
Matanza coral. A Rafael Cremades le pega mucho todo eso de enseñarnos lo que hace la gente en sus cocinillas, de ahí que quede tan bien en este otro concurso sobre lo que canta Andalucía en la ducha o en el tendedero que es Viva mi coro. Menos le pega a Cristina Peña pasar de acompañar a Wyoming a meterse en estas zambras de barrio. El programa es una secuela de Se llama copla, pero hecho con peñas enteras en vez de con solitarias planchadoras, más un toque chocante de Sorpresa, sorpresa, porque Cremades se va los pueblos para darles a los coros la buena nueva de su selección buscándolos entre procesiones de la patrona y repostería del lugar. Veo una coral polifónica con más buena intención que voces y un conjunto levemente folk que parece acompañar a María Ostiz o a Mocedades. Pero lo que abundan más son esos insoportables coros rocieros o romeros, los tontipijos de las rumbitas con flato de rebujito, meneo jaquetón de culo y culto al medallón y a la patilla, que crecen en los pueblos al calor del verbenaje y de ese mal gusto avinado de lo feriante que aquí algunos hasta se atreven a llamar nuestro arte (por cierto, era la primera vez que un concurso de este estilo veía cortar jamón en los ensayos). Toda una pretendida balconada canticoral, en fin, que se quedó en el Sarandonga de Lolita, ese himno chovinista y lamioso de Creó Andalucía, las Habaneras de Cádiz un poco aguadas, alguna canción de Marc Anthony o Nino Bravo, u otra de Luis Miguel que, interpretada por tíos con chaquetilla corta, parecía cantada por su cochero sevillano.
La verdad, no sé qué necesidad hay de escuchar a aficionados queriendo convertir su domingo de paella en intento de música, pero ya sabemos cómo es Canal Sur con tal de conseguir el aplauso de las plazoletas. Para evaluar esta matanza del arte coral (bueno, salvemos al conjunto polifónico de Algeciras, que al menos tiene empeño y gusto y se presentó con Händel) hay un increíble jurado que merece comentario aparte. Vale que Julio Pardo hace sus cositas de carnaval, aunque tampoco sea Georg Solti. Pero el cantante de No me pises que llevo chanclas, inventor del agropop, o Las seventies, esas rubias al unísono que creen que cantar a dos voces es chillar el doble durante sus horteradas antimusicales, eso ya es de cachondeo. Para desinfectarme de todo esto, tuve que escuchar enterita la Octava de Mahler. ¿Que qué es eso? Pues algo que lamentablemente todavía no han versionado los de Siempre así porque no terminan de cogerse con el meneo de culo.
1 comentario:
Luis, ¡¡eres el puto amo!! Qué grande eres, por favor... Simplemente sublime. Lunaro
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