29 de junio de 2011

Somos Zapping: El gigante verde en Bruselas (6/06/2011)

La fuerza del sur. Vino a Andalucía para atender a sus primarias a la vez que a lo de los pepinos, y es que yo creo que Rubalcaba, sobre todo, sabe vender y venderse muy bien, especialmente en medio de las catástrofes, a las que él siempre ofrece su sonrisa y la aureola de fe de su calva, a falta de mejores soluciones. En las noticias, Rubalcaba parecía que llegaba de gira con Operación Triunfo o Se llama copla: se puso en plan folclórica esperando “la fuerza del sur” y dio gracias por el cariño del público igual que Bisbal. En realidad, él lo que dijo al principio en sus declaraciones fue que esperaba “fuerza”, pero Griñán, a su lado, le sopló de inmediato lo de “la fuerza del sur”, regalándole ese eslogan como de marca de cerveza o programa de Quintero. La fuerza del sur se supone que es esa ventolera que hasta ahora llevaba al PSOE a ganar aquí siempre aunque siguiera manteniéndonos en la miseria. Ese talento para el disimulo, el adormecimiento y la propaganda; esa flotabilidad política que hace victoriosos a los indolentes, a los incapaces y a los corruptos, ésa es la magia lunera que ha venido a buscar Rubalcaba al sur. Rubalcaba llegó para que los maestros le enseñaran a ganar desde el fracaso, que es lo que él necesita. Pero en Andalucía se ha acabado esa magia del PSOE y la fuerza del sur creo que ahora se dirige más a expulsar a ese partido de sus confortables y somnolientos palacios de no hacer nada. Rubalcaba y Griñán, dos hombres dedazo, dos herederos y dos espectros del pasado, ya traslúcidos de agotamiento y erosión, seguramente sólo se consolaban acompañándose en su ahogamiento, cantando los últimos versos de un PSOE eterno que se va a pique. Este sur nuestro es bonito para los amaneceres y también para los entierros.


Comulgar pepinos. Rápida ha sido la reacción española y andaluza ante la crisis de los pepinos. Y no me refiero a que nuestros ministros se partan la cara con Alemania en la UE (a Alemania no le costa ninguna “exigencia” española, decían hace poco), sino a que Ezequiel Martínez, el de Tierra y mar, ya sale en Canal Sur en un anuncio floreado de hortalizas y fuentes vegetales, pidiéndonos confianza en lo nuestro. Nada más vean en Bruselas a Ezequiel Martínez con su sombrerito y su regadera, seguro que los convencemos de nuestras justas reivindicaciones. Aquí nadie ha dejado el gazpacho, pero Canal Sur siente que sus santones agropecuarios deben salir a comulgar pepinos. Sin embargo, no es aquí donde tienen que presentarnos a los tomates y a los pimientos con todo su rocío de salud, que ya los conocemos, sino que es en Europa donde nuestros gobernantes deben poner los melones en la mesa. Pero aquí ya tenemos un anuncio que va a triunfar más que el de George Clooney con el café. Basta que salga Ezequiel Martínez con faldón de lechugas para que nos tranquilicemos y se tranquilicen. El padrecito de todo el relente campero andaluz, figura internacional donde las haya, va a rendir a Merkel, como si fuera a ver a la canciller la misma diosa Ceres con una yerba en la boca. Por cierto, me he fijado en que alguna vez, en Tierra y mar, sale otro señor que se parece a Ezequiel Martínez y hasta habla igual, y no sé si acaso será un hijo suyo. ¿Tenemos ya en Canal Sur el caso de un programa heredado? Con esos poderes, con ese mayorazgo que tiene este hombre en el campo andaluz, cómo no elegirlo para defender la frescura de esta tierra, aquí o en Pekín. Que se venga Rosa Aguilar y vaya Ezequiel Martínez a la UE. Él no sólo sabe enseñar capachos, sino que ya lo conocemos soltando discursos políticos en los huertos, muy evangélicamente. Sí, que vaya Ezequiel Martínez. Será como si fuera a Bruselas el gigante verde de los anuncios de maíz, que eso tiene que imponer mucho. Más que nuestros gobernantes, seguro.


Colocón. Las comidas camperas deben de dar unos colocones tremendos. O será el aliño especial que le ponen los de Hace falta valor, o quizá simplemente el contagio de la vibración espídica que transmite Enrique Romero. El caso es que el otro día, en el programa, terminaron toreando... ¡cocodrilos! Yo conocía lo de Paco Ojeda toreando caballos, pero para enseñarle la muleta a un cocodrilo creo que los efluvios de la manzanilla no son suficientes. Hace falta algo bastante más fuerte o reconocer que en este programa se les ha ido la olla, no sé si de tanto pisar amapolas o acurrucar vacas locas. Menudo espectáculo, unos tíos medio zumbados o medio puestos intentando torear entre olés a un cocodrilo que les mordía la muleta. Parecía una gamberrada de botellón. La tauromaquia grillada, friki o fumada que ha conseguido Enrique Romero ya ha traspasado lo ridículo para convertirse en morbidez, en caso clínico. Que le den ya a este hombre su medicación o el finiquito, por la salud mental de todos.

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