18 de enero de 2013

Especial #TuitMix: Voltaire contra los matones (16/01/2013)


“¡El #sinWertgüenza abandona la sala y se cancela la conferencia debido a la presión popular! #SiSePuede!!! #RecibeAWert”, tuiteaba @SevillaPara en el victorioso momento. Observen cómo supuran violencia los eufemismos: cancelar, presión popular, recibir… Así es el lenguaje de la intimidación. “#RecibeaWert en el Hotel Lebreros a las 20h. Seamos muy maleducados, que es lo que a Wert le pone”, incitaba ‏@potoma unas horas antes. Acompañaban hashtags como #pidoantorchas. Todo muy de mazmorra. Wert no dio su conferencia, pero hubo espectáculo y enseñanzas, en el lugar de la charla y en Twitter, que se llenó de salivazos y otros jugos. “No hay que permitirles ni respirar!! Perseguirlos allí donde vayan y no dejarles tranquilos. Que sientan wertgüenza de vivir”, empujaba ‏@manu_2005. Estos eran los de la tea y la coz, pero había otros haciendo como una justificación teológica de la coacción. O, al menos, de la rabia. A veces tan chocante como la de @FAlvarezOssorio: “Y qué queremos, que se sienten, escuchen, aplaudan y no les den la palabra. Hoy no, ahora no, es imposible. 57% de paro juvenil #Andalucia”. ‏@pacorobles63 le contestaba: “Tranquilo, Fernando, que de eso también tiene la culpa Wert, no los que gobiernan desde antes de que esos jóvenes nacieran”.

Luego entró en juego el fascismo, esa acusación tan barata. Fascista tú, demócrata yo. Piensen en estas categorías mientras evalúan la pregunta fundamental que lanzó @josemanavarro: “¿Tiene derecho el que recorta derechos?”. ‏El periodista ‏@JRomanOrozco tuiteó: “Wert califica de fascista el boicot a su conferencia. Fascismo es más bien imponer una educación inspirada en el ultra-nacional-catolicismo”. “Fascismo es justificar la censura con argumentos ideológicos”, le replicó @AlbertoGReyes. @Mario_bilbao decía: “Quitarle la palabra a Wert es un ejemplo del fascismo de izquierdas que Jürgen Habermas atribuyó al líder estudiantil Rudi Dutschke”. ‏@DelaCallefotos le contestaba así: “Ya que te gustan las citas: ‘La comunidad educativa no puede ser una comunidad democrática’ Wert dixit. No os quejéis ahora”. O sea, se lo ha buscado. Hay gente que se merece lo que le pasa, simplemente. Van provocando, suele decirse. Sí, y cuánta satisfacción y cuánto placer hay en el escarmiento. Es la misma tesis que le hemos oído a Verónica Pérez, secretaria de Política Institucional del PSOE-A: “Quien siembra vientos recoge tempestades”. ‏@CaraballoJav sentenciaba: “El fascismo no está en el boicot callejero, el fascismo llega cuando se justifica políticamente. Como el PSOE con Wert”. @ElenaValenciano llegó a retuitear esto: "‏@JSAMartos: Suspenden la conferencia de Wert en #Sevilla por las protestas de los asistentes en defensa de una educación pública. #Andalucíasedefiende”. Le recordaron, claro, que las competencias en educación son de la Junta. Pero seducían más la violenta belleza de los eufemismos y el placer casi lúbrico del escarmiento al enemigo.

Estas polémicas, no al nivel del corte de manga sino a nivel intelectual, ya las zanjó nuestra civilización hace mucho con algo que se llama libertad de expresión. Ya saben, eso que en realidad no dijo Voltaire pero suena tan bien: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. “Discrepo con Wert pero tiene derecho a expresarse. La libertad de expresión es un derecho que costó mucho conseguir”, señalaba con cordura @Asuntriana. Lo demás es matonismo, con más o menos ideología. Mar Moreno y la Junta se han decantado por ese Voltaire apócrifo, afortunadamente. Pero en la noche del lunes, contenta de hogueras en Twitter, los líderes socialistas, cómplices o complacidos, no parecían conocer al filósofo. Hay extraños demócratas que son capaces de separar Democracia y Estado de Derecho. Los fanáticos siempre tienen buenas y justas razones contra la libertad.

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