25 de enero de 2011

Los días persiguiéndose: Nepotes (18/01/2011)

Éste es un país de sobrinos, nueras y gente de bautizo. Lo sabemos desde los mostradores del pan, el andamio y las boticas; desde el pregúntale a tu cuñado y el mira si me colocas al niño. La institución del Fulanito me conoce, del me manda mi hermano, del a ver qué puede hacer usted, del ya sabe quién es mi padre. Si funciona para los aprendices de barbero, imaginen en las administraciones públicas. Pero esto no lo hemos inventado ahora nosotros, sino los romanos y los papas hace mucho, y tiene que ver con una concepción familiar del poder, muy del Antiguo Régimen, y con el carácter que no sé si llamar latino de una sociedad basada en el favor y en su contrapartida, en el hoy por ti y mañana por mí, en el qué hay de lo mío que yo ya cumplí lo que me tocaba, en el vamos a llevarnos bien que a los dos nos conviene. Así se hacen negocios y política y hasta cultura. Son el enchufismo y el amiguismo que nos convierten en una sociedad de mediocres.

Llega un momento, sin embargo, en que ni siquiera hace falta una contrapartida: basta la disuasión del poder. El poderoso coloca descaradamente o entremete más discretamente a su familia o amigotes, y el que proteste que se atenga a las consecuencias. Añadamos unas leyes bastante laxas y tendremos lo que hoy nos aflige, esta mugre de hermanísimos, hijísimas, esposísimas y demás que viven alrededor del panal público o de sus hilajos desprendidos, panal que el poderoso dispone y reparte. Ahí está el caso Velasco. ¿Es que ninguno de estos barandas tiene una esposa o un hijo con una mercería, o que se haya preparado una honrada oposición a Correos? ¿Es que tienen que revolotear todos por las subvenciones y los carguitos? Recuerden a los hermanos Chaves con lo de Climo Cubierta, recorriendo toda la línea que va de concebir el presupuesto público a materializarlo en dinero en su mano. Y si la cosa levanta demasiada polémica, pues al hermano se le busca luego un huequito en cualquier otro lado, como a Leonardo Chaves, presidiendo un club de baloncesto (patrocinado por una caja de ahorros, qué revelador).

No hace falta ponerse leguleyo para que el caso Matsa repugne moralmente. Basta el sentido común: una empresa contrata a la hija de Chaves para que tramite una subvención que su padre deber firmar. O incluso aunque él no la firme en persona, una subvención que debe aprobar el aparato de poder que maneja su padre. En cualquier lugar civilizado, esto sería un escándalo. Aquí, ya vemos que no. Aquí lo que ocurre es que, simplemente, como cualquier padre, Chaves sólo quiere “lo mejor para sus hijos”, según la increíble justificación de aquel consejero, Luciano Alonso. Pero la impunidad en la que se siente abrigada esta gente hizo que Chaves ni siquiera cumpliera la somera ley saliéndose de aquel Consejo de Gobierno, que es lo único que pide ingenuamente, y que, por otro lado, no impide que el resultado sea el mismo. Es este engreimiento de Chaves el que le puede costar la inhabilitación.

Ay, este país de cuñados, pillos, enchufes y favores... Nepotismo viene de sobrino en italiano, esos sobrinos de los papas (realmente hijos) que enseguida eran nombrados cardenales. Es lo que ocurre cuando el gobernante no se siente servidor de la ciudadanía, sino cabeza coronada. Por eso lo público se nos ha llenado de aprovechados y nepotes. Sin duda nuestras leyes no son lo suficientemente duras con esta lacra. Pero yo sigo manteniendo que lo que no es meritocracia es sencillamente corrupción.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ya lo decían Axterix y Obelix: "están locos estos romanos..."

un saludo y a trabajar que es lo que toca...

Augusto