2 de abril de 2007

Somos Zapping 25/03/2007

Adiós al loco. Se ha ido Quintero con sus lunas de globo, vuelve a las madejas entre las que uno imagina que vive. Ha sido la mala salud de los tristes o de las vedettes, ha sido el tijeretazo de Televisión Española, ha sido la boca de vinagre de José María García, ha sido el bajón de audiencia o quién sabe. El martes, en vez su pecera de muchos ojos, en vez de esa colada blanca que hacía él con los silencios, nos pusieron una de Schwarzenegger, Daño colateral, ruidoso contraste frente al loco con cazamariposas que era Quintero. Se ha ido, con sus personajes, zambras, absoluciones, fariseos malos y deshollinadores buenos. No sé si lo echaré de menos. No me estaba gustando la galería de andaluces que sacaba, abanicando las pestañas de la raza, buscando siempre una temperatura de vino. No me gustaban sus monólogos de fakir, de milenarista, de revolucionario millonario, que cada vez le quedaban más falsos, cursis y ropavejeros. Se iba acercando ya demasiado al morbo y a los juicios de Dios (me di cuenta con Farruquito), y esa pretensión de ser el cuarto de las escobas de la verdad en televisión le iba descubriendo cada vez más como ese snob que ya era. Sí, Quintero es un estilo, un carácter, un ritmo, y ha sabido hacer verismo y ponerle muy bien el pijama a cada invitado que ha tenido. Pero ya me cansaba. Ya me aburría. Sus programas los miraba como se miran velas en la mesa.

Americanos. Esperanza Oña me suele dar más que nada unos sustos estéticos de broches, rebequitas y peluquería; siempre hay un medallón o un tipito ursulino en ella que me distrae de sus discursos. Y es que se empeña en ir caracterizada de su ideología, por eso a uno le da la impresión de que conoce perfectamente lo que va a decir, así que se evade y se pierde en la capilla de sus colgantes. Algo parecido me pasa con las chaquetas de Antonio Sanz. Quizá lo primero que tendría que cambiar el PP aquí sea su moda, que no es moda sino todo lo contrario, algo así como vestirse de sus abuelas. Pero a Esperanza Oña esta vez la he escuchado, quizá porque sus declaraciones eran para la radio (cadena Ser) y porque en el programa de Eva Hache, que creo que tiene los ojos más listos de la televisión, sólo pusieron, para adornar el mantilleo de su voz, una imagen fija. Dijo, refiriéndose al cerrojazo de Delphi, que “con la actitud de Zapatero, que no consigue el presidente de EEUU se ponga al teléfono (...), pues tenemos ahora a una serie de trabajadores que, por desgracia, no pueden esperar que su gobierno haga una gestión diplomática”. A ver, una cosa es que el chavismo eternal de aquí nos tenga sin tejido industrial propio y a merced de las alas de aviones que nos quieran donar, y otra que salgamos a mendigar de nuevo a los americanos leche en polvo y que llamemos a Bush como al profe del recreo. Eva Hache le cantó con razón aquello de “americanos, os recibimos con alegría...”. Entre el antiamericanismo tontón y ese buscarlos como padrecitos o primos de Zumosol, digo yo que habrá un término medio que al menos nos salve la dignidad. Aquello le sonó a nostalgia de los pies por arriba de las Azores y a querencia del pelota que fue expulsado de la corte. Como andaluz, tampoco me satisfaría nada que dependiese de la caridad de Bush nuestra industria. Bastantes lacayos tenemos aquí con el PSOE como para que reivindiquemos con orgullo serlo también, con boina, de los americanos. “Olé mi mare, olé mi suegra y olé mi tía”.

Sevilla tiene un calor especial”. Esta gracia también era de Noche Hache, a cuenta del desbarre de Luis Fernández, el entrenador del Betis, que por cierto se habrán fijado ustedes que da muy bien el tipo de mascota de jaula de Lopera. A Luis Fernández lo han pillado las cámaras diciendo de lejos a Juande Ramos, en algo como un falso aparte teatral, “cuidado, que va --o vas-- a recibir otra botella”. Demasiado peligrosos se están volviendo ya estos payasos del fútbol hispalense. Estos machitos calentones, de lengua tan floja como sus meninges, están pidiendo a gritos un escarmiento. La salud del deporte y la dignidad de una ciudad lo reclaman. Ese otro botellazo, con menos peso pero misma provocación y mala uva, no sólo merece un tapabocas, sino una sanción.

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