19 de octubre de 2010

Los días persiguiéndose: Waka Waka (5/10/2010)

Sonó el Waka Waka de Shakira en el mitin de Sevilla, pero las caderas de Griñán y Zapatero eran de madera, no de reptil ni de loba. No sé si entre los dos se apuntalan o se carcomen. Zapatero es un esqueleto y Griñán un farolillo mojado. No era sitio para que salieran las desavenencias sobre el endeudamiento, ni el escalón que hay entre el zapaterismo y la baronía residual-felipista del PSOE andaluz. Es ahora cuando los dos se tienen que tender la mano como náufragos y eso significa bailar juntos y con melena postiza ante la devoción mitinera, con ambiente prebélico y discursos sentimentales o de sargento. A Zapatero, de voz débil y gesto lento, el Guadalquivir le prestaba reflejos suicidas. Sus mítines irán pareciendo cada vez más una última cena. Ya no da ideas ni proyectos, sólo deja testamentos. Se está haciendo pretérito, o al menos parece un político prorrogado. Me di cuenta, escuchándole, de que ya no emociona ni ilusiona (ni siquiera a su propia su gente) como cuando era el flautista de las utopías, el pequeño buda dorado, el bueno a lo James Stewart ante Liberty Valance. La realidad se ha cargado a un hombre bienintencionado pero demasiado torpe. Me decía hace poco un amigo socialista, con guasa, que si últimamente me meto tanto con Zapatero es porque seguro que lo voté. Tiene razón. Lo he votado las dos veces y me ha decepcionado. No resultó ser un Kennedy, sino un soñador sin brújula, un cantor ciego, un margarito que iba pedo en su pompa. Lo ha adornado y lo ha desbaratado todo. Un país no puede llevarse como una ruló.

Griñán es otra cosa, es el superviviente de una casta de poder sacerdotal, de un imperio casi más naviero que político, el de este PSOE andaluz que renquea entre los tópicos y las viejas trincheras porque la realidad y los números demuestran que 30 años de gobierno omnímodo no nos han sacado del subdesarrollo social y económico. Escuché el otro día a un Griñán engolado de épica y complacencia, agarrado al espantajo de la derecha al que necesita como un niño a su osito, porque no tiene más que ofrecer. ¿Pero qué izquierda es la suya que creó una estirpe de dueños, de nuevos señoritos mamando del presupuesto, y a la vez nos hacía campeones del paro y la incultura, arrasaba la educación pública, despilfarraba en propaganda, favores, enchufados y tapabocas, y además demostraba una y otra vez con sus modos que desconoce lo que es la democracia? Pues una izquierda fracasada y falsa que ya sólo puede ofrecerle al andaluz algún caramelito ideológico para que le siga votando por inercia, sentimentalidad, tradición o asco a otra cosa. Es una izquierda de nombre, con palacios y negocios y vividores; una izquierda que quiere tanto al pobre que nos mantiene pobres, que quiere tanto al andaluz “sencillo” que lo mantiene ignorante. Es como si siguieran vendiendo su virgo después de haberse emputecido tanto tiempo. Y ahí están, esperando que les voten porque sí, con este Griñán y sus ninis entre lo cuartelero, lo legendario, lo mohíno y lo chulesco.

Zapatero y Griñán, bailando el otro día su Waka Waka, eran dos fracasos con coro de tambores, a la orilla de un río de suicidas que pasaba por sus ojos como una navaja. La diferencia es que a Zapatero su fracaso se lo llevará por delante y aquí, en Andalucía, al PSOE el fracaso le funciona. Siempre le ha funcionado. Es su esperanza. Ese Waka Waka era su danza macabra, o quizá, de nuevo, sólo la nuestra.

No hay comentarios: