15 de junio de 2008

Somos Zapping 15/06/2008

El guiñol Aído. Desde que nombraron ministra a Bibiana Aído, Canal Sur la ha ido tratado como a un ángel anunciador, la portadora de la antorcha de la Igualdad con los mantos y los rayos de las alegorías enredados en sus anillos. Volvía a esta tierra desde Madrid y en los informativos la sacaban en cuadros de Giotto, en imposiciones de manos y en curaciones milagrosas del machismo. Confundían a la ministra con una musa y todo resultaba ridículo y devoto como en una especie de marianismo progre. Pero era un bluff, un ministerio ocupado por una escaparatista. Hija de los clanes y de las cuotas, ha ocupado en el Gobierno el sillón de la idiotez que ya ocupó otra andaluza, Carmen Calvo. Parecía imposible superar lo de “jóvenes y jóvenas” de Carmen Romero, cuando la chica que pasó de la burocracia del flamenco a la bancada azul soltó lo de “miembros y miembras”. Parecía imposible superar lo de “Pixie y Dixie” de Carmen Calvo, cuando Bibiana Aído nos deslumbró con que la Academia ya había reconocido “anglicismos como fistro y guay”. ¿Anglicismos fistro y guay? ¿Reconocido el lenguaje chiquitistaní por la Academia? Deben de estar contentos el feminismo y la progresía al ver que una chica jovencita, mona y tonta ha llegado a la cima de la política por ser precisamente chica, jovencita, mona y tonta. Era el empujón definitivo que necesitaba la digna causa de la igualdad entre los sexos. Y deben de estar orgullosos también sus padrecitos aquí en Andalucía, al haber regalado a la política nacional otro mediocre iletrado. La cuota andaluza en el Gobierno parece que se limita a proporcionar, una y otra vez, al payasete de turno del gabinete, al incompetente ridículo, a la florecilla boba. Con Aído ha nacido otro guiñol andaluz, más carne de zapping. Y ya van siendo demasiados.


Matanza coral. A Rafael Cremades le pega mucho todo eso de enseñarnos lo que hace la gente en sus cocinillas, de ahí que quede tan bien en este otro concurso sobre lo que canta Andalucía en la ducha o en el tendedero que es Viva mi coro. Menos le pega a Cristina Peña pasar de acompañar a Wyoming a meterse en estas zambras de barrio. El programa es una secuela de Se llama copla, pero hecho con peñas enteras en vez de con solitarias planchadoras, más un toque chocante de Sorpresa, sorpresa, porque Cremades se va los pueblos para darles a los coros la buena nueva de su selección buscándolos entre procesiones de la patrona y repostería del lugar. Veo una coral polifónica con más buena intención que voces y un conjunto levemente folk que parece acompañar a María Ostiz o a Mocedades. Pero lo que abundan más son esos insoportables coros rocieros o romeros, los tontipijos de las rumbitas con flato de rebujito, meneo jaquetón de culo y culto al medallón y a la patilla, que crecen en los pueblos al calor del verbenaje y de ese mal gusto avinado de lo feriante que aquí algunos hasta se atreven a llamar nuestro arte (por cierto, era la primera vez que un concurso de este estilo veía cortar jamón en los ensayos). Toda una pretendida balconada canticoral, en fin, que se quedó en el Sarandonga de Lolita, ese himno chovinista y lamioso de Creó Andalucía, las Habaneras de Cádiz un poco aguadas, alguna canción de Marc Anthony o Nino Bravo, u otra de Luis Miguel que, interpretada por tíos con chaquetilla corta, parecía cantada por su cochero sevillano. La verdad, no sé qué necesidad hay de escuchar a aficionados queriendo convertir su domingo de paella en intento de música, pero ya sabemos cómo es Canal Sur con tal de conseguir el aplauso de las plazoletas. Para evaluar esta matanza del arte coral (bueno, salvemos al conjunto polifónico de Algeciras, que al menos tiene empeño y gusto y se presentó con Händel) hay un increíble jurado que merece comentario aparte. Vale que Julio Pardo hace sus cositas de carnaval, aunque tampoco sea Georg Solti. Pero el cantante de No me pises que llevo chanclas, inventor del agropop, o Las seventies, esas rubias al unísono que creen que cantar a dos voces es chillar el doble durante sus horteradas antimusicales, eso ya es de cachondeo. Para desinfectarme de todo esto, tuve que escuchar enterita la Octava de Mahler. ¿Que qué es eso? Pues algo que lamentablemente todavía no han versionado los de Siempre así porque no terminan de cogerse con el meneo de culo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luis, ¡¡eres el puto amo!! Qué grande eres, por favor... Simplemente sublime. Lunaro