2 de abril de 2007

Somos Zapping 11/03/2007

Música de primavera. Cuando aún no se me ha ido de la cabeza la imagen de Manolo Carrasco tocando el piano como si lo fregara un mayordomo, acompañado de gitanas y caballos en el escenario; cuando me persiguen como fantasmas taconeando el reciente mal gusto de Rafael Amargo con sus performances, las crucifixiones de Bisbal y otros de su mismo círculo infernal, asisto con espanto a la promoción que hacen Andy y Lucas por varios programas de televisión. Nadie nos gana en artistas malos, bajunos o ridículos. Esta parejita me da una vergüenza como si con ellos Andalucía enseñara el culo, aunque sólo sean ellos exhibiendo sus mofletes, sus flojeras de mollera, sus gracias de papitas aliñás y su música de motillo. Con Eva Hache, con Buenafuente, con Los Morancos, estos dibujitos animados de Los Pecos que ha dado Cádiz, ese pop comparsista que suena a sus hormonas haciendo pompitas, me estremecen de horror. Escucho su nueva canción, que me parece igual a otra de Ricky Martin (“Te extraño, te olvido, te amo”) y me sorprendo de que estos dos puedan cantar fuera de su ducha y de su barbacoa. Pero ya ven, ésta es la referencia de la juventud según lo santifica la Junta en sus anuncios y según dan fe los exámenes de la ESO. Sin embargo, mi señora, que me hace muy bien de secretaria, me apunta que debo prepararme para más, pues llega la primavera de Andalucía en la que los pudrideros de la musiquilla se abren a la calor y a la nariz: queda, me dice, el pelotazo de las ferias, la canción que odiaremos este año. Y no tardo en reconocer a dos claros candidatos. En el programa de Los Morancos, aprovechando la temperatura andaluceante que han dejado Andy y Lucas como la de un culo en una silla, dos chicas de la tierra, “Las seventies”, que se diría que escaparon de “Siempre así” o que son cuñadas de “Los Manolos”, perpetran una versión rumbera de “I love to love” con un inglés digno de puesto de dos pares de calcetines a un euro. Y poco después, en Bienaventurados, unos que se hacen llamar “Romeros del chabolo”, vestidos de rocieros avinados y con cara de asomarse tras un serón o tras un chiquero, le cantan a una ratita que se llama María del Carmen Petra Paula sin ningún miedo a los ladrillazos que podrían merecer. Ante esta primavera musical andaluza, por un momento Andy y Lucas casi me parecen Simon y Garfunkel. Y Manolo Carrasco, Franz Liszt.

Ironías. Hay programas de Canal Sur de los que uno termina disfrutando con ironía. Creo que es un placer morboso similar al que proporcionan algunas películas de serie Z o los espacios cofrades de las cadenas locales, algo así como el único humor que puede exprimir uno de una televisión que no tiene humor aunque le sobren muchos chistosos. Me ha pasado con 1001 noches o con Tecnópolis, y cada vez me ocurre más con las noticias, en las que también parece que hay diablillos que no pueden dejar de colar la gracia en la seriedad o en la desdicha. La base del humor está, dicen, en el absurdo y en la contradicción sorprendente, que es lo que más abunda en los informativos de La Nuestra. Cómo no tomarse con ironía la noticia de un Congreso de Jóvenes Lectores de la Generación del 27 en Vélez-Málaga, con ministra incluida, que Canal Sur nos presenta poniéndose sus gafas de cerca. ¿Pero no era con letras de Andy y Lucas como se formaba aquí a nuestros chavales? ¿No era con ese nivel de cultura de patinillo con el que Cándida Martínez se sentía tan orgullosa después de aquella evaluación de nuestro sistema educativo? ¿Todavía sobrevive la Generación del 27 a la destrucción de la enseñanza pública que están perpetrando los políticos? ¿Jóvenes lectores de Lorca y Cernuda en las camadas de analfabetos que están fabricando los institutos? Claro que el congreso era internacional, así no se notaba que en Andalucía no habría para llenar la sala. Sí, ironía, hasta llegar a lo macabro. Como la otra noticia sobre el cierre de Delphi (¿alguien se sorprende de que ocurra esto en una Andalucía sin tejido industrial propio?). “Se buscará una salida a los trabajadores”, decía la locutora después de una reunión con prebostes de aquí. No me digan que no tiene gracia: buscar una salida... Si la salida está clara: la de la puta calle. Si no fuera por la ironía, a ver cómo iba uno a aguantar ciertas cosas.

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