
Millonario por un día. Hay en Andalucía islas de ricos, salones con océano, cielos con puente levadizo que quiso acercarnos Andalucía directo en un goloso reportaje o cuento: Imagine que se despierta usted millonario... Sí, millonario en Andalucía, algo ideal pues el rico siempre se siente más rico cuando tras el muro sabe que está la plebe, la reconfortante peste a necesidad que les define a ellos por contraste. Millonario en la Costa del Sol, aunque sea con el paradigma de Juan Antonio Roca, ése que se lo gastaba todo en cagar... Si uno fuera millonario en la Costa del Sol, conduciría un Ferrari en el circuito Ascari y comería langosta igual que cacahuetes en La Cabane, donde también tendría una cama de dos metros junto a la orilla con “amenidades todo el día”. Además, sería dueño de una casa levemente romana en La Zagaleta, la zona “más lujosa y exclusiva de Europa” según explicaba una tal Theresa Bernabé, churruscada en su hache, en su pijerío y en su sonrojante cargo de “directora de Televisión Millonarios en Internet”, a la que se le ensalivaba la boca al hablar de dinero y al contar que, para entrar allí, jardineros o limpiabotas tenían que pasar aduanas como desinfecciones. Pobres mirando por la reja de los ricos, ilusiones monaguescas en la tierra del paro y el botijo... Sí, en otro lugar podría quedar decadente, ridículo, pero en Andalucía, resultaba obsceno. Como consuelo o venganza, sepan que en La Cabane iba a actuar “en un concierto con cena privada” Julio Iglesias. Al menos, el dinero rebosando en poncheras sigue sin otorgar buen gusto.
Horteras de videoclub. En Canal Sur tienen a la audiencia medida, prejuzgada, y nos dan catetadas porque nos suponen catetos y nos hablan como a niños porque nos suponen niños. Yo hace tiempo que quería hablar del cine que emite Canal Sur, que gusta de Sisí o de westerns baratos que nos dejan a todos entre mucamitas y don Marcial Lafuente. Pero hay otro nivel, que va más allá incluso de los temas y la calidad de las películas. Es sólo un pequeño detalle, pero revelador y definitorio como comerse siempre la última croqueta. Me di cuenta al encontrarme el otro día con la pésima Catwoman, con Halle Berry desaprovechada como superheroína o rana nocturna. Sí, hay otro nivel en el que Can al Sur nos coloca, y es el de cierto hortera de videoclub que no quiere películas con “rayas negras”, raza hermana de esa otra de los dueños de bares que en sus orondos televisores panorámicos aplastan a los futbolistas en 16:9 por amortizar la inversión. Halle Berry brincaba llenando toda la pantalla y sus saltos mareaban el doble porque el formato original, el estrechísimo y cinematográfico 2,35:1, lo habían recortado a 4:3 para ofrecernos cabezones y la mitad de cada plano. No vaya a ser que a los horteras de videoclub que somos los andaluces nos dé por cambiar de canal al ver tanto ancho de televisión malgastado. Ya saben, nuestra ansia de gente eternamente rebañadora...