5 de marzo de 2007

Somos Zapping 4/03/2007

Asco de fútbol. Voy desertando del fútbol, que es la escupidera de los mafiosos y el patriotismo de los tontos de barbería. Prefiero ver cualquier otra cosa, baloncesto, béisbol, snooker, saltos de esquí, curling, lo que sea. Para volver a apreciar la belleza del deporte, que una vez congregó a los dioses en sus balcones, aprendo nuevas reglas, sigo por canchas extranjeras a jugadores que parece sijs, hamburgueseros, espeleólogos, o busco en la televisión ese sonido de piscina vacía de los pabellones donde se hacen deportes pequeños o como en el colegio, sólo con el árbitro y la novia mirando. Voy desertando del fútbol, que idiotiza y acanalla, y sólo me cruzo ya con él a veces en los bares. El fútbol es verdad que huele a sobaco del que sirve la cerveza, a periódico manchado de adobo, a rifa de un jamón, a bronca de borrachos. Sin batallas, sin héroes, el pueblo cree que los delanteros son Aquiles, que los presidentes de los clubes son reyes que cabalgan. El currito que nunca sabrá lo que es la gloria, el cateto que quiere creer que su barrio puede ser épico e imperial, hacen cada domingo una España de gallera. Piensan que van a mantener su honor en la taberna los niñatos millonarios por el campo y los chuloputas por los palcos. Pero es otra cosa. Es un negocio, un montón de dinero que se gana a costa de las frustraciones y venganzas de la plebe que saben muy bien alimentar y glorificar no sólo los clubes, sino también los medios de comunicación, que otorgan al fútbol una categoría de mundo en guerra. Y es también un altar donde imbéciles con medalla, capos con billetes, meapilas de cuello tieso, demagogos mesiánicos con busto o con babas, se ven adorados y en parihuela. Lopera, Del Nido, León, los directivos no han querido medirse la polla uno delante del otro y por eso han terminado arrastrando a una ciudad entera a esta vergüenza que ha paseado a Sevilla por todas las televisiones del planeta. Yo los desterraba, los mandaba, qué sé yo, a Minnesota, donde no hay fútbol ni Semana Santa y los idiotas fanáticos con dinero son eso sin más adornos ni encomiendas, a ser nadie. “Asco de fútbol”, han pintado en la ciudad deportiva del Betis. Sí, yo deserto.

Entrenamiento del pueblo. Una cámara con grúa hacía un traveling hacia la bandera, sonaba el himno de Andalucía, se cuadraban los pájaros, los políticos y los presentadores de las noticias de Canal Sur. El 28-F, “día grande para Andalucía” según decía Keka Conesa, celebraba los círculos quietos del mundo y echaba flores en nuestros carromatos de pobre. Cócteles, discursos, agradecidos, andaluces con guirnalda y con reverencia, maquillaje en el cielo y en las solapas. No sé qué harán cuando Andalucía salga de la cola de España, cuando haya algo que celebrar verdaderamente, y no esto que parece el fin de curso de Chaves. “La historia de la autonomía andaluza es la de un éxito”, recalcaban en Canal Sur, y el presidente como una muchacha vestida de su propia primavera volvía a abanicarse con el Estatuto del silencio y con las glorias de la nada. Pero yo me quedo con otra imagen que también destacó el informativo de La Nuestra. Para conmemorar el día, en un museo habían montado un taller para enseñar a la gente a tocar las palmas bien flamencamente. Eso, palmeros, es lo que quieren aquí; ese entrenamiento del pueblo sí que resume bien ese día, esta época, esta política.

Tópicos. Chaves lo había dicho en su discurso del 28-F, después de bendecir a sus hijos como el padrecito que se siente: hay que aumentar la autoestima andaluza para reforzar nuestra imagen en el exterior. Curiosamente, ese mismo día, antes del informativo, en un programa repetido de la serie Andalucía es su nombre, el presidente también había insistido en el mal que le ha hecho a Andalucía el tópico. Lástima que Canal Sur no haga caso. La noche del 27, una gala larguísima, hortera y enmacetada nos ponía en la televisión el escaparte de una tienda de souvernirs. Baste una imagen: el semipianista Manolo Carrasco, con casaca blanca, con ridículas ínfulas mozartianas, envilecía el instrumento con un flamenquillo marismeño y cateto mientras en el escenario con fondo de hogueras (luego fueron acuarios) bailaba una moza con un señor goyesco a caballo. Kitsch sin pudor para celebrar el día de Andalucía. Toda una declaración de principios.


Somos Zapping 25/02/2007

Artistas sin gusto. Yo iba a sacar aquí a Quintero por la entrevista a Rafael Amargo, porque en sus noches sevillanas, hechas con luz de estanque, a los artistas andaluces que lleva se les acaban transparentando hambres y abecedarios de pobre como por debajo de un traje blanco. Me interesaba Rafael Amargo, al que en Tenerife quiere linchar el pueblo capitaneado por mujeres vestidas de paraguas. Y no quería plantear yo batallas de glamur entre las murgas y Belén Esteban saliendo al escenario igual que desde la ducha de la piscina. No, lo que llama mi atención en realidad es la capacidad que tiene esta tierra nuestra para dar artistas sin gusto. Son artistas que incluso pueden ser genios en su taconeo y en su palo, pero a los que, como cegados en su toreo, se les niega cualquier otro tipo sensibilidad estética. Son artistas salvajes, unidireccionales, demediados, con un sólo músculo ejercitado como un brazo monstruoso, sin la escuela de humanismo que debe ser el arte. Rafael Amargo o Farruquito pueden incendiar una noche Nueva York sin más que enseñar la cintura, y luego montar una discoteca hortera o hacer una boda de vendedor de telas. Damos unos artistas con raza y sin poesía, con fuego y sin finura. A eso le llamarán algunos el arte del pueblo, pero a lo mejor sólo es el arte de los analfabetos. De Amargo dijeron una vez que era un bailarín ecléctico, y en una entrevista confesó que no conocía esa palabra, pero que le gustaba tanto que se la quedaba. Nuestros artistas que no conocen diccionario ni otro arte que el de su cazuela... En esa carencia o maldición pensaba yo viendo la entrevista de Quintero a Amargo. Pero pasaron otras cosas en la colina del loco. Y haciendo crítica televisiva, uno tendrá que mojarse...

El tijeretazo. A Quintero le han pisado ya para siempre los discursos libertarios como la bandera que hacía de sus pañuelos y bufandas. No es que me gustaran especialmente, pero su programa era mucho ese aullido suyo desde las azoteas, que aunque fuera pose y mala literatura, era lo que le quedaba de loco bajo la luna. Con el tijeretazo dado a la entrevista a José María García, a partir de ahora Quintero sonará como nunca a cartón. Tuve que sonreír cuando desde TVE dijeron que la entrevista se había eliminado o cortado porque “en ella no se vierten opiniones, sino insultos, ataques y descalificaciones a terceras personas”. Si en este país la televisión y la radio aplicaran verdaderamente este baremo, sin duda quedaría poco más que la publicidad. ¿Sería deseable? Depende. Siempre resulta peligroso establecer qué puede considerarse insulto, ataque y descalificación. Todavía más dañino es que el que hace un programa esté pensando en eso cuando llama a un personaje o monta una tertulia, porque es cuando la prudencia se convierte en autocensura. La comparación con la telebasura tampoco me parece de recibo: no es igual una contestación de Dinio sobre sus encamamientos que la de alguien que ha conocido de cerca los saloncitos del Poder y te los cuenta desde su punto de vista, acertando o no. Delicado asunto, en cualquier caso. Yo nunca dirigiré una cadena, pero sí puedo decir lo que hubiera hecho: yo no hubiera eliminado la entrevista. Quintero siempre ha sabido conseguir que sus invitados le mostraran las tripas, y las tripas dicen mucho de una persona. Yo prefiero ver al fanático desnudo en su fanatismo y al ingenuo cegado por su ingenuidad; a los que cargan con su verdad o su ira vaciándola allí delante y a los que mienten disimulando mal que mienten. Prefiero verlos, oírlos, y asentir o irritarme, estar de acuerdo o hasta odiarlos, y si luego tiene que venir por detrás un fiscal porque han injuriado o calumniado, que venga. El retrato ya estará hecho, y después seremos más sabios, siempre, seguro.

El ombligo de Petit. El programa ya empieza con el gran ombligo de la luna, que tiene el tamaño del de Joaquín Petit, pero nunca pensé que en sus monólogos de detective un día nos llegaría a decir que 1001 noches iba a estar dedicado al ombligo, a la metáfora del ombligo, a la tontería del ombligo. Así lo hizo. Pero en la RTVA, ombligo de la autonomía, del poder, cordón umbilical del que chupan tantos, ¿no era acaso esa dedicatoria idiota sólo una obviedad?

Somos Zapping 18/02/2007

Arrayán. He visto muchos ordenadores portátiles como manzanas sobre las mesas y las rodillas, muchos negocios y empresas, guapos de aeropuerto, guapas de congreso; he visto habitaciones de hospital individuales (!) con el logotipo del SAS en las sábanas, y hasta mecánicos que no tenían ni siquiera sucio el mono de trabajo. Arrayán es como si Andalucía toda viviera en un hotel, o al menos en su hall. Si en Los vigilantes de la playa no salía ni un viejo ni un gordo ni un feo, en Arrayán Andalucía se nos muestra acicalada y neoyorquina. Los problemas los da el éxito, ni los más pobres son pobres, todo está iluminado como las oficinas, todos llevan maletín y la sociedad no tiene más males que un jefe puñetero o un colega trepa. Nunca dudé que fuera más que un teatrillo de propaganda, con el guión vigilado por el alto Ministerio de la Verdad. Esta serie es Andalucía tal como el poder quiere que la veamos. Igual que Crónicas de un pueblo fue diseñado por el franquismo para divulgar los principios del Movimiento con sus curas y bicicletas, aquí tenemos Arrayán para meternos entre amoríos y pasillos la guapura y la modernización de esta tierra. En Médico de familia la publicidad se quedaba en el desayuno, pero aquí cada detalle, cada brillo, cada fax, cada ventanal, está pensado para servir a la imagen modélica con la que se nos engaña. Me sorprendí mucho cuando en Mejor lo hablamos llegaron una vez a interrumpir el debate para presentar la nueva temporada de la serie. Ahora se entiende como nunca, cuando sus personajes andan metiendo el referéndum del Estatuto en los diálogos. Nada en Canal Sur queda al azar. Todo obedece a un objetivo político. Atontarnos con folclore, sucesos o chistosos, hacer un Nodo de los informativos y las telenovelas. Da miedo y asco. ¿Quién puede creerlos ya?

Vista pública. Luis Mariñas, Peter MacDermott de las noticias (¿se acuerdan de Hotel?), ha ido degenerando de la información al escaparatismo de su persona hasta llegar a chófer de funeraria, que es de lo que iba el otro día, marmolizando el prime time de Canal Sur con el negro y el frío de los tanatorios y los pésames. Pensé que era otro de los cementerios con pajarracos y verdina de Paco Lobatón, pero no, Lobatón parece que por una vez no tiene nada que ver en esta nueva mesa de autopsias que nos mete en casa la televisión pública andaluza. Seguir con el hocico el rastro de los asesinatos a escopetazos, de las mujeres acuchilladas, de las patrullas policiales en las noches de las ratas, hacer un zoom cuando el familiar del muerto ya no puede hablar y llora, hipa y besa los retratos, pesar los sesos que quedaron en la acera y remover con el cucharón cada herida, cada detalle enfermizo. Vista pública se llama el vomitivo, otro más que se une a Expreso Noche en la intención de la RTVA de proporcionarle al espectador, como a un aguilucho, el curioso servicio público de mucha carne reciente y sangrienta, el único equivalente a las luchas de gladiadores que le queda al poder para entretenernos. Mariñas nos anuncia un próximo reportaje, la historia cruelmente dramatizada luego por actores de una chica que fue violada y que terminó suicidándose. Nos invita a que no nos la perdamos. “Puede pasarle a usted”, advertía. El programa es capaz aún de esa máxima impudicia que representa utilizar un drama social como la violencia contra la mujer, disfrazando de denuncia lo que es beneficio del morbo: “Cada día conocerán a una víctima de la violencia de género”, prometía. Tenemos dos programas de sucesos escabrosos, repugnantemente parecidos. Ya lo decíamos, nada queda al azar en la RTVA. Los despieces de muertos distraen, el olor a estómago abierto nos emborracha.

Cinismo malayo. Por los programas de las babas andan ya los corruptos. Ya se atrevieron con maltratadores y esto le parece a uno el paso previo a que se sienten ante Jaime Cantizano los asesinos convertidos en vedettes. Maltratar, robar, y pronto matar, como otra vía hacia la fama y los bolos, superados ya los empompamientos. Isabel García Marcos iba como vestida de impoluto cinismo en ¿Donde estás corazón? Pero peor fue el cinismo del presentador. Hacerle a la malaya reproches éticos cuando él y sus jefes se frotan las manos ante el dinero que les supone el espectáculo...

Somos Zapping 11/02/2007

Carnaval domesticado. Era pequeño, costurero, puro, libre y afilado, pero algo pasó. Algo como la decadencia de ciertas cortes, como la corrupción que trae el oro nuevo. Aquello que era el pueblo subido a su taburete empezó a dar divos, pasarelas, egos, y dinero. Lo he ido notando año tras año, como una barquita que se iba hundiendo por sus cofres. Demasiado grande, demasiado eco, demasiados intereses. El Carnaval de Cádiz se está volviendo blando, cartonero, recaudador, comodón. Y mucha culpa la tiene Canal Sur, que ha tentado con glorias y famas de pijicantantes o futbolistas a los que debían ser la voz y la conciencia de la calle, con la garganta rabiosa y el pecho abierto. Ahora hay en juego giras, contrataciones, premios que da la Junta a los piropos que menos sangre hagan, a la copla sobre Andalucía que coincida con su publirreportaje. He visto en sus letras un Carnaval que gusta de cantarse a sí mismo, pero que sale como sin dientes al Falla, que ha olvidado la crítica al poder, que cada vez mete más pichas y atardeceres, pero deja sin navajazo a los dueños de esta Andalucía domesticada como siempre. Pellizcos para el agua y para los barrios gaditanos con hechuras de novia, pero hay que atender a muchos espantapájaros tristes y a muchos caletis con barbacoa para escuchar un solo golpe, una sola valentía dándole en la cara al poder. Apenas una crítica a la medalla otorgada a la duquesa del Alba, la intención de una comparsa de ir a votar el domingo de Carnaval “con pijama y bata en el sofá”, y que sin embargo antes nos había explicado lo que era la “realidad nacional”: flamenco y poetas contrapuestos a los malayos. Peor que ver a Paz Padilla preguntarle a ese inaguantable niño del tambor cuántas rebanadas de manteca colorá se ha comido, resulta comprobar que el Carnaval está tan bien embridado. ¿Qué es el ingenio sin la rebeldía y la protesta? Pero hay que salir en los resúmenes, hay que vender cedés, hay que conseguir bolos. Hasta lo más puro se puede comprar. Canal Sur lo ha conseguido con el Carnaval.

Y no hago más na. El programa está cada día más lleno de sus pajarerías de loca, de sus mesillas de vieja, de enanos que salen de las faldas. Es ya hacer televisión revolviendo un carromato, vaciando los armarios, recogiendo chatarreros por Andalucía. María Jiménez era una artista de raza enhiesta y muslos rubios, novia de los bandoleros de España, y que tenía cuchillos envenenados en las alforjas, en los labios y en los pechos. Ahora, la televisión la ha vuelto gallinácea, pitonisa, orujera, parece la anfitriona de la última fiesta de disfraces y de borrachos que queda en la noche decadente, promiscua y desesperada. Tiene personalidad para manejar unas entrevistas que ella hace de una manera muy particular, algo así como la mitad con el guión y la otra mitad con el coño. Pero la han ido rodeando cada vez más bufones de barbería, catetos con la gracia como una mella, peste a vino en el chiste. Subidos a los abanicos y candelabros que ella les pone, los analfabetos que hacen reír por serlo o por taconearlo reinaban en ese trono de lo andaluz que monta María Jiménez ante las cámaras como su alcoba. No llegué a saber a cuento de qué venía la broma, si la performance era una cosa naïf o sencillamente palurda. Pero el otro día vi a María Jiménez con sus graciosos, disfrazados de jueces o más bien de chimpancés vestidos de jueces, ante un grupito con cajón, guitarra y monos de trabajo blancos (“Sierras andaluzas – miel”, ponía en el logotipo que llevaban en el pecho). Cantaban una coplilla sobre la idílica buena vida de un hombre que se levantaba tardecito, se tomaba sus cafés, paseaba, bareteaba, holgazaneaba... “Y no hago más ná, que no, que no”, decía el estribillo. Yo hace mucho tiempo que no le cojo ya la gracia a ese tipo del andaluz satisfecho de ser vago, menos aún cuando se canta entre olés. Pero me di cuenta de que era lo único que le faltaba al programa para ser el corral de pollos de todo lo que debería avergonzarnos.

Macabro. “La conductas violentas en las clases bajan”. Así, tal cual, comenzaba la noticia en Canal Sur. Justo cuando en Jerez nos volvía a estremecer otra brutal agresión a un profesor. Macabro hasta para La Nuestra, que ya es decir.

Somos Zapping 4/02/2007

Google en Fitur. Más que los diversos torreones, chacinas y señoritas como otra fruta de la tierra, la estampa de Fitur es sobre todo la de ese aspecto de ser transportados en bandejas que tienen allí los políticos. Concejalillos y prebostes han terminado mimetizándose con ellas y, agrupados alrededor de los stands o moviéndose por los pasillos, parecen langostinos servidos de pie. En Fitur, feria al andaluz modo que les pagamos a todos esos barandas con nuestro dinero, cambia un lema o cambia un moño de la azafata, pero poco más. Para buscar una novedad que presentar, otro cupo de turistas por cazar, la excusa anual para esa escapadita hacia un ambiente de discoteca de puretas, hay que ser imaginativo y lo que nunca falla es el recurso de las nuevas tecnologías, que es como mandar marcianos a raptar a los guiris. Parece que el pretexto de este año para llenar el AVE de toda la curia juntera ha sido más que nada una herramienta tecnológica que se llama “Andalucía en vivo”, y que no es un teletransportador, sino una simple página web con información turística. Lo molón es que, utilizando Google Earth, invento nada andaluz, se puede caer desde el espacio a la playa elegida en un segundo, cosa que les suena a magia. Pues eso, en el año 2007, una página web todavía maravilla a nuestros gobernantes y nos la enseñan en Canal Sur como si fuera una pila de fusión. Lo mejor fue la imagen de Paulino Plata mostrando en alto, igual que a un príncipe recién nacido, el móvil o PDA donde se veía la dichosa página, como si eso fuera también mérito de la Junta y no del fabricante del cacharro, de la compañía telefónica y de los motores de Internet que menean todo desde USA. Creo que les bastaría con decir que a Fitur se van de pingoneo. Total, si lo tenemos asumido. No hace falta que cojan gadgets copiados ni que se disfrazen de Merlín para impresionar al andaluz, tan analfabeto tecnológicamente que Internet le huele a azufre.

'Llamarme' a hotmail. Sumemos el analfabetismo tecnológico de aquí al otro de siempre, añadamos la cutrez televisiva propia de la tierra y la postal del paisano acodado en la barra del bar, ahíto de vinazo, dominó y fútbol, y tendremos el personaje del que se cachondearon largamente en Noche Hache para nuestra vergüenza. Se llama José Ramón, parece el panadero y tiene en Televisión Costa de la Luz, cadena roteña, un programa sostenido por sus delirios solitarios, ingenuos y camperos sobre el mundo del corazón, o eso pretende. En principio surge la duda de si el programa se ha planeado en serio o de cachondeo, pero luego concluyo que esa capacidad para resultar ridículo de una manera tan natural es imposible de fingir. Las televisiones locales son, ciertamente, el museo antropológico de lo que somos. Baste este ejemplo del tal José Ramón informando a la audiencia de su correo electrónico (me he ahorrado poner todos los sic): “Pa que la gente me quieran escribir o quieran saber algo mío, nada menos que tienen que hacer, llamar o escribir a joseramonconcorazon@hotmail.com, es mi..., mi... lo de Internet, mi número de esto para Internet, y quien quiera llamarme, aquí estáis...” . Y la gente lo “llamó” a hotmail, concretamente un tal Maguila, a quien le dijo esto: “Ahora no caigo quien es, pero me gustaría, a ver si un día quedo contigo... Yo paro en el bar Los Siete, allí puedes verme todos los días cuando tú quieras”. Ni “llamar” a hotmail ni messenger ni nada: que vaya al bar donde para. Maravilloso cómo ha cambiado la segunda o tercera modernización esta Andalucía.

Caballos. Los caballos, guapos animales guardiamarinas, y ese mundo alrededor suyo como de peluqueros o lanceros de una raza. Me pregunto, viendo en Espejo público (Antena 3) un reportaje sobre un espectáculo de la Escuela Andaluza de Arte Ecuestre en la Plaza Mayor de Madrid, por qué no los soporto. “Caballo y caballero, tándem inseparable, una comunión que se pierde en el tiempo, en las faenas del campo, en el apartado de las reses”, dice la voz en off. Y creo que ya lo sé. Dehesas y garrochas, caballos y jinetes, los señoritos que dejaron pudrirse a Andalucía, que la apartaron de la industrialización para tener mano de obra barata y seguir montando jacas. Sí, por eso no los soporto.