7 de mayo de 2007

Somos Zapping 06/05/2007

La semana de la plebe. Entre infantitas y pantojismos, ha sido una semana televisiva para la glotonería, las uñas sucias y las fantasías enfermizas de la plebe. Una España con el vientre seco busca en la monarquía su hijo universal y busca en las malas mujeres su casta venganza. El pueblo hace sus romances igual con una princesa panadera que con una viuda defenestrada o falsa, adora los palacios igual que las horcas, la sumisión tanto como la revancha. La monarquía trae niños como evangelios, niños de oro y dulce para el hambre sentimental del populacho, ennoviado con los cuentos de la infancia, con los unicornios de cristal que nunca verán de cerca y otras maravillas de la sangre azul, que bebe ambrosía y pare hijos navegantes e hijas rosáceas. Con esto tiene el pueblo para sentirse embarazado, mientras que para sentirse verdugo les sirve mejor que nada la vecina humillada, la famosa despeinada, esa caída de las balconadas a la acequia. Isabel Pantoja ha resultado perfecta para esto. En todo lo que ha dado Marbella de sucio, la Pantoja sólo parece la última lavandera. Pero su mantón arrastrado por los calabozos, sus dientes para fotos mordiendo los barrotes, son la literatura de cordel que entusiasma a las plazoletas. Sí, el pueblo, de acuerdo con su televisión, prefiere ver penar a las folclóricas antes que ver a los políticos pagar por sus mangoneos. En un programa mañanero, que como todos sorbía la sangre que se le ofrecía, un SMS manifestaba la alegría del espectador por la detención de la cantante y recordaba cómo ella “se pavoneaba en las terrazas de Marbella”. Han tenido para la mansedumbre y para el linchamiento. Ha sido la semana de la plebe.

Los culpables. Tantas horas de televisión sacándonos sólo coches y gafas, tantos especiales de los periodistas de los pelos de picha gozando como de su batacazo en un escenario... Isabel Pantoja ha caído como un pajarillo que cantaba y el morbo ha ganado a la gravedad igual que la mentira ganó un día a la política. Tantas horas, tantos detalles de mocos y cancelas, tantos justicieros o ajusticiadores, tanto mercader al pie del cadalso... Hemos visto a abogados con pañuelo y botines citando a Churchill y a su lechero, a Isabel García Marcos gozar del repugnante estrellato que le otorgaba Telecinco en A tu lado, al Tomate hacer su picadillo con música de fantasmas y al pueblo satisfecho de que la hayan revolcado por el moño (una mujer contaba en Espejo público que ya la madre de la cantante, cuando vendía sandías y melones, engañaba con el peso). Pero no fue Isabel Pantoja la que pudrió Marbella, la que llenó de mafias la política, la que instauró la era de la corrupción juntando a los capos del ladrillo con los ambiciosos patanes de los ayuntamientos. Isabel Pantoja, enamorada de los fondillos de un truhán, a mí sólo me parece una pardilla que ha torpeado entre tiburones y ha enredado sus flecos en una mierda bastante más negra que su melena sobre los pianos. Pero la Pantoja no es Carmen la cigarrera entre bandoleros. Da para una copla, pero no para final de película. Aunque eso le sirva a la televisión, yo no me conformo ni con el destripamiento de una virgen icónica e inelegante ni con dejar ahí la teoría tontorrona de la cortina de humo, como le hemos oído a Esperanza Aguirre o a Arias Cañete. Yo, ante tanto ruido, más que nada me lamento de que caerán otro chófer u otro picapleitos, otros mindundis y acarreadores, de que Julián Muñoz en huelga de hambre será otra canina en los medios; pero, al fin y al cabo, los más altos culpables, los que lo consintieron todo, no van a salir en el Tomate llorando con relicarios, ahora que están de campaña.

Sexo bruto. Van a sacar a todos los andaluces de picha alegre, de huevos gordos y de verbo bruto en los zappings, ganando incluso a sus viejitos rijosos. El consultorio sexual de Olga Bertomeu en el programa de Alicia Senovilla, con la que hace una especie de competición de ordinarias o de hacer pollas con servilletas, triunfa en el cachondeo nacional televisivo. Esta vez, un hombre basto con un testículo hinchado y que se ponía cachondo al cambiar el viento ha sido el que nos ha paseado por todas las cadenas. Serán los que llaman, serán los que hacen el programa, pero entre todos parecen querer dejarnos siempre como de follaburras.

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