
Comulgar pepinos. Rápida ha sido la reacción española y andaluza ante la crisis de los pepinos. Y no me refiero a que nuestros ministros se partan la cara con Alemania en la UE (a Alemania no le costa ninguna “exigencia” española, decían hace poco), sino a que Ezequiel Martínez, el de Tierra y mar, ya sale en Canal Sur en un anuncio floreado de hortalizas y fuentes vegetales, pidiéndonos confianza en lo nuestro. Nada más vean en Bruselas a Ezequiel Martínez con su sombrerito y su regadera, seguro que los convencemos de nuestras justas reivindicaciones. Aquí nadie ha dejado el gazpacho, pero Canal Sur siente que sus santones agropecuarios deben salir a comulgar pepinos. Sin embargo, no es aquí donde tienen que presentarnos a los tomates y a los pimientos con todo su rocío de salud, que ya los conocemos, sino que es en Europa donde nuestros gobernantes deben poner los melones en la mesa. Pero aquí ya tenemos un anuncio que va a triunfar más que el de George Clooney con el café. Basta que salga Ezequiel Martínez con faldón de lechugas para que nos tranquilicemos y se tranquilicen. El padrecito de todo el relente campero andaluz, figura internacional donde las haya, va a rendir a Merkel, como si fuera a ver a la canciller la misma diosa Ceres con una yerba en la boca. Por cierto, me he fijado en que alguna vez, en Tierra y mar, sale otro señor que se parece a Ezequiel Martínez y hasta habla igual, y no sé si acaso será un hijo suyo. ¿Tenemos ya en Canal Sur el caso de un programa heredado? Con esos poderes, con ese mayorazgo que tiene este hombre en el campo andaluz, cómo no elegirlo para defender la frescura de esta tierra, aquí o en Pekín. Que se venga Rosa Aguilar y vaya Ezequiel Martínez a la UE. Él no sólo sabe enseñar capachos, sino que ya lo conocemos soltando discursos políticos en los huertos, muy evangélicamente. Sí, que vaya Ezequiel Martínez. Será como si fuera a Bruselas el gigante verde de los anuncios de maíz, que eso tiene que imponer mucho. Más que nuestros gobernantes, seguro.
Colocón. Las comidas camperas deben de dar unos colocones tremendos. O será el aliño especial que le ponen los de Hace falta valor, o quizá simplemente el contagio de la vibración espídica que transmite Enrique Romero. El caso es que el otro día, en el programa, terminaron toreando... ¡cocodrilos! Yo conocía lo de Paco Ojeda toreando caballos, pero para enseñarle la muleta a un cocodrilo creo que los efluvios de la manzanilla no son suficientes. Hace falta algo bastante más fuerte o reconocer que en este programa se les ha ido la olla, no sé si de tanto pisar amapolas o acurrucar vacas locas. Menudo espectáculo, unos tíos medio zumbados o medio puestos intentando torear entre olés a un cocodrilo que les mordía la muleta. Parecía una gamberrada de botellón. La tauromaquia grillada, friki o fumada que ha conseguido Enrique Romero ya ha traspasado lo ridículo para convertirse en morbidez, en caso clínico. Que le den ya a este hombre su medicación o el finiquito, por la salud mental de todos.
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