
Feria. ¿Es cultura la feria de Sevilla? Para la consejera Rosa Torres, seguramente tanto como Los osos amorosos. Para mí, pues tanto como es cultura el vudú. Este año, después de más de 15, he vuelto a pisar la feria de Sevilla, animado por buenos amigos que no sé hasta qué punto querían hacer un experimento conmigo, por si acaso me desintegraba como un vampiro al sol. Y qué quieren que les diga, la buena conversación y el tapeo los puedo tener igual sin soportar esa horrible musiquilla y ese olor a establo que pasaba a veces como en un capacho, además del pamplineo y las escalinatas a diferente altura en las que se veía posar a cada uno. En cualquier caso, no sé si resulta más dura la feria desde dentro o al otro lado de la pantalla en la que Canal Sur había puesto, como todos los años, sus mantones, rodillas de morena, jamoncito “de pegarse al riñón” (Cremades dixit) y otras aplaudidas vulgaridades. Un especial intragable con la aceitosa María del Monte y el alfarerismo etnocentrista de Rafael Cremades apestiñaba la noche y, en la pena por nuestra eterna reducción al folclorismo, sólo me hizo reír escuchar a no sé quién cantando esta ridiculez: “...que te mires al espejo antes de criticar a otra persona, a mí me han despellejao...”. Y con razón, hijo... Pero mejor fue Contraportada, no por la exhibición de nudos gordos de corbata, patillas de hacha y méritos de hermandades al conseguir una caseta (“Tú también te tienes que hacer de la Hermandad del Rocío de la Macarena”, le aconsejaba Inmaculada Casal a un invitado). No, es que volvimos a ver a la consejera Rosa Torres teorizar sobre la cultura patria: “Alegrándonos con la alegría (sic) y la felicidad de todos los que vemos por la calle, porque la fiesta es sobre todo un lugar de encuentro entre amigos y para la diversión, y para una consejera de Cultura, que todos los días trabaja para ver si hacemos a los andaluces más felices, este momento es muy satisfactorio”. Cuando le preguntaron si la gente la paraba por la feria para pedirle cosas (¿?), la consejera contestó: “Las peticiones vendrán cuando termine la feria y baje el nivel de felicidad y de satisfacción que se vive”. Después de esto, uno se pregunta: ¿Qué es lo que ofrece la consejera de Cultura? ¿Marihuana?