
“Y no hago más na”. El programa está cada día más lleno de sus pajarerías de loca, de sus mesillas de vieja, de enanos que salen de las faldas. Es ya hacer televisión revolviendo un carromato, vaciando los armarios, recogiendo chatarreros por Andalucía. María Jiménez era una artista de raza enhiesta y muslos rubios, novia de los bandoleros de España, y que tenía cuchillos envenenados en las alforjas, en los labios y en los pechos. Ahora, la televisión la ha vuelto gallinácea, pitonisa, orujera, parece la anfitriona de la última fiesta de disfraces y de borrachos que queda en la noche decadente, promiscua y desesperada. Tiene personalidad para manejar unas entrevistas que ella hace de una manera muy particular, algo así como la mitad con el guión y la otra mitad con el coño. Pero la han ido rodeando cada vez más bufones de barbería, catetos con la gracia como una mella, peste a vino en el chiste. Subidos a los abanicos y candelabros que ella les pone, los analfabetos que hacen reír por serlo o por taconearlo reinaban en ese trono de lo andaluz que monta María Jiménez ante las cámaras como su alcoba. No llegué a saber a cuento de qué venía la broma, si la performance era una cosa naïf o sencillamente palurda. Pero el otro día vi a María Jiménez con sus graciosos, disfrazados de jueces o más bien de chimpancés vestidos de jueces, ante un grupito con cajón, guitarra y monos de trabajo blancos (“Sierras andaluzas – miel”, ponía en el logotipo que llevaban en el pecho). Cantaban una coplilla sobre la idílica buena vida de un hombre que se levantaba tardecito, se tomaba sus cafés, paseaba, bareteaba, holgazaneaba... “Y no hago más ná, que no, que no”, decía el estribillo. Yo hace mucho tiempo que no le cojo ya la gracia a ese tipo del andaluz satisfecho de ser vago, menos aún cuando se canta entre olés. Pero me di cuenta de que era lo único que le faltaba al programa para ser el corral de pollos de todo lo que debería avergonzarnos.
Macabro. “La conductas violentas en las clases bajan”. Así, tal cual, comenzaba la noticia en Canal Sur. Justo cuando en Jerez nos volvía a estremecer otra brutal agresión a un profesor. Macabro hasta para La Nuestra, que ya es decir.
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