29 de mayo de 2007

Somos Zapping 27/05/2007

Programando en Delphi. Esta modernización de Andalucía, edades sucesivas de los metales, salud mesmeriana que nos magnetiza por capítulos, está teniendo tanto éxito que hasta nuestra industria es ya sólo realidad virtual, modelaje en 3D, polígonos que flotan en la mente de nuestros cibergobernantes. Es una industria intangible pero que en los despachos queda muy bien organizada, luminosa e hiperespacial. Sólo falta que los soldadores entren en Matrix, cosa que, según parece, creo que vamos a vivir. Veo anunciar en el informativo de Canal Sur que Sadiel es una de las que empresas que van a absorber parte de la plantilla de Delphi y me maravillo de la capacidad de adaptación de nuestro tejido industrial. No es para menos, pues Sadiel lo que tiene pensado es montar un “centro de producción de software” que se dedique a “proveer de servicios de programación específicos mediante avanzadas metodologías de construcción de software para maximizar la productividad y calidad en todo el ciclo de vida de desarrollo de software”. Ya ven todas las veces que dicen “software”, que suena a zumo de la tecnología. El que unos trabajadores puedan pasar sin más de la automoción, de los rodamientos y las suspensiones, a programar ordenadores, me tiene alucinado. ¿Les darán un curso acelerado de programación orientada al evento, o los pondrán a todos a barrer o a embalar? ¿Se habrán confundido nuestros esforzados negociadores de la Junta porque también se llama Delphi un conocido entrono de desarrollo de software, o es todo cuento? Qué magia la de nuestra modernización... Pronto, el mecánico del taller nos dirá que, como el ordenador de 2001, HAL, nuestra junta de culata lo que ha sufrido es una “lazada de Hofstadter-Moebius”.

Las rocieras innovadoras. Y seguimos con más innovación desarrollada aquí, en Andalucía. Sí, cierto, algo así es lo que suele decir en Tecnópolis, con sonrisa teleñeca y gesto de Súper Ratón, Roberto Sánchez Benítez, ese presentador marioneta de sí mismo. En este programa hemos visto llamar innovación hasta a la compota de castañas, pero lo de esta semana ha sido un hito insuperable. Y es que la innovación era... ¡el Rocío! Diga usted “innovación” y ponga seguidamente imágenes de caballos, bueyes y gente como emigrada de la Edad Media de su mentalidad y sus sandalias, y tendrá toda la macabra ironía de lo que somos. Era el diseño, el diseño de los trajes para el Rocío concretamente, lo que para el programa aumentaba la modernidad de Andalucía hasta niveles radiactivos de autocomplacencia. Trajes como ensaladas, trajes como todo el costurero encima, zarcillos que nos enseñaban cual sonajeros atómicos... Como sigan así, el siguiente salto tecnológico les llevará un día al botijo.

Rocío. A una edad de palitroques, de salamandras sagradas, de calendarios de piedra, de dioses en las vísceras, de altares como colmillos; a un mundo de tribu ante el fuego, de bebedizo en la sangre, de huesos con harapos, de rezar a los volcanes; a esto nos arroja Canal Sur y lo viste de esencia, orgullo, emoción. El Rocío, hombres y mujeres infantilizados y enardecidos por un primitivismo inexplicable para mí... Veo que saltan poseídos de locura hacia una parihuela; veo que golpean a unos bueyes para que se arrodillen delante de algún ídolo o tótem y la gente aplaude, grita, llora, extrañamente satisfecha de que unos pobres animales se hayan humillado ante el poder divino de las piedras, igual que ellos. Siento desconcierto y lástima. Canal Sur dedica horas, reportajes, helicópteros, a mostrar lo que tenemos de horda y de hechiceros. Programas especiales sacan toda la mantería y la lloronería de su folclore dedicado a la diosa, Andalucía Directo conecta con reporteros que hablan de “nuestra Señora”, lenguas de arena se sacan el corazón avinado para unas cámaras en misión apostólica. Canal Sur también se arrodilla como los bueyes. Que la gente crea lo que quiera. Yo nunca lo entenderé, es cierto. Pero que una televisión pretenda decirme con este apabullamiento, con esta santurrona identificación, que esto es Andalucía y así hay que sentir ante las estatuas, eso, no. Que una cadena pública haga de monaguillo y convierta en esencia la ceguera de una superstición como otra cualquiera, eso siempre provocará mi protesta y mi desprecio.

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