19 de octubre de 2010

Somos Zapping: Lampedusa y la virgen violada (18/10/2010)

Entre telarañas. Ha vuelto Jesús Quintero haciéndose un poco el primo del príncipe de Lampedusa, pero no es mal nombre de programa El gatopardo en esta época de zozobra, crisis y decadencia, aunque suene otra vez a animalario. La compañía de tantos perros verdes, ratones coloraos y gatos tristes ha ido convirtiendo a Quintero en algo así como una solterona de su estilo, un estilo buhardillero y medio gótico que ahora adorna de marcos con telarañas, casi un ready-made. Lo que no cambia es que sigue llamando a personajes del morbo y del cotilleo: Jesús Neira como un resucitado, Mila Ximénez perdonando al mundo, Carmen Lomana fingiendo que no sabe lo inelegante que resulta su afectación... Aunque sí fue diferente (y chocante) su primer invitado. Parecía un peaje inaugurar el programa con José Antonio Griñán, pero seguro que alguien pensó que era la única forma de que los andaluces lo conocieran por lo menos tanto como al Risitas. Era como invitar a comer al jefe, pero no es tan torpe Quintero como para que con el Presidente de la Junta le salga una entrevista babosita, cosa que harían con gusto Tom Martín Benítez o Joaquín Petit. Pero tampoco es un suicida, así que presentaba sólo la puntita de las preguntas más incómodas, sin que el estoque tocara sangre. Empezó mencionándole a Griñán la frase más conocida de El gatopardo: “Si queremos que todo quede como está, es preciso que todo cambie”. No sé si Quintero quería retratar a la Junta con esa frase, pero desde luego Griñán no se dio por aludido. El presidente huyó con metáforas náuticas, algo de llevar a puerto la nave sople el viento como sople. La verdad es que, arrastrado sutilmente al lirismo por Quintero, Griñán sólo soltaba chorradas: “El alma andaluza es muy sencilla, es un alma abierta, tolerante, gratuita (sic), es un alma fácilmente identificable”. No era un himno, sino una vulgaridad, además de que yo preferiría que los políticos atendieran menos a ponernos o medirnos un alma común, tópica y estrecha, y más a solucionar las necesidades de nuestra castigada realidad. Espectacular fue el recuerdo de una entrevista de 2009 a Chaves en Ratones coloraos: “He dejado Andalucía en muy buenas manos”, dijo entonces, reconociéndose como el providente rey o dueño de Andalucía. ¿Qué lugar ocupa Andalucía en España?”, preguntó Quintero a Griñán. “La primera, porque somos más”, contestó el presidente tontamente. “¿Hemos dejado de ir en el furgón de cola?”, insistió Quintero. “En unas cosas sí y en otra no”, admitió Griñán para presumir luego de que “somos muy buenos en muchas cosas, somos muy buenos en investigación celular, en el sector aeronáutico...”. Ya ven, otra vez esa Andalucía donde todos son biólogos moleculares o especialistas en aviónica, en vez de camareros y jornaleros y albañiles en paro o empresarios asfixiados. A pesar de afirmar que él vive “en un adosado”, está claro que desde los dorados de San Telmo sólo se ven células madre y cohetes despegando. “Y sin embargo --tuvo la decencia de confesar-- hay otras cosas en las que estamos todavía atrás, no hemos creado el suficiente empleo...”. Nada, seguro que eso se soluciona en cuanto cada andaluz agarre el cultivo celular y la turbina a reacción que le corresponde. Habló de “conocimiento”, de “educación”, de “competencia”, palabras que se quedaban pegadas en las telarañas del plató igual que en la realidad de Andalucía, y yo pensé que, como siempre, en el programa de Quintero la gente hablaba un poco sonámbula, un poco agüiscada y un poco enamorada de su voz.


Hogueras. A Isabel Pantoja, copla viviente, torera de su pena, ya le rasga los vestidos el pueblo amante por deseo o por odio, que también el odio viene a veces del amor. A los héroes trágicos, vencedores o caídos al final, los besamos o los apedreamos con la misma pasión y veneración. Todos se preguntan, con ingenuidad, por qué no protegieron adecuadamente a la diva en el juzgado. Pues para que luego se llenaran los telediarios y las crónicas con esa imagen tremenda de virgen violada por mendigos, y así nos olvidáramos del poder aliado con la corrupción, de los culpables que están y de los que no están, y de la suciedad de una era que no terminará con este juicio, que llega más allá de Marbella y de unos cuantos listillos con los dedos apestando a marisco y puterío. Yo ni siquiera quería hablar de la Pantoja, personaje insignificante en este pudridero de ladrones de lo público. Me di cuenta de que sólo se trataba de arrojar a alguien al volcán para que el pueblo ciego y fanático tuviera al menos una ceremonia de revancha o expiación. En una sociedad enferma de democracia y corrompida por la televisión idiota, algunos sabían muy bien que ese viacrucis de la Pantoja apagaría otras hogueras. Y ha funcionado.

Los días persiguiéndose: Andalucía virtual (12/10/2010)

Tuve que sonreír cuando escuché anunciar el otro día a Griñán que “la comunidad virtual de Andalucía nace hoy”. Uno creía que Andalucía, al menos la Andalucía de la Junta, era ya “virtual” hace mucho, o sea, algo “que tiene existencia aparente y no real”. Intenté repasar todos los vértigos y modernidades que ellos aseguran que nos electrizan el suelo y las nubes, el progreso y la vanguardia de nuestra tierra vista con sus gafas de velocidad, la felicidad y la calidad de vida que nos dicen que nos vienen sin más del sol como de un tomate, de nuestra alma como de un cofre antiguo o del diálogo del mar con nuestra historia de bronces y moros; los intenté comparar con las feas y obstinadas cifras de desempleo, de renta, de productividad, de fracaso escolar, con todos los indicadores económicos, sociales y culturales que se puedan medir y tuve que concluir que su Andalucía no está en este mundo físico y sensible, sino sólo en sus agendas, sus ordenadores y su propaganda. En realidad, Griñán sólo se refería a una página web, la nueva andalucia.org, que te recibe con fotos de cielos almenados, caballos vestidos de lord, patios con lunas de herradura, cristaleras repujadas por el sol y hoteles con un millón de grifos y sábanas limpias como las de una madre. Por lo visto, Griñán quiere crear alrededor de esa web que da sed y sueño una “comunidad virtual” que conecte al andaluz con sus postales, a los guiris con los camareros y al viento con el dinero, pero ha dejado con esa frase mucho más, todo un título para su Andalucía inventada.

Esa “comunidad virtual de Andalucía” es el mejor nombre para la Andalucía juntera, hecha de chiribitas. El PSOE y su Junta cayeron hace mucho en una especie de solipsismo metafísico extremo, negando la realidad de un mundo físico exterior a su mente y reduciendo todo lo que existe a simples emanaciones de su yo. Pero si en filosofía el solipsismo no nos dejaba más que la certeza del aburrimiento o del sentido del humor del filósofo que concebía esa ingeniosa trampa, en política sólo nos habla de la necesidad que tiene el poder de construirse su propia realidad para escapar del fracaso. Lo real y lo virtual son pues para la Junta lo mismo, por esa necesidad ontológica podríamos decir, si seguimos filosóficos, o por la necesidad de salvar el culo, dirían otros poniéndose menos etéreos. Así, sostener ante el pueblo ese avatar de Andalucía que aparece en los discursos o en la televisión pública, ese edén de progreso, prosperidad, sostenibilidad y caramelo, se convierte en su único objetivo, con lo que se abandona el gobierno de las cosas y de las gentes. Vean esas páginas web de la Junta en las que nos amamantan la luz y las estatuas, en las que nos curan los microscopios, en las que nos llevan las olas como una cometa, en las que los consejeros nos dan la mano como una monjita; vean Canal Sur donde la Junta patrocina la misma vida y Andalucía parece el paraíso de los testigos de Jehová; atiendan a los discursos del PSOE andaluz en los que hemos ganado y alcanzado todo y sólo nos queda regocijarnos en nuestra gloria. Y luego, miren a su alrededor, a la Andalucía de verdad, la del paro, la pobreza, la incultura y la desesperanza. La Andalucía virtual les cabe en una cajita y la real les trae sin cuidado. Cuentan que a Berkeley, filósofo solipsista, le rebatieron toda su teoría dando un puntapié a una piedra. Alguien tendrá que darle un puntapié a la realidad aquí, antes de que la Andalucía virtual nos deje ciegos y sin un mundo que tocar después.

Somos Zapping: Cenicientas, toreritos y chachas (11/10/2010)

Sueños. Se llama copla mantiene su corazón kitsch puro e irrenunciable como el de las bodas poligoneras, pero ha ido añadiendo además un tono telecinquista que se nota en cotilleos, parientes y comentadores de las fajas, mohínes y tirones de pelos de los concursantes. Ya me di cuenta cuando Pive Amador empezó a imitar a Risto Mejide, a pesar de que un coplero yendo de duro y de castigador queda más o menos como Terminator con bata de cola. Ahora, hasta graban ganchos igual que los uyuyuy del Tomate. A pesar de eso, como digo, el programa no ha perdido su esencia, que se basa en la redención de los artistas sin escuela o con borriquillo, como en las películas de los 50 donde el protagonista limpiabotas o pescador o criadita o maletilla consigue escapar de una miseria no exenta de alegría, ternura y bondad, y alcanza el éxito a través del artisteo propio de la raza, cantando o toreando. El otro día nos lo demostraron presentando a una participante con un vídeo que la retrataba como una Cenicienta en una curiosa versión folclórica del cuento. En el teatrillo, la chica pasaba de fregar de rodillas a una gala coplera con príncipe incluido, cosa que pretendía resumir realmente su vida: ella de verdad trabajaba antes fregando en un bar hasta que el hada madrina de Canal Sur le puso volantes, micrófono y fama. Eso seguimos siendo en Andalucía, el sueño de Cenicienta, una película de Joselito incluso en el siglo XXI; ese llegar, sin más que exhibir la pureza del alma, a artistilla de la raza, máxima o suficiente o única aspiración de esta tierra, igual que la de Cenicienta era cazar a un príncipe lacio. “Se llama copla es su sueño hecho realidad”, rotulaban en el programa. Pero estos sueños, ya de adultos y para todo un pueblo, sólo dan tristeza. Sin embargo, qué útil es mantener a la gente soñando en su pobreza mientras le canta al borriquillo o a la aljofifa. En la España de los 50 lo tenían tan claro como en la Andalucía de hoy.


Niño gladiador. Es otro de esos héroes de la raza de los que hablábamos, pero con sólo 14 años según he leído. No es un niño de Juan y Medio o de Mi primer olé, aprendiendo del Mani o de Manuel Orta la manera de estar orgulloso de su horterez. No cuenta chistes forzados ni se limita a fandanguear entre las babas de los mayores. Va mucho más allá porque este chiquillo ya roza la tragedia, ha aprendido a ponerle muecas a la muerte y con ellas levanta a la gente de sus asientos, quizá porque es como si vieran a un Niño Jesús queriendo ser crucificado pronto. Sí, porque el chaval torea, ya mata novillos a estocadas. Se llama José Antonio Lavado y lo vimos en una retransmisión de Canal Sur mientras Enrique Romero alababa su arrojo y su corta edad de una manera gloriosa y obscena, como si se felicitara de encontrar a un niño gladiador. Estuvo a punto de llevarse un par de revolcones, que sólo enardecieron más al público. Pues sí, hay gente que asiste a espectáculos en los que se juega la vida un niño de 14 años. No sé qué dice la ley, pero a mí esto me parece tremendo. Él va para figura, dicen. Y nosotros, de cabeza a la barbarie. Orgullosa barbarie, por supuesto, como es costumbre aquí.


Servicio. Le pegaba mucho al programa sacarnos a una chacha andaluza, aunque, claro, una chacha sublimada en la ternura, la abnegación y la alegría, el ser chacha como un gozoso sacerdocio. En 75 minutos sabemos que son capaces de convertir las miserias de las crisis en una oportunidad para los buenos corazones o la penosa emigración de andaluces a la vendimia francesa en una risueña excursión campestre con tortilla y vino. Por eso no me extrañó que nos trajeran la idílica historia de una mujer de nada menos que 77 años que, encorvada, frágil y consumida, todavía anda barriendo, comprando, planchando, cocinando y sirviendo a una estirpe de varias generaciones de pijos que, eso sí, la quieren mucho. 77 años y 65 trabajando para la familia, desde los 12. La mujer apenas puede cargar ya con el carro de la compra, pero ahí sigue, entregada, leal, digna, contenta, renunciando a su jubilación, a su vida entera. Qué pena, qué abuso, qué estampa casi esclavista. Pero qué haríamos sin el servicio, vino a decir luego Carmen Martínez Bordiú, oficio o monacato al que dedicó elogios delante de otras amigas pijas. ¿Quién iba a cuidar si no a sus dos perros, Moc y Com? Sí, ya sé, es encantador cuando esta gente menciona a sus perros a la vez que al servicio, aunque diga los nombres y cuente la historia de los chuchos pero no de los criados. Menos mal que está la sumisa y agradecida casta de las chachas andaluzas, fieles hasta la humillación y hasta la muerte si hace falta. Cenicientas tonadilleras, niños toreritos y chachas de señoronas, vaya artículo el de hoy. Para estar orgullosos de dónde ha llegado Andalucía.

Los días persiguiéndose: Waka Waka (5/10/2010)

Sonó el Waka Waka de Shakira en el mitin de Sevilla, pero las caderas de Griñán y Zapatero eran de madera, no de reptil ni de loba. No sé si entre los dos se apuntalan o se carcomen. Zapatero es un esqueleto y Griñán un farolillo mojado. No era sitio para que salieran las desavenencias sobre el endeudamiento, ni el escalón que hay entre el zapaterismo y la baronía residual-felipista del PSOE andaluz. Es ahora cuando los dos se tienen que tender la mano como náufragos y eso significa bailar juntos y con melena postiza ante la devoción mitinera, con ambiente prebélico y discursos sentimentales o de sargento. A Zapatero, de voz débil y gesto lento, el Guadalquivir le prestaba reflejos suicidas. Sus mítines irán pareciendo cada vez más una última cena. Ya no da ideas ni proyectos, sólo deja testamentos. Se está haciendo pretérito, o al menos parece un político prorrogado. Me di cuenta, escuchándole, de que ya no emociona ni ilusiona (ni siquiera a su propia su gente) como cuando era el flautista de las utopías, el pequeño buda dorado, el bueno a lo James Stewart ante Liberty Valance. La realidad se ha cargado a un hombre bienintencionado pero demasiado torpe. Me decía hace poco un amigo socialista, con guasa, que si últimamente me meto tanto con Zapatero es porque seguro que lo voté. Tiene razón. Lo he votado las dos veces y me ha decepcionado. No resultó ser un Kennedy, sino un soñador sin brújula, un cantor ciego, un margarito que iba pedo en su pompa. Lo ha adornado y lo ha desbaratado todo. Un país no puede llevarse como una ruló.

Griñán es otra cosa, es el superviviente de una casta de poder sacerdotal, de un imperio casi más naviero que político, el de este PSOE andaluz que renquea entre los tópicos y las viejas trincheras porque la realidad y los números demuestran que 30 años de gobierno omnímodo no nos han sacado del subdesarrollo social y económico. Escuché el otro día a un Griñán engolado de épica y complacencia, agarrado al espantajo de la derecha al que necesita como un niño a su osito, porque no tiene más que ofrecer. ¿Pero qué izquierda es la suya que creó una estirpe de dueños, de nuevos señoritos mamando del presupuesto, y a la vez nos hacía campeones del paro y la incultura, arrasaba la educación pública, despilfarraba en propaganda, favores, enchufados y tapabocas, y además demostraba una y otra vez con sus modos que desconoce lo que es la democracia? Pues una izquierda fracasada y falsa que ya sólo puede ofrecerle al andaluz algún caramelito ideológico para que le siga votando por inercia, sentimentalidad, tradición o asco a otra cosa. Es una izquierda de nombre, con palacios y negocios y vividores; una izquierda que quiere tanto al pobre que nos mantiene pobres, que quiere tanto al andaluz “sencillo” que lo mantiene ignorante. Es como si siguieran vendiendo su virgo después de haberse emputecido tanto tiempo. Y ahí están, esperando que les voten porque sí, con este Griñán y sus ninis entre lo cuartelero, lo legendario, lo mohíno y lo chulesco.

Zapatero y Griñán, bailando el otro día su Waka Waka, eran dos fracasos con coro de tambores, a la orilla de un río de suicidas que pasaba por sus ojos como una navaja. La diferencia es que a Zapatero su fracaso se lo llevará por delante y aquí, en Andalucía, al PSOE el fracaso le funciona. Siempre le ha funcionado. Es su esperanza. Ese Waka Waka era su danza macabra, o quizá, de nuevo, sólo la nuestra.

Somos Zapping: Felices como pastores (4/10/2010)

Libertad abolida. En las noticias de Antena 3 prefirieron sacar a los piquetes con la tea y el garrote; en Canal Sur decidieron abrir con las manifestaciones, tranquilas, dominguerillas, como esas fiestas de la izquierda que terminan en bocata, porro y concierto de perroflautas (para saber qué es eso, vean www.frikipedia.es/friki/Perroflauta). Canal Sur puso por la noche un rótulo en el que informaba de que la programación de la televisión andaluza se estaba “viendo alterada a causa de la huelga general convocada por los sindicatos de clase contra la reforma laboral aprobada por el Gobierno”, y a mí me chocaron el innecesario añadido panfletario y el toque anticuario o mohoso del término “sindicatos de clase”, o sea, éstos que nos siguen dividendo, a estas alturas, en clases, en castas, “proletariado” contra “burguesía”, esas cosas que ya sólo huelen a hollín. Ah, la huelga general, ese auto de fe en los mercados y las cocheras... Yo sigo sin entender que la reivindicación de una opinión o ideología, ya sea más o menos justa o mayoritaria, pueda secuestrar un día a un país entero, impedir a la gente ir adonde quiera o hacer lo que le dé la gana, y que encima los jefes de esta asonada hablen de “democracia”. Pero ya saben que por “el pueblo”, “el trabajador” o cualquier otra abstracción de ese calibre convenientemente usurpada o manipulada, lo primero que se aplasta es la libertad individual, la libertad a la que tan irónicamente terminaban ellos cantando, poniendo aquello de Labordeta. Esta izquierda no puede ya con sus contradicciones, como no puede con sus calzones. Y casi peor que la violencia y la coacción resultaba el intento de los piquetes de usar sus “razones”: “Mira, ahora mismo no puedes pasar por ahí porque no vas pasar por lo alto de la gente”, le explicaba amablemente un sindicalista a un camionero a la entrada de un mercado andaluz bloqueado. Ésa debe de ser su “democracia”, basada en que un amontonamiento de gente suficientemente grande puede hacer lo que le plazca, anulando los derechos de los demás, aboliendo la ley si es necesario. Es la regla de oro de todos los fanatismos: su causa está por encima de cualquier libertad o derecho. Y aún más, les darán la vuelta a los conceptos y a esa imposición la llamarán cínicamente “democracia” y “voluntad del pueblo”, como hicieron los líderes sindicales. La huelga no fue un fracaso por una cuestión de porcentajes, sino de moral.


Ovejas. Había banda de música formada como por monaguillos, había pasodobles, copla, tarta de la abuela y ese ambiente de becerrada que tienen a veces los pueblos en ciertas ocasiones, haya becerro o no. Pero lo que se celebraba eran los 3.000 programas de Andalucía directo, para lo que curiosamente se fueron a Jun, quizá por tener 3.000 habitantes, porque el alcalde es de la cuerda o porque allí le han puesto al programa hasta una calle, que inauguraron en el mismo momento con protocolo de fuente municipal. Modesto Barragán, que parecía que acababa de ser elegido Reina de la Verbena, cargaba con el éxito a pesar de ser un recién llegado y definía el secreto del programa en “seguir pegados a lo nuestro, a lo sencillo”. Se refería a la cobardía de mostrar una Andalucía festiva, despreocupada y complaciente, sólo atormentada por apuñalamientos y riadas. Ya al iniciar la temporada, Barragán nos saludó así: “Vamos a estar muy pendientes de lo que ocurre en Andalucía, de lo que preocupa a los andaluces, y a los andaluces les interesa saber en este 9 de septiembre qué está pasando en torno al caso del descuartizador de Sevilla”. El día anterior a la celebración, le dedicaron un reportaje a una escuela de pastores a la que iban hasta universitarios. Aquello no les daba pena ni les parecía un descorazonador fracaso. No, sólo era amable y “curiosa” la bucólica vuelta a la pureza de esos universitarios que habían terminado cuidando rebaños. Ésa es la sencillez de Andalucía que alaba Barragán, la de tener que recurrir al pastoreo en el siglo XXI, la de vivir gozosa e ignorantemente en una nueva Edad Media. Ser pobres y felices como pastores o como ovejas. Modesto Barragán terminó bailando con una señora para celebrar esa deprimente Andalucía suya.


Malaya. Qué podemos decir ya de Marbella y sus malayos... Ahora pasan por el banquillo a la vez que por los programas de cotilleo y se vuelve atronadora la infinita vergüenza por el saqueo que cometieron esos canallas, consentido por la torpeza, el silencio o quizá la complicidad de otros poderes públicos o políticos. Lo peor es que todos sentimos que en esa sala abarrotada falta mucha gente, de otras Marbellas, manejos y despachos; que en este país la corrupción no cabe ni en todos nuestros juzgados ni en todas nuestras televisiones.

Los días persiguiéndose: Fantasma de domingo (28/09/2010)

No será domingo mañana, ni desaparecerá en realidad el ruido, sino que los martillos golpearán el aire y todos creeremos habernos vuelto sordos. No sé cuál es el sindicato de los parados, que acaso no existe. Los que no pueden hacer huelga porque están sin trabajo tendrían razón para una revolución. Los demás, no sé contra quién o qué, o a la gloria de quién o qué agitarán la escudilla. Las huelgas generales son políticas, pero en sus vídeos los sindicatos sacan a los empresarios babosos, fachas, ya eternos y culpables antes de cualquier reforma laboral o gobierno traidor. ¿Y los bancos? Qué les importará a los bancos una huelga de cerrar mercerías y amordazar a factores de estación... Y si de verdad fueran el paro, la pobreza y el fracaso de los políticos los que provocan a los sindicatos para estas marejadas, en Andalucía no habríamos salido de la huelga en 30 años. Mañana parecerá que rezan las panaderías, que los cerrojos se callan, que las calles patrullan en círculo. No importará que el país se pare mucho o poco, porque se sentirá esa atmósfera de alarma, de vigilancia y de intriga en que consisten las huelgas generales desde que son otro instrumento de la política de partido o bien mera propaganda de los sindicatos, que tienen que venderse igual que la Coca-Cola. Yo creo que los sindicatos han convocado esta huelga no para pedir, ni para protestar, sino para ser, ahora que los demás dejaron de creer en ellos, que no se sabe a quién sirven, que los vemos confundir a sus hijos y a sus dueños, vender sus silencios y olvidar sus lealtades. Estas huelgas ya no necesitan ni buscan reivindicaciones ni culpables, sólo mirarse latiendo en su día señalado, como late, sola, una campana en domingo, soñando que ordena el mundo y que sobrevive a su pereza.

Aseguraba Ortega que el fin de los imperios y las civilizaciones se produce siempre por una crisis de legitimidad, y quizá es lo que padecen ahora, en su decadencia, los sindicatos. Su legitimidad se la otorgaba el trabajador por el que luchaba, pero el trabajador real, concreto, tiznado, explotado, no sublimado o instrumentalizado por teorías políticas y económicas o seguidismo partidista. Pero el sindicalismo se conchabó con la política, se sometió a ella, buscó su dinero, pactó esa gran estafa de la “paz social” y se hizo siervo de sus propios intereses. El resultado son estos sindicatos aburguesados que le comen la oreja a la política a la vez que montan una huelga general contra todo y contra nadie. Mañana no será un domingo ateo, ni una sentada del pueblo, ni una revolución prendida en los autobuses. Mañana veremos la sombra del sindicalismo intentado simplemente ser algo, pero algo muy alejado de aquella fuerza y dignidad que tuvieron los sindicatos antes de que se convirtieran en sucursales de partidos, en chantajistas del apaciguamiento o la agitación, en rebañadores de subvenciones, en azafatas de los políticos. Algo que ya sólo aspira a recibir dinero y a medio tapar la calle con su sordina un solo día, pidiendo a la vez perdón al Gobierno por tener que escenificar un novecento para que el pueblo no les queme las barbas por hipócritas. Los sindicatos saldrán a la calle a robarle a la historia algo que ya perdieron y a luchar contra el capitalismo espantando a los tenderos. Irán inflamados por toda su melancólica mitología del obreraje sin darse cuenta de que ellos mismos se encargaron de hacerla cenizas con su traición al trabajador. Recuérdenle esto al sindicalismo, si acaso mañana se cruzan con su fantasma vestido de domingo.

Somos Zapping: Peluquería y aceite de ricino (27/09/2010)

Humillaciones. No, a mí no me ha gustado esa ocurrencia de la Junta de resarcir a las mujeres vejadas por el franquismo. Pero, dejémoslo claro, tampoco otras reacciones de medios y personajes. Ese reconocimiento puede ser justo y loable, pero la medida me parece tardía, descolocada, efectista, demagógica, interesada, distraedora y tramposa. Aunque también despreciablemente lógica: con el PSOE andaluz agotado, sin nada que ofrecer, fracasado tras 30 años de pésimo gobierno, sólo les queda la estrategia de ideologizar al máximo la pugna. Es decir, enfrentar el progresismo virtual de la izquierda con la ranciedumbre eternal de la derecha, en este caso intentado que el pueblo identifique al PSOE con los buenos de la película de la historia y al PP con los malos, es decir con los fachas, con los franquistas. Tienen muy estudiado que esas polémicas sobre herencias de la historia les favorecen, y a la vista está que funciona, porque la derechona enseguida entra al trapo y deja por ahí su tradicional menosprecio o asquito, tentando a hacer olvidar la mala gestión, el gobierno de la nada y los modos de dueños de Andalucía de este PSOE artero y pillo. Encantados andan los socialistas con que les hayan dedicado titulares con tufillo en los periódicos y mucho tiempo y mala baba en las tertulias de las profundidades de la TDT. Mientras que en Canal Sur, siguiendo dócilmente el guión, cómo no, Juan y Medio entrevistaba a una dulce viejita víctima de esas humillaciones, Curri Valenzuela, por ejemplo, en el nuevo Canal 10, comentaba con repugnante tono jocoso que ella ya tenía los 1.800 euros en el bolsillo porque su madre también le daba aceite de ricino. A mí sí que se me revolvieron las tripas con el comentario. Más allá sólo le quedaba equipararse a las víctimas de los campos de concentración nazis porque ella se ponía pijama a rayas. Yo no pude evitar recordar Amarcord de Fellini, la infinita tristeza de esas escenas en las que aquel padre de familia interrogado por los fascistas es obligado a tomar aceite de ricino, vuelve luego a su casa cagado, derrotado y anulado como ser humano, y su mujer, con ternura e impotencia, lo lava en un barreño, llorando. Comparen eso con las simpáticas purgas caseras de la niñez de Curri Valenzuela, y a ver si pueden soportar el asco. Pues sí, esta derecha repulsiva es la que le da vidilla al agonizante PSOE andaluz y nacional, para satisfacción de estos inútiles gobernantes nuestros. ¿Y el PP? Demasiadas excusas, equidistancias y tibiezas, cuando podrían haber dicho “muy bien, pero ahora tenemos problemas más importantes, y por su culpa, señores del PSOE”, y se acabó, adiós polémica. Al final, el PSOE andaluz ha conseguido lo que quería. Ha hecho rugir a la caverna de la derechona y salir al dóberman que les gusta, su última esperanza. Y lo peor, como siempre, es que la marrullería de unos y la torpeza de otros las pagará Andalucía, que puede estar condenada a ser gobernada eternamente por estos ineptos porque enfrente, a poco que la buscan, no deja de asomar una derecha política o mediática o sociológica que da grima. No desprecien el voto del asco, que también cuenta. Ver un rato a Curri Valenzuela pude cambiar cualquier encuesta.


Adiós Canal 10 Andalucía. Nos preguntábamos las semana pasada cuándo volverían a Canal 10 Andalucía la tertulia de Paco Robles y los informativos (con o sin la quejumbre de Barbeito), y resulta que lo que ha ocurrido es que Canal 10 Andalucía ya no existe. Se acabó. Cerrojazo. Será por culpa de la crisis y de la atomización de las audiencias en esta TDT tan mal planificada y repartida, pero Vocento se ha cargado sus emisoras autonómicas para enfocar todo su esfuerzo en la nueva cadena nacional. Sólo unos meses, apenas un par de programas producidos entre la teletienda y el horóscopo, para terminar poniéndonos lo mismo que en ese canal nacional, aunque con unos segundos de diferencia y sin saber ajustar el formato panorámico. Me queda la duda de hasta qué punto se puede hacer esto, es decir, obtener una licencia para un canal autonómico y abandonarlo de esta mala manera, sin más. En fin, nos quedamos sin ese contrapeso a Canal Sur, tan necesario, y nos encontramos con otro extraño peso muerto en la TDT, cada vez más llena de agujeros, duplicidades y zurrapas.