Innovación a tope. A veces no puedo resistirme y, en domingos de desgana o de morbo, me vuelvo a dejar arrastrar hacia el mundo pitufo al que invita esa marioneta de calcetín que es Roberto Sánchez Benítez. Lo dejo al azar por si la casualidad le da a
Tecnópolis una oportunidad para redimirse, pero es inútil: el catálogo de chorradas no tiene interrupción ni techo. En busca de la innovación andaluza, el programa nos lleva esta vez a un sitio al que la Consejería de Innovación ha otorgado el nombre de Centro Tecnológico de la Cerámica de Andalucía, donde hacen... ¡tejas y adoquines! Allí, señores con bata blanca parecen moverse en la ingravidez alrededor de ladrillos de gafas o verificando si los baldosines resbalan. Sin duda, con eso llegaremos un día a las estrellas. Aunque nada comparable con el siguiente hito tecnológico: las sandías de Almería. No, no se trata de cultivos hidropónicos o variedades nacidas de la ingeniería genética, sino simples sandías híbridas que siguen examinando al peso y por el método del picotazo. Acabarán por descubrir los patatales y eso encumbrará nuestra industria tecnológica. Y aún hay más. ¿No decía Arthur C. Clarke que cualquier tecnología suficientemente avanzada sería indistinguible de la magia? Pues ahí tenemos a la Andalucía más vanguardista y mágica en una tienda dedicada al feng shui que ha abierto por ahí una señora. Ya saben, un color y una planta en cada pared para dirigir las “energías”, o una figurita de un dragón en el rincón adecuado para que vayan bien los negocios. “Unos consejos que nos ayudarán a mejorar la energía de nuestro entorno, gracias a proyectos innovadores y pioneros en Andalucía”, remataba idiotamente la voz en off. Pero no, esto no se acaba. Tenemos más innovación “en el sector de la automoción”. ¿Coches de hidrógeno o conducidos por inteligencia artificial? No, una familia que se ha llevado el ordenador a su autocaravana, que le da a su hijo un DVD portátil, que nos enseña su cama de 1,50 (!!!), su frigorífico y su microondas, y que, eso sí, ha puesto placas solares en la ruló. Estoy deseando que llegue la próxima cita “con la innovación y la calidad de vida en Andalucía”. Tienen que ser gloriosos los reportajes que les dediquen al azadón y a la nevera de playa.
Más centros tecnológicos. Aún anonadado por la existencia de ese Centro Tecnológico de la Cerámica, me encuentro en las noticias de Canal Sur con una larga exposición de las medias de nuestro Gobierno autonómico contra la crisis (perdón, desaceleración que causa un ajuste fuerte etc...), donde descubro que aún tenemos otros centros ante los hasta aquel Instituto de Energía Fotoatómica de Mazinger Z resulta ridículo. Tranquilos, pues, que ante la crisis, nuestros gobernantes van a activar hasta su máximo rendimiento... ¡el Centro Tecnológico de la Piel en Ubrique o el Centro Tecnológico de la Piedra en Macael! ¿Se refieren quizá a hacer monederos y a picar en las canteras? No, eso se queda para el mundo atrasado que aún no conoce la Segunda Modernización. Y eso que todavía no funciona a toda su potencia el Centro Tecnológico del Borrico...
Buenas noches y buena suerte. Resulta abrumadora la capacidad que tiene Joaquín Petit para la cursilería vacía y para el ridículo estético y ético, ya le toque la armónica a la luna o le cuelgue los abrigos a sus amos en su perchero de detective. Se celebraba el décimo aniversario de Canal 2 Andalucía, que a partir de ahora se llamará Canal Sur 2, y al ver a Petit en el atril, redondito y ahuecado de su propia afectación, supe que nos iba a regalar una de sus joyas. Y así fue. Petit, servilón del poder, enchufado agradecido, tuvo el descaro y el impudor de citar a Edward Murrow, aquel honrado y valiente periodista que se enfrentó nada menos que a McCarthy durante la caza de brujas. Una cita que, dicha en la televisión pública andaluza, sólo podía tomarse como sorna o como insulto a la inteligencia: “La televisión puede enseñar, puede arrojar luz, y sí, hasta puede inspirar, pero sólo lo hará en la medida en que nosotros estemos dispuestos a utilizarla con estos fines”. Qué precisa descripción de lo que no es la televisión de aquí. “Buenas noches y buena suerte”, remató Petit con la oronda satisfacción con la que termina siempre sus pamplinas.
1 comentario:
Cada vez me gustas más...
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