21 de mayo de 2007

Somos Zapping 13/05/2007

No paran. No se han esponjado del todo aún las tonadilleras en sus lágrimas, la corrupción en sus colchones, ni siquiera la monarquía en su pony. Siguen lagartijeado en los medios y uno, que se había propuesto no volver a hablar de estos temas, ha visto cómo la televisión se llenaba de apostillas y rechupadas de lo mismo. Un último lametazo me pareció, por cierto, que Canal Sur programara el sábado pasado nada menos que Sisí emperatriz, por aprovechar la temperatura palaciega y el corazón miriñaqueado del personal. Qué tierna resulta esta izquierda que va del republicanismo al lacayismo como va de la laicidad al Rocío, según la marea de la plebe. En cuanto a la Pantoja, la hemos visto volver, marcada con la flor de lis, a los escenarios de un Valladolid en el que se alquilaban los balcones por miles de euros, como si esperaran presenciar su agarrotamiento. Mientras, su mosquetero Julián Muñoz dejaba una huelga de hambre que más bien ha parecido la dieta del melocotón. Dos kilos ha perdido, cuando los programas del morbo ya preguntaban a los médicos cuándo podría morir. Y como la moda de la huelga de hambre estratégica, que purga el vientre y los pecados, parece una promoción gubernamental, resulta hasta lógico que Juan José López Garzón, Delegado del Gobierno en Andalucía, tenga la potestad de clasificarlas bien en shows o bien en prioridad nacional. Yo no quería volver a estos asuntos, pero ya ven, esta España vecindona no para.

Feria machista. Más ferias, como un franquicia de cagajones por Andalucía. Ahora, la de Jerez, y de nuevo en Canal Sur María del Monte y Rafael Cremades, con presencia de cenefa y sonrisa de bandurria. Pero yo quería llamar la atención sobre otra cosa que me ha chocado más que nuestra eterna vida en los maceteros. Y es que resulta curioso comprobar cómo el lenguaje progre de La Nuestra se deja vencer por el casticismo. Ni siquiera la delicada cuestión del “género”, que tanto cuidan, resiste el empuje de lo típico. En las noticias anunciaron que el miércoles de la feria jerezana tenía de protagonistas “a los caballos y a las mujeres”, como igualándolos en la misma cuadra. “Es el día tradicional en el que las señoras dejan a sus maridos por un día para venir a disfrutar a su manera de la feria”, decían. Les resultaba muy simpático, popular y noticiable esa tutela del varón que parece que deja salir a la señora por un día de la cocina como de la plantación. Tanto empeño en desplegar los sustantivos en masculino y femenino y, de repente, una noticia llena de jovialidad idiosincrásica nos muestra a unas esposas con algo de esclavas brevemente liberadas, como agradecidas por la concesión de sus dueños que les permiten ver el sol una vez al año. “Qué buenos son los maridos de nosotros (sic), qué buenos son que nos llevan de excursión”, cantaban las mujeres. Seguro que no hay institutos ni consejeras que protesten por esto. Quieren cambiar la gramática, pero ese sitio de mesita que tienen las mujeres en la grupa de la tradición o en los arquetipos de Canal Sur, eso, ¿cuándo?

La ministra de la horca. En el premio Pico de Oro que otorga Noche Hache entre los bocazas de la semana, ella tuvo el honor de empatar en el primer puesto nada menos que con ese Aznar borrachuzo, Mad Max de nuestras carreteras. Hablamos de Magdalena Álvarez, ministra pistolera de las inauguraciones. Ya que eran “los elementos de la Comunidad de Madrid”, le parecía que en aquella disputada estación de metro, Esperanza Aguirre sólo podía estar “tumbada en la vía o colgada de la catenaria”. Qué delicadeza. Al menos, la otra perla andaluza del Gobierno, Carmen Calvo, en sus chuminadas todavía no ha matado a nadie. Ni siquiera a Pixie y Dixie.

Lentitud. Era como un desayuno de camaleones en el patio, y esa institución de la sangre gorda que es el funcionariado español, sublimaba su esencia. Las noticias de Canal Sur nos mostraban a unos funcionarios de la Delegación de Empleo de Huelva haciendo taichí, indistinguibles de cuando mueven papeles, y fue un glorioso descanso de humor entre la fealdad de la actualidad. “Me gusta porque son movimientos lentos, tranquilos”, decía uno. Los funcionarios entrenándose en la lentitud antes de ponerse a trabajar... Delicioso.

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