
Los culpables. Tantas horas de televisión sacándonos sólo coches y gafas, tantos especiales de los periodistas de los pelos de picha gozando como de su batacazo en un escenario... Isabel Pantoja ha caído como un pajarillo que cantaba y el morbo ha ganado a la gravedad igual que la mentira ganó un día a la política. Tantas horas, tantos detalles de mocos y cancelas, tantos justicieros o ajusticiadores, tanto mercader al pie del cadalso... Hemos visto a abogados con pañuelo y botines citando a Churchill y a su lechero, a Isabel García Marcos gozar del repugnante estrellato que le otorgaba Telecinco en A tu lado, al Tomate hacer su picadillo con música de fantasmas y al pueblo satisfecho de que la hayan revolcado por el moño (una mujer contaba en Espejo público que ya la madre de la cantante, cuando vendía sandías y melones, engañaba con el peso). Pero no fue Isabel Pantoja la que pudrió Marbella, la que llenó de mafias la política, la que instauró la era de la corrupción juntando a los capos del ladrillo con los ambiciosos patanes de los ayuntamientos. Isabel Pantoja, enamorada de los fondillos de un truhán, a mí sólo me parece una pardilla que ha torpeado entre tiburones y ha enredado sus flecos en una mierda bastante más negra que su melena sobre los pianos. Pero la Pantoja no es Carmen la cigarrera entre bandoleros. Da para una copla, pero no para final de película. Aunque eso le sirva a la televisión, yo no me conformo ni con el destripamiento de una virgen icónica e inelegante ni con dejar ahí la teoría tontorrona de la cortina de humo, como le hemos oído a Esperanza Aguirre o a Arias Cañete. Yo, ante tanto ruido, más que nada me lamento de que caerán otro chófer u otro picapleitos, otros mindundis y acarreadores, de que Julián Muñoz en huelga de hambre será otra canina en los medios; pero, al fin y al cabo, los más altos culpables, los que lo consintieron todo, no van a salir en el Tomate llorando con relicarios, ahora que están de campaña.
Sexo bruto. Van a sacar a todos los andaluces de picha alegre, de huevos gordos y de verbo bruto en los zappings, ganando incluso a sus viejitos rijosos. El consultorio sexual de Olga Bertomeu en el programa de Alicia Senovilla, con la que hace una especie de competición de ordinarias o de hacer pollas con servilletas, triunfa en el cachondeo nacional televisivo. Esta vez, un hombre basto con un testículo hinchado y que se ponía cachondo al cambiar el viento ha sido el que nos ha paseado por todas las cadenas. Serán los que llaman, serán los que hacen el programa, pero entre todos parecen querer dejarnos siempre como de follaburras.
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