la vi en estos programas hablar como lo hace en Canal Sur. Y es que le parece que para ponerse al nivel del espectador andaluz, lo que hay que hacer es hablar basto. Así que ella se hace basta, con intención y entrenamiento, basta forzada y por empatía, y dice a boca llena, remarcando las sílabas con voluntad de acercarse a nosotros, “pa mañana”, “po no”, “uno mimmo” y “autobú”. No, hija, no hace falta que nos intentes hablar como Audrey Hepburn en My fair lady ni como la Juani de Médico de familia. No has descendido de Madrid a una caverna, te entendemos perfectamente si hablas tu castellano de siempre y no tienes que regalarnos como una simpatía eso de ser tan bruta como tú supones que debe ser el andaluz.

Logo. Estallaba el verde, un verde Cherenkov, tras las cabezas de las promesas patrias de la musiquilla, en el escenario megalítico de la propaganda. La fiesta del Fiesta, de nuevo, y el ambientillo juvenil, el buen rollito como excusa para el fin verdadero que se revelaba efervescente. El verde, el logotipo de la Junta llenando la pantalla del escenario. Lo demás era un caro relleno que otra vez pagábamos todos.

3 comentarios:

El Cerrajero dijo...

# Luis Miguel, muy interesante tu bitácora.

Estoy de acuerdo contigo en que es una pena el borreguismo que tenemos en Andalucía, y luego nos quejamos.

Un consejo: habilita el control antispam porque ya se te ha colado uno y en inglés ^_^

cissko dijo...

Viva la cultura andaluza, y el que no la quiera que se vaya de esta tierra, porque gracias a esta cultura atrae a muchos turistas...

Anónimo dijo...

te recuerdo q alicia senovilla aunque halla nacido en madrid ha vivido mucho tiempo en cadiz, y el acento se nota. k borde eres!!