19 de octubre de 2010

Los días persiguiéndose: Andalucía virtual (12/10/2010)

Tuve que sonreír cuando escuché anunciar el otro día a Griñán que “la comunidad virtual de Andalucía nace hoy”. Uno creía que Andalucía, al menos la Andalucía de la Junta, era ya “virtual” hace mucho, o sea, algo “que tiene existencia aparente y no real”. Intenté repasar todos los vértigos y modernidades que ellos aseguran que nos electrizan el suelo y las nubes, el progreso y la vanguardia de nuestra tierra vista con sus gafas de velocidad, la felicidad y la calidad de vida que nos dicen que nos vienen sin más del sol como de un tomate, de nuestra alma como de un cofre antiguo o del diálogo del mar con nuestra historia de bronces y moros; los intenté comparar con las feas y obstinadas cifras de desempleo, de renta, de productividad, de fracaso escolar, con todos los indicadores económicos, sociales y culturales que se puedan medir y tuve que concluir que su Andalucía no está en este mundo físico y sensible, sino sólo en sus agendas, sus ordenadores y su propaganda. En realidad, Griñán sólo se refería a una página web, la nueva andalucia.org, que te recibe con fotos de cielos almenados, caballos vestidos de lord, patios con lunas de herradura, cristaleras repujadas por el sol y hoteles con un millón de grifos y sábanas limpias como las de una madre. Por lo visto, Griñán quiere crear alrededor de esa web que da sed y sueño una “comunidad virtual” que conecte al andaluz con sus postales, a los guiris con los camareros y al viento con el dinero, pero ha dejado con esa frase mucho más, todo un título para su Andalucía inventada.

Esa “comunidad virtual de Andalucía” es el mejor nombre para la Andalucía juntera, hecha de chiribitas. El PSOE y su Junta cayeron hace mucho en una especie de solipsismo metafísico extremo, negando la realidad de un mundo físico exterior a su mente y reduciendo todo lo que existe a simples emanaciones de su yo. Pero si en filosofía el solipsismo no nos dejaba más que la certeza del aburrimiento o del sentido del humor del filósofo que concebía esa ingeniosa trampa, en política sólo nos habla de la necesidad que tiene el poder de construirse su propia realidad para escapar del fracaso. Lo real y lo virtual son pues para la Junta lo mismo, por esa necesidad ontológica podríamos decir, si seguimos filosóficos, o por la necesidad de salvar el culo, dirían otros poniéndose menos etéreos. Así, sostener ante el pueblo ese avatar de Andalucía que aparece en los discursos o en la televisión pública, ese edén de progreso, prosperidad, sostenibilidad y caramelo, se convierte en su único objetivo, con lo que se abandona el gobierno de las cosas y de las gentes. Vean esas páginas web de la Junta en las que nos amamantan la luz y las estatuas, en las que nos curan los microscopios, en las que nos llevan las olas como una cometa, en las que los consejeros nos dan la mano como una monjita; vean Canal Sur donde la Junta patrocina la misma vida y Andalucía parece el paraíso de los testigos de Jehová; atiendan a los discursos del PSOE andaluz en los que hemos ganado y alcanzado todo y sólo nos queda regocijarnos en nuestra gloria. Y luego, miren a su alrededor, a la Andalucía de verdad, la del paro, la pobreza, la incultura y la desesperanza. La Andalucía virtual les cabe en una cajita y la real les trae sin cuidado. Cuentan que a Berkeley, filósofo solipsista, le rebatieron toda su teoría dando un puntapié a una piedra. Alguien tendrá que darle un puntapié a la realidad aquí, antes de que la Andalucía virtual nos deje ciegos y sin un mundo que tocar después.

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