21 de mayo de 2007

Somos Zapping 20/05/2007

Lo importante. No es una anécdota, no es una moda: es un síntoma. Y mide la salud cívica, intelectual, moral, de una sociedad, de sus medios y de sus dirigentes; su adultez, su seriedad, su altura. Me refiero a la escala que se tiene de lo importante, de lo que se considera noticiable, heroico, histórico, feliz, fundamental. Pero hoy en día lo importante es lo que no importa y lo que importa no es importante. Creo que no hay mejor definición de la decadencia. Veo al pueblo en la calle, como en la piscina de su barbarismo, y están felices de una manera zoológica y niña. Y pienso que es igual que el placer que se les induce a los ratoncitos en ciertos experimentos, llevando con agujas una descarga hasta su cerebro destapado. Un equipo ha ganado en su juego alguna cosa, un trofeo como un brillante cencerro que traen en un avión, y el pueblo responde a su programación previa interpretando en eso heroísmo y triunfo de sus fantasías de grandeza. Una proyección mental de simples o de domesticados, pero la televisión rebosa de eso, hay programas especiales, hay un seguimiento paracaidista de esa multitudinaria e incomprensible felicidad eléctrica. “Canal Sur les va a ir ofreciendo cada uno de los movimientos de este equipo”, decían en Andalucía Directo. El Sevilla gana la UEFA, ofrece la victoria a la gente y a los dioses, que son dos muchedumbres borrachas, y eso les satisface y les colma. ¿Por qué? Inefable misterio. Pero abre los informativos y diluye los problemas de verdad en un vino muy rojo y falso. Más tarde, veo que el locutor pasa a describir un manto de la Virgen del Rocío, “bordado sobre tisú de plata y seda natural”. Definitivamente, hemos olvidado lo que es importante. Por eso nos manejan. Enhorabuena. Algunos ya han elegido su manera de ser feliz.

El cortijo. Han terminado dando cuerpo de adobe y tinaja a la metáfora de Andalucía, el cortijo, albardonería en la que vive esta tierra. El cortijo de los políticos, distancia que hay entre sus botas, cabalgada con la que dominan y apabullan los nuevos señoritos. El cortijo de la pobreza, los jarrillos que nos alimentan, los quinqués que nos alumbran, las herraduras a las que confiamos nuestra suerte. El cortijo de la tradición, tiempo detenido como sólo se detiene en las chimeneas, adoración de los cajagones de las bestias, de los bailes de las cosechas, lagar donde se reblandece lo eterno. El cortijo de las clases, las estancias separadas, la altura entre las alforjas y las cocinas, paja en los rincones o alcobas con camas como diligencias donde duermen aún apellidos igual que crucifijos. El cortijo de la incultura, cuenta de sacos, firmas con un dedo, masa de las cuatro reglas, lengua de trapo. Qué acierto, qué ironía. Canal Sur va a hacer un reality en un cortijo habilitado como podría estarlo uno en 1907, año que suena a moneda o a foto de Las Hurdes, y en Mira la vida animan con entusiasmo a participar. “Se tendrán que encargar de las labores del campo, de dar de comer a los animales, nada de lujos ni comodidades”. ¿Campo, animales, estrecheces? Sí, algo tan diferente a nuestra idiosincrasia... Sin modernizaciones, sin tecnología, aun así se sentirán (¡qué gran tristeza!) como en casa.

Solucionado. Ese contrapeso de las noticias, ese guante que pasa por Canal Sur colocándolo todo... La marcha de los trabajadores de Delphi hacia Sevilla les afeaba de indignidad y frustración el informativo como si al locutor se le hubiera reventado el bolígrafo en el bolsillo de la camisa, pero ahí estaba la siguiente crónica para traer la esperanza, la tranquilidad. Con algo de hada, la reportera anunciaba que el Consejo de Gobierno había aprobado “destinar 665 millones de euros a la creación de empleo en nueve zonas desfavorecidas de Andalucía”, entre ellas, la azotada Bahía de Cádiz. Aún más, el Consejero de Empleo, Antonio Fernández, había afirmado que “están cerrados acuerdos con más de una empresa para dar salida a los trabajadores”. Todo solucionado. Ahora, la marcha de los defenestrados de Delphi quedaba como otra romería. Canal Sur no se permite nunca dejarnos con desasosiego.

No hay comentarios: